martes, 30 de agosto de 2022

SANTA ROSA DE LIMA

 

Aparte de la Cruz 
no hay otra escalera 
con la que podamos 
llegar al Cielo

Santa Rosa de Lima



               Santa Rosa de Lima nació el 20 de Abril de 1586 en la vecindad del hospital del Espíritu Santo de la ciudad de Lima, entonces capital del virreinato del Perú. Era hija de Gaspar Flores (un arcabucero de la guardia virreinal natural de San Juan de Puerto Rico) y de la limeña María de Oliva, que en el curso de su matrimonio dio a su marido otros doce hijos. Recibió bautismo en la parroquia de San Sebastián de Lima, siendo sus padrinos Hernando de Valdés y María Orozco.

               En compañía de sus numerosos hermanos, la niña Rosa se trasladó al pueblo serrano de Quives (localidad andina de la cuenca del Chillón, cercana a Lima) cuando su padre asumió el empleo de administrador de un obraje donde se refinaba mineral de plata. Las biografías de Santa Rosa de Lima han retenido vivamente el hecho de que en Quives, que era doctrina de frailes mercedarios, la futura Santa recibió en 1597 el sacramento de la confirmación de manos del Arzobispo de Lima, Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral en la jurisdicción.

               Aunque había sido bautizada como Isabel Flores de Oliva, en la confirmación recibió el nombre de Rosa, apelativo que sus familiares empleaban prácticamente desde su nacimiento por su belleza y por una visión que tuvo su madre, en la que el rostro de la niña se convirtió en una rosa. Santa Rosa asumiría definitivamente tal nombre más tarde, cuando entendió que era "rosa del jardín de Cristo" y adoptó la denominación religiosa de Rosa de Santa María.

               Ocupándose de la biografía de Santa Rosa de Lima, correspondiente a sus años de infancia y primera adolescencia en Quives, Luis Millones ha procurado arrojar nueva luz mediante la interpretación de algunos sueños que recogen los biógrafos de la Santa. Opina Millones que ésa pudo ser la etapa más importante para la formación de su personalidad, no obstante el hecho de que los autores han preferido hacer abstracción del entorno económico y de las experiencias culturales que condicionaron la vida de la familia Flores-Oliva en la sierra, en un asiento minero vinculado al meollo de la producción colonial. Probablemente esa vivencia (la visión cotidiana de los sufrimientos que padecían los trabajadores indios) pudo ser la que dio a Rosa la preocupación por remediar las enfermedades y miserias de quienes creerían luego en su virtud.

               Ya desde su infancia se había manifestado en la futura santa su vocación religiosa y una singular elevación espiritual. Había aprendido música, canto y poesía de la mano de su madre, que se dedicaba a instruir a las hijas de la nobleza. Se afirma que estaba bien dotada para las labores de costura, con las cuales ayudaría a sostener el presupuesto familiar. Con el regreso de la familia a la capital peruana, pronto destacaría por su abnegada entrega a los demás y por sus extraordinarios dones místicos.

               Por aquel entonces, Lima vivía un ambiente de efervescencia religiosa al que no fue ajeno Santa Rosa: era una época en que abundaban las atribuciones de milagros, curaciones y todo tipo de maravillas por parte de una población que ponía gran énfasis en las virtudes y el ideal de vida cristiano. Alrededor de sesenta personas fallecieron en "olor de santidad" en la capital peruana entre finales del siglo XVI y mediados del XVIII. Ello originó una larga serie de biografías de santos, beatos y siervos de Dios, obras muy parecidas en su contenido, regidas por las mismas estructuras formales y por análogas categorías de pensamiento.

               En la adolescencia, Santa Rosa se sintió atraída con singular fuerza por el modelo de la dominica Santa Catalina de Siena (mística toscana del siglo XIV); siguiendo su ejemplo, se despojó de su atractiva cabellera e hizo voto de castidad perpetua, contrariando los planes de su padres, cuya idea era casarla. Tras mucha insistencia, los padres desistieron de sus propósitos y le permitieron seguir su vida espiritual. Quiso ingresar en la orden dominica, pero al no haber ningún convento de la orden en la ciudad, en 1606 tomó el hábito de terciaria dominica en la iglesia limeña de Santo Domingo.

               Nunca llegaría a recluirse en un convento; Rosa siguió viviendo con sus familiares, ayudando en las tareas de la casa y preocupándose por las personas necesitadas. Bien pronto tuvo gran fama por sus virtudes, que explayó a lo largo de una vida dedicada a la educación cristiana de los niños y al cuidado de los enfermos; llegó a instalar cerca de su casa un hospital para poder asistirlos mejor. En estos menesteres ayudó al parecer a un fraile mulato que, como ella, estaba destinado a ser elevado a los altares: San Martín de Porres.

               Fueron muy contadas las personas con quienes Rosa llegó a tener alguna intimidad. En su círculo más estrecho se hallaban mujeres virtuosas como doña Luisa Melgarejo y su grupo de "beatas", junto con amigos de la casa paterna y allegados al hogar del contador Gonzalo de la Maza. Los confesores de Santa Rosa de Lima fueron mayormente sacerdotes de la congregación dominica. También tuvo trato espiritual con religiosos de la Compañía de Jesús. Es asimismo importante el contacto que desarrolló con el doctor Juan del Castillo, médico extremeño muy versado en asuntos de espiritualidad, con quien compartió las más secretas minucias de su relación con Dios. Dichos consejeros espirituales ejercieron profunda influencia sobre Rosa.

               No sorprende desde luego que su madre, María de Oliva, abominase de la cohorte de sacerdotes que rodeaban a su piadosa hija, porque estaba segura de que los rigores ascéticos que ella misma se imponía eran "por ser de este parecer, ignorante credulidad y juicio de algunos confesores", según recuerda un contemporáneo. La conducta estereotipada de Santa Rosa de Lima se hace más evidente aún cuando se repara en que, por orden de sus confesores, anotó las diversas mercedes que había recibido del Cielo, componiendo así el panel titulado Escala espiritual. No se conoce mucho acerca de las lecturas de Santa Rosa, aunque es sabido que encontró inspiración en las obras teológicas de Fray Luis de Granada.

