sábado, 2 de noviembre de 2024

LOS FIELES DIFUNTOS, LA IGLESIA PURGANTE

  

"La pena más insignificante 
en el Purgatorio es muy superior 
a la mayor que hayamos 
de soportar en esta vida" 

Santo Tomás de Aquino


               Después que la Santa Iglesia, como Madre buena de todos, se ha esforzado por honrar con dignas alabanzas a aquellos hijos suyos que se alegran en el Cielo, quiere ayudar también con sus solícitos ruegos a las Almas que todavía están retenidas en el Bendito Purgatorio, intercediendo por Ellas ante su Señor y Esposo Cristo para que, cuanto antes, puedan gozar de la compañía de los Santos en la Gloria.




               Hoy es un día de maternal y amorosa solicitud de la Iglesia por sus muertos. También el pensamiento de un día consagrado al recuerdo de los difuntos es muy antiguo: San Isidoro, hacia el año 600, escribiendo su Regla Monástica, señalaba un día, el que sigue a Pentecostés, para ofrecer Misas y sacrificios por todos los hermanos desparecidos. Cuando los Clunicenses entraron en España, a finales del siglo X, encontraron en ella esta costumbre, y el Abad de Cluny, San Odilón, que murió en 1048, la extendió a todos los monasterios de la Orden Benedictina, de los cuales la tomaron todas las iglesias de Occidente.


"Aquel fuego purificador resulta 
mucho más terrible que cuanto 
pueda sufrirse en esta tierra" 

San Agustín de Hipona


                 Entremos nosotros en el espíritu de nuestra Madre la Iglesia y recordemos en este día a nuestros Difuntos con un amor afectivo y efectivo. Ellos sufren ahora en el lugar de la purificación, tienen que expiar por medio del dolor de la pena de sus pecados. La Iglesia conoce la necesidad, el desamparo y la impotencia en que se encuentran, por eso, llena de compasión por Ellos, quiere que nosotros nos asociemos cordialmente a esta compasión suya; pero nuestra compasión, como la de la Iglesia, debe ser efectiva.

               Podemos y debemos ayudar a las Benditas Almas del Purgatorio con la intercesión, con la limosna, con el ofrecimiento de nuestras obras y, sobre todo, con el Sacrificio de la Misa. Cada Sacerdote puede este día decir hasta tres Misas, y todos los buenos Cristianos deben asociarse a este triple Sacrificio, para que, desde el Altar, fluya hasta el Purgatorio un torrente de Gracia.

               La Iglesia no define con toda claridad si en el Purgatorio existe ciertamente un fuego real que atormenta y purifica a las Almas. De acuerdo con las enseñanzas de San Agustín, San Jerónimo, San Ambrosio, San Cipriano, el Venerable Beda y otros, hablan del fuego purificador del Purgatorio. San Ambrosio utiliza expresiones tales como "ardere", "uri", "exuri", es decir, arder. En Santo Tomás de Aquino encontramos la expresión "ignis purgatorius", fuego purificador, con la que suele describir el lugar de purificación. Enseña el Doctor Angélico que allí las almas, ab igne corporali puniuntur, esto es, son castigadas con un verdadero fuego material.

               San Buenaventura explica el fuego del Purgatorio como un ignis corporalis, un fuego real, y además añade: "Las Almas del Purgatorio son castigadas por medio de un fuego material, por todas aquellas faltas que no expiaron suficientemente en la tierra; fuego que las atormenta más o menos de acuerdo con lo que les quede que expiar... Por ello la Justicia Divina exige que el espíritu sea castigado por el fuego material, de manera que así como el alma se une con el cuerpo para dar a éste la vida, según el orden de la naturaleza, así el alma sea purificada por el fuego, según el orden de la justicia".

               San Agustín es de la misma opinión cuando argumenta "Aun cuando las almas estén separadas de sus cuerpos, son, sin embargo, purificadas por el fuego de manera maravillosa e imposible de expresar, no para servirse del mismo a modo de sustento, sino para recibir del mismo la pena o castigo que se merecen".




"No es posible encontrar palabras, representaciones ni figuras 
para explicar los tormentos de las Almas del Purgatorio. 
Su sufrimiento es tan extraordinario 
que no hay lengua que pueda expresarlo, 
ni inteligencia capaz de comprenderlo, 
si Dios no se lo manifestase con Su inmensa Bondad" 

Santa Catalina de Génova 


               Entre los detractores del Dogma del Purgatorio, se suele formular la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que un alma separada del cuerpo, o sea, una esencia espiritual, pueda sufrir la poena sensus, pena de sentido,  y sobre todo, la pena del fuego?. El Papa San Gregorio Magno explica: "Esto puede suceder de dos maneras. Se puede considerar al fuego en sí y por sí como fuego natural; en dicho caso, naturalmente que no puede obrar sobre las almas. Pero también se le puede considerar como instrumento de la Justicia punitiva de Dios, que exige que las almas, que por el pecado se apegaron a los objetos sensibles, estos mismos les sirvan de pena y castigo. Así como un instrumento no obra tan solo por su propia fuerza, sino también por medio de la misma fuerza impulsora, así no es contrario a la razón suponer que este fuego material, al ser impulsado por un agente espiritual, actúe efectivamente sobre las almas, lo mismo que el Santísimo Sacramento por medio de signos, exteriormente comprobados, produce la santificación de las almas".

