La que había sido la principal vidente de Nuestra Señora en Fátima, Lucía Dos Santos, contaba en 1921 con 14 años de edad, cuando decidió ingresar en el Colegio de las Hermanas Doroteas en la localidad de Vilar, cerca de Oporto; en 1928, sintiendo deseos de consagrarse por entero a Dios, se une a las Hermanas como postulante y se traslada al Convento de esta Orden en Tuy, Pontevedra (Galicia, España), para más tarde ser trasladada al convento que tenían en la ciudad de Pontevedra, donde el 10 de Diciembre de 1925 se le volvería a aparecer la Virgen Santísima.
En esa nueva ocasión, Lucía narra que vio a la Madre de Dios sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Virgen Nuestra Señora puso Su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía Su Corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo entonces:
"Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas."
Inmediatamente dijo Nuestra Señora a Lucía:
"Mira, hija mía, Mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tu, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los Misterios del Rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación."
REPARACIÓN SABATINA EN HONOR DEL
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
ORACIÓN
¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro santísimo Nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro, que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados.
Deseo reparar con este acto de amor y rendimiento, que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto Nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.
Aceptad, oh Corazón Inmaculado esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, oh Corazón amabilísimo, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.
DEPRECACIONES
I.- Os venero, amabilísimo Corazón de María, que ardéis continuamente en vivas llamas de amor divino; por él suplico, Madre mía amorosísima, abraséis mi tibio corazón en ese divino fuego en que estáis toda inflamada.
Rezar Avemaría
II.- Os venero, Purísimo Corazón de María, de quien brota la hermosa azucena de virginal pureza. Por ella os pido, Madre mía inmaculada, purifiquéis mi impuro corazón, infundiendo en él la pureza y castidad.
Rezar Avemaría
III.- Os venero, afligidísimo Corazón de María, traspasado con la espada de dolor por la pasión y muerte de vuestro querido Hijo Jesús, y por las ofensas que de continuo se hacen a su divina Majestad; dignaos, Madre mía dolorida, penetrar mi duro corazón con un vivo dolor de mis pecados y con el más amargo sentimiento de los ultrajes e injurias, que está recibiendo de los pecadores el divino Corazón de mi adorable Redentor.
Rezar Avemaría
Jaculatorias
¡Oh Corazón Inmaculado de María, compadeceos de nosotros!
¡Refugio de pecadores, rogad por nosotros!
¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
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