martes, 23 de abril de 2024

EL BESO DEL TRAIDOR SOBRE LA FAZ DE JESÚS

 

Oh, Faz adorable, 
besada por Judas el traidor, 
ten piedad de nosotros


               Jesús, habiendo terminado su oración, regresó donde sus discípulos y les dijo "Levantaos, vamos ; mirad, está cerca el que habrá de traicionarme". Apenas había terminado de hablar, cuando Judas se presentó a la cabeza de una tropa armada con espadas y antorchas, para llevarse al Señor conforme el signo que les había dado a ellos... "Aquél, a quien yo bese, ése mismo es, lleváoslo rápidamente". Y mira que el traidor en verdad se acerca a Jesús, y le da un beso infame sobre Su augusta Faz, diciendo "Te saludo, Maestro", ¡qué hipocresía y qué ultraje! 

               Nuestro Señor había colmado a Judas con bondad, lo había llamado a la gloria del apostolado, lo había honrado con el don de realizar milagros, y había confiado a su cuidado los recursos de los que podía disponer el rebaño que le había seguido. 

               Después de haberle lavado sus pies, lo había admitido al primer banquete eucarístico y se le había dado Él mismo en la Santa Comunión... ¡Que Comunión sacrílega, oh, Buen Maestro, ¡y que terrible el resultado de ella! ¡El ultraje infringido sobre Jesús por el traidor se dirige a Su Corazón, y se manifiesta en Su Santa Faz!. 

               Cuán dolorosa para el Salvador fue la traición de Su apóstol. Jesús la recibe y Él aún llama a Judas su amigo "Amice, ad quid venisti?" (Evangelio de San Mateo, cap. 26, vers. 50).

               Era tanto como para decirle "Aunque ya no Me amas más, Yo siempre te amo, y Mi Corazón permanece abierto para ti, a pesar de la vergüenza que cubre Mi Rostro". 

               Perdón, Señor, perdón, mil veces, perdón por el beso traidor. Ah, ojalá con mi amor consolara Tu Corazón, y por mis reparaciones lavara Tu Faz divina por las afrentas recibidas en el Huerto de la Agonía. 

              ¡Cuántas veces, ah! ¡no ha sido renovado el beso de Judas! Conozco un hombre, oh, Dios mío, a quien colmaste con el exceso de Tu ternura, y en cuya alma, sumergida en la inmundicia del pecado, Te compadeciste. Tú la alzaste y la sumergiste en el baño de la Salvación, la acercaste a Tu Corazón, y la alimentaste en Tu mesa con el Pan de los Ángeles, y todavía este hombre Te traiciona. Y este pecador soy yo mismo, oh Señor, yo que he despedazado Tu Corazón, con mi ingratitud, y con mis iniquidades. He cubierto Tu Faz adorable de vergüenza. 

               Por último, no me permitas traicionarte con una Comunión sacrílega, con un beso hipócrita. Ah, Señor, sería mejor para mí morir mil veces que de nuevo traicionarte. Inclina sobre mí Tu Faz misericordiosa. Que escuche, caer de Tus labios, la dulce palabra pronunciada en el huerto "Amice", amigo... Sí, Jesús, de ahora en adelante, seré Tu amigo. ¡Qué insensatez traicionarte por una locura pasajera de orgullo, de sensualidad y de avaricia!. ¿En mi última hora que habré cosechado de ello?

               Amarte como un fiel apóstol, tal debe ser el pósito de mi vida; reparar los ultrajes que Te he infringido, será de ahora en adelante mi única ocupación, para que un día pueda escuchar pronunciar de Tus labios, ya no más un amable reproche, sino lleno de ánimo y salvación "Amice, ad quid venisti?" Y yo responderé "¡Señor, a alabarte, a amarte, a bendecirte por toda la Eternidad!


Jaculatoria para repetir a lo largo de hoy...

"Osculetur me osculo oris Sui".  
Que me bese con los besos de Su boca 
(Cantar de los Cantares, 1, 1)


Tomado del libro "Un mois en l'honneur de la Sainte Face",
por el Sacerdote Jean-Baptiste Fourault, 
editado por vez primera en 1903




lunes, 22 de abril de 2024

SE PIENSA EN EL CIELO DONDE SE VIVE LA FELICIDAD PERFECTA, por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo de Las Batuecas, capítulo VII, punto 37-38

 

               Mi pensamiento se pregunta: ¿Qué es el Cielo? ¿Dónde está el Cielo? ¿Cómo es el Cielo? Si el Cielo es mi deseo, si he sido criado para el Cielo, ¿no podré saber lo que es y dónde está y sus delicias antes de que Dios me lleve a él? ¿Qué noción o qué detalles puedo tener del Cielo? ¿Cómo viviré en el Cielo? ¿Qué hombre mortal no se hace esta misma pregunta y desea su aclaración?.



               Porque no son solos los Santos ni solos los Cristianos quienes piensan en el Cielo y discurren sobre el Cielo, y aun debiéramos pensar mucho más. También los paganos han pensado y discurrido sobre el Cielo, y lo han deseado. Sus filósofos han descrito el Cielo, aunque muy pobre y erróneamente, como era pobre y erróneo el concepto de los que ellos tenían por dioses, seres muy humanos y con pasiones desordenadas, como formados por la mente del hombre. No tenían la Verdad revelada en el Evangelio y habían recibido muy enturbiada la revelación primitiva. 

