sábado, 26 de agosto de 2023

SOR MARÍA DE JESÚS CRUCIFICADO, la mística árabe

 

               María Baouardy nació el 5 de Enero de 1846 en I´billin, un pequeño pueblo de Galilea, a medio camino entre Nazaret y Haifa, en una familia Católica, de rito griego-melquita.

               Antes del nacimiento de María, sus padres perdieron hasta doce hijos que habían muerto en la infancia, uno tras otro. Confiando en Dios, decidieron hacer una peregrinación a Belén para orar en el lugar del Santo Pesebre y pedir la gracia de una hija. Finalmente nació María y un año más tarde llegó su hermano Boulos.

               María quedo huérfana de padre con apenas tres años de edad, confiándola éste al cuidado de San José, y días después fue su madre la que pereció. Una tía adoptó a su hermano Boulos y un tío rico adoptó a María.



               Durante su infancia tuvo ciertas comunicaciones celestiales como cuando en cierta ocasión, se le murieron dos pajaritos que cuidaba; María estaba muy triste cuando escuchó estas palabras en su corazón: "Mira, todas las cosas pasan, pero si quieres darme tu corazón, me quedaré contigo para siempre".

               María pudo recibir a Jesús en su Primera Comunión a los ocho años. Poco después, su tío se mudó a Alejandría con toda la familia; María tenía trece años cuando supo que su tío intentaba buscarle pretendiente para casarla, en concreto con el hermano de su esposa, pero ella se negó porque estaba decidida a ser sólo esposa de Cristo. Los intentos de persuasión, amenazas, humillaciones, malos tratos, no la harían cambiar de opinión. 

               Tres meses más tarde María contactó con un antiguo sirviente de la familia: quería valerse de él para enviar una carta a su hermano, que estaba en Galilea, para que la ayudara en el trance con su tío. Cuando el sirviente, que era musulmán, se enteró de su sufrimiento, le aconsejó que renunciara a la Fe Cristiana y se convirtiera a su religión para casarse con él mismo. María se negó, así que, furioso, sacó su espada, le cortó la garganta a María y luego la arrojó a una zanja, en una calle oscura. El martirio tuvo lugar el 7 de Septiembre del 1858, víspera de la Natividad de la Santísima Virgen.

               Pero María no murió por aquella singular herida; se despertó en una gruta, donde una mujer joven, que parecía ser una monja ya que vestía con un hábito azul. La buena mujer la cuidó, alimentó y enseñó durante cuatro semanas. Años más tarde, en 1874, en la Fiesta de Nuestra Señora de la Natividad, diría durante un éxtasis: "En este mismo día estuve con mi Madre. En este misma día consagré mi vida a María. Alguien me cortó el cuello, y al día siguiente María cuidó de mí."  

               Cuando María fue sanada, la joven la llevó a una iglesia y la ahí la dejó. A partir de ese día María iría de una ciudad a otra (Alejandría, Jerusalén, Beirut...), trabajando como siempre como una humilde empleada doméstica. 

               En Mayo de 1863, conoció en Beirut a las Hermanas de San José de la Aparición, que la animaron a que ingresara en el Noviciado que la Congregación tenía en la ciudad francesa de Marsella. Aunque María tenía por entonces diecinueve años, debido a su aspecto exterior parecía tener menos edad; hablaba mal francés y su salud era frágil, pero fue aceptada en el noviciado y estaba muy feliz de poder entregarse por completo al Señor. Siempre aceptando los trabajos más agotadores, pasó la mayor parte del tiempo en la cocina o en la lavandería. Sin embargo, dos días a la semana ella revivía místicamente la Pasión de Jesús. Recibió los sagrados estigmas (era tan simple que creía que era una enfermedad) y otro tipo de gracias extraordinarias. Algunas Hermanas estaban bastante desconcertadas, y al final de los dos años de noviciado no fue admitida en la Congregación. 

               Sin embargo, otra religiosa de la misma Congregación, la Madre Verónica, que había pedido permiso para ingresar en las Carmelitas Descalzas de Pau, la animó a acompañarla al Convento Carmelitano. Así, María tomó el hábito de Nuestra Señora el veintisiete de Julio de 1867; en el Convento de Pau encontraría siempre el amor y la comprensión para sostenerla en todos sus sufrimientos. Como novicia, recibió el nombre de Hermana María de Jesús Crucificado; sería hermana lega, porque se sentía más a gusto al servir a los demás y también porque tenía dificultades para leer la Liturgia de las Horas. 

               Desde su toma de hábito, serán continuos los éxtasis, raptos, visiones, profecías; el 24 de Mayo de 1868 sufrirá la transverberación, como Santa Teresa de Jesús. Pero la batalla espiritual fue muy grande; llegó a estar oprimida  por el Diablo. Sor María de Jesús Crucificado clama al Señor y Dios permite que su Ángel de la Guarda se "posesione" de ella y la libere de la influencia satánica.

               Cuando salía de un éxtasis sus palabras se volvieron el fruto de su vida: "Donde hay Caridad, también está Dios. Si piensas hacer el bien a tu hermano, Dios pensará en ti. Si le excavas un hoyo a tu hermano, caerás en él, éste será para ti. Pero si haces el Cielo para tu hermano, éste será para ti". 