               Hacia 1615, y con la ayuda de su hermano favorito, Hernando Flores de Herrera, construyó una pequeña celda o ermita en el jardín de la casa de sus padres. Allí, en un espacio de poco más de dos metros cuadrados (que todavía hoy es posible apreciar), Santa Rosa de Lima se recogía con fruición a orar y a hacer penitencia, practicando un severísimo ascetismo, con corona de espinas bajo el velo, cabellos clavados a la pared para no quedarse dormida, hiel como bebida, ayunos rigurosos y disciplinas constantes.

               Sus biógrafos cuentan que sus experiencias místicas y estados de éxtasis eran muy frecuentes. Según parece, semanalmente experimentaba un éxtasis parecido al de Santa Catalina de Ricci, su coetánea y hermana de hábito; se dice que cada jueves por la mañana se encerraba en su oratorio y no volvía en sí hasta el sábado por la mañana. Se le atribuyeron asimismo varios dones, como el de la profecía (según la tradición, profetizó su muerte un año antes); la leyenda sostiene que incluso salvó a la capital peruana de una incursión de los piratas.

               Santa Rosa de Lima sufrió en ese tiempo la incomprensión de familiares y amigos y padeció etapas de hondo vacío, pero todo ello fructificó en una intensa experiencia espiritual, llena de éxtasis y prodigios, como la comunicación con plantas y animales, sin perder jamás la alegría de su espíritu (aficionado a componer canciones de amor con simbolismo místico) y la belleza de su rostro. Llegó así a alcanzar el grado más alto de la escala mística, el matrimonio espiritual: la tradición cuenta que, en la iglesia de Santo Domingo, vio a Jesucristo, y éste le pidió que fuera su esposa. El 26 de Marzo de 1617 se celebró en la iglesia de Santo Domingo de Lima su místico desposorio con Cristo, siendo Fray Alonso Velásquez (uno de sus confesores) quien puso en sus dedos el anillo simbólico en señal de unión perpetua.



               Con todo acierto, Rosa había predicho que su vida terminaría en la casa de su bienhechor y confidente Gonzalo de la Maza (contador del tribunal de la Santa Cruzada), en la que residió en estos últimos años. Pocos meses después de aquel místico desposorio, Santa Rosa de Lima cayó gravemente enferma y quedó afectada por una aguda hemiplejía. Doña María de Uzátegui, la madrileña esposa del contador, la admiraba; antes de morir, Santa Rosa solicitó que fuese ella quien la amortajase. En torno a su lecho de agonía se hallaba el matrimonio de la Maza-Uzátegui con sus dos hijas, doña Micaela y doña Andrea, y una de sus discípulas más próximas, Luisa Daza, a quien Santa Rosa de Lima pidió que entonase una canción con acompañamiento de vihuela. La virgen limeña entregó así su alma a Dios, el 24 de Agosto de 1617, en las primeras horas de la madrugada; tenía sólo 31 años.



MES DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, DÍA 30º (ÚLTIMO DÍA)

            

            Por la señal de la Santa Cruz  de nuestros enemigos  líbranos Señor  Dios Nuestro.

          En el Nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo. Amén.

          Padre Eterno, yo os ofrezco por las manos de María Santísima, la Preciosísima Sangre de vuestro Hijo. Os ofrezco también las lágrimas de Nuestra Señora por la purificación de la tierra y la conversión de los hombres, por la fidelidad de vuestros escogidos, por la Victoria de la Santa Iglesia y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.

        
MEDITACIÓN DÍA 30



SÚPLICA 

(Compuesta por la Mística Berthe Petit, aprobada por el Card. Mercier)

               ¡Doloroso e Inmaculado Corazón de María! Habitación Pura y Santa: cobija mi alma con Tu Maternal Protección, así permanecerá fiel a la voz de Jesús y mi alma, podrá entonces corresponder a Su Amor y obedecer Su Divina Voluntad.

   -Dios te salve, María, etc...

                Oh Madre mía, mi deseo es mantener ante mi vista sin cesar, Tu participación de Co-Redentora; con este recuerdo, viviré íntimamente unido a Tu Corazón Inmaculado, que siempre permanece totalmente unido al Sagrado Corazón de Tu Divino Hijo.

   -Dios te salve, María, etc...

                Por los méritos de Tus virtudes y angustias, clávame a éste Divino Corazón y protégeme ahora y siempre.

   -Dios te salve, María, etc...


ORACIÓN FINAL

               Nos consagramos, oh María, a Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, junto con nuestras familias, nuestra Patria. Ten piedad de nosotros; mira las tribulaciones y las angustias de nuestros corazones en medio del luto y calamidades que atacan a este mundo. 

               Dígnate, Oh Madre de Dios, obtenernos la Misericordia para que, una vez siendo convertidos y purificados por la tristeza y fortalecidos en la Fe, de ahora en adelante seamos devotos sirvientes de Jesucristo y de su Iglesia, por cuyo triunfo oramos. 

              Oh María Inmaculada, prometemos ser fieles devotos de Tu Doloroso Corazón. Te suplicamos que intercedas por nosotros ante Tu Hijo, para que, al grito de Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, Su Poder Divino lleve a cabo con rapidez el triunfo de los Derechos y la Justicia de Dios. Amén.




℣. Nos cum prole pía
℟. Benedícat ✠ Virgo María

Nos bendiga ✠ la Virgen María
con Su descendencia bendita



lunes, 29 de agosto de 2022

SUBIDA AL MONTE CARMELO, por San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia. Parte I

 

          Fieles al Espíritu del Carmelo, queremos acercar a nuestros asiduos la lectura de los clásicos de la espiritualidad; en un mundo virtual en el que se prodigan los "videntes", "mensajes celestiales" y demás personajes ilusorios, haremos un digno lugar para el "Doctor de la Oración", como calificó el Papa Pío XI a San Juan de la Cruz el día que lo declaró Doctor de la Iglesia. Hemos respetado el estilo original del Santo autor, por lo que será necesario leerlo con mesura para extraer el jugo espiritual que emana de aquellas inspiradoras letras.  