               Las potencias del hombre no pueden remontarse hasta lo sobrenatural si Dios no las levanta, ni pueden comprenderlo hasta que no lo posean en el Cielo. Ni los filósofos ni la gente sencilla podían tener una idea sobrenatural del Cielo. Sus conceptos y descripciones, por hermosos y levantados que fueran, no dejaban de ser humanos, naturales y a la manera humana natural. Sus descripciones del Cielo son de una belleza natural y de la satisfacción de las conversaciones con personas cultas y de recreos y diversiones placenteras. No podían concebir el Cielo sobrenatural que nos enseña la Fe a los Cristianos, ni conocían los adelantos de los inventos actuales para poder soñar con sus encantos. 

               Aun con la Fe y con la Revelación, muchos cristianos no conciben nada más que las delicias de un cielo material y social, no las sobrenaturales de Dios. Bellas y emocionantes ideas expuso Platón sobre la inmortalidad del alma y sobre la vida feliz que viviría después de la muerte. 

               Los Padres y Doctores de la Iglesia y la Teología Cristiana han recogido algunas ideas verdaderas de su filosofía para ayudarse con ellas a explicar el concepto sobrenatural de Dios y del Cielo. Pero ni la inteligencia de Platón ni la de Aristóteles, ni la de filósofo alguno, pudieron volar hasta percibir la Luz de la Verdad total y sobrenatural, como nos enseña la Fe. No lo ha alcanzado el hombre con sólo su discurso. Lo ha enseñado Dios. Es verdad revelada, y porque lo creen, lo saben hasta los niños que viven la Fe. 

               Los Santos, afianzados en la Fe, aun careciendo a veces de formación científica, llegaron a tener una idea inmensamente alta, clara y sobrenatural de la Luz purísima de Dios y juntamente del Cielo. Era luz especial comunicada por Dios. Porque tenían tan alto conocimiento de Dios, tenían ansias muy crecidas e incontenibles de ir al Cielo. Su belleza y rutilante claridad abstraía sus sentidos hasta perder, a veces, la sensación. 

               El Cielo es todo luz y belleza cautivadora, como la más hermosa imagen material creada de la infinita bondad y belleza increada de Dios. Mirarse envuelto en esa hermosura es vivir la idealidad de la belleza y del bien. Los Santos la vivían; por eso eran, en cierta manera, dichosos, y por eso también eran más vehementes las ansias de verla ya sin velos y vivirla gloriosos. 

               San Juan de la Cruz aconsejaba a un alma santa se mirase siempre envuelta en esa hermosura. La biografía de Fray Gil dice que la llevaba tan fascinadoramente bella dentro de sí mismo, que sólo nombrarle el Paraíso le producía el éxtasis. 

              Paseaba un día el estático San Miguel de los Santos en la huerta de su convento con unos conocidos suyos hablando de Dios. Uno de ellos dijo en la conversación: "¿Qué sucederá cuando las almas gocen de las delicias del Paraíso?; y apenas oírlo, quedó el Santo fuera de sí, arrobado" (1).

               ¿Cómo no recordar la cena de San Francisco y Santa Clara, en que, hablando de Dios, quedaron arrobados por largo tiempo y los que los acompañaban? ¿Y la conversación sobre Dios de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, terminando los dos en maravilloso éxtasis?.

               Tanta belleza se comunica al alma pensando en la soberana e infinita de Dios. Santa Teresa narra muy detalladamente el éxtasis que tuvo con los efectos especiales en el convento de Salamanca. Estaba en animada y santa recreación con sus monjas; en lo más animado, una religiosa joven y de bonita voz entonó una preciosa canción, como acostumbran, para avivar el fervor. Era la canción del amor y deseo de ver y estar ya con Dios. Al oír la Santa el hoy muy conocido cántico: Véante mis ojos, dulce Jesús bueno; véante mis ojos, muérame yo luego. Véome cautivo sin tal compañía; muerte es la que vivo sin Vos, vida mía. ¿Cuándo será el día que alcéis mi destierro? Véante mis ojos, muérame yo luego, etc. como tanto lo deseaba, sintió en su alma y en su cuerpo los efectos tan extraordinarios que ella misma nos dice: "Anoche, estando con todas, dijeron un cantarcillo de cómo era recio de sufrir vivir sin Dios... Fue tanta la operación que me hizo... que si el canto no cesara, que iba ya a salir el alma del gran deleite y suavidad que Nuestro Señor le daba a gustar, y así proveyó Su Majestad que dejase el canto quien cantaba, que la que estaba en esta suspensión bien podía morir, mas no podía decir que cesase... Aquí el alma no querría salir de allí, ni le sería penoso (morir), sino grande contentamiento, que eso es lo que desea. ¡Y cuán dichosa muerte sería a manos de este amor!" (2). Desmayada, sin sentido, traspuesta, la llevaron a su celda. El sentimiento de su soledad por verse lejos de Dios o sin ver a Dios, causó la suspensión de los sentidos y la puso en éxtasis. 

               Como entraba en éxtasis Santa Angela de Foligno y decía: "Dios no es conocido...", y ponía únicamente su esperanza en un bien secreto, muy secreto y escondido, que veía estaba en la grande oscuridad. En ella se deleitaba en todo Bien, y no viendo nada, veía todo Bien, absolutamente todo Bien (3). Y pedía a Dios, por la Virgen y Sus Ángeles, no la retardara ya más la muerte. 

