viernes, 18 de abril de 2025

OS TIENEN POR MÁS HERMOSO CUANTO MÁS DEFORMADO OS CONTEMPLEN

 

"Mira a menudo y contempla 
la imagen de Jesús Crucificado..."


Por San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia





                          Aparece en el Calvario tan desfigurado por los tormentos, que causa horror al que lo contempla, si bien tal deformidad lo torna más bello a vista de las almas amantes, porque las Llagas y las carnes, lívidas y desgarradas, son otras tantas pruebas y demostraciones del amor que nos tiene. Petrucci cantó: «Al veros, Señor, tan maltratado por los verdugos, los corazones amantes os tienen por más hermoso cuanto más deformado os contemplen». 

                 San Agustín dice que la fealdad de Cristo es nuestra hermosura; y, en efecto, la deformidad de Jesús Crucificado fue causa de la belleza de nuestras almas, que, antes deformes y luego lavadas con la Divina Sangre: "Estos que andan vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son?, y responde: Estos son los que vienen de la gran tribulación y lavaron sus vestidos y las blanquearon con la sangre del Cordero..." Todos los Santos, como hijos de Adán, excepción hecha de la Santísima Virgen María, estuvieron durante algún tiempo cubiertos con el manto de la culpa de Adán y de los personales pecados; mas, una vez purificados con la Sangre del Cordero, tornáronse hermosos y agradables a los Ojos de Dios. 


                  Razón tuvisteis, Jesús mío, para decir que, cuando fueseis levantado en alto de la Cruz, atraeríais a Vos todas las cosas. Sí, porque nada habéis omitido para atraeros el afecto de todos los corazones. Y ¡cuántas y cuántas felicísimas almas, al veros Crucificado y muerto por su amor, lo abandonaron todo, riquezas, dignidades, patria y parientes, y desafiaron los tormentos y la muerte, para entregarse del todo a Vos! ¡Desventurados los que resisten a la gracia que les ganasteis con tantas fatigas y dolores! Este será su mayor tormento en el infierno: haber tenido un Dios que, para conquistarse su amor, murió en una Cruz y que ellos espontáneamente quisieron perderse, sin esperanza de remedio, por toda una Eternidad. 


                  ¡Ah, Redentor mío!, después de las ofensas que os causé merecía haber caído en tamaña desgracia. ¡Qué de veces resistí a vuestros llamamientos amorosos y a los esfuerzos que hacíais para cautivarme con los lazos de vuestro Amor! ¡Ojalá hubiera muerto antes de ofenderos por primera vez! ¡Ojalá os hubiera amado siempre! Gracias, Amor mío, por haberme llamado con tanta insistencia, en lugar de abandonarme, como tenía merecido; gracias por las luces e impulsos amorosos que me habéis infundido. Las gracias del Señor contaré siempre. Por favor, no ceséis, Salvador mío y esperanza mía, de continuar cautivándome con vuestras gracias, para que os pueda amar en el Cielo con más fervor, recordando tantas misericordias como habéis usado conmigo, después de tantos disgustos como os he causado. Todo lo espero de aquella Preciosa Sangre por mí derramada y de la afrentosa Muerte que habéis por mí padecido. 


                  ¡Oh Santísima Virgen María!, protegedme y rogad a Jesús por mí. 






jueves, 17 de abril de 2025

JESÚS NUESTRO SEÑOR INSTITUYE EL SACERDOCIO CATÓLICO

  

                En las últimas horas de Su vida mortal, Jesús hace aún más visible Su amor por Sus Sacerdotes. En el discurso de la Cena que nos ha conservado Juan, el Confidente del Divino Corazón, la ternura del Maestro desborda en cada palabra; son las expansiones íntimas de Su Corazón, las adorables efusiones de Su Amor.

               "Ardientemente he deseado -dice- comer esta Pascua con vosotros antes de padecer". Ardía en deseos de hacerlos partícipes de Su Sacerdocio Sagrado y marcarlos con ese carácter divino que los eleva sobre las jerarquías angélicas. Tenía prisa por ponerse en sus manos bajo la Forma Eucarística, por abandonarse enteramente a ellos y depender de ellos. Como un artista impaciente por ver surgir de sus manos la obra maestra que ideara, Jesús apresuraba con el deseo el momento de ver formada la obra ideada por Su Corazón: el Sacerdocio Católico.




