jueves, 1 de octubre de 2020

CON CRISTO O CONTRA ÉL

 


               "Tristes, en verdad, y con muy apenado ánimo Nos dirigimos a vosotros, a quienes vemos llenos de angustia al considerar los peligros de los tiempos que corren para la religión que tanto amáis. Verdaderamente, podríamos decir que esta es la hora del poder de las tinieblas para cribar, como trigo, a los hijos de elección (Evangelio de San Lucas, cap. 22, vers. 53)



             Sí, la tierra está en duelo y perece, inficionada por la corrupción de sus habitantes, porque han violado las leyes, han alterado el derecho, han roto la alianza eterna (Profeta Isaías, cap. 24, vers. 5). 

              De ahí que se corrompa la Santa Doctrina y que se diseminen con audacia errores de todo género. Ni las Leyes Sagradas, ni los Derechos, ni las Instituciones, ni las Santas Enseñanzas están a salvo de los ataques de las lenguas malvadas. 

               Otra causa que ha producido muchos de los males que afligen a la Iglesia es el indiferentismo, o sea, aquella perversa teoría extendida por doquier, merced a los engaños de los impíos, y que enseña que puede conseguirse la Vida Eterna en cualquier Religión, con tal que haya rectitud y honradez en las costumbres. 

               Fácilmente en materia tan clara como evidente, podéis extirpar de vuestra grey error tan execrable. Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola Fe, un solo Bautismo, entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están ellos contra Cristo, pues no están con Cristo y que los que no recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan Fe Católica y no la guardan íntegra y sin mancha… 

              Sólo los soberbios, o más bien los ignorantes, pretenden sujetar a criterio humano los Misterios de la Fe, que exceden a la capacidad humana, confiando solamente en la razón, que, por condición propia de la humana naturaleza, es débil y enfermiza. 

               ...elevemos suplicantes nuestros ojos y manos hacia la Santísima Virgen María, única que destruyó todas las herejías, que es Nuestra mayor confianza, y hasta toda la razón de Nuestra esperanza. Que ella misma con su poderosa intercesión pida el éxito más feliz para Nuestros deseos, consejos y actuación en este peligro tan grave para el Pueblo Cristiano.


Papa Gregorio XVI, Encíclica Mirari Vos

sobre los errores modernos, 15 de Agosto de 1832



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