lunes, 19 de agosto de 2024

MUCHAS ALMAS VAN AL INFIERNO

 



               El día 13 de Agosto de 1917 tenía que haberse dado la cuarta Aparición de la Virgen Nuestra Señora en Fátima, pero los videntes no pudieron comparecer en Cova de Iría, pues fueron retenidos por el Administrador de Vilanova de Ourem, que a la fuerza quiso arrancarles el Secreto que Nuestra Señora les había confiado; los niños permanecieron firmes y se negaron a revelarlo, aún bajo amenazas de muerte.

              Al mismo tiempo, a la hora de costumbre, se oyó en Cova de Iría un trueno, al que siguió un relámpago; los devotos que asistieron al lugar pudieron observar una pequeña nube blanca que se posó algunos minutos sobre la encina; se observaron también fenómenos cromáticos de diversos colores, proyectados en el rostro de los presentes, en sus ropas, en los árboles y también en el suelo. Nuestra Señora ciertamente había venido, pero no encontró a los videntes...

              Transcurridos unos días de ser liberados, el 19 de Agosto, Lucia estaba con Francisco y otro primo en el lugar llamado Valinhos, propiedad de uno de sus tíos, cuando a eso de las cuatro de la tarde, comenzaron a producirse las alteraciones atmosféricas que precedían a las apariciones de Nuestra Señora en Cova de Iría: un súbito refrescar de la temperatura, un oscurecimiento del sol y el característico relámpago. Lucía, sintiendo que algo sobrenatural se aproximaba y los envolvía, mandó llamar rápidamente a Jacinta, que llegó a tiempo de ver a la Virgen aparecerse sobre una encina un poco mayor que la de Cova de Iría.

              Lucía: ¿Qué quiere Vuestra Merced de mí?

               Nuestra Señora: Quiero que continuéis yendo a Cova da Iría el día 13 y que sigáis rezando el rosario todos los días. El último mes haré el milagro para que todos crean.

               Lucía: ¿Qué desea que hagamos con el dinero que deja la gente en Cova de Iría?

               Nuestra Señora: Que hagan dos andas. Una la llevas tú con Jacinta y otras dos niñas vestidas de blanco, y la otra que la lleve Francisco y otros tres niños. Las andas son para la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario. El dinero que sobre, es para ayuda de una capilla que mandarán hacer.

               Lucía: Quería pedirle la curación de algunos enfermos.

               Nuestra Señora: Sí, a algunos curaré durante el año. Y tomando un aspecto más triste, les recomendó de nuevo la práctica de la mortificación, diciendo, al final: Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que muchas almas se van al Infierno por no haber quien se sacrifique y pida por ellas.

               Y, como de costumbre, Nuestra Señora comenzó a elevarse en dirección al este.

               Los videntes cortaron ramas del árbol sobre el cual Nuestra Señora se había aparecido, y las llevaron a casa. Las ramas exhalaban un perfume singularmente suave.  



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