domingo, 7 de octubre de 2018

LA BATALLA DE LEPANTO, eterno referente del Ideal Católico





EL ORIGEN DEL CONFLICTO

                Los musulmanes ya habían arrasado con la cristiandad en el norte de África, en el medio oriente y otras regiones. España y Portugal se habían librado de la influencia islámica después ocho siglos de lucha. La amenaza se cernía una vez mas sobre toda Europa. Los turcos se preparaban para dominarla y acabar con el Cristianismo. 

                El Papa San Pío V trató de unificar a los cristianos para defender el continente pero contó con muy poco apoyo. Por fin se ratificó una alianza en Mayo del 1571 entre España, Venecia, Génova y Roma, aunque la responsabilidad para evitar el desastre cayó principalmente en Felipe II. Para evitar rencillas, se declaró al Papa como Jefe de la Liga Cristiana, Marco Antonio Colonna como general de los galeones y Don Juan de Austria, generalísimo. 

                 El Papa envió su Bendición Apostólica y predijo la victoria. Ordenó además que sacaran a cualquier soldado cuyo comportamiento pudiese ofender al Señor. San Pío V, miembro de la Orden de Santo Domingo y consciente del poder de la Devoción al Rosario, pidió a toda la Cristiandad que lo rezara y que hiciera ayuno, suplicándole a la Santísima Virgen Su Auxilio ante aquel peligro.


LA BATALLA DE LEPANTO

                Poco antes del amanecer del 7 de Octubre la Liga Cristiana encontró a la flota turca anclada en el puerto de Lepanto. Al ver los turcos a los cristianos, fortalecieron sus tropas y salieron en orden de batalla. En la bandera de la nave capitana de la escuadra cristiana ondeaban la Santa Cruz y el Santo Rosario. Don Juan de Austria dio la señal de batalla enarbolando la bandera enviada por el Papa con la imagen de Cristo Crucificado y de la Virgen y se santiguó. Los generales cristianos, siguiendo su piadoso ejemplo animaron a sus soldados y dieron la señal para rezar.

               El combate fue de igual a igual si bien los turcos tenían una ligera ventaja numérica en galeras (221 contra 207) y 1.000 hombres más. Además, sobre su armamento Rufo relató en La Austriada que contaban con “Bombas de fuego, máquinas terribles de alquitrán, que en el agua más se enciende; astas y flechas, llenas de empecibles; yerbas, cuyo veneno presto ofende; Arcabuzes, mosquetes insufribles, cañones, de quien nadie se defiende; Y mucha confianza en la batalla, que es la mejor ventaja que hay”.

               La Liga Santa resultó vencedora de una batalla que frenaba el avance musulmán por el Mediterráneo. Una lucha que dejó 7.650 cristianos muertos y más de 30.000 otomanos ya fuera ahogados o por arma blanca o de fuego. Otros 8.000 berberiscos fueron hechos presos y se liberó a 12.000 esclavos que bogaban en las galeras turcas.




EL PAPA SAN PÍO V TUVO UNA VISIÓN DE LA VICTORIA

              Durante la batalla, en Roma se hizo procesión del Rosario en la Iglesia de Minerva en la que se pedía por la victoria. El Papa estaba conversando con algunos Cardenales pero, de repente los dejó, se quedó algún tiempo con sus ojos fijos en el cielo, cerrando el marco de la ventana dijo: "No es hora de hablar más sino de dar gracias a Dios por la victoria que ha concedido a las armas cristianas". Este hecho fue cuidadosamente atestado y e inscrito en aquel momento y después en el proceso de canonización de Pío V.

LA VIRGEN DE GUADALUPE ACOMPAÑA EN LA BATALLA

                 Uno de los comandantes principales del bando cristiano era Andrea Doria; cristiano ejemplar, quiso llevar como insignia en su barco una bandera con la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de México, que se había aparecido en 1531 al indio Juan Diego. Se conserva esta santa bandera en la Iglesia de Santo Stefano d´Aveto en Génova.




INSTITUCIÓN DE LA FIESTA DEL ROSARIO

              En gratitud perpetua a Dios por la Victoria de Lepanto, el Papa San Pío V instituyó la Fiesta de la Virgen de las Victorias y a las Letanía de Nuestra Señora añadió "Auxilio de los cristianos"; fue el Papa Gregorio XIII quien en 1573 definió su nombre actual como Nuestra Señora del Rosario, para el primer Domingo de Octubre y el Papa San Pío X fijó su celebración para el 7 de Octubre, día de la Batalla de Lepanto.



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