miércoles, 31 de marzo de 2021

MEDITACIONES PARA LA SEMANA SANTA. Miércoles: SU SANGRE DIVINA CORRE POR TODAS PARTES


             Condúcenle, pues, a nuestro dulce Salvador así maniatado, primero a la casa de Anás, y después a la de Caifás, donde Jesús, interrogado por este mal hombre acerca de Sus Discípulos y de Su Doctrina, responde que él nada había hablado en secreto, sino en público, y que los mismos que le cercaban sabían bien lo que había enseñado. Mas a esta respuesta uno de los criados, tratándole de descortés y atrevido, le da un a gran bofetada. 




               En seguida el inicuo pontífice le pregunta bajo  juramento si era verdaderamente el Hijo de Dios. Jesús por respeto al Nombre de Dios, afirma que así era; y rasgando entonces Caifás sus vestiduras, dice exclamando que ha blasfemado; y todos a la vez gritan que merecía la muerte. Sí, con razón, Jesús mío, os declaran digno de muerte, puesto que habéis querido encargaros de satisfacer por mí que merecía la muerte eterna.

              He aquí, pues, una turba inicua que os maltrata con bofetadas, que os ultraja con puntapiés, que os cubre de salivas la cara, que os hace todo cuanto quiere; ¡ y Vos no desplegáis los labios con amenazas ni reconvenciones!. Sino que como un cordero inocente, humilde y lleno de dulzura, lo sufre todo, aun sin quejarse, y todo lo ofrece a Su Padre para alcanzarnos el perdón de nuestros pecados.

               Llegada ya la mañana, los judíos conducen a Jesús delante de Pilato para hacerle condenar a muerte; mas Pilato lo declara inocente. Y a fin de librarse de la importunidad de los judíos, que continuaban pidiendo la muerte del Salvador, lo remitió a Herodes. Herodes se gozó mucho de ver conducir a Jesucristo en su presencia, esperando que para librarse de la muerte haría delante de él alguno de los prodigios de que había oído hablar; por eso le hizo muchas preguntas. Pero como no quería librarse de la muerte, y como este malvado no era digno de oír Sus respuestas, Jesús guarda el mayor silencio y nada le responde. Entonces este rey soberbio con toda su corte, le hizo experimentar muchos desprecios; y haciéndole poner una vestidura blanca, para demostrar que lo consideraba como un estúpido y un insensato, lo volvió a remitir a Pilato. El cardenal Hugo comenta así estas palabras: Burlándose de Él como de un fatuo, le vistió con una túnica blanca.

               "Viendo Pilato que los judíos continuaban en sus conmociones y alborotos tumultuosos contra Jesús, este juez inicuo le condena á ser azotado. El juez de iniquidad creyó que por este bárbaro me dio le conciliaría la compasión de sus enemigos, y así le libraría de la muerte. Yo le haré, pues castigar, dice, y le libertaré. La flagelación era un castigo reservado solo para los esclavos. Así pues, dice San Bernardo, nuestro amable Redentor no solo quiso tomar la forma de un esclavo para sujetarse a la voluntad de otro, sino también la de un mal esclavo para ser castigado con azotes.

               Llegado nuestro amable Salvador al pretorio, según revelación de Santa Brígida, se desnuda Él mismo de sus vestidos por mandado de los verdugos, abraza la columna, y después extiende sus manos para ser atado en ella. ¡Oh Dios! ya comienza el cruel suplicio. ¡Oh Ángeles del Cielo! venid a presenciar este doloroso espectáculo; y si no os es permitido librar a vuestro Rey del bárbaro ultraje que le preparan los hombres, venid por lo menos a llorar de compasión. 

               Y tú, alma mía, imagínate que te hallas presente a este horrible suplicio de tu amantísimo Redentor. Mira como tu afligido Jesús sufre con la cabeza inclinada, los ojos fijos en la tierra, todo cubierto de vergüenza, aquel indigno tratamiento. He aquí que aquellos bárbaros, como otros tantos perros rabiosos, se arrojan armados de látigos sobre la inocente víctima. ¿Ves? el uno hiere el pecho; el otro las espaldas; este los costados; aquel las piernas. Pero ¿qué digo? ni aun Su Sagrada Cabeza, ni su hermoso Rostro son perdonados. ¡Ay de mí! Ya Su Sangre Divina corre por todas partes: ya están llenas de sangre las disciplinas, las manos de los verdugos, la columna y hasta la misma tierra.

               ¡Deteneos, deteneos! sabed que estáis engañados: este hombre a quien atormentáis es un inocente, es un Santo; a mí, que soy el culpable; a mí, que soy el que ha pecado, es a quien son debidos los azotes y los suplicios...


San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia.



martes, 30 de marzo de 2021

MEDITACIONES PARA LA SEMANA SANTA. Martes: EN JESUCRISTO SE REUNIERON TODOS LOS DOLORES DE LOS HOMBRES

 

               El Verbo eterno par a hacerse amar del hombre vino al mundo y tomó la naturaleza humana. Por eso vino con tan grande sed de padecer por nuestro amor, que no quiso existir un momento sin sufrir a lo menos con la aprensión. Apenas fue concebido en el seno de Su Madre, ya se representó todos los tormentos de Su Pasión, y par a alcanzamos el perdón y la gracia divina se ofreció al Padre Eterno, a fin de satisfacer con Sus sufrimientos por todos los castigos debidos a nuestros pecados; y desde entonces comenzó a padecer todo lo que más tarde sufrió en Su dolorosa Muerte. 




