domingo, 2 de junio de 2019

RENOVAR LOS BUENOS PROPÓSITOS: LA CONSAGRACIÓN A LOS SAGRADOS CORAZONES


LOS BUENOS PROPÓSITOS

          Llegado el ecuador del año civil, hemos comenzado el Mes de Junio, que la piedad Católica ha consagrado tradicionalmente a Nuestro Señor, a Su Sacratísimo Corazón; después de rememorar al Patriarca San José en Marzo y el pasado Mayo a Nuestra Santa Madre, toca ahora volver la mirada hacia el Corazón que fue lacerado por el pecado de la Humanidad.

          Es de esa bendita Llaga de donde brotaron las más grandes misericordias para con el género humano, es de Su Corazón de donde tomamos las fuerzas y el aliento necesarios para continuar la batalla espiritual de cada día. Después de la Santa Cruz, no hay signo que mejor represente el Amor de Dios por Sus criaturas que el Sacrosanto Corazón del Salvador, víscera santa que latió en el seno de María, al unísono que el Inmaculado Corazón de Su virginal Madre. Jesús y María de hecho, nunca han dejado de acompasar Sus Corazones, ni este mundo ni en el Paraíso, ni el Sagrario, donde siguen desprendiendo fulgores de caridad, visibles para los que a Ellos se acogen con confianza.




          Urge pues, que rememores aquél PROPÓSITO que te sugerí cuando terminaba 2018: La Consagración personal a los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Tranquilo, aún estás a tiempo, nunca es demasiado tarde cuando se trata de entregarse al Amor, pero no retrases más esta entrega. Qué mejor momento que éste, ahora, hoy mismo; así como Dios nos ama continuamente, que de la misma manera, dirijamos nosotros todos nuestros afectos hacia los Sagrados Corazones, sin dudar y con una confianza sin límites, como inmenso es el Amor que estos Santísimos Corazones sienten por ti y por mí.

AMOR QUE NUNCA DEFRAUDA

            Cuántas veces ponemos nuestra ilusión en los corazones ingratos, que son falibles y caprichosos; luego llega la realidad al comprobar qué pobre e interesado a la vez es el afecto humano... Por el contrario, el Corazón de Cristo sólo nos demanda ese amor que otros muchos le niegan, que viven como si Dios no existiera, rechazando Su gracia y presencia, o como diría San Francisco de Asís "el Amor no es amado"...

           Mira a tu alrededor, el mundo, la mayoría: son infelices que hoy corren por el camino del placer y el desenfreno, negando a Dios y sin esperanza en una vida eterna que debemos conquistar; se preocupan de cultivar el cuerpo, al que no le niegan nada... olvidan seguro que la carne un día, más pronto que tarde, se quedará en polvo y cenizas. Tú procura no disipar la vida en amores terrenales, mediocres y sin cimiento; por el contrario: concentra tus sentidos, tus anhelos, en conocer y tratar a Jesús Nuestro Señor, el que nunca fallará en Su amor por ti, el que te sostendrá cuando todo parezca que se viene abajo, el que entenderá tus debilidades y en el que te puedes apoyar en todo momento para superar cualquier prueba, por dura que se presente.

          Levanta el alma y el pensamiento hacia el Cielo; que tus miserias pasadas abonen este nuevo campo que te presento... terreno de cultivo, de nuevos y buenos propósitos, que tienes que limpiar antes de sembrar. Las malas hierbas han de ser arrancadas, para luego airear la tierra a base de trazar rectos surcos y hacer que así sea productiva; para ello, haz firme resolución de atajar los malos hábitos que tienes, identifícalos, reconoce tus faltas... A continuación, busca un sacerdote católico y confiésate después de haber hecho un buen exámen de conciencia, repasando uno a uno los Mandamientos de la Santa Ley de Dios. Por último, CONSÁGRATE en este Mes a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, pues son Ellos el mejor Refugio para quien desea vivir del Amor.

          No esperes a ser Santo para entregarte ya que, precisamente, uno se santifica a base de mucha oración y de una continua lucha en lo poco, contra nuestras propias tendencias. Leemos en el Evangelio de Lucas como aquella mujer que perdía sangre, no se sintió digna de dirigirse a Nuestro Señor y sin embargo, sólo su Fe, le bastó a Jesús como prueba de amor para curarla al momento; fue la confianza sin reservas en el Salvador la que la redimió de su vida y enfermedad. Igual tú: si sólo te lamentas de tus miserias en nada avanzarás, pero cuando las uses para vaciarte de ti, para abonar el terreno de tu alma, habrás hecho entonces la mitad del camino, pues Él te bendecirá con Su Gracia y ayuda, o lo que es lo mismo: Jesús  rociará las semillas de tus buenos deseos para hacerlas germinar en obras ciertas.

CONSOLAR A LOS SAGRADOS CORAZONES

          Si buscas tu consuelo personal o llenarte de fervor no llegarás lejos, pues el día que el Señor te visite con la Cruz del sacrificio, te apartarás de la vida de Piedad; por tanto, más que tu consuelo personal, ofrécete cada día por aquellas almas que son indiferentes; inmólate, ofrece tu cariño a Dios por esas personas que son frías con el Señor; entrega a Jesús, como un sacrificio, tus anhelos, miedos, problemas cotidianos... todo, para reparar el pecado de escándalo y de inmodestia que reina en el mundo. El mejor medio para lograr esa intimidad con Jesús es buscarla de la mano de María Su Madre: el rezo diario del Santo Rosario es la mejor manera de obtener la ayuda de la Virgen María, que siempre nos llevará a Su Divino Hijo Jesús, ya que en la corona del Rosario, meditaremos la Vida de estos dos Amores y de esa oración, surgirá el santo deseo de imitarles en todo. Sea pues ésta tu alegría y resolución en Junio: consolar a Jesús y a María por aquellos que los desprecian; recuerda que los buenos amigos son aquellos que comparten no las dichas, sino los momentos amargos.

          Crucifica tus gustos, tu conversación hueca, tus horas delante de la pantalla, algún deporte que suelas realizar... ese tiempo, dedícalo este Mes a meditar las grandezas del Corazón de Jesús; acércate por estas páginas para releer las Meditaciones Diarias, que estoy convencido te servirán para entender que cuando hacemos silencio en nuestro interior, podemos escuchar los latidos del Corazón de Jesús, Su continuo palpitar que no es más que una eterna jaculatoria de Amor sin medida...



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