               Toda la doctrina que entiendo tratar en esta Subida del Monte Carmelo está incluida en las siguientes canciones, y en ellas se contiene el modo de subir hasta la cumbre del monte, que es el alto estado de la perfección, que aquí llamamos unión del alma con Dios. Y porque tengo de ir fundando sobre ellas lo que dijere, las he querido poner aquí juntas, para que se entienda y vea junta toda la sustancia de lo que se ha de escribir; aunque, al tiempo de la declaración, convendrá poner cada canción de por sí y, ni más ni menos, los versos de cada una, según lo pidiere la materia y declaración. Dice, pues, así:


En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche, que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedé y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado;
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.


               Para haber de declarar y dar a entender esta noche oscura por la cual pasa el alma para llegar a la divina luz de la unión perfecta del amor de Dios, cual se puede en esta vida, era menester otra mayor luz de ciencia y experiencia que la mía; porque son tantas y tan profundas las tinieblas y trabajos, así espirituales como temporales, por que ordinariamente suelen pasar las dichosas almas para poder llegar a este alto estado de perfección, que ni basta ciencia humana para lo saber entender, ni experiencia para lo saber decir; porque sólo el que por ello pasa sabrá sentir, mas no decir. 

               Y, por tanto, para decir algo de esta noche oscura, no fiare ni de experiencia ni de ciencia, porque lo uno y lo otro puede faltar y engañar; mas, no dejándome de ayudar en lo que pudiere de estas dos cosas, aprovecharme he para todo lo que, con el favor divino, hubiere de decir -a lo menos para lo más importante y oscuro de entender- de la divina Escritura, por la cual guiándonos no podremos errar, pues que el que en ella habla es el Espíritu Santo. Y si yo en algo errare, por no entender bien así lo que en ella como en lo que sin ella dijere, no es mi intención apartarme del sano sentido y doctrina de la santa Madre Iglesia Católica, porque en tal caso totalmente me sujeto y resigno no sólo a su mandato, sino a cualquiera que en mejor razón de ello juzgare. Para lo cual me ha movido, no la posibilidad que veo en mí para cosa tan ardua, sino la confianza que en el Señor tengo de que ayudará a decir algo, por la mucha necesidad que tienen muchas almas; las cuales, comenzando el camino de la virtud, y queriendolas Nuestro Señor poner en esta noche oscura para que por ella pasen a la divina unión, ellas no pasan adelante; a veces, por no querer entrar o dejarse entrar en ella; a veces, por no se entender y faltarles guías idóneas y despiertas que las guíen hasta la cumbre. 

               Y así, es lástima ver muchas almas a quien Dios da talento y favor para pasar adelante, que, si ellas quisiesen animarse, llegarían a este alto estado, y quedanse en un bajo modo de trato con Dios, por no querer, o no saber, o no las encaminar y enseñar a desasirse de aquellos principios. Y ya que, en fin, Nuestro Señor las favorezca tanto, que sin eso y sin eso otro las haga pasar, llegan muy tarde y con más trabajo y con menos merecimiento, por no haber acomodádose ellas a Dios, dejándose poner libremente en el puro y cierto camino de la unión. Porque, aunque es verdad que Dios las lleva -que puede llevarlas sin ellas-, no se dejan ellas llevar; y así, camínase menos, resistiendo ellas al que las lleva, y no merecen tanto, pues no aplican la voluntad, y en eso mismo padecen más. Porque hay almas que, en vez de dejarse a Dios y ayudarse, antes estorban a Dios por su indiscreto obrar o repugnar, hechas semejantes a los niños que, queriendo sus madres llevarlos en brazos, ellos van pateando y llorando, porfiando por se ir ellos por su pie, para que no se pueda andar nada, y, si se anduviere, sea al paso del niño...



MES DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, DÍA 29º

           

            Por la señal de la Santa Cruz  de nuestros enemigos  líbranos Señor  Dios Nuestro.

          En el Nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo. Amén.

          Padre Eterno, yo os ofrezco por las manos de María Santísima, la Preciosísima Sangre de vuestro Hijo. Os ofrezco también las lágrimas de Nuestra Señora por la purificación de la tierra y la conversión de los hombres, por la fidelidad de vuestros escogidos, por la Victoria de la Santa Iglesia y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.

        
MEDITACIÓN DÍA 29



SÚPLICA 

(Compuesta por la Mística Berthe Petit, aprobada por el Card. Mercier)

               ¡Doloroso e Inmaculado Corazón de María! Habitación Pura y Santa: cobija mi alma con Tu Maternal Protección, así permanecerá fiel a la voz de Jesús y mi alma, podrá entonces corresponder a Su Amor y obedecer Su Divina Voluntad.

   -Dios te salve, María, etc...

                Oh Madre mía, mi deseo es mantener ante mi vista sin cesar, Tu participación de Co-Redentora; con este recuerdo, viviré íntimamente unido a Tu Corazón Inmaculado, que siempre permanece totalmente unido al Sagrado Corazón de Tu Divino Hijo.

   -Dios te salve, María, etc...

                Por los méritos de Tus virtudes y angustias, clávame a éste Divino Corazón y protégeme ahora y siempre.

   -Dios te salve, María, etc...


ORACIÓN FINAL

               Nos consagramos, oh María, a Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, junto con nuestras familias, nuestra Patria. Ten piedad de nosotros; mira las tribulaciones y las angustias de nuestros corazones en medio del luto y calamidades que atacan a este mundo. 

               Dígnate, Oh Madre de Dios, obtenernos la Misericordia para que, una vez siendo convertidos y purificados por la tristeza y fortalecidos en la Fe, de ahora en adelante seamos devotos sirvientes de Jesucristo y de su Iglesia, por cuyo triunfo oramos. 

              Oh María Inmaculada, prometemos ser fieles devotos de Tu Doloroso Corazón. Te suplicamos que intercedas por nosotros ante Tu Hijo, para que, al grito de Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, Su Poder Divino lleve a cabo con rapidez el triunfo de los Derechos y la Justicia de Dios. Amén.