               Este fuego del Purgatorio no es ciertamente fuego terreno, sino un fuego especial y característico, preparado por el mismo Dios, como instrumento de Su Justicia, un fuego que atormenta el alma, pero que no destruye en absoluto su sustancia misma.




viernes, 1 de noviembre de 2024

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS, BIENAVENTURADOS Y MÁRTIRES de la Iglesia Triunfante

  

"Temed al Señor todos Sus Santos, 
porque nada les falta a quienes Le temen. 
A los que buscan al Señor 
no les faltará bien alguno"


Salmo 33



              La Santa Iglesia ha tributado veneración a los fieles seguidores de Nuestro Señor Jesucristo: en los primeros siglos, a los Mártires, a continuación, a los confesores; señaló sucesivamente en el curso del año un día para la conmemoración de cada Santo.

              Hacia el año 609, no siendo posible tener un día para cada Santo, comenzó en varios lugares la celebración de esta Fiesta de Todos los Santos, conocidos o ignorados.

              El Papa Gregorio IV en el año 835, extendió esta festividad a la Iglesia Universal.


EL CAMINO DE LA SANTIDAD

Si alguien quiere venir Conmigo, 
niéguese a sí mismo...


               El Espíritu Santo va iluminando a las personas espirituales los medios para llegar a la Santidad. Les enseña a cumplir aquello que decía San Pablo: "Castigo mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros el camino de la Santidad, yo me quede sin llegar a conseguirla" (I Carta a los Corintios, cap. 9, vers. 27).

               A las almas que desean llegar a la Santidad, el Divino Espíritu les recuerda frecuentemente aquellas palabras de Jesús: "Si alguien quiere venir Conmigo, niéguese a sí mismo, acepte su cruz de sufrimientos de cada día, y sígame"(Evangelio de San Mateo, cap. 16, vers. 24). 

               Existen almas imprudentes que consideran como lo más importante para adquirir la Perfección y la Santidad, el dedicarse a obras exteriores.

               Para muchas almas el dedicarse totalmente a obras exteriores les hace más daño que bien para su espíritu, no porque esas obras no sean buenas y recomendables, sino porque se dedican de manera tan total a ellas que se olvidan de lo esencial y más necesario que es reformar sus pensamientos, sus sentimientos y actitudes, no dejar que sus malas inclinaciones se desborden libremente; éstas les exponen a muchas trampas y tentaciones de los enemigos del alma. En este caso sí que se podría repetir la frase que San Bernardo le escribió a su antiguo discípulo Eugenio, que era Sumo Pontífice en ese entonces: "Malditas ocupaciones" las que te pueden apartar de la Vida Espiritual y la santificación de tu alma.



               Los enemigos de nuestra salvación, viendo que la cantidad de ocupaciones que nos atraen y nos apartan del verdadero camino que lleva a la santidad, no sólo nos animan a seguirlas practicando, sino que nos llenan la imaginación de quiméricas y falsas ideas, tratando de convencernos de que por dedicarnos a muchas acciones exteriores ya con eso nos estamos ganando un maravilloso paraíso eterno (olvidando lo que decía un Santo: "Ojalá se convencieran los que andan tan ocupados y preocupados por tantas obras exteriores, que mucho más ganarían para su propia Santidad y para el bien de los demás, si se dedicaran un poco más a lo que es espiritual y sobrenatural; de lo contrario todo será lograr poco, o nada, o menos que nada, pues sin Vida Espiritual se puede hasta llegar a hacer más daño que bien").

               Existe otra trampa contra nuestra Vida Espiritual, es que durante la oración se nos llene la cabeza de pensamientos grandiosos y hasta curiosos, agradables acerca de futuros apostolados y trabajos por las almas, y en vez de dedicar ese tiempo precioso a amar a Dios, a adorarlo, a pensar en sus perfecciones, a darle gracias y a pedirle perdón por nuestros pecados, nos dediquemos a volar como varias mariposas por un montón de temas que no son oración, y aun como moscardones a volar con la imaginación, por los basureros de este mundo.


EL COMBATE ESPIRITUAL
por el Padre Lorenzo Scúpoli