sábado, 21 de septiembre de 2024

SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, en el 170 Aniversario del Dogma

  


               La Inmaculada Concepción es Patrona y Protectora de España desde la declaración del Rey Felipe IV en 1644, más tarde confirmada por el monarca Carlos III y por el Papa Clemente XIII en 1760.

               El Papa Alejandro VII firmó la Bula "Sollicitudo Omnium Ecclesiarum" el 8 de Diciembre de 1661, en la que le mismo Pontífice llegó a intervenir directamente, corrigiendo el texto hasta en siete ocasiones: definía el término "conceptio" y se aclaraba la festividad de la Concepción de la Virgen a favor de los "inmaculistas", tratando ya duramente a quienes sostuviesen lo contario.

               Si antes había habido festejos por todos los reinos con logros menores, ahora las celebraciones se superaban entre ellas. Y así, el 2 de Julio de 1664, la Festividad de la Concepción incorporase el rezo con octava, vigilia y ayuno; bajo el reinado de Felipe IV, la Fiesta de la Inmaculada Concepción, el 8 de Diciembre fue considerada de precepto en todos los territorios españoles, incluidos los Reinos de Ultramar, por los cuales se extendió rápidamente la devoción a la Inmaculada Concepción. En 1708, sesenta y cuatro años después de la declaración española, el Papa Clemente XI proclama que el 8 de Diciembre será fiesta de guardar en toda la Iglesia.

               Felipe IV, amigo y confidente de una monja concepcionista, la Madre Sor María de Jesús, moriría el 17 de Septiembre de 1665 sin haber logrado la definición dogmática, pero Nuestro Señor lo mantuvo firme en la defensa de su Madre en todo este camino. El Rey falleció con esa tristeza.

               Pasarían dos siglos para el Dogma, pero las Españas no abandonaron, ni por un momento, ni el fervor inmaculista ni su defensa: en la regencia de Doña Mariana de Austria, se consiguió del Papa, en 1672 que la Fiesta de la Inmaculada se elevase a rito doble con octava para las Españas; por las gestiones e instancia de Carlos II, el Papa Inocencio XII extendió esa gracia para toda la Iglesia en 1693 mediante la Bula "In Ecclesia".

               Parecía que todo estaba resuelto, pero el maculismo no había sido todavía extirpado teniendo que intervenir directamente el Rey:  pidió al rey de Francia, Luis XIV, que apoyara la iniciativa, pero Francia consideró que no era el momento.

               Con el trono español, no sólo se heredaban reinos sino también el encargo, ya secular, de lograr de Roma la declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción. Tanto era así que Felipe V, como el pretendiente al trono español, el Archiduque Carlos, se ponían bajo la protección de la Inmaculada en sus contiendas.

               En 1708, el Papa Clemente XI, mediante la Bula "Commissi Nobis", restablecía la Fiesta de la Inmaculada con carácter obligatorio para la Iglesia Universal. Pero nada más. Por parte del Papa no hubo más que negativas, amables, pero negativas al fin y al cabo. 



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