℣. Nos cum prole pía
℟. Benedícat ✠ Virgo María

Nos bendiga ✠ la Virgen María
con Su descendencia bendita



domingo, 28 de agosto de 2022

SAN AGUSTÍN DE HIPONA

 

"No hay amistad verdadera sino 
entre aquellos a quienes Tú 
aglutinas entre sí 
por medio de la Caridad" 

(Confesiones de San Agustín de Hipona, 4,4,7)



               San Agustín nació en Tagaste ( región enclavada en la que hoy es Argelia ) en el año 354. Hijo de un pagano, Patricio, y de una cristiana, Santa Mónica, modelo de madre y esposa cristiana. Desde niño destacó por su interés en conocer la Verdad, lo que le llevó a estudiar las diferentes corrientes filosóficas.

               Engañado por la doctrina de los maniqueos (doctrina fundada por el filósofo persa Manes que se basa en la existencia de dos principios eternos, absolutos y contrarios, el bien y el mal) la profesó en Cartago (374-383), Roma (383) y Milán (384). Los maniqueos eran sumamente rigoristas en las cuestiones de la moral, factor que terminó de convencer a San Agustín para convertirse en un fiel devoto de esta herejía.

               Pero pronto comprendió que la Verdad se encontraba en la Iglesia Católica, que enseña (contrariamente a la doctrina maniquea) que las cosas, estando subordinadas a Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser, en ningún caso como sustancia.

               La convicción de haber recibido una señal divina lo decidió a retirarse con su madre, su hijo y sus discípulos a la casa de su amigo Verecundo, en Lombardía, donde San Agustín escribió sus primeras obras. En la Pascua del año 387, cuando contaba con treinta y tres años, fue bautizado por San Ambrosio, quien junto con Santa Mónica, hicieron ver a San Agustín que la Doctrina Católica era la única verdadera. El Santo Bautismo su primer paso en su consagración absoluta a la causa de Dios.

               San Agustín, ya convertido, se dispuso volver con su madre a su tierra en África, y juntos se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero su madre, Santa Mónica, que tanto sufrió por su conversión a la Fe Católica, ya había obtenido de Dios lo que más anhelaba en esta vida y podía morir tranquila; sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche, mientras ambos platicaban debajo de un cielo estrellado de las alegrías que esperaban en el cielo, Mónica exclamó entusiasmada :  

               "¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios". Poco días después le invadió una fiebre y murió. Murió pidiendo a su hijo "que se acordara de ella en el altar del Señor". Murió en el año 387, a los 55 años de edad.

               En 388 regresó definitivamente a África. En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona por el anciano Obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la palabra de Dios, tarea que San Agustín cumplió con fervor y le valió gran renombre; al propio tiempo, sostenía enconado combate contra las herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica, reflejado en las controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos, donatistas y paganos.

               Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado Obispo de Hipona. Dedicó numerosos sermones a la instrucción de su pueblo, escribió sus célebres Cartas a amigos, adversarios, extranjeros, fieles y paganos, y ejerció a la vez de Pastor, administrador, orador y juez.

               Al caer Roma en manos de los godos de Alarico (410), se acusó al cristianismo de ser responsable de las desgracias del imperio, lo que suscitó una encendida respuesta de San Agustín, recogida en La Ciudad de Dios, que contiene una verdadera filosofía de la Historia Cristiana.

               Durante los últimos años de su vida asistió a las invasiones bárbaras del norte de África (iniciadas en el 429), a las que no escapó su ciudad episcopal. Al tercer mes del asedio de Hipona, cayó enfermo y murió en el año 430.




MES DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, DÍA 28º

           

            Por la señal de la Santa Cruz  de nuestros enemigos  líbranos Señor  Dios Nuestro.

          En el Nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo. Amén.

          Padre Eterno, yo os ofrezco por las manos de María Santísima, la Preciosísima Sangre de vuestro Hijo. Os ofrezco también las lágrimas de Nuestra Señora por la purificación de la tierra y la conversión de los hombres, por la fidelidad de vuestros escogidos, por la Victoria de la Santa Iglesia y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.

        
MEDITACIÓN DÍA 28



SÚPLICA 

(Compuesta por la Mística Berthe Petit, aprobada por el Card. Mercier)

               ¡Doloroso e Inmaculado Corazón de María! Habitación Pura y Santa: cobija mi alma con Tu Maternal Protección, así permanecerá fiel a la voz de Jesús y mi alma, podrá entonces corresponder a Su Amor y obedecer Su Divina Voluntad.

   -Dios te salve, María, etc...

                Oh Madre mía, mi deseo es mantener ante mi vista sin cesar, Tu participación de Co-Redentora; con este recuerdo, viviré íntimamente unido a Tu Corazón Inmaculado, que siempre permanece totalmente unido al Sagrado Corazón de Tu Divino Hijo.

   -Dios te salve, María, etc...

                Por los méritos de Tus virtudes y angustias, clávame a éste Divino Corazón y protégeme ahora y siempre.

   -Dios te salve, María, etc...


ORACIÓN FINAL

               Nos consagramos, oh María, a Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, junto con nuestras familias, nuestra Patria. Ten piedad de nosotros; mira las tribulaciones y las angustias de nuestros corazones en medio del luto y calamidades que atacan a este mundo. 

               Dígnate, Oh Madre de Dios, obtenernos la Misericordia para que, una vez siendo convertidos y purificados por la tristeza y fortalecidos en la Fe, de ahora en adelante seamos devotos sirvientes de Jesucristo y de su Iglesia, por cuyo triunfo oramos. 

              Oh María Inmaculada, prometemos ser fieles devotos de Tu Doloroso Corazón. Te suplicamos que intercedas por nosotros ante Tu Hijo, para que, al grito de Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, Su Poder Divino lleve a cabo con rapidez el triunfo de los Derechos y la Justicia de Dios. Amén.




