jueves, 20 de abril de 2023

JESUCRISTO, MODELO DIVINO DEL SACERDOTE. Parte II

 

               ...si el Sacerdote debe vivir entre los hombres, no debe vivir como un simple hombre. Para que sus hermanos tengan confianza en él y puedan apoyarse en él, es necesario que le vean superior a ellos, más fuerte que ellos, más iluminado, más puro, más libre, mejor y realmente Santo. 



               El Sacerdote de Jesús llegará a transformar su corazón estudiando el de su Divino Modelo y apropiándose sus virtudes. Por eso, que vaya a ese Corazón Divino, que entre en Él con la meditación amorosa, y, sobre todo, que se deje penetrar de las influencias vitales que de Él emanan. Trate de pensar como su Divino Maestro, amar como Él, vivir como Él; que con la unión, llegue a ser un mismo Sacerdote con Jesús, un mismo corazón con Su Corazón. 

               Jesucristo, Dios y Hombre, encierra en Sí la plenitud de dones y virtudes. Pero de todas las perfecciones que posee, algunas pueden ser llamadas más especialmente perfecciones de Su inteligencia, otras, perfecciones de Su Corazón, otras, perfecciones externas. Por ejemplo, Su Ciencia Divina, Su Sabiduría, son más bien perfecciones de Su Espíritu y de Su Inteligencia, mientras que Su Caridad y Misericordia parecen perfecciones de Su Corazón, y la incomparable Modestia y atractivo de Su Divina Persona pueden considerarse perfecciones externas. 

               Sin embargo, si consideramos a Su Sagrado Corazón como el símbolo, órgano y tabernáculo de Su Amor Infinito, si pensamos que este Amor es principio y motor de Sus actos, de Sus palabras y de Su Vida de Salvador, ya no temeremos llamar virtudes y perfecciones de Su Corazón a todo lo que admiramos en Él. 

               Cuando Jesús llama a los Sacerdotes hacia Su Corazón, los llama a la Fuente del Amor, los invita a que vayan a beber en las fuentes de la Caridad Divina; pero quiere también con ello atraerlos al estudio de Sus divinas perfecciones. Quiere a Sus Sacerdotes, a Sus predilectos, semejantes a Él, Santos como Él, buenos como Él, realmente formados en Su Corazón. 

               Entre las adorables virtudes de ese Divino Corazón, algunas parecen ser particularmente las virtudes sacerdotales de Jesús. Las practicó en sus relaciones de Sacerdote con el Padre Celestial y con las almas; e incluso algunas las practicó sólo para servir de ejemplo a quienes, después de Él, debían continuar Su Obra de Sacerdotes y Apóstoles en el mundo. 

               Oh, Jesús, Maestro adorado, descubre Tú mismo a los Sacerdotes Tus admirables virtudes. Son adorables porque son divinas, pero pueden imitarse porque son también humanas. Con la fortificante unción de Tu gracia, las has hecho accesibles a la debilidad del hombre, y cuando marcas a Tus elegidos con el Carácter Sagrado que Contigo los hace Sacerdotes por toda la Eternidad, al mismo tiempo los revistes de luz y fuerza. Deja reposar en Tu Corazón a quienes quieres asociar a Tu Obra, y concédeles que sientan Tus sagrados latidos. Es más, hazlos entrar en la intimidad de Tu Corazón mediante una santa contemplación. Que beban en esta Divina Fuente de Amor y de verdad el espíritu del Sacerdocio: espíritu de oración y sacrificio, espíritu de celo y dulzura, espíritu de humildad y pureza, de misericordia y amor. ¡Así sea!.


Madre Luisa Margarita Claret de la Touche


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