               La inteligencia, la voluntad, la memoria y hasta la imaginación de estos Santos estaban divinamente obsesionadas y absorbidas con la hermosura y delicia del Cielo y toda el alma llena de ansias de Dios, infinitamente más hermoso que el Cielo, pues es el verdadero Cielo y felicidad y será siempre la ininterrumpida y jubilosa delicia. 


NOTAS

1) Isabel Flores de Lemus: Año Cristiano Ibero Americano, 6 de Septiembre.
2) Santa Teresa de Jesús. Cuentas de conciencia, 13, y Meditaciones, del C. 7, 8. 
3) Santa Ángela de Foligno: Le livre de la Bienheureuse Soeur Angela de Foligno, du Tiers Ordre de S. François. Documents originaux edités et traduits par le Pere Paul Doncoeur, IX. 




domingo, 21 de abril de 2024

LA GRAN CONSPIRACIÓN DE APOSTASÍA E INDIFERENCIA, por el Doctor Plinio Corrêa de Oliveira

 


               Ciertas verdades referentes a Dios y a nuestro destino eterno, podemos conocerlas por la simple razón. Otras, las conocemos porque Dios nos las enseñó. En su infinita bondad, Dios se reveló a los hombres en el Antiguo y Nuevo Testamento, enseñándonos no solamente lo que nuestra razón no podía descubrir, sino además muchas verdades que podríamos conocer racionalmente, pero que por culpa propia la humanidad ya no conocía de hecho. 

               La virtud por la cual creemos en la Revelación es la Fe. Nadie puede practicar un acto de Fe, sin el auxilio sobrenatural de la gracia de Dios. Esa gracia, Dios la da a todas las criaturas y, en abundancia torrencial, a los miembros de la Iglesia Católica. Esta gracia es la condición para su salvación. Nadie llegará a la eterna bienaventuranza, si rechaza la Fe. Por la Fe, el Espíritu Santo habita en nuestros corazones. Rechazar la Fe es rechazar al Espíritu Santo, es expulsar del alma a Jesucristo.

               Veamos ahora, en nuestro entorno, cuántos Católicos rechazan la Fe. Fueron bautizados, pero en el curso del tiempo perdieron la Fe. La perdieron por culpa propia, porque nadie pierde la Fe sin culpa, y culpa mortal. Helos aquí, indiferentes u hostiles, piensan, sienten y viven como paganos. ¡Son nuestros parientes, nuestros prójimos, quizá nuestros amigos! Su desgracia es inmensa. Indeleble está en ellos la señal del Bautismo. Están marcados para el Cielo, y caminan para el Infierno. En su alma redimida, la aspersión de la Sangre de Cristo está marcada. Nadie la apagará. Es de cierto modo la propia Sangre de Cristo que ellos profanan cuando en esta alma rescatada se acogen principios, máximas, normas contrarias a la Doctrina de la Iglesia. El Católico apóstata tiene alguna cosa de análogo al Sacerdote apóstata: arrastra consigo los restos de su grandeza, los profana, los degrada y se degrada con ellos, pero no los pierde.

                ¿Y nosotros? ¿Nos importa esto? ¿Sufrimos con esto? ¿Rezamos para que estas almas se conviertan? ¿Hacemos penitencias? ¿Hacemos apostolado? ¿Dónde está nuestro consejo? ¿Dónde está nuestra argumentación? ¿Dónde está nuestra caridad? ¿Dónde está nuestra altiva y enérgica defensa de las verdades que ellos niegan o injurian?

               El Sagrado Corazón sangra con esto. Sangra por su apostasía y por nuestra indiferencia. Indiferencia doblemente censurable, porque es indiferencia para con nuestro prójimo y sobre todo indiferencia para con Dios.

               ¿Cuántas almas en el mundo entero van perdiendo la Fe?. Pensemos en el incalculable número de periódicos impíos, radioemisoras impías [¡la televisión de hoy!], de los que diariamente se llena el orbe. Pensemos en los innumerables obreros de Satanás que, en las cátedras, en el seno de la familia, en los lugares de reunión o de diversión, propagan ideas impías. De todo este esfuerzo, ¿quién ha de admitir que nada resulte? Los efectos de todo esto están delante de nosotros. Diariamente las instituciones, las costumbres, el arte, se van descristianizando, indicio incontestable de que el propio mundo se va perdiendo para Dios.

               ¿No habrá en todo esto una gran conspiración? Tantos esfuerzos, armónicos entre sí, uniformes en sus métodos, en sus objetivos, en su desarrollo, ¿serán mera obra de coincidencias? ¿Dónde y cuando, intenciones desarticuladas produjeron articuladamente la más formidable ofensiva ideológica que la Historia conoce, la más completa, la más ordenada, la más extensa, la más ingeniosa, la más uniforme en su esencia, en sus fines, en su evolución?

               No pensamos en esto. No percibimos esto. Dormimos en la modorra de nuestra vida de todos los días. ¿Por qué no somos más vigilantes? La Iglesia sufre todos los tormentos, pero está sola. Lejos, bien lejos de Ella susurramos. Es la escena del Huerto que se repite.