℣. Nos cum prole pía
℟. Benedícat ✠ Virgo María

Nos bendiga ✠ la Virgen María
con Su descendencia bendita



sábado, 27 de agosto de 2022

SAN JOSÉ DE CALASANZ

  


               San José de Calasanz Gastón nació el año 1557 en Peralta de la Sal, una población situada en el Reino de Aragón. Fue el séptimo y último hijo de una familia de infanzones, es decir, de miembros de la baja nobleza aragonesa. Su padre tenía una herrería y llegó a ser alcalde de Peralta. Hasta los once años, estudió la primera enseñanza en su pueblo y luego se trasladó a Estadilla, donde prosiguió estudios de Humanidades. En 1571 se traslada a la próxima dudad de Lleida, donde se encontraba la universidad más prestigiosa de la antigua corona de Aragón. A ella acudían alumnos procedentes de Cataluña, Aragón y Valencia. 

              En Lérida, San José Calasanz estudió Filosofía y Derecho. Después, siguió cursos de Teología en las Universidades de Valencia, Alcalá de Henares y nuevamente en Lleida, donde obtuvo el grado de Doctor. En 1583, con veintiséis años, fue ordenado Sacerdote, iniciando así una carrera eclesiástica que le llevó a ejercer diversos cargos. Durante esa etapa de su vida, pasó algunos años en La Seu d'Urgell, población muy próxima a la frontera francesa, que entonces resultaba muy insegura y peligrosa. En efecto, Cataluña padecía en aquel tiempo graves problemas de bandolerismo que se veían agravados en las zonas fronterizas por la constante penetración de bandas de gascones y de hugonotes que surgían de los desórdenes que imperaban en el país vecino, produciendo en territorio catalán toda clase de atropellos y extorsiones.

               A José Calasanz le tocó vivir la inseguridad y los peligros de aquellos tiempos acrecentados en La Seu d'Urgell por la falta de Obispo, ya que la Diócesis permaneció vacante durante algún tiempo. La falta de una autoridad fuerte, como la que ejercían entonces los Obispos, alentaba toda clase de desmanes. El cargo de Secretario del Capítulo Catedralicio otorgaba a Calasanz grandes responsabilidades de gobierno que quedaron reflejadas en diez cartas escritas al Virrey de Cataluña, en las que le pedía ayuda urgente para resolver la angustiosa situación que se vivía en aquella comarca, donde los bandoleros robaban, extorsionaban y asesinaban sin límites.



               Su vinculación con las tierras de Lleida se reforzó con el ejercicio de otros cargos, como el de visitador de Tremp, población en la que había un convento de Dominicos que enseñaban la lectura y la escritura. Calasanz era entonces un hombre joven de gran estatura y de gran fortaleza física. Esas condiciones naturales iban emparejadas con la gran fuerza moral, intelectual y espiritual de que daría prueba durante toda su vida. En la tenacidad con que Calasanz realizó su gran obra pedagógica hay efectivamente algo de hercúleo, gigantesco, que sólo un hombre de sus extraordinarias condiciones podía soportar.

               La preocupación por los pobres y los desfavorecidos ya se manifestó en sus años de juventud en España, cuando creó una fundación en Claverol que todos los años distribuía alimentos a los pobres de aquella localidad. Esa fundación benéfica funcionó hasta 1883, es decir, casi dos siglos y medio. 

               En 1592, cuando el futuro pedagogo tenía 35 años de edad, se traslada a Roma. Allí residiría la mayor parte de los 56 años que aún le quedaban de vida. Preceptor de la ilustre familia Colonna, durante esa larga estancia, sin perder sus raíces hispánicas, se convertirá en un auténtico romano, plenamente identificado con la ciudad y con el país.

                En 1597, conmovido por la pobreza y la degradación moral en la que vivían numerosos niños romanos, funda en la iglesia de Santa Dorotea del Trastévere la primera escuela pública, popular y gratuita de la edad moderna de Europa, la primera Escuela Pía.

               En 1600 introduce la Escuela Pía en el interior de Roma, y poco después tiene que hacer ampliaciones para poder acoger a los numerosos alumnos que llegaban de todas partes. En 1610 escribe el "Documentum Princeps", en el que expone los fundamentos de su obra pedagógica. Este documento va acompañado de un reglamento para maestros y de otro para alumnos. En 1612 traslada la escuela a San Pantaleón, que se convertirá en la casa matriz de las Escuelas Pías. Ese mismo año, debido a la crisis interna que vive la obra y a las intrigas y tensiones externas, Calasanz es apresado brevemente e interrogado por la Inquisición. 




               Al año siguiente, en 1613, el anciano pedagogo se ve inmerso en una lucha de intereses políticos y de intrigas de personajes ambiciosos que termina con la destitución del cargo de General de la Orden que él había fundado, cayendo en desgracia y siendo sustituido por uno de sus detractores. Durante los años siguientes continúa la desgracia de Calasanz y la Congregación pierde categoría, hasta el punto de que su obra de tantos años se ve en peligro de hundimiento.

               En 1648, todavía en desgracia, muere Calasanz casi a los 91 años de edad, siendo enterrado en San Pantaleón. Ocho años después de su muerte, el Papa Alejandro VII rehabilita las Escuelas Pías. En 1748, la Iglesia Católica beatifica a José Calasanz, que sería canonizado 19 años más tarde. Finalmente, el 13 de Agosto de 1948 el Papa Pío XII lo proclama Patrono de las Escuelas Populares Cristianas del mundo.



MES DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, DÍA 27º

           

            Por la señal de la Santa Cruz  de nuestros enemigos  líbranos Señor  Dios Nuestro.

          En el Nombre del Padre, y del Hijo  y del Espíritu Santo. Amén.

          Padre Eterno, yo os ofrezco por las manos de María Santísima, la Preciosísima Sangre de vuestro Hijo. Os ofrezco también las lágrimas de Nuestra Señora por la purificación de la tierra y la conversión de los hombres, por la fidelidad de vuestros escogidos, por la Victoria de la Santa Iglesia y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.

