viernes, 8 de diciembre de 2017

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA NUESTRA SEÑORA



EL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN 
DE NUESTRA SEÑORA
VERDAD ETERNA E INMUTABLE DEFINIDA POR EL PAPA PÍO IX

   Esta doctrina había penetrado en las mentes y corazones de los antepasados de tal manera, que prevaleció entre ellos la singular y maravillosísima manera de hablar con la que frecuentísimamente se dirigieron a la Madre de Dios llamándola Inmaculada, y bajo todos los conceptos Inmaculada, inocente e inocentísima, sin mancha y bajo todos los aspectos, Inmaculada, Santa y muy ajena a toda mancha, toda pura, toda sin mancha, y como el ideal de pureza e inocencia, más hermosa que la hermosura, mas ataviada que el mismo ornato, más Santa que la Santidad, y sola Santa, y purísima en el alma y en el cuerpo, que superó toda integridad y virginidad, y sola convertida totalmente en domicilio de todas las gracias del Espíritu Santo, y que, la excepción de sólo Dios, resultó superior a todos, y por naturaleza más hermosa y vistosa y Santa que los mismos querubines y serafines y que toda la muchedumbre de los Ángeles, y cuya perfección no pueden, en modo alguno, glorificar dignamente ni las lenguas de los Ángeles ni las de los hombres.

   Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene 
que la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha
 de la culpa original en el primer instante de su concepción 
por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, 
en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, 
está revelada por Dios y debe ser 
por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles.

   La Iglesia de Cristo, diligente Custodia y Defensora de los Dogmas a ella confiados, jamás cambia en ellos nada, ni disminuye, ni añade, antes, tratando fiel y sabiamente con todos sus recursos las verdades que la antigüedad ha esbozado y la Fe de los Padres ha sembrado, de tal manera trabaja por li­marlas y pulirlas, que los antiguos dogmas de la celestial doctrina reciban claridad, luz, precisión, sin que pierdan, sin embargo, su plenitud, su integridad, su índole propia, y se desarrollen tan sólo según su naturaleza; es decir el mismo dogma, en el mismo sentido y parecer.

Ineffabilis Deus
 Epístola apostólica de Pío IX
 Del 8 de Diciembre de 1854





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