               Para decirlo por entero, la Iglesia nunca tuvo tantos enemigos y, paradójicamente, nunca tuvo tantos "amigos". Oigamos a los espiritistas: dicen que no promueven ninguna guerra hacia la religión, y menos aún al catolicismo que a cualquier otra. Sin embargo, la vida de todos ellos, comunistas, espiritistas, protestantes, ¿no es desde la mañana hasta la noche otra cosa, sino una conspiración contra la Iglesia? Ellos también tienen los labios prontos para el ósculo, aunque en su mente ya hayan decidido hace mucho tiempo exterminar a la Iglesia de Dios.



sábado, 20 de abril de 2024

XV ANIVERSARIO DE MARI LOLI MAZÓN, vidente de Nuestra Señora del Carmen de Garabandal

                 


Mari Loli de niña, en uno de los muchos éxtasis durante las Apariciones 
de la Virgen en Garabandal; presentaba a la Madre de Dios multitud de 
objetos religiosos para que los besase y posteriormente, pese a desconocer
a quién pertenecían, los entregaba a sus respectivos propietarios.

               María Dolores Mazón, "Mariloli", no era distinta de las demás niñas de su edad; vivía de forma sencilla en la aldea de San Sebastián de Garabandal, al norte de España, en donde había nacido el 1 de Mayo de 1949, en medio de una familia que se ganaba la vida con el duro trabajo del campo. La tranquila infancia se vería interrumpida el 18 de Junio de 1961, cuando formó parte del grupo de cuatro niñas escogidas para participar de las visiones de Nuestra Señora y de San Miguel. 

              Durante estas visiones la Virgen enfatizó la importancia de orar por los Sacerdotes, y Mari Loli, en mayor medida que las demás, parecía tener una vocación especial a este respecto. Su madre recuerda una de estas visiones: “Estábamos las dos solas cuando entró en éxtasis, ¡cómo lloró esa noche!, ¡cómo lloró esta criatura, Dios mío, y cómo sufrió! Nuestra Madre Santísima le dijo que rezara mucho por los Sacerdotes y que debía hacer muchos sacrificios por ellos. Muchos Sacerdotes van por el camino de la perdición, las cosas estaban mal y eso era algo que no me gustaba escuchar. Para mí los Sacerdotes representaban lo más sagrado en el mundo y ¿escucharía lo que mi hija estaba diciendo?” Posteriormente Mari Loli diría que el rezar por los Sacerdotes y hacer sacrificios por ellos eran de las cosas más importantes que haría durante su vida.

               Después que las visiones terminaron para ella en Enero de 1963, comenzó a experimentar locuciones, la única de las niñas, junto con Conchita, que las tuvo. Ella las describía como comunicaciones interiores ya sea con Jesús o con María. En las últimas que tuvo con la Santísima Virgen le fue recordada la necesidad de rezar por los Sacerdotes: “… La Virgen me hizo capaz de saber cuando un Sacerdote estaba en pecado. Ella me ayudó a comprender que ellos necesitan muchas oraciones y sacrificios. También me hizo comprender la Crucifixión en la Santa Misa, de tal manera que entendiera la humildad y el sacrificio por el mundo”.



               El 13 de Octubre de 1963 Mari Loli escribió al Padre Luis Retenaga acerca de una locución que había tenido de Nuestra Señora, en la cual Mari Loli le pedía una cruz de sufrimiento por los Sacerdotes. La Virgen le respondió que podía ser cualquier carga que se llevara con paciencia y con humildad. En esta locución, quizás por primera vez, Loli comprendería acerca de las pruebas que tendría que soportar durante su vida. Y de nuevo le fue recordada la necesidad de rezar por los Sacerdotes:

          -“¿Moriré pronto?”

         -“No. Tendrás que permanecer en el mundo para sufrir, en cualquier lugar que te hallares, sufrirás.”

          -“¡Permite que mis padres crean!”

          -“Ellos no creen, de tal manera que tu tendrás que sufrir aún más, sufrir con paciencia.”

               La Virgen le dijo entonces: 

          -“Reza el Rosario todos los días, reza por los Sacerdotes ya que ellos son los que más sacrificios necesitan todos los días”.

         -“¿Por qué mis padres no creen?”

          -“Porque tienes que sufrir, tienes que sufrir mucho en este mundo”.

          -“¿Qué sacrificios debo hacer?”

          -“Debes ser más obediente”.

              En otra locución cuya fecha es del 7 de Febrero de 1966, Nuestra Señora de nuevo describió a Mari Loli los sufrimientos que le esperaban. Ella misma escribiría:

             “Tuve una locución con la Santísima Virgen, Ella me dijo que yo tendría que experimentar una gran cantidad de sufrimientos en este mundo, que tendría muchas pruebas que me harían sufrir mucho… Le pedí que diera a mi padre una prueba de las Apariciones para que también creyera, Ella me dijo que estaba muy complacida con mis sacrificios, pero que tenía que mejorar cada día y mortificarme en todas las cosas, que debía rezar el Rosario todos los días como lo había hecho hasta el momento, ya que es una devoción que le agrada mucho, que nos ama mucho a todos y que desea que todos seamos muy buenos para que pronto nos reunamos en la Gloria Celestial con Ella.”

              El padre de Loli falleció el 4 de Junio de 1974 y aparentemente recibió la señal en su lecho de muerte, que había pedido, que confirmaba la veracidad de las Apariciones, como se describe en el libro “Se fue con prisas a la montaña”, del Padre Eusebio García de Pesquera O.F.M.

               Tras pasar por un internado junto a Conchita, otra de las videntes de Garabandal, en 1974, Mari Loli se casó con Francis Lafleur a quien conoció en Estados Unidos; desde ese momento, ella y Francis, un devotísimo esposo, vieron su familia crecer. Primero vino un varón, Francis, y después dos niñas, Melanie y María Dolores; el cuarto hijo moriría prematuramente. El matrimonio rezaría a diario los quince Misterios del Santo Rosario.