        
MEDITACIÓN DÍA 27



SÚPLICA 

(Compuesta por la Mística Berthe Petit, aprobada por el Card. Mercier)

               ¡Doloroso e Inmaculado Corazón de María! Habitación Pura y Santa: cobija mi alma con Tu Maternal Protección, así permanecerá fiel a la voz de Jesús y mi alma, podrá entonces corresponder a Su Amor y obedecer Su Divina Voluntad.

   -Dios te salve, María, etc...

                Oh Madre mía, mi deseo es mantener ante mi vista sin cesar, Tu participación de Co-Redentora; con este recuerdo, viviré íntimamente unido a Tu Corazón Inmaculado, que siempre permanece totalmente unido al Sagrado Corazón de Tu Divino Hijo.

   -Dios te salve, María, etc...

                Por los méritos de Tus virtudes y angustias, clávame a éste Divino Corazón y protégeme ahora y siempre.

   -Dios te salve, María, etc...


ORACIÓN FINAL

               Nos consagramos, oh María, a Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, junto con nuestras familias, nuestra Patria. Ten piedad de nosotros; mira las tribulaciones y las angustias de nuestros corazones en medio del luto y calamidades que atacan a este mundo. 

               Dígnate, Oh Madre de Dios, obtenernos la Misericordia para que, una vez siendo convertidos y purificados por la tristeza y fortalecidos en la Fe, de ahora en adelante seamos devotos sirvientes de Jesucristo y de su Iglesia, por cuyo triunfo oramos. 

              Oh María Inmaculada, prometemos ser fieles devotos de Tu Doloroso Corazón. Te suplicamos que intercedas por nosotros ante Tu Hijo, para que, al grito de Tu Doloroso e Inmaculado Corazón, Su Poder Divino lleve a cabo con rapidez el triunfo de los Derechos y la Justicia de Dios. Amén.




℣. Nos cum prole pía
℟. Benedícat ✠ Virgo María

Nos bendiga ✠ la Virgen María
con Su descendencia bendita



viernes, 26 de agosto de 2022

LAS HORAS DE LA PASIÓN, de las Revelaciones de Luisa Picarretta. VIGÉSIMA HORA: Primera hora de Agonía en la Cruz. La Primera Palabra

 

"...quien piensa siempre en Mi Pasión 
forma en su corazón una fuente, 
y por cuanto más piensa tanto más 
esta fuente sea grande, y como las aguas 
que brotan son comunes a todos, 
esta fuente de Mi Pasión que se forma 
en el corazón sirve para el bien del alma, 
para gloria Mía y para bien de las criaturas." 


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Picarretta, 
el 10 Abril de 1913


Preparación antes de la Meditación 


               Oh Señor mío Jesucristo, postrado ante Tu divina presencia suplico a Tu amorosísimo Corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las Veinticuatro Horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en Tu Cuerpo adorable como en Tu Alma Santísima, hasta la muerte de Cruz. 

               Ah, dame Tu ayuda, Gracia, Amor, profunda compasión y entendimiento de Tus padecimientos mientras medito ahora la Hora...(primera, segunda, etc) y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante las horas en que estoy obligado dedicarme a mis deberes o a dormir. 

               Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar. 

               Gracias te doy, oh mi Jesús, por llamarme a la unión Contigo por medio de la oración. Y para agradecerte mejor, tomo Tus pensamientos, Tu lengua, Tu corazón y con éstos quiero orar, fundiéndome todo en Tu Voluntad y en Tu amor, y extendiendo mis brazos para abrazarte y apoyando mi cabeza en Tu Corazón empiezo...



DE LAS 12 A LA 1 DE LA TARDE

VIGÉSIMA HORA

Primera hora de Agonía en la Cruz. 
La Primera Palabra 


               Crucificado Bien mío, te veo sobre la Cruz como en tu trono de triunfo, en acto de conquistar todo y a todos los corazones, y de atraerlos tanto a ti, que todos puedan sentir tu sobrehumano poder... La naturaleza, horrorizada ante tan gran delito, se postra ante ti y espera silenciosa una palabra tuya para rendirte homenaje y hacer que tu dominio sea reconocido. El sol lloroso retira su luz, no pudiendo sostener tu vista, demasiado dolorosa. El infierno siente terror y, silencioso, espera... De modo que todo es silencio... Tu traspasada Mamá, tus fieles, permanecen todos mudos y petrificados ante la vista, ay, demasiado dolorosa, de tu destrozada y descoyuntada Humanidad; y silenciosos esperan también una palabra tuya... Tu misma Humanidad, que yace en un océano de dolores entre los atroces espasmos de la agonía, permanece silenciosa, tanto que se teme que de un respiro a otro Tú mueras...

               ¿Qué más? Los mismos pérfidos judíos, los despiadados verdugos, que hasta hace poco te ultrajaban y te escarnecían llamándote impostor y malhechor; los ladrones que te blasfemaban..., todos callan, enmudecen. El remordimiento los invade, y si algún insulto se esfuerzan por lanzarte, les muere en los labios... Pero penetrando en Tu interior, veo que el amor se acrecienta, te ahoga y no puedes contenerlo, y obligado por Tu Amor que te atormenta más que las mismas penas, con voz fuerte y conmovedora hablas como el Dios que eres, levantas Tus agonizantes ojos al Cielo y clamas: “¡PADRE, PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN!”. Y de nuevo te quedas en silencio, inmerso en tus penas inauditas... 

               Crucificado Bien mío, ¿es posible tanto amor? ¡Ah, después de tantas penas e insultos, la Primera Palabra es de perdón, y de tantos pecados nos excusas ante el Padre! Ah, esta Palabra la haces descender en cada corazón después de la culpa, y Tú eres el primero en ofrecer el perdón... Pero cuántos lo rechazan y no lo aceptan; y Tu Amor entonces da en delirio, porque Tú quieres dar a todos el perdón y el beso de paz... A esta Palabra tuya tiembla el Infierno y te reconoce como Dios... La naturaleza y todos quedan atónitos y reconocen Tu Divinidad, Tu inextinguible Amor, y silenciosos esperan para ver hasta dónde llega. Y no sólo Tu Voz, sino también Tu Sangre y Tus Llagas gritan a cada corazón después del pecado: “Ven a Mis brazos, que te perdono; y el sello del perdón es el precio de Mi Sangre.”