               "He deseado ardientemente...". ¡Ardiente aspiración del Corazón de Jesús hacia Sus Sacerdotes! Ha deseado ardientemente celebrar "esa Pascua"... Ya varias veces la había celebrado con Sus Discípulos, pero no era "esa Pascua" durante la cual debía instituir Su Sacerdocio. Preside la Cena como un padre en medio de sus hijos, luego se levanta y con humildad que asombra, se arrodilla ante Sus Discípulos, les presta el servicio de los esclavos lavándoles los pies y secándoselos dulcemente. Para disminuir en cierto modo la distancia que los separa de Él, para animarlos y hacerlos -aun entre ellos mismos- menos indignos de Su Divina Bondad, les dice: "Vosotros estáis limpios". Más aún, los eleva hasta Sí, los iguala a Sí y hasta les asegura que "quien reciba a aquel que Él ha enviado, le recibe a Él mismo".

               La Bondad de Jesús no llega tan solo a los discípulos limpios, sino que se extiende hasta el discípulo infiel. Trata de conmover el corazón del traidor con advertencias llenas de dulzura y con palabras afectuosas. Se esfuerza, por lo menos, por derramar en su corazón la Fe y la Confianza que aun después de su delito podrían hacerle volver al buen camino. 

               Ha llegado el Momento Solemne. El Amor Infinito está a punto de producir una Obra Maestra; la Sabiduría Infinita y el Supremo Poder cooperan en Ella. ¡Será el don por excelencia de la Caridad Divina, será la Eucaristía! Dios con nosotros, Dios en nosotros; Jesucristo, Dios y Hombre, unido espíritu con espíritu, corazón con corazón, cuerpo con cuerpo al hombre rescatado y purificado: “Tomad y comed –dice el Salvador– tomad y bebed todos de Él”. 

               Pero el esfuerzo del Amor no ha terminado aún. Jesús no estará allí siempre en forma humana y palpable para obrar el Prodigio. Es preciso que otros hombres, revestidos de Su poder, le sucedan y renueven en el transcurso de los siglos la misteriosa Transubstanciación que Él acaba de realizar. Entonces hace brotar de Su Corazón el Sacerdocio. Los privilegiados que rodean a Jesús en ese momento, reciben ese carácter sagrado e indeleble que los hace eternamente Sacerdotes y que los elegidos del Amor llevarán de generación en generación para Gloria de Dios y salvación del mundo. 

               En cuanto los Apóstoles son revestidos del carácter sacerdotal, Jesús siente aumentar Su Amor por ellos. Ya no puede contenerlo dentro de Sí. Necesita testimoniarlo: “Vosotros sois los que habéis perseverado Conmigo en Mis pruebas –les dice–, y Yo preparo para vosotros el Reino como me lo preparó mi Padre a Mí”. Tierno y cariñoso como una madre, los llama sus “hijitos”. No quiere que se abandonen a la tristeza: “No se turbe vuestro corazón. Me voy a prepararos un lugar… Volveré y os llevaré Conmigo”. “Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador… No os dejaré huérfanos. Volveré a vosotros”. “Y el que me ama, será amado por mi Padre”. 

               Luego, mediante el símil de la vid y los sarmientos, los instruye acerca de esa misteriosa unión que la comunidad de un mismo Sacerdocio establece entre ellos y Él. Los estimula a estrechar cada vez más esa unión, unión indispensable, sin la cual no podrían dar fruto: “Mi Padre queda glorificado en que vosotros llevéis mucho fruto; con esto seréis Mis Discípulos. Como Mi Padre me ha amado, así os he amado Yo. Perseverad en Mi Amor”. 

               Juan el Bautista se había dado el dulce título de amigo del esposo. Jesús lo había aprobado y cierto día, al responder a los discípulos del Precursor, Él mismo lo empleó con infinita gracia para calificar a Sus Apóstoles: “¿Acaso pueden los amigos de esposo ayunar y hacer duelo mientras el esposo está con ellos?”. Pero en esta última noche, el Divino Maestro, tomando otra vez ese nombre, se lo da solemnemente a Sus Sacerdotes, como nombre que les corresponde: “Vosotros sois Mis amigos, ya no os llamo siervos, sino amigos”. ¿Puede haber algo más tierno y más dulce que este título de amigo? Es el nombre particular del objeto amado, del objeto preferido del amor. 

               Un padre, un hermano y aun un esposo pueden no ser amados; pero un amigo, no. Es amigo precisamente porque es amado y si dejara de serlo, dejaría también de llamarse amigo. El Sacerdote es, por lo tanto, el amigo particular de Jesús. El Maestro lo ha distinguido y llamado a Su Divina Amistad de entre la multitud predilecta de los Cristianos. Por eso Él mismo dice a Sus Apóstoles: “Soy Yo quien os he elegido y os he destinado…”. Y agrega: “Yo os he escogido sacándoos del mundo” . 