               El don de la profecía, sus conversaciones con las Almas del Purgatorio, los ataques del Diablo o los éxtasis… a partir de todas las gracias divinas que recibió engendró ese profundo sentimiento de su nada frente a Dios: cuando se llamaba a sí misma "la pequeña nada" era realmente una expresión profunda de su ser. Eso le permitió penetrar en la profundidad inalcanzable de la Misericordia Divina, donde encontró su alegría, su gozo y su vida. "La humildad es feliz siendo nada, no está apegada a nada, y nunca se cansa de nada… ¡Bienaventurados los pequeños!". Aquí radicó la fuente de su propio abandono a las gracias más extrañas y a las circunstancias humanas más desconcertantes.

               Tres años después, en 1870, se fue con un pequeño grupo para fundar el primer Monasterio Carmelita de la India, en Mangalore. El viaje en el barco fue una verdadera aventura y tres monjas murieron antes de llegar. Pero se enviaron otras hermanas y, a fines de 1870, pudo comenzar la vida monástica. Las experiencias extraordinarias de María de Jesús Crucificado continuaron sin detenerla para efectuar los trabajos más difíciles y los problemas vinculados a una nueva fundación. 

               Durante su éxtasis, las hermanas a veces podían verla en la cocina u otros lugares con una cara radiante. A veces participó en el espíritu en los acontecimientos de la Iglesia, por ejemplo en el momento de las persecuciones en China y a veces parecía estar poseída por el Diablo, pero solo en el exterior, lo que le causaba terribles tormentos.

               Ese fue el comienzo de muchos malentendidos de quienes la rodeaban, y algunas de las Hermanas incluso dudaron de la autenticidad de sus experiencias. No obstante, al final de su noviciado hizo sus votos el 21 de Noviembre de 1871, pero las tensiones dentro del grupo la llevaron a regresar a Pau en 1872.

               Aquí, Sor María encontró de nuevo su vida sencilla de una hermana lega, rodeada por el amor de sus Hermanas, y su alma se completó. Durante algunos de sus éxtasis, a pesar de su casi analfabetismo, pero con el fervor de su gratitud hacia Dios, improvisó poemas de gran belleza, llenos de deleite oriental y encanto, en los que toda la creación canta a su Creador. En otras ocasiones, de repente se encontraba en la cima de un árbol, sobre una rama que no podía soportar ni siquiera a un pajarito, por se encontraba sostenida por el ímpetu de su alma hacia el Señor. "Todos duermen. ¡Y Dios tan lleno de gracia, tan grande, tan digno de alabanza, está olvidado! ¡Nadie piensa en Él! Mira, la naturaleza lo alaba, los cielos, las estrellas, los árboles, la hierba, todas las cosas lo alaban; y el hombre que conoce Su bondad, que debe alabarlo, duerme! Vayamos a despertar al Universo". Mucha gente acudía a ella en busca de consuelo, consejo, oraciones, regresando iluminados y fortalecidos por haberla conocido.

               Poco tiempo después de regresar de Mangalore, comenzó a hablar sobre la fundación de un Carmelo en Belén. Hubo muchos obstáculos, pero gradualmente todos desaparecieron, a veces en contra de todas las expectativas. Finalmente, Roma dio permiso el 20 de Agosto de 1875 y un pequeño grupo de Carmelitas partió a esa aventura. El Señor mismo señaló a Sor María de Jesús Crucificado la ubicación y el diseño de los edificios. 

               Como era la única hablante de árabe entre las hermanas, Sor María supervisó en particular las obras; la Comunidad comenzó a vivir en el edificio el 21 de Noviembre de 1876, mientras que continuaban las obras. 

               Más pronto que tarde, nuestra Sor María de Jesús Crucificado estaba ocupada preparando otra fundación: la del Carmelo en Nazaret. Fue allí para comprar un terreno en Agosto de 1878. Durante este viaje, tuvo una visión de la ubicación de Emaús, que luego fue comprada para el Carmelo por la benefactora Berthe Dartigaux, afamada actriz de la época.

               Al regresar a Belén continuó con la labor de supervisar las obras; por aquellos días el calor era muy agotador, por lo que Sor María de Jesús Crucificado se ocupaba personalmente en que los trabajadores del Convento no pasaran sed. En uno de esos servicios, el 22 de Agosto de 1878, por un descuido se cayó por las escaleras y se rompió un brazo; la gangrena se instaló rápidamente. A los cuatro días, ya está enferma agónica, por lo que asiste a su lecho el mismo Patriarca de Jerusalén, Monseñor Bracco; ante el Prelado pide perdón por sus faltas a la Comunidad. 

              En la última noche le traen la Sagrada Comunión como Viático. Los Capellanes le susurran que repita la jaculatoria "Jesús mío, Misericordia", a lo que ella responde: "Oh sí, Misericordia". Estas fueron sus últimas palabras. Besa la Cruz, le dan la absolución. Entró en la Vida el 26 de Agosto de 1878, a pocos meses de cumplir los treinta y tres años.



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