               Oh amable Jesús mío, repite de nuevo esta Palabra a cuantos pecadores hay en el mundo. Implora misericordia para todos, aplica los méritos infinitos de Tu Preciosísima Sangre a todos, a todos... Oh Buen Jesús, continúa aplacando a la Divina Justicia y concede la gracia a quien, hallándose en el momento de tener que perdonar, no siente la fuerza... 

              Jesús mío, Crucificado adorado, en estas tres horas de amarguísima agonía Tú quieres dar cumplimiento a todo; y mientras permaneces silencioso en la Cruz, veo que en Tu interior quieres satisfacer en todo y por todo al Padre. Por todos le agradeces, por todos lo satisfaces, por todos pides perdón, y para todos impetras la gracia de que ya nunca más te ofendan. Y para obtener esto del Padre, resumes toda Tu Vida, desde el primer instante de Tu Concepción hasta Tu último respiro... 

               Jesús mío, Amor interminable, déjame que también yo recapitule toda Tu Vida junto Contigo y con la inconsolable Mamá... Dulce Jesús mío, te doy las gracias por tantas espinas que han traspasado Tu adorable Cabeza, por las gotas de Sangre que de ellas has derramado, por los golpes que en ella has recibido y por los cabellos que te han arrancado... Y te doy las gracias por todo el bien que has hecho e impetrado para todos, por las luces y las buenas inspiraciones que a todos nos has dado, y por cuantas veces has perdonado nuestros pecados de pensamientos malos, de soberbia, de orgullo y de estima propia. Te pido perdón en nombre de todos, oh Jesús mío, por cuantas veces te hemos coronado de espinas, por cuantas gotas de sangre te hemos hecho derramar de Tu Sacratísima Cabeza y por todas las veces que no hemos correspondido a Tus inspiraciones. Por todos estos dolores que has sufrido te suplico, oh Jesús, la gracia de no volver a cometer nunca más pecados de pensamiento... 

               Quiero además ofrecerte todo lo que Tú mismo sufriste en Tu Santísima Cabeza, para darte toda la Gloria que todas las criaturas te habrían dado si hubieran hecho uso de su inteligencia según Tu Voluntad. 

               Adoro, oh Jesús mío, Tus Sacratísimos Ojos... Y te doy las gracias por todas las lágrimas y la sangre que han derramado, por las crueles punzadas de las espinas, por los insultos, befas y burlas soportados durante toda Tu Pasión. Te pido perdón por todos los que se sirven de la vista para ofenderte y ultrajarte, suplicándote, por los dolores sufridos en Tus Santísimos Ojos, que nos concedas la gracia de que nadie más te ofenda con malas miradas... Y quiero ofrecerte todo lo que Tú mismo padeciste en Tus Santísimos Ojos, para darte toda la Gloria que las criaturas te habrían dado si sus miradas hubieran estado fijas solamente en el Cielo, en la Divinidad y en Ti, Jesús mío. 

               Adoro Tus Santísimos Oídos... Y te doy las gracias por todo lo que sufriste mientras aquellos malvados te aturdían con gritos e injurias, estando sobre el Calvario. Te pido perdón en nombre de todos por cuantas malas conversaciones se escuchan, y te ruego que los oídos de todos los hombres se abran a la Verdad Eterna, a la voz de la Gracia, y que ninguno más te ofenda con el sentido del oído... Y quiero ofrecerte igualmente todo lo que Tú mismo sufriste en Tus Sacratísimos Oídos, para darte toda la Gloria que las criaturas te habrían dado si de este sentido siempre hubieran hecho uso según Tu Voluntad.

               Adoro y beso Tu Santísimo Rostro, oh Jesús mío... Y te doy las gracias por cuanto sufriste por los salivazos, por las bofetadas y por las burlas recibidas y por todas las veces que te dejaste pisotear por Tus enemigos. En nombre de todos te pido perdón por cuantas veces se tiene la osadía de ofenderte, suplicándote, por esas bofetadas y salivazos recibidos, que hagas que Tu Divinidad sea por todos reconocida, alabada y glorificada... Es más, oh Jesús mío, quiero ir yo misma por todo el mundo, de oriente a occidente y de norte a sur, para reunir a todas las voces de las criaturas y convertirlas en otros tantos actos de alabanza, de amor, de adoración... Y quiero, oh Jesús mío, traer a Ti todos los corazones de las criaturas para que puedas derramar en todos Luz y Verdad, Amor y Compasión de Tu Divina Persona; y mientras das el perdón a todos, te ruego que no permitas que ninguno más te ofenda... y si fuera posible, aun a costa de mi sangre. Quiero ofrecerte todo lo que Tú mismo sufriste en Tu santísimo Rostro, para darte toda la Gloria que las criaturas te habrían dado si ninguna se hubiera atrevido a ofenderte. 

               Adoro Tu Santísima Boca... Y te doy las gracias por Tus primeros llantos, por la leche que mamaste, por todas las palabras que dijiste, por cuantos besos encendidos de amor diste a Tu Santísima Madre, por el alimento que tomaste, por la amargura de la hiel y por la sed ardiente que padeciste en la Cruz y por las plegarias que elevaste al Padre. Y te pido perdón por cuantas murmuraciones y conversaciones pecaminosas y mundanas se hacen y por cuantas blasfemias son pronunciadas por las criaturas; quiero ofrecerte además todas Tus Santas Palabras, en reparación por sus palabras no buenas. Quiero ofrecerte la mortificación de Tu gusto para reparar sus gulas y todas las ofensas que se te hacen con el mal uso de la lengua. Y quiero ofrecerte todo lo que Tú mismo sufriste en Tu Santísima Boca, para darte toda la Gloria que las criaturas te habrían dado si ninguna hubiera osado ofenderte con el sentido del gusto y abusado de la lengua. Oh Jesús, te doy las gracias por todo y a nombre de todos. A Ti elevo un himno de agradecimiento eterno e infinito... 

