jueves, 19 de enero de 2023

PARA QUE SEÁIS MÍOS

    


              El Sacerdote es Ministro de Dios, encargado de desempeñar dos funciones en extremo nobles y elevadas, a saber: honrarlo con sacrificios y santificar las almas. Todo pontífice escogido de entre los hombres es constituido en pro de los hombres, cuanto a las cosas que miran a Dios, para ofrecer dones y sacrificios por los pecados (San Pablo a los Hebreos, cap. 5, vers. 1). Santo Tomás escribe acerca de este texto enseña: “Todo Sacerdote es elegido por Dios y colocado en la tierra para atender no a la ganancia y riquezas , ni de estimas, ni de diversiones, ni de mejoras domésticas, sino a los interés de la Gloria de Dios” (Hebr. cap. 5, vers. 1). 

               Por eso las Escrituras llaman al Sacerdote "Hombre de Dios" (1 Carta de San Pablo a Timoteo, cap. 6, vers. 11), hombre que no es del mundo, ni de sus familiares, ni siquiera de sí propio, sino tan solo de Dios, y que no busca más que a Dios. 

               A los Sacerdotes se aplican, por tanto las palabras de David: "Tal de los que le buscan es la estirpe" (Salmo 25, vers. 6); esta es la estirpe de los que buscan a Dios solamente. Así como en el Cielo destinó Dios ciertos Ángeles que asistiesen a su Trono, así en la tierra, entre los demás hombres, destinó a los Sacerdotes para procurar Su Gloria. 

                Por esto les dice el Levítico "Os he separado de entre los pueblos para que seáis míos" (Levítico, cap. 20, vers. 26).. San Juan Crisóstomo dice: "Dios nos eligió para que seamos en la tierra como Ángeles entre los hombres" (...). Y el mismo Dios dice: "En los cercanos a Mí me mostraré que Soy Santo" (Levítico, cap. 10, vers. 3); es decir, como añade el intérprete "Mi Santidad será conocida por la santidad de Mis Ministros."


San Alfonso María de Ligorio
Doctor de la Iglesia



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