ORACIONES INICIALES
Por la señal de la Santa Cruz ✠ de nuestros enemigos ✠ líbranos Señor ✠ Dios Nuestro.
En el Nombre del Padre, del Hijo ✠ y del Espíritu Santo. Amén.
¡Oh Virgen Santísima Inmaculada, belleza y esplendor del Carmen! Tú, que miras con ojos de particular bondad al que viste Tu Bendito Escapulario, mírame benignamente y cúbreme con el manto de Tu maternal protección. Fortalece mi flaqueza con Tu Poder, ilumina las tinieblas de mi entendimiento con Tu Sabiduría, aumenta en mí la Fe, la Esperanza y la Caridad. Adorna mi alma con tales gracias y virtudes que sea siempre amada de Tu Divino Hijo y de Ti. Asísteme en vida, consuélame cuando muera en Tu amabilísima presencia, y preséntame a la Augustísima Trinidad como hijo y siervo devoto Tuyo, para alabarte eternamente y bendecirte en el Paraíso. Amén.
PARA MEDITAR HOY
Un joven marinero, natural de Salamanca y domiciliado en la calle de Fontana número seis, fue el agraciado con la protección misericordiosa de la Virgen Santísima del Carmen, manifestada a través de Su Santo Escapulario.
En 1948 se impuso el Santo Escapulario en el Carmen de Abajo, de Salamanca. El Padre Manuel Ibáñez, al imponérselo, le dijo: -"Sé siempre muy devoto de la Santísima Virgen del Carmen. Ya sabes que es Patrona especial de los marineros. Si te pasara algo, procura asirte con todo fervor a esta áncora del Escapulario, e invoca con gran fe a nuestra Madre del Carmen, que Ella te salvará". Y así fue.
A los cinco días ya estaba nuestro marino en aguas de Cádiz y a bordo del "Artabro". La mar estaba revuelta y con fuerte marejada. Era, además, de noche y noche cerrada. El joven marinero tiene la desgracia de caer desde cubierta al agua, en uno de los fuertes vaivenes de la embarcación. Lucha con denuedo contra el oleaje embravecido. Forcejea por hacerse ver u oír del resto de la dotación. Todo en vano. En medio de su angustioso y mortal peligro, sólo una cosa le infunde confianza en su salvación: el Escapulario que ha pocos días que lleva. Aclama insistentemente a la Virgen y besa con encendida y esperanzada fe su Escapulario, que de vez en vez lleva el oleaje y el viento hasta sus labios. Lleva diez horas luchando con el mar. Por fin, tras una lucha más que titánica contra los elementos, logra arribar a tierra, lanzado por una ola gigante, que él diría la impulsaba y dirigía la diestra de la Virgen Santísima para salvarle.
por el Padre Rafael María López-Melús, O. Carm.
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