               Sí, Jesús separa al Sacerdote de la multitud, pero para elevarlo más, para gratificarlo con mayor largueza y para unirlo más íntimamente a Él. En fin, para completar los testimonios de Su Divina Ternura hacia los Apóstoles y levantar su ánimo, les da la seguridad del Amor de Su Padre Celestial: “El Padre mismo os ama, porque vosotros Me queréis”. “Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en Mí. En el mundo tendréis luchas, pero tened valor: Yo he vencido al mundo”. Y brota de Su Corazón una ardiente plegaria. Con la mirada dirigida hacia el Cielo y las manos alzadas, Jesús recomienda a Su Padre el Sacerdocio que acaba de instituir. Sabe que pronto saldrá de este mundo y ya no estará visiblemente en medio de Sus Apóstoles para sostenerlos y consolarlos. 

               Sabe además que son débiles y que en medio del mundo, al que los manda como ovejas entre lobos, estarán expuestos a innumerables dolores y peligros. Por eso, en esa Hora Suprema en que Él, Divino Redentor, está en cierto modo a punto de renunciar a Su Divinidad y a Su Infinito Poder, para no ser más que la Víctima Expiatoria, siente la necesidad de confiar a Su Divino Padre los intereses tan queridos a Su Corazón: “Por ellos ruego…” Más adelante rogará por los Fieles, por los que creerán en Él por Su Palabra. 

               Pero ahora sólo piensa en Sus Sacerdotes: “No ruego por el mundo, sino por estos que Me diste”. Pide para ellos la perfecta unión de corazones y voluntades, tan necesaria para conseguir hacer el bien; esa unidad de miras y de acción que es de por sí una fuerza y que debe permitir a la Iglesia atravesar sin contaminarse, el oleaje del mal y la tempestad de las persecuciones: “Que sean uno como Nosotros somos Uno”. Y finalmente, después de haber repetido varias veces que Sus Sacerdotes no son del mundo –demostrando a las claras con esta insistencia que si deben vivir en medio del mundo no deben contagiarse de su espíritu ni conformarse a sus costumbres–, Jesús, el Maestro Divino, termina con palabras de exquisita humildad y vigilante ternura: “Y por ellos Yo Me santifico a Mí mismo, para que también ellos también sean santificados en la Verdad”.

               Jesús, que quiere que Sus Sacerdotes sean Santos, se santifica en las debilidades y necesidades humanas. Los quiere completamente semejantes a Él y comienza por hacerse en todo semejante a ellos. Practica por ellos todas las virtudes. Y así, Él, el infinitamente puro, se sujeta a las prudentes reservas que pide la custodia de la castidad; o se deja invadir en alguna ocasión por la tristeza a fin de enseñarles a vencer las tentaciones similares. Se santifica a Sí mismo para servirles de Modelo y para ser el Ejemplar eterno del Sacerdote Católico, el Modelo acabado de la Perfección Sacerdotal. 


Madre Luisa Margarita Claret de la Touche



miércoles, 16 de abril de 2025

TESTAMENTO ESPIRITUAL DE SANTA BERNARDETTE SOUBIROUS


                Tal día como hoy, 16 de Abril, pero de 1879, Bernardette Soubirous, vidente de la Inmaculada Concepción en la gruta bendita de Lourdes, moría a este mundo a la edad de 35 años, después de 12 años de profesión religiosa en la Congregación de Hermanas de la Caridad y de la Instrucción Cristiana. Entre otras dolencias, Bernadette sufría de un tumor en su pierna, más concretamente, de tuberculosis ósea, extremadamente dolorosa. Sus últimas palabras fueron una súplica y a la vez una postrera confirmación de las Apariciones de la Señora en Lourdes:«La he visto otra vez... ¡Qué hermosa es! Madre, ruega por mí que soy pecadora»




Testamento Espiritual 
de Santa Bernardette Soubirous

(redactado por la escritora Marcelle Auclair
a partir de los escritos originales de la Santa)



                Por la pobreza en la que vivieron papá y mamá, por los fracasos que tuvimos, porque se arruinó el molino, por haber tenido que cuidar niños, vigilar huertos frutales y ovejas; y por mi constante cansancio... Te doy gracias, Jesús.