               Hasta este momento de su vida, Mari Loli tuvo que haber compartido su sufrimiento por las dudas y otras pruebas y, como cualquier otra buena madre, las ansiedades de sus hijos en sus diferentes edades en un mundo como el de hoy. Sin embargo, a finales de la década de los 80, la Profecía de Nuestra Señora sobre sus sufrimientos tomó un nuevo impulso al diagnosticársele lupus, una enfermedad descrita como “una inflamación crónica que ocurre cuando el sistema inmune del cuerpo ataca sus propios tejidos y órganos”.

              Su lupus ya era bastante serio, pero en 2001 le vino algo peor, posiblemente ocasionado por el lupus, al diagnosticársele fibrosis pulmonar, una enfermedad que se manifiesta por el reemplazamiento de tejido sano de los pulmones por tejido más grueso, reduciendo la capacidad de los pulmones para transferir oxígeno al torrente sanguíneo. En esta etapa de la enfermedad de Loli su expectativa de vida era de 5 a 7 años. Es necesario mencionar que este fue un golpe demoledor para toda la familia. En sus últimos meses, ella se desplazaba en una silla de ruedas y utilizaba máscara de oxígeno la mayor parte del tiempo y tenía frecuentes episodios de tos. Con la garganta lastimada y la lengua seca sólo podía comer muy poco.



                Mari Loli falleció en su casa, en Plaistow, Massachusetts ( EEUU), rodeada del cariño de su familia, tal día como hoy, a las 19:30 del Lunes 20 de Abril de 2009, a pocos días de cumplir los 60 años.



SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, en el 170 Aniversario del Dogma

 


               …la Virgen se ha convertido verdaderamente en madre de los vivientes mediante la gracia, Ella que era madre de quienes por naturaleza estaban destinados a la muerte 

San Pedro Crisólogo
Doctor de la Iglesia


               La Bula "Sollicitudo omnium ecclesiarum", del Papa Alejandro VII de 8 de Diciembre de 1661, definía el término "conceptio" y se aclaraba la Festividad de la Concepción de la Virgen a favor de los inmaculistas, tratando ya duramente a quienes sostuviesen lo contario.

               Si antes había habido festejos por todos los reinos con logros menores, ahora las celebraciones se superaban entre ellas. Y así, una cosa lleva a la otra: el 2 de Julio de 1664, se lograría para las Españas que la Festividad de la Concepción incorporase el rezo con Octava, Vigilia y Ayuno.

               Felipe IV moriría el 17 de Septiembre de 1665 sin haber logrado la definición dogmática, pero Nuestro Señor lo mantuvo firme en la defensa de su Madre en todo este camino. El Rey falleció con esa tristeza.

               Pasarían dos siglos para el Dogma, pero las Españas no abandonaron, ni por un momento, ni el fervor inmaculista ni su defensa: en la regencia de Doña Mariana de Austria, se consiguió del Papa, en 1672 que la Fiesta de la Inmaculada se elevase a Rito Doble con Octava para las Españas; por las gestiones e instancia de Carlos II, el Papa Inocencio XII extendió esa gracia para toda la Iglesia en 1693 mediante la Bula "In Ecclesia".

               Parecía que todo estaba resuelto, pero el maculismo no había sido todavía extirpado teniendo que intervenir directamente el Rey:  pidió al Rey de Francia, Luis XIV, que apoyara la iniciativa, pero -una vez más- Francia consideró que no era el momento.

              Con el trono español, no sólo se heredaban reinos sino también el encargo, ya secular, de lograr de Roma la declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción. Tanto era así que Felipe V, como el pretendiente al trono español, el Archiduque Carlos, se ponían bajo la protección de la Inmaculada en sus contiendas. 


María Dolores Rodríguez Godino, "Margaritas Hispánicas"



viernes, 19 de abril de 2024

COMO SI YO ESTUVIERA SUFRIENDO, de las revelaciones de Luisa Piccarreta sobre la Pasión de Nuestro Señor

 

 ¿De qué sirve  al hombre ganar 

todo el mundo si pierde su alma? 

Evangelio de San Marcos, cap. 8, vers. 36




"Hija Mía, quien piensa siempre en Mi Pasión forma en su corazón una fuente, y por cuanto más piensa en ella, tanto más esta fuente se agranda, y como las aguas que brotan son aguas comunes a todos, así esta fuente de Mi Pasión que se  forma en el corazón sirve para bien del alma, para Gloria Mía y para bien de las criaturas". 

Y yo: "Dime bien mío, ¿qué cosa darás en recompensa a  aquellos que harán las Horas de la Pasión (1) como Tú me las has enseñado?".

Y Él: "Hija Mía, estas Horas no las consideraré como cosas vuestras, sino como hechas por Mí, os daré Mis mismos méritos como si Yo estuviera sufriendo en acto Mi Pasión y los mismos efectos según las disposiciones de las almas, esto en la tierra, premio mayor no podría darles; luego en el Cielo, a estas almas Me las pondré de frente, saeteándolas con saetas de amor y de contentos por cuantas veces han hecho las Horas de Mi Pasión, y ellas me saetearán a Mí. ¡Qué dulce encanto será esto para todos los Bienaventurados!". 


