miércoles, 17 de abril de 2024

SÚPLICA CONFIADA A NUESTRO PADRE Y SEÑOR SAN JOSÉ

 


               San José es el receptor de la elección definitiva, de la nueva Alianza de Dios con el hombre: "José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu mujer, pues lo que se engendró en ella es del Espíritu Santo: dará a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados… José… hizo como el Ángel del Señor le ordenó y recibió consigo a su mujer, la cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un Hijo y él le puso por nombre Jesús" (Evangelio de San Mateo, cap. 1, vers. 20…). 

               ¡Altísimo encargo de Dios a San José! ¡Confianza sin límite puesta por Dios en San José! Dios confió a S. José sus tesoros más preciosos, Jesús y María. Esta conducta de Dios presupone que Dios tiene de José altísimo concepto, que lo elige para una misión única, especialísima y que le da para ello gracias excepcionales sobre toda otra gracia dada a los hombres. 

               San José, Santo Patriarca, dio su ‘Fiat’ incondicional a Dios que lo elegía para padre virginal y protector de su Hijo. Es el servicio que Dios quiso de José para incoar el misterio de la salvación del mundo. San José abrió la puerta a Dios para que Jesús pudiese entrar en el mundo según el proyecto que el Padre tenía. 

               Santa María, Esposa de José, es destinada por Dios a Madre de su Hijo uno, con uno y el mismo decreto con el que Jesús es destinado a Hijo de Dios Salvador. Luego José es destinado también por Dios en este uno y mismo decreto a la formación de su Hijo para Salvador Redentor. Esto parece debe ser así dada la estrecha unión querida por Dios en los esposos ("y serán los dos una sola carne") y el dominio que daba Dios al Esposo sobre la Esposa en el Antiguo Testamento y el destino de la esposa como ayuda adecuada al esposo. 

               San José dio su matrimonio a Dios, en completa abnegación suya, para la introducción de su Hijo en el mundo. S. José con pleno derecho legal puso el nombre de Jesús al Verbo encarnado. ¡Grande es pues su mérito, grande su dignidad! 


Padre Rodrigo Molina



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