                Te doy las gracias, Dios mío, por el Fiscal y por el Comisario, por los gendarmes y por las duras palabras del Padre Peyremale...(1)

                No sabré cómo agradecerte, si no es en el Paraíso, por los días en que viniste, María, y también por aquellos en los que no viniste. Por la bofetada recibida, y por las burlas y ofensas sufridas; por aquellos que me tenían por loca, y por aquellos que veían en mí a una impostora; por alguien que trataba de hacer un negocio... Te doy las gracias, Madre.

                Por la ortografía que jamás aprendí, por la mala memoria que siempre tuve, por mi ignorancia y por mi estupidez, Te doy las gracias.

                Te doy las gracias porque, si hubiese existido en la tierra un niño más ignorante y estúpido, Tú lo hubieses elegido...

                Porque mi madre haya muerto lejos. Por el dolor que sentí cuando mi padre, en vez de abrazar a su pequeña Bernardita, me llamó "Hermana María Bernarda"... Te doy las gracias.

                Te doy las gracias por el corazón que me has dado, tan delicado y sensible, y que me colmaste de amargura...

                Porque la Madre Josefina (2) anunciase que no sirvo para nada, te doy las gracias. Por el sarcasmo de la Madre Maestra (3)por su dura voz, por sus injusticias, por su ironía y por el pan de la humillación...Te doy gracias.

                Gracias por haber sido como soy, porque la Madre Teresa pudiese decir de mí: " Jamás le cedáis lo suficiente"...

                Doy las gracias por haber sido una privilegiada en la indicación de mis defectos, y que otras hermanas pudieran decir: "Qué suerte que no soy Bernardita..."

                Agradezco haber sido la Bernardita a la que amenazaron con llevarla a la cárcel porque Te vi a Ti, Madre... Agradezco que fui una Bernardita tan pobre y tan miserable que, cuando me veían, la gente decía: "¿Esa cosa es ella?" la Bernardita que la gente miraba como si fuese el animal más exótico...

                Por el cuerpo que me diste, digno de compasión y putrefacto... por mi enfermedad, que arde como el fuego y quema como el humo, por mis huesos podridos, por mis sudores y fiebre, por los dolores agudos y sordos que siento... Te doy las gracias, Dios mío.

                Y por el alma que me diste, por el desierto de mi sequedad interior, por Tus noches y por Tus relámpagos, por Tus rayos... por todo. Por Ti Mismo, cuando estuviste presente y cuando faltaste... Te doy las gracias, Jesús.


NOTAS

        1- El Padre Dominique Peyramale era el Párroco de Lourdes en los días de las Apariciones de la Virgen Inmaculada.

        2- La Madre Josefina era la Superiora del Convento de Nevers en donde viviría sus últimos años Bernardette. Siempre mostró antipatía manifiesta hacia la Santa.

        3- La Madre María Teresa Vauzou era la Maestra de Novicias; jamás creyó en la veracidad de las Apariciones de Lourdes ni tampoco en las dolencias de Bernardette, como ocurrió con su cojera por el tumor, que la Maestra de Novicias aseguraba que la fingía para llamar la atención.



viernes, 11 de abril de 2025

LA DOLOROSA CORREDENTORA DE LAS ALMAS

 


                    Corría el siglo V cuando el Papa Sixto III consagró la Basílica Liberiana en Honor de María Nuestra Señora y de los Santos Mártires; en su ábside mandó colocar un mosaico en el que se representaba a la Santísima Virgen como Reina de los Mártires, pues la íntima unión con Su Divino Hijo en el Calvario, la hizo merecedora de tal título, por soportar en Su Alma mayores dolores y sufrimientos que todos los Mártires. La devoción a la Virgen Dolorosa arraigó profundamente en el Pueblo Católico a partir del siglo XIII, momento en el que aparece la Orden de los Servitas, consagrados a los Dolores de la Madre de Dios, que pronto popularizaron el hábito negro mediante su Orden Tercera. El Papa Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1727, situando la celebración para el anterior al Viernes Santo.


SOBRE LOS DOLORES DE MARÍA 

                    "La Santísima Virgen María, por el amor que nos dedicaba, estaba dispuesta a ver a Su Hijo sacrificado a la Justicia Divina por la barbaridad de los hombres. 

                    Este gran tormento, pues, que María soportó por nosotros, un tormento mayor de que mil muertes, merece nuestra compasión y nuestra gratitud. 

