viernes, 10 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 10º

  

Mi Nacimiento fue el verdadero amanecer 
que pone en fuga la noche del humano querer


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma a la Reina del Cielo: 

               Heme aquí oh Mamá Santa, cercana a Tu cuna para ser espectadora de Tu Nacimiento portentoso, los Cielos estupefactos, el sol Te fija con su luz, la tierra exulta de alegría y se siente honrada por ser habitada por su pequeña recién nacida Reina, los Ángeles hacen competencia para rodear Tu cuna para honrarte y estar listos a Tus indicaciones. 

               Así que todos Te honran y quieren festejar Tu Nacimiento, también yo me uno a todos, y postrada ante Tu cuna, ante la cual veo como raptados a Tu madre Ana y a Tu padre Joaquín, quiero decirte mi primera palabra, quiero confiarte mi primer secreto, quiero vaciar mi corazón en el Tuyo y decirte: "Mamá mía, Tú que eres alba anunciadora del Fiat Divino sobre la tierra, ¡Ah! pon en fuga la tenebrosa noche del humano querer en mi alma y en el mundo entero. ¡Ah! sí, sea Tu nacimiento nuestra esperanza, que como nueva alba de gracia nos regenere en el Reino de la Divina Voluntad. 

Lección de la recién nacida Reina: 

               Hija de Mi corazón, Mi Nacimiento fue prodigioso, ningún otro nacimiento puede decirse igual al Mío, Yo encerraba en Mí el Cielo, el Sol de la Divina Voluntad, y también la tierra de Mi humanidad, pero tierra bendita y santa que contenía las más bellas flores, y si bien recién nacida apenas, Yo contenía el prodigio de los más grandes prodigios: el Querer Divino reinante en Mí, el cual encerraba en Mí un Cielo más bello, un Sol más refulgente que el de la Creación, del cual era también Reina, contenía también un mar de gracias sin confines que murmuraba siempre amor, amor hacia Mi Creador. 

               Por eso Mi Nacimiento fue el verdadero amanecer que pone en fuga la noche del humano querer, y conforme iba creciendo, así formaba la aurora y llamaba el día esplendidísimo para hacer surgir el Sol del Verbo Eterno sobre la tierra. 

               Hija Mía, ven a Mi cuna a escuchar a Tu pequeña Mamita. En cuanto nací, abrí los ojos para ver este bajo mundo, para ir en busca de todos Mis hijos para encerrarlos en Mi Corazón, darles Mi materno Amor y regenerándolos a la nueva vida de amor y de gracia, darles el paso para hacerlos entrar en el Reino del Fiat Divino, del cual era poseedora. 

               Quise hacerla de Reina y de Madre encerrando a todos en Mi corazón para poner a todos al seguro y darles el gran don del Reino Divino. En Mi Corazón tenía lugar para todos, porque para quien posee la Divina Voluntad no hay estrecheces, sino amplitudes infinitas, por eso te vi también a ti, hija Mía, ninguno se Me escapó; aquel día todos festejaron Mi Nacimiento y también para Mí fue fiesta, más sin embargo al abrir mis ojos a la luz tuve el dolor de ver a las criaturas en la densa noche del querer humano. ¡Oh! en que abismo de tinieblas se encuentra envuelta la criatura que se hace dominar por su voluntad, esa es la verdadera noche, pero noche sin estrellas, a lo más algunos rayos fugaces, que fácilmente son seguidos por truenos, que rumoreando acumulan más densas tinieblas y descargan la tempestad sobre la pobre criatura, tempestad de miedo, de debilidades, de peligros, de caídas en el mal. 

               Mi pequeño Corazón quedó traspasado al ver a Mis hijos bajo esta horrible tempestad en que la noche del humano querer los había arrollado. Ahora escucha a tu Mamá, estoy en la cuna todavía, soy pequeña, ve Mis lágrimas que derramo por ti, cada vez que haces tu voluntad es una noche que formas para ti, y si tú supieras cuánto mal te hace esta noche, llorarías Conmigo, te hace perder la luz del día del Querer Santo, te voltea de cabeza, te paraliza en el bien, te rompe el verdadero amor y quedas como una pobre enferma a la que le faltan las cosas necesarias para curarse. ¡Ah! hija Mía, hija querida, escúchame, no hagas más tu voluntad, dame tu palabra que contentarás a tu pequeña Mamita. 

El alma: 

               Mamita Santa, me siento temblar al sentir la fea noche de mi voluntad, por eso estoy aquí cerca de Tu cuna para pedirte la gracia, que por Tu Nacimiento prodigioso me hagas renacer en la Divina Voluntad, yo me estaré siempre cerca de Ti Celestial Niñita, uniré mis plegarias y mis lágrimas a las Tuyas para impetrar para mí y para todos el Reino de la Divina Voluntad sobre la tierra. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme vendrás tres veces a visitarme en Mi cuna, diciéndome cada vez: "Celestial niñita, hazme renacer junto Contigo en la Vida de la Divina Voluntad".

Jaculatoria: 

               Mamacita mía, haz surgir el alba de la Divina Voluntad en mi alma.



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