               ¡Ah! mi amable Redentor!, ¿y qué he hecho yo hasta aquí?, ¿qué he sufrido por Vos?. Si por mil años sufriera yo por Vos los tormentos que han pasado todos los Mártires, aun sería poco todo esto en comparación de aquel solo primer momento en que os ofrecisteis y comenzasteis a padecer por mí. Es verdad que los Mártires sufrieron grandes dolores y grandes ignominias; pero no los sufrieron sino en el tiempo de su martirio. Mas Jesús padeció siempre, desde el primer instante de su vida, todas las penas de su pasión; porque tuvo siempre delante de Sus ojos aquella escena horrible, en que debía sufrir de parte de los hombres tantos tormentos y tantas afrentas. Así dice él por boca del Profeta: Mi dolor está siempre presente A mis ojos. 

                ¡Ah Jesús mío!, Vos sois por mi amor tan ávido de sufrimientos que los habéis querido padecer antes de tiempo; ¡y yo tan ávido de los placeres de la tierra!, ¡Cuántos desagrados os he causado yo por contentar mi cuerpo!. Señor, por los méritos de vuestros sufrimientos arrancad de mi corazón toda afición a los placeres de la tierra. Por vuestro amor tomo ya la resolución de abstenerme de esta satisfacción... (nombra aquí tu pasión dominante y haz firme propósito de enmendarte)

               Usando Dios de compasión con nosotros, no nos ha dado a conocer las penas que nos aguardan antes del tiempo destinado a sufrirlas. Si un reo que espira en un cadalso hubiera conocido por revelación, desde su infancia, el suplicio que le esperaba, ¿hubiera podido jamás experimentar ningún gozo?. Si desde el principio de su reinado hubiese tenido presente Saúl la espada que debía atravesarle; si Judas hubiera visto de antemano el cordel que había de ahorcarle, ¡cuán amargas fueran sus vidas!. Pues Nuestro amable Redentor, desde el primer instante de la Suya, tuvo siempre presentes los azotes, las bofetadas, las espinas, la Cruz, los ultrajes de Su Pasión, la muerte dolorosa que le esperaba. 

             Cuando veía las víctimas ofrecidas en el Templo, se le representaban como otras tantas figuras del sacrificio que Él mismo, cordero sin mancilla, debía consumar en el Altar de la Cruz: cuando veía la ciudad de Jerusalén, sabía bien que allí era donde debía perder la vida en un mar de dolores y de oprobios: cuando fijaba la vista sobre Su tierna Madre, se imaginaba verla ya agonizando de dolor al pie de la Cruz en que Él mismo había de espirar. 

               Así, ¡oh Jesús mío! la vista horrible de tantos males os tuvo en un tormento y en una aflicción continua mucho tiempo antes del momento de vuestra Muerte, ¡y Vos habéis aceptado y sufrido todo esto por mi amor!. La sola vista ¡oh Jesús paciente! de todos los pecados del mundo, especialmente de aquellos con que preveíais que os había yo de ofender, hizo vuestra Vida la más afligida y mas dolorosa de todas las existencias pasadas y futuras. Mas, ¡oh Dios! ¿en qué ley la mas bárbara se halla escrito que un Dios ame a una de sus criaturas hasta este punto; y que después de esto viva esta sin amar a su Dios?, ¿qué digo? le contriste, y aun le ultraje?. ¡Ah! Señor, hacedme conocer la grandeza de vuestro amor, para que deje ya de ser ingrato. ¡Ah si yo os amara, Jesús mío! si yo os amara verdaderamente, ¡qué dulce me sería el sufrir por Vos!

               Vuestro dolor es grande como el mar... Así como las aguas de este son todas saladas y amargas, así la Vida de Jesús fue toda llena de amarguras y privada de todo consuelo, como se lo dijo Él mismo a Santa Margarita de Cortona. Además, como en el mar se reúnen todas las aguas de la tierra, así en Jesucristo se reunieron todos los dolores de los hombres. Por esto dice por boca del Salmista: Salvadme, ¡oh mi Dios! porque han entrado hasta lo íntimo de mi alma, y he quedado sumergido por un a tempestad de oprobios y dolores interiores y exteriores. 

               ¡Ah! mi tierno Jesús, mi amor, mi vida, mi todo, si miro vuestro Sagrado Cuerpo, yo no veo sino llagas: si entro después en vuestro Corazón desolado, yo no hallo en él sino amargura s y tristezas que os hacen sufrir las agonías de la muerte. ¡Ah mi divino Maestro!, ¿quién sino Yos, que sois una bondad infinita, podía llegar a sufrir hasta este punto, y morir por vuestra criatura?. Más porque Yos sois Dios, amáis como Dios, con un amor que ningún otro puede igualar.


San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia



lunes, 29 de marzo de 2021

MEDITACIONES PARA LA SEMANA SANTA. Lunes: "ME HA AMADO Y SE HA ENTREGADO POR MÍ..."

 


               Lo que mas abrasaba a San Pablo en el amor de Jesús era el pensamiento de que no solamente había querido morir por todos los hombres en general, sino también por él en particular. "Él me ha amado", decía, "y se ha entregado a sí mismo por mí...". Cada uno de nosotros puede decir otro tanto, porque asegura San Juan Crisóstomo que Dios ama tanto á cada hombre en particular, como amó a todo el mundo. Así que, no está menos obligado cada uno de nosotros a Jesucristo por haber padecido por todos, que si solo por él hubiera padecido. Pues bien, si Jesús muriera por ti solamente dejando a los demás en su perdición original, ¿qué obligación no le tuvieras?.