                    Si no podemos corresponder más a un tal gran amor, al menos dediquemos algunos momentos en este día de hoy para considerar cuan grandes fueron los sufrimientos por los cuales María se hizo Reina de los Mártires; porque los sufrimientos de Su gran martirio excedieron los de todos los Mártires, en primer lugar por ser los más largos, y en segundo lugar por ser los mayores en intensidad".


San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia


                    "La Santísima Virgen es Dispensadora Universal de todas las gracias, tanto por Su Divina Maternidad, que las obtiene de Su Hijo, como por Su Maternidad Espiritual, que las distribuye entre Sus otros hijos, los hombres. Esto lo hace subordinada a Cristo, pero de manera inmediata. Y ello por una específica y singular determinación de la Voluntad de Dios, que ha querido otorgar a María esta doble función: ser Corredentora y Dispensadora, con alcance universal y para siempre"


Papa Pío X, Encíclica "Ed diem illum" , 2 de Febrero de 1904


                    "...que sean precisamente Tus dolores, que sean Tus lágrimas las que descendiendo sobre esa tierra fértil, hagan prosperar y madurar frutos de Perfección Cristiana y de Santidad. Es un pueblo que Te ama y que no quiere verte llorar más; es un pueblo dispuesto a llorar él sus pecados con tal de que Tú sonrías; es un pueblo de hijos Tuyos, de devotísimos hijos Tuyos que hoy Te ofrece esa corona, como prenda tangible de reconciliación, como memoria perenne del amor que Te profesa, como señal de reconocimiento de Tu soberanía maternal. Es un pueblo predilecto que, aunque Te haya costado lágrimas, puede asegurarte que no son lágrimas perdidas, sino que precisamente por ellas confía plenamente en Tu bondad y en Tu intercesión ante Tu Preciosísimo Hijo..."


Papa Pío XII, 1956



Imagen destinada al Apostolado. Se recomienda 
su copia y difusión, sin fines de lucro


INDULGENCIAS 
que podemos ganar meditando 
los Dolores de María Madre y Corredentora


                    El Papa Clemente XII, concedió en 1734, una INDULGENCIA PLENARIA y remisión de todos los pecados a quienes recen la "Corona de Los Siete Dolores" DIARIAMENTE por un mes continuo y luego confesando y comulgando, rogasen por las intenciones de la Santa Iglesia; al que verdaderamente arrepentido y confesado, o al menos con firme propósito de confesarse, rezare esta Corona, por CADA VEZ 100 AÑOS de indulgencia. Todas estas indulgencias son aplicables a las Benditas Almas del Purgatorio.



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miércoles, 9 de abril de 2025

TERESITA ENTRA EN EL CARMELO. Centenario de la Canonización de Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, 1925-2025

 

                    El 9 de Abril de 1888 la joven Teresita Martin dejaba para siempre a su padre, a sus hermanas, a su familia y su casa de los Buissonnets, y hacía su ingreso oficial en el Convento de Carmelitas Descalzas de Lisieux; tenía quince años y tres meses de edad. En la autobiografía "Historia de un alma" que Santa Teresita escribió por obediencia, dejó testimonio fiel de aquél día:



                El Lunes 9 de Abril, día en que el Carmelo celebraba la Fiesta de la Anunciación, trasladada a causa de la Cuaresma, fue el día elegido para mi entrada. La víspera, toda la familia se reunió en torno a la mesa, a la que yo iba a sentarme por última vez. ¡Ay, qué desgarradoras son estas reuniones íntimas...! Cuando una quisiera pasar inadvertida, te prodigan las caricias y las palabras más tiernas, y te hacen más duro el sacrificio de la separación... `

               Mi rey querido (su padre, Luis Martin) apenas hablaba, pero su mirada se posaba en mí con amor... Mi tía lloraba de vez en cuando, y mi tío me dispensaba mil atenciones de cariño. 

               ...mi querida Leonia, que había vuelto de la Visitación hacía algunos meses, me colmaba como nadie de besos y caricias. 

               En la mañana del gran día, tras echar una última mirada a los Buissonnets, nido cálido de mi niñez que ya no volvería a ver, partí del brazo de mi querido rey para subir a la montaña del Carmelo... Al igual que la víspera, toda la familia se reunió para escuchar la Santa Misa y recibir la Comunión. 

              En cuanto Jesús bajó al corazón de mis parientes queridos, ya no escuché a mi alrededor más que sollozos. Yo fui la única que no lloró, pero sentí latir mi corazón con tanta fuerza, que, cuando vinieron a decirnos que nos acercáramos a la puerta claustral, me parecía imposible dar un solo paso. Me acerqué, sin embargo, pero preguntándome si no iría a morirme, a causa de los fuertes latidos de mi corazón... ¡Ah, qué momento aquél!. Hay que pasar por él para entenderlo... Mi emoción no se tradujo al exterior. 