Revelación de Nuestro Señor a Luisa Piccarreta, 
el 6 de Septiembre de 1913


NOTA:

1) Se refiere a Las Horas de la Pasión; toca AQUÍ para acceder a sus textos.




jueves, 18 de abril de 2024

OFRENDA DE AMOR A LA VIRGEN, de las Revelaciones al Hno. Estanislao José.

 


               Ofrenda heroica a mi Purísima Madre Inmaculada en el día de Su Fiesta, Nuestra Señora del Amor Hermoso, 31 de Mayo de 1926. 

               Madre mía amadísima, por puro amor a Ti, para probarte mi amor, para ofrendarme más intensamente a Ti, para pertenecerte más completamente, para decirte que soy Tuyo incondicionalmente, para que hagas de mí lo que Te plazca, para procurar Tu Gloria, para defenderte, para hacerte reinar, vengo hoy, Madre mía, como Tu hijo que Te ama a postrarme a Tus pies y a entregarme a fondo a Ti, a donarte lo que más se estima, a cederte lo que más se ama y a ofrecerme a sufrir lo que más repugna, lo que más humilla… y lo hago para probarte mi amor puro, desinteresado y verdadero, y para procurar Tu Gloria tal como Tú lo deseas. 

               Mi Santo Padre San Juan Bautista de La Salle sostuvo durante algún tiempo aquella lucha interna entre lo que le dictaba la razón natural, y entre lo que le pedían las exigencias divinas; por fin triunfó la gracia y animado por una voluntad y por un amor a Ti muy grandes se dijo: "Daré todo y seguiré el llamamiento divino, aunque me vea precisado a pedir limosna y a vivir de solo pan". A su ejemplo, Madre mía, yo Te entrego, no mis riquezas que no las tengo, pero sí, mi voluntad, mi juicio, mi honor, mi querer, mi vida y todo lo que me ha de acaecer durante ella, Te entrego incondicionalmente lo intenso del amor que siento en mí, lo que más me agrade, lo que más os plazca, todo, sin restringir un ápice de lo que hay en mí. Y luego Madre, Te doy mi alma, mi corazón, mis afectos, mis facultades, todo cuanto Te pueda dar, pero siempre incondicionalmente y por puro amor. 

               Y por puro amor también, a Ti me ofrezco para procurar Tu Gloria por el medio que Tú quieras ser glorificada en mí y por los fines que Tú quieras que Te glorifique yo, y con este fin Te cedo mi honor, mi reputación, mi todo, y me ofrezco a Ti hasta para ser calumniado por Tu amor, tratado de loco, hasta para mendigar, hasta para ser engañado, hasta vivir ilusionado y vivir toda la vida así, con tal, Madre mía, de que no Te desagrade, pues más quisiera ir aun al mismo Infierno antes que contristarte una sola vez; y de que sirva para darte Gloria, único ideal que cultiva y apasiona mi alma. 

               Y tan puramente Te amo Madre mía, que hasta me ofrezco para ser arrojado del Instituto y éste sería para mí, el sacrificio cumbre que Tú podrías imponerme, pues bien sabes que después de Ti, es mi amada vocación lo que más amo en este mundo, y sólo Tu Voluntad, o la calumnia o la prueba, serían capaces de arrancármela, pero no obstante si esto llegase, aunque me costara sangre cumpliría, y con puro amor Te entregaría esa joya. 

               En una palabra, Madre mía amadísima, quiero amarte porque eres Pura, porque eres Celeste, porque eres digna de amor, porque eres mi Madre y por eso quiero darte Gloria, y por eso quiero humillarme y por eso quiero siempre querer lo que Tú quieras y amar lo que Tú quieras que ame y no más, y hacer lo que Tú quieras que haga, no más, y vivir donde Tú quieras que viva, no más, y ser Tu juguetito siempre, Tu niño chiquitín que Te haga sonreír, Tu víctima incondicional y Tu apóstol, pero apóstol de la Madre Eucarística de Jesús. 

               Te ofrezco todo cuanto Tú quieras que Te dé ahora, más tarde y siempre: sólo quiero, sólo anhelo, sólo ansío ser Tu hijo; esto es lo que llena mi alma. Y todo esto lo hago, Madre, para que seas conocida, amada, querida, venerada; para que seas llamada por todas partes Madre y Reina de los mortales. 

               Tu hijo que te ama y Te quiere hacer reinar. Morir por Tu amor, Madre, anhela mi alma. 


Fmdo. Hermano Estanislao José


               Olimpio Fernández Cordero nació el 23 de Septiembre de 1903; vio la vida en Bustillo de la Vega, una pedanía de la provincia de Palencia (España). Desde muy pequeño dio claras muestras de una sincera piedad y de gran temor de Dios. Cuando estaba próximo a cumplir los 18 años ingresó en el Noviciado de Los Hermanos de La Salle de Bujedo (Burgos). Tornó su nombre por el de Estanislao José; según sus coetáneos siempre se comportó como un perfecto religioso. 

               Nuestro Señor y la Virgen Purísima se manifestarían a este joven consagrado para sumergirlo en una gran realidad sobrenatural: la Presencia de María Virgen en el Santísimo Sacramento del Altar, unida mística y realmente a Su Divino Hijo, desde que lo llevó en Sus entrañas virginales, hasta que los sostuvo entre Sus brazos tras el descendimiento de la Cruz, actuando así como Sagrario, Corredentora y Víctima junto a Nuestro Señor. 