                Con todo, debes saber que todavía le debes estar mas obligado por haber muerto por todos. Si solo hubiera muerto por ti, ¿qué pena sería la tuya al pensar que tus mas allegados, tu padre y tu madre, tus hermanos y amigos perecerían eternamente , y que después de esta vida estarías para siempre separado de ellos? Si tú y toda tu familia hubierais caído en esclavitud, y alguno llegara a rescatarte a ti solo, ¿cuánto le suplicarías que rescatase también contigo a tus padre s y hermanos?, ¿y cuánto se lo agradecerías si lo hiciera así por complacerle?. 

               Decid, pues, todos a Jesús : ¡Ah , mi dulce Salvador! Vos habéis hecho esto por mí sin habéroslo yo rogado; y no solo me habéis rescatado a mí de la muerte a precio de Vuestra Sangre, sino también a mis parientes y amigos, de manera que yo puedo esperar que reunidos todos juntos nos gozaremos con Vos para siempre en el Cielo. Señor, yo os lo agradezco, yo os amo, y espero agradecéroslo y amaros eternamente en aquella Bienaventurada Patria. 

               ¿Quién, pues, pregunta San Lorenzo Justiniano , podrá explicar el amor que el Verbo divino tiene a cada uno de nosotros? porque este amor excede al de un hijo para con su madre, y al de una madre para con su hijo. ¡Oh Jesús! ¡oh bien más amable que todo otro bien!, ¿por qué os aman tan poco los hombres ?. ¡Ah! hacedles conocer lo que Vos habéis padecido por cada uno de ellos, el Amor que les profesáis, el deseo que tenéis de ser amado de ellos, los hermosos títulos que tenéis a su amor. Daos a conocer, ¡oh Jesús mío!, haceos amar.




               Dos cosas, dice Cicerón, hacen conocer al que ama: hacer bien al amado, y padecer tormentos por él : y esta última es la mayor señal de un verdadero amor. Ya había hecho Dios resplandecer su amor al hombre con tantos beneficios de que le había colmado; mas creyó, dice San Pedro Crisólogo, que el ser solamente bienhechor del hombre era demasiado poco para su Amor, si no hallaba todavía el medio de mostrarle cuanto le amaba, sufriendo también los mayores tormentos y muriendo por él, como lo ha hecho tomando la naturaleza humana. ¿Y qué otro medio más propio podía Dios escoger par a manifestar el Amor inmenso que nos tiene, que el de hacerse hombre y padecer por nosotros?.

               ¿Y quién podrá en adelante excusarse de amaros, viéndoos a Vos, Hijo predilecto del Padre Eterno, terminar voluntariamente por nosotros vuestra Vida con una muerte tan amarga y tan cruel?


San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia



domingo, 28 de marzo de 2021

DOMINGO DE RAMOS, Dominica in palmis de Passione Domini

 

          "Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y de Betania, al pie del monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles: «Vayan a ese pueblo que ven enfrente; apenas entren encontrarán un burro amarrado, que ningún hombre ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: ¿Por qué hacen eso?, contesten: El Señor lo necesita, pero se lo va a devolver aquí mismo.» Se fueron y encontraron en la calle al burro, amarrado delante de una puerta, y lo desataron.





          Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Por qué sueltan ese burro?» Ellos les contestaron lo que les había dicho Jesús, y se lo permitieron. Trajeron el burro a Jesús, le pusieron sus capas encima y Jesús montó en él. Muchas personas extendían sus capas a lo largo del camino, mientras otras lo cubrían con ramas cortadas en el campo. Y tanto los que iban delante como los que seguían a Jesús, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!. ¡Ahí viene el bendito reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!». Entró Jesús en Jerusalén y se fue al Templo. Observó todo a su alrededor, y siendo ya tarde, salió con los Doce para volver a Betania."


Evangelio de San Marcos, capítulo 11, versículos 1-10


          Antes de prestarse a ser crucificado, Jesucristo desea ser proclamado Rey por el mismo pueblo deicida, y por eso entra hoy triunfante en Jerusalén. La liturgia de este día es una mezcla de alegría y de tristeza. Hay que notar en ella tres particularidades: la bendición de los ramos; la procesión, y la Misa.

 La Bendición de los Ramos

          Precede a la Misa, las oraciones de la-bendición. Una vez benditos los ramos, el celebrante los rocía con agua bendita y los inciensa, y al compás del canto de las antífonas “Pueri hebraeorum”, que recuerdan los vítores de los niños hebreos, se hace la distribución. Al recibirlo, los fieles han de besar el ramo y la mano del sacerdote.

          El rito de la Bendición de los ramos responde fielmente al tipo antiguo de las colectas o reuniones de oraciones litúrgicas, tenidas, a imitación de las celebradas por los judíos en sus sinagogas, para la recitación del oficio divino, para la edificación e instrucción de los fieles.

 La Procesión

           Acabada la distribución, se forma y desfila la procesión, que semeja un paseo triunfal. Es de origen muy antiguo y una como continuación de la que, ya en el siglo IV, se realizaba en Jerusalén.

          Todos los que toman parte en la procesión, llevan en sus manos las palmas o ramos benditos, y los cantores entonan cánticos alusivos al triunfo de Jesucristo. Al llegar, de regreso, a las puertas del templo, la comitiva las encuentra cerradas. Detiénense ante ellas, y oye que en el interior voces infantiles entonan un himno, cuyo estribillo repiten los de afuera, como entrelazándose en un porfiado diálogo en alabanza de Cristo Rey.