               Después de abrazar a todos los miembros de mi familia querida, me puse de rodillas ante mi incomparable padre, pidiéndole su bendición. Para dármela, también él se puso de rodillas, y me bendijo llorando... ¡El espectáculo de aquel anciano ofreciendo su hija al Señor, cuando aún estaba en la primavera de la vida, tuvo que hacer sonreír a los Ángeles...! 

               Pocos instantes después, se cerraron tras de mí las puertas del arca santa y recibí los abrazos de las hermanas queridas que me habían hecho de madres y a las que en adelante tomaría por modelo de mis actos... Por fin, mis deseos se veían cumplidos. Mi alma sentía una paz tan dulce y tan profunda, que no acierto a describirla. Y desde hace siete años y medio esta paz íntima me ha acompañado siempre, y no me ha abandonado ni siquiera en medio de las mayores tribulaciones. 

               Como a todas las postulantes, inmediatamente después de mi entrada, me llevaron al coro. Estaba en penumbra, porque estaba expuesto el Santísimo, y lo primero que atrajo mi mirada fueron los ojos de nuestra santa Madre Genoveva, que se clavaron en mí. Estuve un momento arrodillada a sus pies, dando gracias a Dios por el don que me concedía de conocer a una santa, y luego seguí a nuestra Madre María de Gonzaga a los diferentes lugares de la comunidad. Todo me parecía maravilloso. Me creía transportada a un desierto. 

               Nuestra celdita, sobre todo, me encantaba. Pero la alegría que sentía era una alegría serena. Ni el más ligero céfiro hacía ondular las tranquilas aguas sobre las que navegaba mi barquilla, ni una sola nube oscurecía mi cielo azul... Sí, me sentía plenamente compensada de todas mis pruebas... ¡Con qué alegría tan honda repetía estas palabras: «Estoy aquí, para siempre, para siempre...! 


"Historia de un alma", autobiografía de Santa Teresita 
del Niño Jesús y de la Santa Faz



sábado, 5 de abril de 2025

PRIMER SÁBADO, día de especial reparación al Doloroso e Inmaculado Corazón

    

               Dedicamos el Primer Sábado de cada mes a desagraviar al Inmaculado Corazón de María, siguiendo así el URGENTE PEDIDO de Nuestra Señora, que nos advierte, como Madre Nuestra, del mal camino que han tomado aquellos que viven en el peor de los pecados: la ingratitud a Dios. La Virgen María desea nuestro amor y también nuestro consuelo hacia Su Inmaculado Corazón, herido por el pecado del mundo.



               Transcurridos algunos años tras las Apariciones de Nuestra Señora en Fátima, Lucía, la única superviviente de los tres niños que contemplaron a la Virgen Santa, contaba con apenas 18 años cuando decidió irse con la Congregación de las Hermanas Doroteas; ingresó como postulante en el convento que la Orden tenía en Pontevedra (España) y en donde Nuestra Señora fue a revelarle la primera parte del plan de Dios para la salvación de los pecadores en nuestro tiempo de rebelión contra Dios: la Comunión Reparadora de los Primeros Sábados de mes.

               Lucía, refiriéndose a ella misma, describe el encuentro en tercera persona:

               El día 10 de Diciembre de 1925, se le apareció la Santísima Virgen y al lado, suspenso en una nube luminosa, un Niño. La Santísima Virgen, poniéndole una mano en el hombro, le mostró al mismo tiempo un Corazón que tenía en la otra mano, cercado de espinas. Al mismo tiempo le dijo el Niño:

               "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para arrancárselas."

               Enseguida dijo la Santísima Virgen:

               "Mira, hija mía, Mi Corazón, cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tu, al menos, procura consolarme y di que todos aquellos que durante cinco meses, en el Primer Sábado se confiesen, reciban la Santa Comunión, recen la tercera parte del Rosario y me hagan 15 minutos de compañía, meditando en los Misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación de sus almas."


¿Por qué Cinco Sábados?