               Quiero ofrecerte, oh Jesús mío, todo lo que has sufrido en Tu Sacratísima Persona, para darte toda la Gloria que te habrían dado todas las criaturas si hubieran uniformado su vida a la Tuya. 

               Te doy las gracias, oh Jesús, por todo lo que has sufrido en Tus Santísimos Hombros, por cuantos golpes has recibido, por cuantas Llagas te has dejado abrir en Tu Sacratísimo Cuerpo y por cuantas gotas de Tu Sangre has derramado. Te pido perdón en nombre de todos, por todas las veces en que, por amor a las comodidades, te han ofendido con placeres ilícitos y pecaminosos. Te ofrezco Tu dolorosa flagelación para reparar por todos los pecados cometidos con todos los sentidos, por el amor a los propios gustos, a los placeres sensibles, al propio “yo” y a todas las satisfacciones naturales... Quiero también ofrecerte todo lo que has sufrido en Tus Hombros, para darte toda la Gloria que las criaturas te habrían dado si hubieran en todo tratado de agradarte sólo a Ti y de refugiarse a la sombra de Tu divina protección. 

                Jesús mío, beso Tu Pie izquierdo... Y te doy las gracias por todos los pasos que diste en Tu Vida mortal y por cuantas veces cansaste Tus Santos miembros para ir en busca de almas para conducirlas a Tu Corazón; y te ofrezco, oh Jesús mío, todas mis acciones, mis pasos y movimientos, con la intención de ofrecerte reparación por todo y por todos. Te pido perdón por todos aquellos que no obran con recta intención. Uno mis acciones a las tuyas para que las mías sean divinizadas por las tuyas, y te las ofrezco unidas a todas las obras que hiciste con Tu Santísima Humanidad, para darte toda la Gloria que te habrían dado todas las criaturas si hubieran obrado santamente y con fines rectos. 

                Te beso, oh Jesús mío, el Pie derecho...Y te doy las gracias por todo cuanto has sufrido y sufres por mí, especialmente en esta Hora en que estás suspendido en la Cruz... Te doy las gracias por el desgarrador trabajo que te hacen los clavos en Tus Llagas, las cuales se abren cada vez más, con el peso de Tu Sacratísimo Cuerpo. Te pido perdón por todas las rebeliones y desobediencias que cometen las criaturas, ofreciéndote los dolores de Tus Pies Santísimos en reparación por estas ofensas, para darte toda la Gloria que las criaturas te habrían dado si en todo se hubieran mantenido sujetas a Ti. 

               Oh Jesús mío, beso Tu Santísima Mano izquierda... Y te doy las gracias por todo lo que has sufrido por mí, y por cuantas veces has aplacado a la Divina Justicia satisfaciendo por todos.

               Beso Tu Mano derecha... Y te doy las gracias por todo el bien que has obrado y que obras para todos, especialmente te doy las gracias por las Obras de la Creación, de la Redención y de la Santificación. En nombre de todos te pido perdón por cuantas veces hemos sido desagradecidos e ingratos entre tantos beneficios Tuyos, y por tantas obras nuestras hechas sin la recta intención de agradarte. Y en reparación por todas estas ofensas quiero ofrecerte toda la perfección y la santidad de Tus obras, para darte toda la Gloria que las criaturas te habrían dado si hubieran correspondido a todos esos beneficios. 

               Oh Jesús mío, beso Tu Sacratísimo Corazón... Y te doy las gracias por todo lo que has sufrido, deseado y ardientemente anhelado por amor de todos y de cada uno en particular... Y te pido perdón por tantos malos deseos, afectos y tendencias malas... Perdón, oh Jesús, por tantos que posponen Tu Amor al amor de las criaturas. Y para darte la Gloria que todos te hemos negado, te ofrezco todo lo que ha hecho y lo que continúa haciendo Tu adorabilísimo Corazón.



Ofrecimiento después de Cada Hora

 

                Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta Hora de Tu Pasión a hacerte compañía y yo he venido. Me parecía sentirte angustiado y doliente que orabas, que reparabas y sufrías y que con las palabras más elocuentes y conmovedoras suplicabas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo, y ahora, teniendo que dejarte por mis habituales obligaciones, siento el deber de decirte: “Gracias” y “Te Bendigo”. Sí, oh Jesús!, gracias te repito mil y mil veces y Te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos...

               Gracias y Te bendigo por cada gota de Sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra y mirada, por cada amargura y ofensa que has soportado. En todo, oh Jesús mío, quiero besarte con un “Gracias” y un “Te bendigo”. 

               Ah Jesús, haz que todo mi ser Te envíe un flujo continuo de gratitud y de bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo continuo de Tus bendiciones y de Tus gracias...

               Ah Jesús, estréchame a Tu Corazón y con tus manos santísimas séllame todas las partículas de mi ser con un “Te Bendigo” Tuyo, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa sino un himno de amor continuo hacia Ti. 

               Dulce Amor mío, debiendo atender a mis ocupaciones, me quedo en Tu Corazón. Temo salir de Él, pero Tú me mantendrás en Él, ¿no es cierto? Nuestros latidos se tocarán sin cesar, de manera que me darás vida, amor y estrecha e inseparable unión Contigo. 

               Ah, te ruego, dulce Jesús mío, si ves que alguna vez estoy por dejarte, que Tus latidos se sientan más fuertemente en los míos, que tus manos me estrechen más fuertemente a Tu Corazón, que Tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, para que sintiéndote, me deje atraer a la mayor unión Contigo. Oh Jesús mío!, mantente en guardia para que no me aleje de Ti. Ah bésame, abrázame, bendíceme y haz junto conmigo lo que debo ahora hacer... 


LAS HORAS DE LA PASIÓN cuenta con aprobación eclesiástica:
Imprimatur dado en el año 1915 por Mons. Giuseppe María Leo,
Arzobispo de Trani-Barletta-Bisciglie, y con Nihil Obstat 
del Canónigo Aníbal María de Francia