 La Misa

          Con la procesión se extingue la nota alegre y triunfante de este día, y se apodera del templo y de los oficios litúrgicos un sentimiento de profundo dolor. Éste llega a su colmo en el canto de la historia de la Pasión según San Mateo, que reemplaza al pasaje acostumbrado del Evangelio.

          En señal de duelo no se inciensa el Misal ni los acólitos llevan ciriales como de ordinario. Los fieles están de pie y con las palmas y ramos benditos en las manos, como para vitorear a Cristo mientras los judíos lo escarnecen.

 La Pasión puede cantarse o rezarse

          Está distribuida en forma de diálogo, en el que intervienen como actores: Jesucristo, el Cronista y la Sinagoga, por la que habla el tercer diácono siempre que media en la conversación un personaje aislado, y el coro o asamblea de fieles cuando son varios o todo el pueblo en tumulto. Al anunciar el Cronista la muerte del Señor, el clero y los fieles se prosternan en tierra, por breves instantes, “para adorar al Redentor”. Prosiguiendo el relato de lo sucedido después de la muerte, reservando la última parte para el diácono de oficio, a quien corresponde el canto del Evangelio en todas las Misas Solemnes.




sábado, 27 de marzo de 2021

EL PLAN DE VIDA CON LA PURÍSIMA VIRGEN MARÍA. Parte 7: IMITACIÓN DE SUS VIRTUDES Y APOSTOLADO MARIANO

 



               EL PLAN DE VIDA que te presento está compuesto por siete puntos; todos ellos muy sencillos de realizar pero que entrañan una sincera Consagración a la que es Madre de Dios. Aún así, quiero desgranar cada práctica contenida en EL PLAN DE VIDA, para que comprendas mejor la necesidad de cumplirlo con fidelidad y sobre todo, con piedad sincera. 




               A cambio de ser fiel en todas esas obras de amor que contiene EL PLAN DE VIDA, te aseguro que a cambio, no te faltará la asistencia de la Santa Virgen en los momentos difíciles ni Su celestial ayuda cuando creas que ya no puedes hacer más. 




               Vive en María, búscala en tu día a día; no dejes de usar a diario Su Bendito Escapulario del Carmen, recordatorio de tu Consagración a la Madre de Dios y prenda del Amor que Ella siente por ti. Habla frecuentemente de Nuestra Santa Madre, defiéndela cuando otros la nombren para blasfemar o reírse. Imita Sus virtudes, en especial, Su humildad y pureza... solo así podrás vivir plenamente en Dios, porque a Él solo se puede llegar a través de Su Bendita Madre. 




viernes, 26 de marzo de 2021

CONTEMPLA MIS DOLORES Y COMPADÉCETE CUANTO PUEDAS...

   

               Jesucristo Mismo reveló a la Beata Verónica de Binasco, que Él se complace más que nos compadezcamos de su Madre que de Él mismo. Le dijo: "Hija Mía, mucho me agradan las lágrimas que se derraman por Mi Pasión; pero amando Yo con amor inmenso a Mi Madre María, me agrada más aún la meditación de los Dolores que Ella padeció en Mi Muerte." He aquí por qué son muy grandes las gracias prometidas por Jesús a los devotos de los Dolores de María.




               Nuestra Señora se dolió con Santa Brígida porque muy pocos tenían piedad de Ella y la mayor parte de Sus hijos vivían sin pensar en ellos: "Miro a todos los que están en la tierra, para ver si acaso hay alguien que me compadezca y medite sobre Mis Dolores, y encuentro muy pocos. Por eso, hija Mía, aunque muchos me olviden, tú, sin embargo no te olvides de Mí; contempla Mis Dolores y compadécete cuanto puedas.”  Por esta razón la Bienaventurada Virgen Misma apareció en el año 1239 al fundador del Orden de los Servitas, o Siervos de María, a pedirles instituir un orden religioso para conmemorar Sus Dolores; dicha Orden de los Servitas sería la principal propagadora, por Europa y el Nuevo Mundo, de extender entre los fieles Católicos el Misterio de los Dolores Corredentores de María. 

              En la Pascua de 1911, la Mística y Vidente belga Berta Petit recibió de Nuestro Señor la siguiente revelación:  "...es necesario, y Yo lo quiero, que se reconozca y se comprenda también el derecho que Mi Madre tiene a un Título de Justicia, que merece por la identificación a todos Mis Dolores, por Sus sufrimientos y sacrificios, y por Su inmolación en el Calvario aceptada en plena correspondencia a Mi Gracia y soportada por la salvación de la humanidad... Grande es Mi Madre, pero especialmente Su Corazón Martirizado y traspasado por la misma herida que el Mío.

               Haz amar al Corazón de Mi Madre traspasado por Dolores que despedazan el Mío. Es preciso pensar en Su Corazón, como piensas en el Mío… Vivir en ese Corazón, como quieres vivir en el Mío, darte a ese Corazón, como te das al Mío...  pido que la invocación: “CORAZÓN DOLOROSO E INMACULADO DE MARÍA, RUEGA POR NOSOTROS”, tal como Yo lo he dictado, sea aprobada y difundida en toda la Iglesia, como dirigida a Mi Corazón, y sea recitada por cada uno de Mis Sacerdotes después del Sacrificio de la Misa..."

               


DE LAS MANOS DE LA VIRGEN DOLOROSA NOS VIENEN LAS GRACIAS DE LA REDENCIÓN

 



               Lloró la Virgen, pero ¿no llorará acaso también hoy, y quién sabe si por culpa nuestra?. Y ¿quién podrá dudar de que fueron aquellas angustias y aquellas tristezas las que impetraron del cielo las fuerzas necesarias para poner un dique a las potencias del mal y preparar esta primavera de las almas, cuyos frutos ahora vosotros tenéis el gozo de contemplar?

