San José llega a Egipto y ve caer los ídolos falsamente adorados en aquella región. Dios es conocido, es lo que basta a San José que, con María, sufre el exilio de la Tierra Santa, y del Templo de Jerusalén, porque ésta era la Voluntad de Dios.
Dios está en todas partes y en todo lugar Él puede ser adorado, cuando así lo dispone Su Divina Majestad.
En Egipto escuchó por primera vez que Jesús lo llamaba con el nombre de padre. ¡Qué alegría inmensa para su corazón!
FRUTO: Desterrar del corazón las aflicciones terrenas, para guardarlo sólo para Dios.
INVOCACIÓN: San José, permitid que como Jesús, os llame de Padre. Amén.
ORACIÓN: Oh Dios, que por inefable Providencia te dignaste escoger a San José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos, te pedimos, que merezcamos tener por intercesor en el Cielo, a aquél que veneramos en la tierra como Protector. Tú. que vives y Reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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