viernes, 29 de enero de 2021

Sobre la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo... ¿quién acertará a entender las angustias que acosaron al Corazón de Jesús?

  



MEDITACIONES SOBRE LA PASIÓN 
DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

"Mira a menudo y contempla 
la imagen de Jesús Crucificado..."

Por San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia


               El Verbo Divino, amando a Su Padre infinitamente, aborrecía el pecado, por conocer bien su malicia, con infinito aborrecimiento. Y para desterrar el pecado del mundo, y para que no fuese ultrajada la Majestad de Su Padre, bajó del Cielo a la tierra y se hizo hombre, dispuesto a sufrir una muerte cruel e ignominiosa. Pero al entender que después de Su trabajo y  desvelos se habían de cometer tantos pecados en el mundo, este dolor, en concepto de Santo Tomás de Aquino, venció en intensidad y sentimiento al dolor que experimentaron todos los penitentes de sus propias culpas, y sobrepujó todas las congojas que puedan atormentar el corazón humano. La razón es clara: porque el sufrimiento en el hombre va siempre mezclado con algún alivio y consuelo, mientras que el dolor de Jesús fue puro, sin ningún refrigerio ni lenitivo.

               ¡Ah!, si yo os amase, Jesús mío, si yo os amase, me bastaría considerar lo mucho que por mí habéis padecido, para que se me tornasen agradables y llevaderos todos los dolores y oprobios y molestias del mundo. Inflamadme en vuestro Santo Amor, a fin de que sufra con alegría, o a lo menos con paciencia, los pocos trabajos que me enviéis. No permitáis que me sorprenda la muerte antes que pueda manifestaros mi agradecimiento por las muchas finezas de vuestro Amor. En todas las tribulaciones que me sobrevengan, mi deseo será repetiros sin cesar: Jesús mío, me abrazo con estas penas y trabajos para manifestaros mi amor; quiero sufrir para agradeceros y complaceros.

               Nos habla la historia de muchos penitentes que, iluminados por la Luz Divina, llegaron a comprender la malicia de sus pecados, muriendo en el acto de puro dolor. Ahora bien, ¿quién acertará a entender las angustias que acosaron al Corazón de Jesús al pasar por delante de Sus ojos todos los pecados del mundo, todas las blasfemias y sacrilegios, todas las deshonestidades y mil otros géneros de culpas que se habían de cometer en el mundo después de Su afrentosa Muerte?.

              Pues bien, todos estos crímenes, a manera de bestias feroces, se lanzaron sobre el Corazón de Jesús, para despedazarlo y consumirlo. Por esto nuestro amorosísimo Redentor, en las tristezas y agonías del Huerto, exclamaba: ¿Conque es éste, ¡oh mortales!, el pago que vais a dar al Amor infinito que estoy demostrando?. ¡Ay, si Yo advirtiese que para responder a Mi cariño aborrecierais el pecado y comenzaseis a amarme, ¡con cuánto gozo y alegría me lanzaría a la muerte por vosotros! 




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