sábado, 7 de julio de 2018

PRIMER SÁBADO: Desagravio de Amor al Corazón de María







MANERA DE REALIZAR LOS CINCO PRIMEROS SÁBADOS


          La Devoción de los Primeros Sábados, tal como la pidió Nuestra Señora de Fátima, lleva la aseguranza de la salvación. Para sacar ganancia de tan grande Promesa de la Virgen Purísima, sin embargo, debe entenderse bien la Devoción y llevarse a cabo debidamente. Los requisitos, según los estipuló nuestra Señora, son:



-Confesión

-Comunión

-Cinco Misterios del Santo Rosario

-Meditación sobre uno o más de los Misterios del Rosario por un cuarto de hora

-Hacer todas estas cosas en el espíritu de reparación al Inmaculado corazón de María.  

-Observar estas prácticas el primer sábado de cinco meses consecutivos.




ENTENDAMOS los requisitos que pidió Nuestra Señora

1. Confesión. Una confesión reparadora significa que la confesión no solo debe ser buena (válida y lícita), sino que debe también ofrecerse en el espíritu de reparación, en este caso, al corazón inmaculado de María. No hay necesidad de informar al propio confesor, pero la intención de ofrecerla en reparación debe hacerse cuando menos antes de recibir la absolución, y esto puede ser en camino a confesión o incluso unos días antes al decidirse hacerla.

           Esta confesión puede hacerse el mismo primer sábado o algunos días antes o después del primer sábado, y puede asociarse con otra devoción. Así, la confesión hecha en relación a la devoción del primer viernes puede ofrecerse como confesión reparadora al corazón inmaculado de María en conexión con la devoción del primer sábado.

2. Comunión. La C
omunión de reparación debe ser sacramental (bajo una especie, o dos en el caso de los ritos orientales), debidamente recibida y con la intención de hacer la reparación. Esta ofrenda, como la confesión, es un acto interior y, por tanto, no se necesita ninguna acción externa para expresar la intención. La Comunión debe hacerse dentro de las 24 horas del primer sábado. Por causas justas, aprobadas por un sacerdote, la persona puede recibir la comunión el siguiente día, el Domingo después del Primer Sábado (concesión concedida por el mismo Jesucristo).

           La Comunión Espiritual no satisface esta condición.

3. El Santo Rosario. El Rosario aquí mencionado fue indicado con la palabra portuguesa terzo, que por lo común se emplea para denotar un rosario de cinco décadas, ya que forma un tercio del rosario de quince décadas. Esto también debe rezarse en el espíritu de reparación. Es costumbre meditar los sábados sobre los Misterios Gloriosos, pero nada impide que se medite sobre los Misterios Gozosos o Dolorosos. De hecho, en algunos casos, puede que sea mejor meditar sobre otros misterios. Lo importante es rezar bien el Rosario, haciendo lo mejor para estar atento y para meditar sobre cada Misterio durante cada decena. Como en los otros casos, debe tenerse la intención de ofrecer el rosario en reparación al inmaculado corazón, cuando menos al comienzo del rosario.

4. Meditación por un cuarto de hora. Como ya se indicó, la meditación puede ser sobre un solo Misterio por 15 minutos, o todos los 15 Misterios deteniéndose en cada uno por alrededor de un minuto, o, nuevamente, sobre dos o más Misterios durante el período. Esto también se puede hacer antes de cada decena, deteniéndose tres o más minutos para considerar el Misterio de la década particular. Esta meditación debe asimismo hacerse en el espíritu de reparación al Inmaculado Corazón de María.

          La meditación consiste en repasar los acontecimientos como si uno estuviera allí presente, o en considerar lo que uno podría haber hecho si se hubiera estado presente durante los sucesos; y en decidir cambiar, según la lección enseñada en el Misterio, el comportamiento propio en casa, en el trabajo, en el tratamiento con la gente, etc.

5. El espíritu de reparación.Todos estos hechos, como ya se dijo arriba, han de hacerse con la intención de ofrecer reparación al Inmaculado Corazón de María por las ofensas cometidas contra Ella. Todo el que la ofende, comete, por decir así, una doble ofensa, pues estos pecados también ofenden a su divino Hijo, Jesucristo, y, por consiguiente, hace peligrar la salvación de su alma. Dan mal ejemplo a otros y debilitan las fuerzas de la sociedad para resistir las arremetidas inmorales. Tales devociones, por tanto, nos hacen considerar no solo la enormidad de la ofensa contra Dios, sino también el efecto de los pecados sobre la sociedad humana, así como la necesidad de deshacer estos efectos sociales aun cuando el ofensor se arrepienta y se convierta. Además, esta reparación subraya nuestra responsabilidad para con pecadores que, por sí mismos, no rezarán ni harán reparación por sus pecados.






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