sábado, 2 de octubre de 2021

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS

 



Dico enim vobis quia Angeli eorum 
in Caelis semper vident faciem Patris Mei

Evangelio de San Mateo, cap. 8, vers, 10


Os digo que sus Ángeles en el Cielo
están siempre mirando el rostro de Mi Padre


               Desde que tenemos uso de razón en nuestros hogares cristianos se nos infunde la devoción al Ángel de nuestra Guarda y se nos recomienda que no demos oído al ángel malo que nos instigará al pecado y que tratemos de oír siempre al Ángel bueno que nos inspirará lo que hemos de hacer y hemos de evitar.

               Es doctrina comúnmente admitida que, al nacer, el Señor ya nos señala un Ángel para nuestra custodia y que cada familia, cada pueblo, cada Nación tienen su propio ángel. El sabio Orígenes ya decía algo parecido en el siglo III: «Sí, cada uno de nosotros tenemos un Ángel que nos dirige, nos acompaña, nos gobierna, nos amonesta y presenta a Dios nuestras plegarias y buenas obras».

               Es Dogma de Fe la existencia de los Ángeles, definido en el IV Concilio de Letrán y en el Concilio Vaticano I, por tanto, la creencia en los Ángeles es obligada a todo Católico; quien niegue su existencia con pertinacia comete pecado mortal e incurre en excomunión, apartándose por sí mismo de la Iglesia de Cristo.

              A ellos nos debemos encomendar cada día, desde el amanecer hasta el momento de irnos a descansar por la noche; si nos acostumbramos a llamarles, a rezarles y sobre todo, aprendemos a confiar en su intercesión, veremos cómo cualquier dificultad se resuelve mejor de lo esperado y todo sufrimiento redunda en beneficio propio y de las almas, pues nuestro Ángel Custodio, será testigo de nuestras buenas obras y de ellas dará cuenta ante el Tribunal de Dios. Sentencia San Basilio que "cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducir su vida".

               Pero si de veras quieres ser amigo y devoto de los Santos Ángeles, podré confiarte un lugar donde seguro vas a encontrar miles de ellos... el Sagrario. El Bendito Tabernáculo donde Jesús Sacramentado se ha quedado encerrado con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, deseoso de entrar en nosotros en la Sagrada Comunión; justo allí, en esa Prisión de Amor, se encuentra el Rey de Reyes y Señor de Señores, y con Él y en torno a Su Majestad, su Corte y Noble Guardia formada por miles de almas angélicas, que le adoran día y noche, sin cansancio y con el fervor que jamás entenderemos en esta vida terrena. Nuestro Señor mismo reveló a la mística Santa Matilde que tres mil Ángeles del séptimo Coro, los conocidos como Tronos, están siempre presentes en devota adoración alrededor del Sagrario, donde está reservado el Santísimo Sacramento.



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