               ...Son lágrimas, pero lágrimas preciosas, que bien merecen, hijos amadísimos, vuestra gratitud más sincera; son dolores, pero dolores cuyos frutos vosotros estáis gozando y en los que justamente habéis de ver una singular manifestación de amor maternal. Bien están, pues, las fiestas y el júbilo, bien la corona de oro, aunque todo os recuerde una vez más aquel contraste sublime, que hace de las alegrías de la maternidad una fuente de lágrimas, y que convierte a toda madre, consciente de su misión, en una heroína del deber.



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               ...que sean precisamente Tus dolores, que sean Tus lágrimas las que descendiendo sobre esa tierra fértil, hagan prosperar y madurar frutos de perfección cristiana y de santidad. Es un pueblo que te ama y que no quiere verte llorar más; es un pueblo dispuesto a llorar él sus pecados con tal de que Tú sonrías; es un pueblo de hijos tuyos, de devotísimos hijos tuyos que hoy te ofrece esa corona, como prenda tangible de reconciliación, como memoria perenne del amor que Te profesa, como señal de reconocimiento de Tu soberanía maternal. Es un pueblo predilecto que, aunque te haya costado lágrimas, puede asegurarte que no son lágrimas perdidas, sino que precisamente por ellas confía plenamente en Tu bondad y en Tu intercesión ante Tu preciosísimo Hijo...


Papa Pío XII, 1956



Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo... la suya fue la más hermosa muerte de Amor

 


MEDITACIONES SOBRE LA PASIÓN 
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

"...yo quería que mi rostro, como el de Jesús, 
estuviera verdaderamente escondido, 
y que nadie en la tierra me reconociese..."

Por Santa Teresita de Liseux


               "...no os aflijáis, si sufro mucho y si no veis en mí, como ya os he dicho, ninguna señal de felicidad en el momento de mi muerte. Nuestro Señor murió ciertamente Víctima de Amor, ¡y ya veis qué agonía fue la suya"; "Nuestro Señor murió en la Cruz entre angustias, y sin embargo la Suya fue la más hermosa Muerte de Amor".

               Jesús quiere hacernos beber Su cáliz hasta las heces dejando a nuestro padre querido allá abajo. No le neguemos nada. ¡Tiene tanta necesidad de amor y está tan sediento, que espera de nosotras esa gota de agua que pueda refrescarlo...! Demos sin medida, que un día él dirá: "Ahora me toca a mí" 

               ¡Suframos con amargura, sin ánimos! Jesús sufrió con tristeza. Sin tristeza, ¿cómo iba a sufrir el alma?. ¡Y nosotras quisiéramos sufrir generosamente, grandiosamente...!

               Sí, yo quería que mi rostro, como el de Jesús, estuviera verdaderamente escondido, y que nadie en la tierra me reconociese. Tenía sed de sufrir y de ser olvidada... 

               ¡Pobres mujeres! ¡Qué despreciadas son...! Sin embargo ellas aman a Dios en un número mucho mayor que los hombres, y durante la Pasión de Nuestro Señor las mujeres tuvieron más valor que los apóstoles, pues desafiaron los insultos de los soldados y se atrevieron a enjugarla Faz adorable de Jesús... 

               ¡Jesús está ahí con Su Cruz! Al privilegiarte con Su Amor, quiere hacerte semejante a Él. ¿Por qué te vas a asustar de no poder llevar esa cruz sin desfallecer? Jesús, camino del Calvario, cayó hasta tres veces, y tú, pobre niñita, ¿no vas a parecerte a tu Esposo, no querrás caer cien veces, si es necesario, para demostrarle tu amor levantándote con más fuerzas que antes de la caída...?



jueves, 25 de marzo de 2021

MARÍA, REDIMIÓ A LA RAZA HUMANA JUNTO CON CRISTO

 


               Ante las lamentables declaraciones que recientemente ha proferido Jorge Mario Bergoglio (Papa Francisco para sus adeptos) contra la Santísima Virgen y contra los devotos marianos que buscamos que se reconozca la Corredención de María, ofrecemos el presente artículo en honra de esta Nuestra Santa Madre, a modo de REPARACIÓN y de homenaje sincero a la Emperatriz del Universo y Correndetora de las almas. 

               “Corredimir” no es “redimir con” como si fuese “redimir junto al Redentor”, pues el único que redime es Cristo Nuestro Señor. El título de “corredentor” quiere expresar una colaboración que haya sido directamente necesaria para que se dé la redención. Sin la Virgen María, Cristo Nuestro Señor no habría podido hacerse hombre ni morir por nosotros.

               En 1915, el Cardenal Desiderio Mercier con el apoyo del entonces Padre Maximiliano Kolbe, inició un movimiento en pro de que la Santa Iglesia proclamara Dogma de Fe la Corredención de María; así, el clero, los fieles, las Universidades Católicas, las Órdenes Religiosas y el Episcopado Belga, fueron unánimes en solicitar a Su Santidad que se dignara erigir en Dogma, la creencia de la Cristiandad en la Mediación Universal de la Virgen Santa. 