              Después de haber estado Sor Lucía en oración, Nuestro Señor le reveló la razón de los cinco sábados de reparación: 

               "Hija mía, la razón es sencilla: se trata de cinco clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:

         Primer Sábado: Las blasfemias contra Su Pura e Inmaculada Concepción

         Segundo Sábado: Las blasfemias Contra Su Virginidad

         Tercer Sábado: Las blasfemias contra Su Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como Madre de los hombres

         Cuarto Sábado: Los que procuran públicamente infundir en los corazones de los niños, la indiferencia, el desprecio y hasta el odio hacia la Madre Inmaculada

         Quinto Sábado: Los que la ultrajan directamente en Sus sagradas imágenes.



jueves, 3 de abril de 2025

EL DUEÑO DE LA LLAVE DEL SAGRARIO. Primer Jueves, recemos por la Santidad Sacerdotal

 

               Déjame que ante todo te pregunte como en otro tiempo a Mis apóstoles: ¿tú quién dices que Soy Yo?. Y después de esa pregunta Mía y de la respuesta tuya, igual seguramente a la de Pedro, insto: ¿Y te has puesto a pensar en lo que ese Padre es para Su Hijo y ese Hijo es para Su Padre?. ¡Lo que Mi Padre me quiere!. 



              Junta en una caricia todos los cariños buenos de la tierra de padres a hijos, de hijos a padres, de hermanos a hermanos, de amigos a amigos, reúne en un beso la explosión de todos los besos que han brotado de labios de madres desde el primer día que las hubo, pon en una llama todo el fuego que ha salido de corazones amantes desde el primer momento en que se amaron los hombres, y ni aquella caricia, ni aquel beso, ni esta llama llegarán a ser una sombra del Amor con que Mi Padre me ama. 

              Hablando tu lenguaje humano tan escaso de vocablos que expresen con propiedad lo grande y lo bello, y mucho menos lo Infinito, te diré que, si en Dios cupieran desatinos y locuras, Mi Padre Celestial me quiere hasta la locura y el desatino y tanto que Su única ocupación de Señor Eterno, infinitamente Sabio, Bueno, Poderoso, es esto: recrearse y complacerse en Su Hijo. 

              Y si sigues no escandalizándote de este lenguaje humano aplicado a hablar de cosas tan subidas e inefables, te diré que la Creación entera con sus Ángeles, sus hombres y sus insectos, con sus soles y sus arenas, con sus aires y sus aguas y sus tierras y sus fuegos, y la Redención con sus anonadamientos de Belén, Cenáculo y Calvario, con sus glorias de Tabor y Resurrección, con sus donaciones inefables de Eucaristía, de Virgen Madre y de Iglesia, no son otra cosa que explosiones de Amor del Padre Celestial para Su Hijo. 

               Sí, todo lo del Cielo, lo de la Tierra y lo de los abismos lo puso Mi Padre en Mis manos y lo hizo para Mí y lo sometió a Mi Juicio. (…) ¿No nada en placer tu alma al saber que el mundo con sus distintos reinos y jerarquías, no es otra cosa que un poema cantado y hecho cantar en honor de Su Hijo por el Amor de un Padre infinitamente Bueno, Sabio, Poderoso? ¿No desaparecen de ante tus ojos medrosos todos los miedos y horrores y tenebrosidades de la vida al enterarte de que toda ella no es en definitiva sino el festín de bodas aparejado por el gran Rey a Su Hijo y que toda tu misión en ella es sentarte a gozar del festín, comer de lo que te presenten y cantar?... ¿Comprendes ahora la palabra que tantas veces repetí en Mi Evangelio: TODO, ¿te enteras bien? TODO lo que pidan al Padre en Mi Nombre se lo dará para glorificar a Su Hijo, o bien: Yo se lo daré para que el Padre sea glorificado en el Hijo? 

               Sacerdote, después de meditar lo que el Hijo vale delante de Su Padre, ¿volverás a dejar que entre en tu corazón el miedo o el engreimiento?. ¿Tú, el dueño de la llave del Sagrario en que se quedó a vivir el Hijo?. ¿Tú, el que todas las mañanas puedes tomar entre tus dedos la Hostia Consagrada que es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad del Hijo de Dios?. Siendo tuyo el Hijo de Dios, ¿te podrá negar algo el Padre Celestial?. Y si lo cuidas bien en tu Sagrario, buscándole mucha y buena compañía de almas, y en las almas preparándolas para que Él se sienta a gusto en ellas, ¿has pensado en la gratitud que te guardará Su Padre?.


