La palabra Ángel procede del griego "angelós", que se traduce por mensajero; el término utilizado en el Antiguo Testamento es "malk", que en hebreo significa delegado o embajador.
Nos enseña nuestra Santa Religión Católica que los Ángeles son seres espirituales, personales y libres; dotados por tanto, de inteligencia y voluntad, creados por Dios de la nada; los creó para que lo alaben, le obedezcan y le sirvan, además, para hacerlos eternamente felices y para que ayuden y guíen a cada persona, a cada familia, nación, institución y muy especialmente a la Santa Iglesia.
Es Dogma de Fe la existencia de los Ángeles, definido en el IV Concilio de Letrán y en Concilio Vaticano I, por tanto, la creencia en los Ángeles es obligada a todo Católico; quien niegue su existencia con pertinacia comete pecado mortal e incurre en excomunión.
Conocemos la existencia de los Ángeles porque Dios mismo nos la reveló; así en el Antiguo Testamento, se nos dice que cerraron el Paraíso terrestre después del pecado de Adán y Eva, protegieron a Lot en Sodoma, salvaron a Agar y a su hijo Ismael en el desierto, anunciaron a Abraham y a Sara que tendrían un hijo, detuvieron la mano a Abraham cuando iba a sacrificar a su hijo Isaac, asistieron al Profeta Elías. También continúa la intercesión de los Ángeles en el Nuevo Testamento, donde anunciaron a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista, la Anunciación de María Virgen por San Gabriel Arcángel, fueron los primeros en adorar al Divino Niño Jesús, revelaron a San José el Misterio de la Encarnación, confortaron a Nuestro Señor en el Huerto de Getsemaní, aparecieron en la Resurrección de Cristo y liberaron al Apóstol Pedro de las cadenas de Herodes.
Los Ángeles carecen de cuerpo, son espíritus puros, no están compuestos por materia. Tampoco se reproducen como los seres vivos terrenos, ni dejan de existir.
Los Espíritus Angélicos son inferiores a Dios porque son criaturas, pero están muy cerca de Él, alabando Su grandeza como Sumo Bien. Los Ángeles son superiores a los hombres porque tienen una inteligencia y una voluntad más perfecta. Pero no pueden escudriñar los pensamientos de los hombres, ni conocen su futuro.
Al crear Dios a los Ángeles les dio gratuitamente la gracia santificante, les infundió la Fe, la Esperanza y la Caridad para conocer y amar a su Creador; además les infundió las virtudes morales infusas y los dones del Espíritu Santo; los destinó para que alcanzaran el Cielo. Los sometió además a una prueba de carácter moral para que libremente alcanzaran el Cielo: muchos Ángeles permanecieron fieles a Dios, eligiendo a su Creador como fin de su existencia, por tal razón, fueron premiados por Dios con el Cielo. Por el contrario, algunos Ángeles, por soberbia, quisieron hacerse semejantes a Dios, por tal razón, Dios los castigó con las penas eternas del infierno, y pasaron entonces a ser conocidos como demonios, para diferenciarlos de los Ángeles buenos y fieles a Dios.
Algunos Santos Padres de la Iglesia han distinguido tres grupos divididos a su vez en tres jerarquías y éstas, a su vez, en tres coros:
- Los Serafines, los Querubines y los Tronos
- Las Dominaciones, las Virtudes y las Potestades
- Los Principados, los Arcángeles y los Ángeles
En la Sagrada Escritura aparecen los nombres de tres Arcángeles: San Miguel, San Gabriel y San Rafael; la Iglesia los honra con el culto de dulía o de veneración, como a todos los Ángeles. Entre ellos destaca San Miguel, Príncipe de los Ángeles, que se distingue por su fidelidad a Dios.
El Ángel Custodio o Ángel de la Guarda es aquél que Dios da a cada uno de nosotros, para que nos proteja desde su nacimiento hasta nuestra muerte y nos ayude a llegar al Cielo. Este Ángel Custodio puede actuar en nosotros de diferentes modos, sugiriéndonos buenos pensamientos y deseos, además de defendernos de muchos peligros, ya sean para el cuerpo y especialmente del alma. También nos ayuda el Ángel Custodio a resolver detalles prácticos materiales, nos alienta en las dificultades cotidianas, allanan el camino de nuestro apostolado con otras almas... su continua intercesión por nosotros hace que los Ángeles Custodios presenten a Dios nuestras oraciones y buenas obras, y a cambio, de Él nos alcanzan gracias. El Ángel de la Guarda suple nuestros olvidos y despistes y es nuestro principal aliado en nuestra santificación personal.
Entre nuestros deberes para con los Ángeles Custodios debemos tener en cuenta que debemos sentir respeto por su presencia, ser agradecidos con ellos por los beneficios que de Dios nos obtienen, al tiempo de ser confiados en la protección que nos brindan, lo que nos obliga a ser muy amigos de los Ángeles, amistad que se ha de notar en nuestro trato asiduo con Ellos y en honrarles dedicándoles oraciones y jaculatorias cada día.
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