El Cardenal Desiderio Mercier, Arzobispo de Manilas. En las primeras 
décadas del pasado siglo XX fue uno de los principales impulsores 
de la proclamación del Dogma de María Corredentora


               El Papa Benedicto XV en el año 1921 concedió a las Diócesis de Bélgica y a todas las Diócesis de la Cristiandad que lo solicitaran una Misa y un Oficio propios en Honor de María Mediadora.  Tres años antes, el mismo Papa precisaba en su Carta Apostólica Inter Sodalicia, 1918 que “El hecho de que Ella estuvo con Su Hijo, crucificado y agonizante, fue de acuerdo al Plan Divino. Hasta tal punto entregó Sus derechos maternales sobre Su Hijo para la salvación del hombre, y lo inmoló –hasta donde le fue posible- para calmar la Justicia de Dios, que podemos correctamente decir que redimió a la raza humana junto con Cristo” (Papa Benedicto XV)


  




               En Abril de 1933, con ocasión de la Clausura Solemne del jubileo de la Redención, el entonces Papa Pío XI, suplicaba a Nuestra Señora: “¡Oh Madre del Amor y de la Misericordia quien, cuando Vuestro dulcísimo Hijo estaba consumiendo la Redención de la raza humana en el Altar de la Cruz, permanecisteis de pie junto a Él, sufriendo con Él como la Corredentora… conservad en nosotros, os lo suplicamos, e incrementad día a día los frutos preciosos de Su Redención” .



LA ANUNCIACIÓN DE LA PURÍSIMA VIRGEN MARÍA

      

               "Al sexto mes envió Dios el Ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y, entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

               Ella se conturbó por estas palabras y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El Ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un Hijo a quien pondrás por Nombre Jesús. Él será grande, se le llamará Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, Su padre; Reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y Su reino no tendrá fin.»

              María respondió al Ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre Ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y se le llamará Hijo de Dios. Mira, también Isabel, Tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez y este es ya el sexto mes de la que se decía que era estéril, porque no hay nada imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la Esclava del Señor; hágase en Mí según tu palabra.» Y el Ángel, dejándola, se fue."


Evangelio de San Lucas, cap.1, vers. 26-38



              San Luis María Grignión de Montfort, el Apóstol de la Esclavitud Mariana, tenía la Festividad de la Anunciación de Nuestra Señora, como el día principal para los Esclavos de María, pues en aquél día Nuestra Madre Bendita, pronunció ante el Anuncio del Arcángel San Gabriel, las palabras que son compendio para un verdadero católico: "Yo Soy la Esclava del Señor; hágase en Mí lo que me has dicho"


PRÁCTICA INTERIOR DE ENTREGA

como Esclavo de Amor a Nuestra Reina y Señora

La Purísima Virgen María


               La práctica esencial de esta Devoción, consiste en realizar todas las acciones EN MARÍA, CON MARÍA, POR MARÍA y PARA MARÍA es decir, en tomar a la Santísima Virgen como el modelo acabado de tus acciones. Debes pues renunciar a tu egoísmo y a tus mejores puntos de vista, abandonándote en Dios, consciente de tu incapacidad para todo bien sobrenatural y para toda acción útil a tu salvación.

               Por eso, como Esclavo de la Virgen, tienes que recurrir a Ella y unirte a Sus intenciones, aunque no las conozcas; confía como buen hijo que la Madre de Dios obrará entonces en ti lo que mejor le parezca. Entiende que no hay vida interior ni acción espiritual posibles que no dependan de Ella.



PRÁCTICA EXTERIOR DE ENTREGA

como Esclavo de Amor a Nuestra Reina y Señora 

la Purísima Virgen María


              La primera es entregarse, en algún día señalado, a Jesucristo, por manos de María, cuyos esclavos nos hacemos, comulgar al efecto en ese día y pasarlo en oración. Y esta Consagración ha de renovarse por lo menos todos los años en el mismo día. Como recuerdo de esta Consagración, podemos y debemos usar una cadena, alrededor del cuello o bien en la cintura o tobillo, para recordarnos que pertenecemos a Nuestra Madre y Señora María.

            La segunda dar todos los años en el mismo día un pequeño tributo a la Santísima Virgen en testimonio de servidumbre y dependencia; tal es siempre el homenaje de los esclavos para con sus señores. Consiste, pues, este tributo en alguna mortificación, limosna o peregrinación, o en algunas oraciones. Lo importante es que, si no se le da mucho a María, debe al menos ofrecerse lo que se le presente con humildad y agradecido corazón.

            La tercera es celebrar todos los años con devoción particular la Fiesta de la Anunciación, que es la Fiesta principal de esta Devoción establecida para honrar e imitar la dependencia en que el Verbo Eterno por amor nuestro en este día se puso.



ORACIÓN DE LOS ESCLAVOS DE MARÍA 


                    Os saludo, María, Hija predilecta del Padre Eterno. Os saludo, María, Madre admirable del Hijo. Os saludo María, Esposa fidelísima del Espíritu Santo. Os saludo, María, mi amada Madre, mi amable Señora, mi poderosa Soberana. Os saludo, mi gozo, mi gloria, mi corazón y mi alma. Vos sois toda mía por Misericordia, y yo soy todo Vuestro por justicia. Pero todavía no lo soy bastante. De nuevo me entrego a Vos todo entero en calidad de eterno esclavo, sin reservar nada ni para mí, ni para otros.

                    Si algo veis en mí que todavía no sea vuestro, tomadlo enseguida, os lo suplico, y haceos Dueña absoluta de todos mis haberes para destruir y desarraigar y aniquilar en mí todo lo que desagrade a Dios y plantad, levantad y producid todo lo que os guste.

