sábado, 20 de abril de 2024

SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, en el 170 Aniversario del Dogma

 


               …la Virgen se ha convertido verdaderamente en madre de los vivientes mediante la gracia, Ella que era madre de quienes por naturaleza estaban destinados a la muerte 

San Pedro Crisólogo
Doctor de la Iglesia


               La Bula "Sollicitudo omnium ecclesiarum", del Papa Alejandro VII de 8 de Diciembre de 1661, definía el término "conceptio" y se aclaraba la Festividad de la Concepción de la Virgen a favor de los inmaculistas, tratando ya duramente a quienes sostuviesen lo contario.

               Si antes había habido festejos por todos los reinos con logros menores, ahora las celebraciones se superaban entre ellas. Y así, una cosa lleva a la otra: el 2 de Julio de 1664, se lograría para las Españas que la Festividad de la Concepción incorporase el rezo con Octava, Vigilia y Ayuno.

               Felipe IV moriría el 17 de Septiembre de 1665 sin haber logrado la definición dogmática, pero Nuestro Señor lo mantuvo firme en la defensa de su Madre en todo este camino. El Rey falleció con esa tristeza.

               Pasarían dos siglos para el Dogma, pero las Españas no abandonaron, ni por un momento, ni el fervor inmaculista ni su defensa: en la regencia de Doña Mariana de Austria, se consiguió del Papa, en 1672 que la Fiesta de la Inmaculada se elevase a Rito Doble con Octava para las Españas; por las gestiones e instancia de Carlos II, el Papa Inocencio XII extendió esa gracia para toda la Iglesia en 1693 mediante la Bula "In Ecclesia".

               Parecía que todo estaba resuelto, pero el maculismo no había sido todavía extirpado teniendo que intervenir directamente el Rey:  pidió al Rey de Francia, Luis XIV, que apoyara la iniciativa, pero -una vez más- Francia consideró que no era el momento.

              Con el trono español, no sólo se heredaban reinos sino también el encargo, ya secular, de lograr de Roma la declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción. Tanto era así que Felipe V, como el pretendiente al trono español, el Archiduque Carlos, se ponían bajo la protección de la Inmaculada en sus contiendas. 


María Dolores Rodríguez Godino, "Margaritas Hispánicas"



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