sábado, 15 de junio de 2019

ESCLAVOS DE MARÍA, TÍTULO DEL PERFECTO DEVOTO




                   En su Tratado de la Verdadera Devoción a la Virgen María, San Luis Grignión de Montfort enseña que "Antes del Bautismo pertenecíamos al demonio como esclavos suyos. El Bautismo nos ha convertido en verdaderos esclavos de Jesucristo".

               Así es, y si no, basta recordar el reclamo del Apóstol San Pablo "¿Acaso no sabéis que no os pertenecéis?" (1 Cor. 6, 19). Y San Luis añade: "Somos totalmente suyos, como sus miembros y esclavos, comprados con el precio infinito de toda su Sangre".

               Teniendo en cuenta esto, el incansable misionero, San Luis Grignión, explica la diferencia entre el servidor asalariado y el esclavo: "Por la esclavitud, en cambio, uno depende de otro enteramente, por toda la vida y debe servir al amo sin pretender salario ni recompensa alguna, como si fuera uno de sus animales sobre los que tiene derecho de vida y muerte".

               Por naturaleza, todos los seres son esclavos de Dios. Los demonios y los condenados también lo son por constreñimiento, y los justos y santos, por libre voluntad.

               Este tipo de esclavitud, enseña el Santo enamorado de la Virgen, es "la más perfecta y la más gloriosa para Dios, que escruta el corazón, nos lo pide para sí y se llama Dios del corazón o de la voluntad amorosa", porque por esta esclavitud el alma "opta por Dios y por su servicio, sin que importe todo lo demás, aunque no estuviese obligado a ello por naturaleza"

               Al final de su obra, San Luis aconseja algunas "prácticas interiores que tienen gran eficacia santificadora para aquellos a quienes el Espíritu Santo llama a una elevada perfección". Éstas consisten en hacer todas las acciones 


"por María, con María, en María y para María, 
a fin de obrar más perfectamente por Jesucristo, 
con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo"




      1º) Por María: "se trata de conformarse y dejarse conformar por Ella en el espíritu que la anima, que no es otro que el Espíritu Santo de Dios, fuente y principio de toda vida en Cristo".

      2º) Con María: "según nuestras limitadas capacidades". Ella es "el grandioso y único molde de Dios", en el que es necesario arrojarse "para hacer imágenes vivas de Jesucristo."

      3º) En María: "Es más bien un resultado al que se puede llegar, un fruto que se puede obtener ‘por su fidelidad… como una inmensa gracia’ por la puesta en práctica del ‘por’ y del ‘con’ María. Vivir en María, ¿no es experimentar la presencia amante de María?".

      4º) Para María: "no como fin último de nuestras acciones, que sólo puede ser Jesucristo, sino como fin próximo, intermediario y medio eficaz de llegar a Él."



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