ORACIONES INICIALES
Por la señal de la Santa Cruz ✠ de nuestros enemigos ✠ líbranos Señor ✠ Dios Nuestro.
En el Nombre del Padre, del Hijo ✠ y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Tú, que miras con ojos de particular bondad al que viste Tu Bendito Escapulario, mírame benignamente y cúbreme con el manto de Tu maternal protección. Fortalece mi flaqueza con Tu Poder, ilumina las tinieblas de mi entendimiento con Tu Sabiduría, aumenta en mí la Fe, la Esperanza y la Caridad. Adorna mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de Tu Divino Hijo y de Ti. Asísteme en vida, consuélame cuando muera en Tu amabilísima presencia, y preséntame a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto Tuyo, para alabarte eternamente y bendecirte en el Paraíso. Amén.
PARA MEDITAR HOY
El día 12 de octubre del año 1656, se levantó de súbito una terrible tempestad precedida de gran aparato de relámpagos y truenos, que llenó de consternación y pánico a toda la comarca de Segorbe. Hallándose en el campo el vecino de Castellfort, Santiago Caspe, cayó sobre él un rayo que le circundó todo de fuego, reduciendo en un segundo a cenizas todos sus vestidos, y, pasando a su cuerpo, hizo en él tan horrible y espantosa carnicería que casi todo su cuerpo quedó quemado como un carbón. Solamente la parte anterior del Escapulario y lo que cubría quedó intacto. Este fue el primer prodigio, al que siguió no haber perdido la vida.
Se halló tan sosegado y tan apacible y tan ajeno a toda turbación en su ánimo, que pudo clamar con toda deliberación y advertencia a María Santísima Nuestra Madre, para que le amparase, y al poco rato recobraba el habla y, con descaecidas voces, pedía Confesión.
Hizo la Virgen Santísima que pudieran oírle desde un caserío no lejano, donde se había refugiado el Cura. Corrieron a aquel lugar y quedaron todos atónitos y absortos al contemplar tan horrible espectáculo. Se confesó, y, pasados unos días, dijo a los que le asistían: -"Tened paciencia y perdonad por amor de Dios lo que os molesto, pues hasta el Sábado, día de mi Madre bendita del Carmen, no he de salir de esta vida para irme a gozar de Ella". Y, en efecto así fue.
por el Padre Rafael María López-Melús, O. Carm.
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