               El Hermano Estanislao José murió en Griñón (Madrid), el 28 de Marzo de 1927, tras haberse ofrecido incesantemente como Víctima por el Reinado Eucarístico de los Sagrados Corazones.



miércoles, 17 de abril de 2024

SÚPLICA CONFIADA A NUESTRO PADRE Y SEÑOR SAN JOSÉ

 


               San José es el receptor de la elección definitiva, de la nueva Alianza de Dios con el hombre: "José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu mujer, pues lo que se engendró en ella es del Espíritu Santo: dará a luz un Hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados… José… hizo como el Ángel del Señor le ordenó y recibió consigo a su mujer, la cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un Hijo y él le puso por nombre Jesús" (Evangelio de San Mateo, cap. 1, vers. 20…). 

               ¡Altísimo encargo de Dios a San José! ¡Confianza sin límite puesta por Dios en San José! Dios confió a S. José sus tesoros más preciosos, Jesús y María. Esta conducta de Dios presupone que Dios tiene de José altísimo concepto, que lo elige para una misión única, especialísima y que le da para ello gracias excepcionales sobre toda otra gracia dada a los hombres. 

               San José, Santo Patriarca, dio su ‘Fiat’ incondicional a Dios que lo elegía para padre virginal y protector de su Hijo. Es el servicio que Dios quiso de José para incoar el misterio de la salvación del mundo. San José abrió la puerta a Dios para que Jesús pudiese entrar en el mundo según el proyecto que el Padre tenía. 

               Santa María, Esposa de José, es destinada por Dios a Madre de su Hijo uno, con uno y el mismo decreto con el que Jesús es destinado a Hijo de Dios Salvador. Luego José es destinado también por Dios en este uno y mismo decreto a la formación de su Hijo para Salvador Redentor. Esto parece debe ser así dada la estrecha unión querida por Dios en los esposos ("y serán los dos una sola carne") y el dominio que daba Dios al Esposo sobre la Esposa en el Antiguo Testamento y el destino de la esposa como ayuda adecuada al esposo. 

               San José dio su matrimonio a Dios, en completa abnegación suya, para la introducción de su Hijo en el mundo. S. José con pleno derecho legal puso el nombre de Jesús al Verbo encarnado. ¡Grande es pues su mérito, grande su dignidad! 


Padre Rodrigo Molina



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martes, 16 de abril de 2024

ESTAMPA DEVOCIONAL DE LAS ORACIONES ENSEÑADAS EN FÁTIMA


                A petición de un buen hermano y amigo de México, recopilo en una estampa devocional las Oraciones que -por orden cronológico- el Ángel de Portugal y la Santísima Virgen enseñaran a los niños videntes de Fátima, entre el Verano de 1916 y hasta Julio de 1917. 



                Como ocurre con casi todas las imágenes que preparo, sólo tienes que hacer clic sobre ella para verla y guardarla en su tamaño original; está ideada para ser impresa a doble cara, en un díptico que se puede doblar por la mitad; lo ideal es hacerlo en papel plastificado o bien en papel de cierta calidad para luego plastificarla y así poder conservarla mejor. 

                Pido a Dios y a Nuestra Santa Madre que te sea de gran provecho espiritual; puedes rezar dichas oraciones en tu propia casa, buscando la intimidad con Jesús y María, a modo de jaculatorias mientras haces labores y también en la iglesia, en particular antes y después de comulgar, a modo de acto de deseo y de acción de gracias por la Comunión recibida. 



                En cualquier momento, la fórmula que comienza nombrando a la Santísima Trinidad, puede bien servirte, en casa, en el templo o en cualquier lugar, para realizar una piadosa Comunión Espiritual. A cambio de este pequeño gesto, te ruego la limosna de una oración por mi persona e intenciones.



lunes, 15 de abril de 2024

AMOR DE DIOS REGADO CON DOLOR MÍO, por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo de Las Batuecas, capítulo VI, punto 34-36

 


               Los escritores espirituales de los tiempos que nos precedieron resaltaban en sus reflexiones la grandeza del beneficio que Dios nos había hecho dándonos y conservándonos el ser que tenemos, por el cual deberíamos darle inmensas gracias. Hoy esta reflexión ni convence ni impresiona. Las muchas lágrimas, las desazones e inseguridades que nos oprimen, anublan los ojos y no dejan ver el beneficio cuando la Fe y la esperanza no iluminan la belleza del premio del Cielo. Lo que alegra la voluntad y la llena de gozo es saber que Dios me ha criado para la felicidad eterna del Cielo. Mi espíritu salta de contento pensando que veré a Dios y estaré y seré feliz con Su misma felicidad y viviendo en Él Su misma Vida, y la viviré y gozaré eternamente. Y tanta será mi felicidad cuantos sean los méritos que yo acumule. La tierra para mí es sólo lugar de paso, una mala noche en una mala posada, y el tiempo de sembrar lo que he de recoger en el Cielo. 

               Son muchos los trabajos, los sufrimientos y dolores de esta vida para ser apetecida si no está transformada por la esperanza del Cielo. Ya San Pablo hacía esta reflexión: los Cristianos, si sólo tenemos esperanza en Cristo mientras dura nuestra vida, somos los más desdichados de todos los hombres (Cor 15, 19), viviendo la vida de sacrificio que abrazamos. Loco y fuera de toda cordura es abrazar el sacrificio por el sacrificio. Eso está contra la naturaleza humana, que ha sido creada para la felicidad. Se abraza el dolor por una razón más alta y sobrenatural. Se abraza para merecer el Cielo y porque es semilla que producirá dicha eterna. Sin la esperanza del Cielo el hombre sería más desdichado que los animales. El pájaro y el cordero saltan contentos; la abeja vuela de flor en flor libando mieles sin pensar en la muerte ni en el dolor futuro. 