                La luz de vuestra fe disipe las tinieblas de mi espíritu; vuestra humildad profunda ocupe el lugar de mi orgullo; vuestra contemplación sublime detenga las distracciones de mi fantasía vagabunda; vuestra continua vista de Dios llene de Su presencia mi memoria, la caridad de vuestro Corazón abrase la tibieza y frialdad del mío; cedan el sitio a vuestras virtudes mis pecados; vuestros méritos sean delante de Dios mi adorno y suplemento. En fin, queridísima y amadísima Madre, haced, si es posible, que no tenga yo más espíritu que el vuestro para conocer a Jesucristo y Su Divina Voluntad; que no tenga más alma que la vuestra para alabar y glorificar al Señor; que no tenga más corazón que el vuestro para amar a Dios con amor puro y con amor ardiente como Vos.



                No pido visiones, ni revelaciones, ni gustos, ni contentos, ni aun espirituales. Para Vos el ver claro, sin tinieblas; para Vos el gustar por entero sin amargura; para Vos el triunfar gloriosa a la diestra de vuestro Hijo, sin humillación; para Vos el mandar a los Ángeles, hombres y demonios, con poder absoluto, sin resistencia, y el disponer en fin, sin reserva alguna de todos los bienes de Dios.

                  Esta es, Bienaventurada Virgen María, la mejor parte que se os ha concedido, y que jamás se os quitará, que es para mí grandísimo gozo. Para mí y mientras viva no quiero otro, sino el experimentar el que Vos tuvisteis: creer a secas, sin nada ver y gustar; sufrir con alegría, sin consuelo de las criaturas; morir a mí mismo, continuamente y sin descanso; trabajar mucho hasta la muerte por Vos, sin interés, como el más vil de los esclavos.

               La sola gracia, que por pura misericordia os pido, es que en todos los días y en todos los momentos de mi vida diga tres amenes: amén a todo lo que hicisteis sobre la tierra cuando vivíais; amén a todo lo que hacéis al presente en el Cielo; amén a todo lo que hacéis en mi alma, para que en ella no haya nada más que Vos, para glorificar plenamente a Jesús en mí, en el tiempo y en la Eternidad. Amén.


EL SECRETO DE MARÍA por San Luis María Grignión de Montfort



miércoles, 24 de marzo de 2021

SAN GABRIEL ARCÁNGEL, el que está en la presencia de Dios

 

Según el Calendario Católico Tradicional 

celebramos hoy al Arcángel San Gabriel




              San Gabriel había sido ya enviado a Daniel para anunciarle la época en que el Cristo había de nacer; y a Zacarías, cuando estaba ofreciendo en el templo el incienso, para avisarle del nacimiento del Bautista Precursor del Mesías. "Sólo San Gabriel, cuyo nombre significa Fortaleza de Dios, fue hallado digno, entre todos los Ángeles, de anunciar a María el plan divino respecto a Ella", dice San Bernardo.

              San Gabriel se acerca con un santo respeto a la Virgen escogida desde toda la eternidad para ser en la tierra la madre de Aquél de quien Dios es Padre en el Cielo. La saluda con las palabras que le fueron dictadas por el Altísimo y que la Santa Iglesia gusta de repetir a menudo: "Dios te salve, llena de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres".

              Y como ve el Ángel que María se asombra de semejante salutación, explícale cómo ha venido a pedir su Fiat, para que se cumpla el Gran Misterio, que es la condición de la redención del humano linaje. "Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de Dios, y que he venido a hablarte y a traerte esta feliz nueva".

              Pero María quiere permanecer siempre Virgen; y entonces el Ángel la ilustra acerca del Misterio, y le dice cómo ha de concebir por obra del Espíritu Santo, y que dará a luz un Hijo, al cual llamará Jesús, es decir, Salvador. Todo ello sin detrimento alguno del lirio virginal que ofreciera a Dios desde su más tierna infancia.

              María entonces obedece sin titubeo y con la más profunda humildad, diciendo: "He aquí la Esclava del Señor; hágase en Mí según tu palabra."

              Y en este momento se obró el más grande de todos los milagros, elevando Dios hasta Sí, en unión personal, al Fruto Bendito del seno de la Virgen. "Y el Verbo se hizo carne, habitando entre nosotros" ; se desposó con la humanidad, con nuestra pobreza, con nuestra nada, y en cambio de ellos nos dio Su Divinidad.



MARZO, MES DE SAN JOSÉ. Día 24: EL TRABAJO DE SAN JOSÉ SOSTUVO A JESÚS Y A MARÍA

  










martes, 23 de marzo de 2021

LA CELESTIAL REVELACIÓN DE LA MEDALLA DE LA SANTA FAZ

  



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MARZO, MES DE SAN JOSÉ. Día 23: LA VIDA DOMÉSTICA

  








LA PRIMERA PENITENCIA DE TODO CRISTIANO: SABER LLEVAR LA VIDA

 

               Al margen de cualquier pesimismo injustificado, que contrasta con la Esperanza Cristiana misma, hijos de nuestro tiempo, no atados por una nostalgia irrazonable de la vejez, no podemos dejar de advertir la creciente marea de pecados privados y públicos, que intenta abrumar las almas en el barro y subvertir todo orden social saludable.

               Así como cada tiempo tiene su propia impronta que sella sus obras, así nuestra época en su misma culpa se distingue por marcas, que los siglos pasados ​​quizás nunca vieron igualmente unidas.



              Una serie de publicaciones desvergonzadas y criminales preparan los medios de seducción más opresivos y engañosos para los vicios y crímenes. Velando la ignominia y la fealdad del mal bajo el oropel de la estética, el arte, la gracia efímera y engañosa, la falsa valentía; o complaciendo sin restricciones la codicia mórbida de sensaciones violentas y nuevas experiencias de libertinaje; la exaltación de la mala praxis ha llegado al punto de aparecer claramente en público y entrar en el ritmo de la vida económica y social del pueblo, haciendo de las heridas más dolorosas, las más miserables debilidades de la humanidad el objeto de lucrativa industria.