               El hombre vive el dolor del cuerpo y el más penoso aún del espíritu, y hasta el posible dolor futuro. Pero me has prometido, Dios mío, la felicidad del Cielo después de pasar por la muerte y eres mi Padre, y eres la Verdad y no me engañas. Estoy en la tierra para sembrar durante estos pocos días de vida la semilla de dicha perenne que recogeré en el Cielo. Y la semilla es Amor de Dios regado con dolor mío, vivificado por la gracia en la esperanza. No se siembra para tirar, sino para recoger multiplicada la semilla y transformada en Felicidad del Cielo. Y serán bienaventurados los que lloran y sufren para el Cielo. San Pablo también me dejó escrito: Lo que se siembre, eso se recogerá; el que siembra para el espíritu, del espíritu recogerá Vida Eterna (Gal 6, 8), y según sea la siembra será la recolección (Cor 9, 6). La tierra es valle de esperanza de Cielo. No esperaré en las criaturas, pero espero en el Criador. Viviré en el Criador, mi Dios, y viviré Su misma Vida y Su misma Felicidad.

               Los Santos fueron sabiamente avariciosos en sembrar buenas obras y están en el Cielo recogiendo ya dicha y recogerán delicia sin fin y sin interrupción. Sembraron para el Cielo. Con ellos debo hacerme esta reflexión: Un momento es el sufrir y eterno será el gozar. Con la gracia de Dios, que nunca les faltó, sufrieron los mártires sus tormentos tan terribles, que sin la especial gracia serían insufribles; pero veo a San Lorenzo saltar del fuego de las parrillas a las delicias del Cielo, y del fuego lento en que son quemados, atados a un madero, los mártires del Japón, son trasladados a los resplandores de los ángeles gloriosos. Condenan a la jovencita Alodia a la muerte que acaban de dar a su hermana Nunilona y, al extender ella gozosa su cabeza para que se la corten, la oigo decir: Espera un momento, hermana, para entrar juntas en el Cielo (1). 

               Durísimas penitencias hicieron muchos confesores, y apenas fallecido se aparece glorioso San Pedro de Alcántara a Santa Teresa de Jesús y le dice: Bienaventurada penitencia que tanto premio había merecido (2). No le pesaba lo que había sufrido, sino que le alegraba y no se le acabará el gozar. Por la penitencia que abrazaron San Antonio y San Hilarión y Santa Taus y tantos otros millones de Santos y almas ofrecidas en silencio y sacrificio a Dios y por las terribles penitencias que practicaban, disfrutan ahora, y disfrutarán ya para siempre, de la compañía de Dios y de la de los Ángeles y Bienaventurados del Cielo, y están en continuos, insospechables y eternos goces. Viven ya en el para siempre gozar y para siempre estar en la exaltación de la sabiduría, de la alegría, de la jubilosa delicia de Dios. Porque no son de comparar los sufrimientos o penas de la vida presente con aquella gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros (Rom 8, 18).

               Y Jesucristo, como buen Capitán que va a la cabeza de los Suyos, abrazó los terribles dolores y menosprecios de Su Pasión y ganó para siempre ser el Rey inmortal del Universo y de todas las criaturas por todos los siglos. Porque breve es el penar y eterno será el gozar, según nos enseña la Fe y la esperanza. Todo el que siembre en virtud, en amor de Dios, en sacrificio y oración, recogerá cien doblado y vida y felicidad eterna en proporción de sus obras y de su amor y entrega a Dios. No una felicidad como podemos soñarla ni aun desearla mientras vivimos ahora en la tierra, sino una felicidad sobrenatural como las facultades del hombre no pueden comprender ni imaginar. 

               Seremos felices con la  felicidad del mismo Dios. Nos lo ha prometido Él. Nos ha criado para la dicha. Viviremos en Dios la Vida gloriosa de Dios. Eso es el Cielo. ¡Oh grandeza y hermosura tan insoñable!. La felicidad está en el Cielo y después del paso de la muerte. La muerte es arco triunfal para entrar en el Cielo (3). 

               El Cielo es nuestro dichoso y último fin. Sembramos para recoger. Sembremos en espíritu para recoger vida eterna. Hemos sido criados para el Cielo pasando muy rápidamente desde las sombras de la tierra al sol indeficiente de la dicha, de la delicia y del gozo. Dios nos ha criado para la Felicidad del Cielo y exige que nosotros mismos, con Su gracia, sembremos la semilla de las virtudes y bien obrar y deseemos y procuremos y le pidamos el Cielo, la felicidad, la dicha cumplida. Alentadora es la frase de Fray Luis de Granada: No da Dios deseos a los suyos para atormentarlos, sino para cumplirlos y disponerlos para otros mayores (4). Y Santa Teresa se solazaba mirando al Cielo y diciendo: Con sólo mirar al Cielo recoge el alma (5).


NOTAS

1) Isabel Flores de Lemus: Año Cristiano Ibero Americano, 22, X. 
2) Santa Teresa de Jesús, Vida, 27, 19.
3) Un Carmelita Descalzo: Alegría de morir, caps. II. 4. 
4) Fray Luis de Granada: Tratado VII del Amor de Dios, cap. I, prf. II. 
5) Santa Teresa de Jesús: Vida, 38, 6.