               Obra del hombre, el pecado mancha la tierra y desfigura la Obra de Dios como mancha de inmundicia. Piensa en los innumerables pecados privados y públicos, ocultos y obvios; a los pecados contra Dios y su Iglesia; contra uno mismo, en el alma y en el cuerpo; contra el prójimo, particularmente contra las criaturas más humildes e indefensas; finalmente, a los pecados contra la familia y la sociedad humana. Algunos de ellos son tan brutales y sin precedentes, que se necesitaron nuevas palabras para indicarlos. Sopesa su gravedad: de los cometidos por mera ligereza y de los premeditados a sabiendas y perpetrados con frialdad. Compare, a la luz penetrante de la Fe, este inmenso cúmulo de bajeza y cobardía con la Santidad resplandeciente de Dios, con la nobleza del fin para el que fue creado el hombre, con los Ideales Cristianos, por los que el Redentor sufrió dolores y muerte; y luego decir si la Justicia Divina aún puede tolerar tal distorsión de Su Imagen y Designios, tanto abuso de Sus Dones, tanto desprecio por Su Voluntad, y sobre todo tanta burla de la Sangre inocente de su Hijo.

               Vicario de ese Jesús, que derramó la última gota de Su Sangre para reconciliar a los hombres con el Padre Celestial, Cabeza Visible de esa Iglesia que es Su Cuerpo Místico para la salvación y santificación de las almas, os exhortamos a los sentimientos y a las obras de penitencia, para que el primer paso hacia la efectiva rehabilitación moral de la humanidad la realicéis vosotros y todos Nuestros hijos e hijas esparcidos por el mundo. Con todo el ardor de Nuestro corazón paterno os pedimos el sincero arrepentimiento de los pecados pasados, el total aborrecimiento del pecado, la firme resolución del arrepentimiento; les imploramos que se aseguren el perdón divino mediante el Sacramento de la Confesión y el testimonio de amor del Divino Redentor. De esta manera el alma vuelve a los brazos del Padre Celestial, resucita en la Gracia santificante, se restablece en el orden y el amor, se reconcilia con la Justicia Divina.

               La negación de uno mismo está tan lejos de ello, que de hecho es una condición indispensable de la alegría interior, destinada por Dios a Sus siervos aquí abajo. Y Nosotros, con la misma ansiedad y solicitud, que arde Nuestro corazón por vuestra corrección, no dudéis en exhortaros con el Apóstol San Pablo: Gozaos siempre en el Señor: "Gaudete in Domino semper; iterum dico, gaudete" (Carta a los Filipenses, cap. 4, vers. 4).

               Ahora precisamente el hedonismo, es decir, la búsqueda frenética de todo goce terrenal, el esfuerzo exasperado por conquistar aquí abajo ya toda costa la felicidad entera, la huida, como de la gran desgracia, del dolor, la liberación de todo deber doloroso; todo esto hace la vida triste y casi insoportable, porque cava un vacío mortal alrededor del espíritu. Nada más indica la actual multiplicación de los alocados gestos de rebelión contra la vida y su Autor, porque con pretensiones anticristianas se quiere excluir de ella todo tipo de sufrimiento.

              ¡Saber llevar la vida! Es la primera penitencia de todo Cristiano, la primera condición y el primer medio de santidad y santificación. Con esa dócil resignación propia de quien cree en un Dios Justo y Bueno, y en Jesucristo, Maestro y Guía de corazones, abrazar con valentía la Cruz a menudo dura de cada día. Para llevarla con Jesús, su peso se vuelve ligero.



               Pero las condiciones singularmente graves de la hora actual empujan a los Cristianos, si alguna vez en el pasado, especialmente hoy, a cumplir en sí mismos lo que falta en la Pasión de Cristo, no sólo por el deseo de hacer enmienda siempre mejor las malas acciones y para dar un signo más certero y una prueba más segura de la sinceridad de su regreso, pero también para contribuir a la salvación de todos los redimidos.

               Para ello, todos los Cristianos, penitentes e inocentes, unidos en la intención y obra de una sana expiación, se unen al Supremo Pastor de las almas y su único Salvador Jesucristo, el Cordero del sacrificio, que quita los pecados del mundo. Él está allí, en nuestros Altares, renovando el Sacrificio del Gólgota cada hora. Junto a Él y en virtud de Su Gracia, el ejército de almas expiatorias de la inmensa Iglesia de Dios podrá movilizarse en este Día Santo. Los sufrimientos, aceptados con resignación cristiana y voluntaria o elegidos libre y generosamente, devolverán un rostro Cristiano a la humanidad caída y será en la balanza de la Justicia Divina un contrapeso salvador a los crímenes humanos.

               Sálvanos, Señor, para que no perezcamos. Pisa las olas en el mar agitado de nuestra alma, sé nuestro compañero en la vida y en la muerte, nuestro Juez Misericordioso. Los rayos de los castigos merecidos dan paso a un nuevo y amplio derramamiento de Tu Misericordia sobre la humanidad redimida. Apaga el odio; enciende el Amor; dispersa con el poderoso aliento de Tu Espíritu los pensamientos y anhelos de dominación, destrucción y guerras. Concede el pan a los pequeños, a los desamparados la casa, a los desempleados el trabajo, la armonía a las naciones, la Paz al mundo, a todos la recompensa de la dicha eterna. Que así sea.


Papa Pío XII Extractos de la Homilía pronunciada el Domingo de Pasión, 

26 de Marzo del Año Jubilar de 1950