Obispo Manuel González, en su libro "Aunque todos yo no"




domingo, 30 de marzo de 2025

CORA EVANS, del mormonismo a la Fe Verdadera

 

«Al prestarle a Jesús mi humanidad para que Él 
gobernara y morara dentro de mí, haría de mi vida 
una oración viva, porque Él era vida, vivía dentro de mí, 
y mi cuerpo ahora muerto para mí era Su Cruz viva, 
Su Cruz para llevar al Calvario»



                        Cora Evans nació el 9 de Julio de 1904 en el estado norteamericano de Utah, en el seno de una comunidad mormona, donde sería bautizada a los 8 años. Su infancia y juventud transcurrió como los de cualquier otra persona de esta comunidad, sin embargo, Cora nunca olvidaría que cuando tenía tres años tuvo una visión mística de la Virgen María que, en aquel momento, no entendió... Cora fue una niña de frágil salud, lo que le impidió poder seguir su formación elemental de manera normal, creciendo con una base educativa muy pobre.

                        Cuando Cora se casó en 1924 con Maclellan Evans, lo hizo por el rito mormón en el templo de Salt Lake City, donde descubrió los rituales secretos inspirados en la Masonería; pronto empezó a tener dudas sobre la fe en la que había sido educada desde niña y rechazó las enseñanzas mormonas. Durante los siguientes años de su vida, Cora se convirtió en una ama de casa al cuidado de sus hijos que no dejó de buscar respuestas a unas profundas preguntas que la atormentaban día y noche. En aquellos años de búsqueda, Cora tuvo que soportar la pérdida prematura de uno de sus hijos.

                        Cora quería encontrar la religión que encajara en una fe intensa que sentía en su interior. En un principio, esta respuesta no la encontró en la Iglesia Católica pero un día, en el invierno de 1934, postrada en la cama enferma, un simple programa de radio cambió su vida para siempre. Casualidad o no, Cora no quería oír aquella emisora, puesto que su aversión al Catolicismo inculcada durante su infancia en la comunidad mormona le había hecho despreciarla.

                        Pero en aquel momento no había nadie en casa y no podía levantarse a cambiar de emisora. Así que, quisiera o no, tuvo que escuchar unas palabras que serían clave en su vida. El programa se llamaba “La Hora Católica” y fue revelador para Cora. En cuanto pudo, fue en busca de un Sacerdote Católico que guió sus pasos hacia la conversión. La visita a la cercana Parroquia de San José cambió su vida para siempre. Tras varias conversaciones con el Padre Edward Vaughn se dio cuenta de que todas las cosas negativas que le habían enseñado sobre el Catolicismo no eran ciertas.

                        El 30 de Marzo de 1935, Cora Evans y sus hijos recibían el Santo Bautismo; al día siguiente, comulgaría por vez primera a Jesús Sacramentado. Su marido no tardaría en seguir sus pasos, así como otros familiares y amigos mormones de la familia Evans. Aquella decisión vital los obligó a alejarse del que había sido su hogar debido al rechazo que recibieron de la comunidad mormona. Así que en 1941, toda la familia se mudó a vivir a California.

                    Para Cora era mucho más importante encontrar lo que durante años había estado buscando. Ahora entendía aquella visión que de niña había tenido de la Virgen. No sería la única visión, desde entonces, y durante el resto de sus días, Cora Evans tuvo intensas visiones, experiencias místicas e incluso experimentó los estigmas de Cristo. 

                    El 24 de Diciembre de 1946, Cora Evans recibió una visión: Jesús se le apareció para pedirle que impulsase la devoción a la "Humanidad Mística de Cristo" o "Divina Inhabitación", según la cual Cristo está siempre entre nosotros y debemos comportarnos siempre como si estuviera presente, una espiritualidad muy centrada también en el Santo Sacrificio de la Santa Misa.

                        Cora Evans experimentó el fenómeno de la bilocación, tuvo experiencias y visiones místicas, oliendo las fragancias de rosas asociadas al olor de santidad.

                        Su intensa espiritualidad se plasmó en sus escritos. A pesar de ser una persona con escasa formación, Cora recibió la orden divina de escribir sobre todo aquello que experimentaba, tal y como ella misma expresó y recoge la página web dedicada a su persona (coraevans.com): "Me arrodillé en oración para agradecer a Jesús por su don de conocimiento y por el don de escribir que me había dado, mejor para describir su vida y su amor infinito en nuestro mundo."

                    Su principal obra, ‘The Refugee from Heaven’, recoge las visiones más importes que tuvo. Un libro extenso dividido en seis partes en las que explica aspectos de la vida de Jesús que no aparecen en la Biblia... otros más solemnes y trascendentales de la historia de Jesús Nuestro Señor, como Su Nacimiento, el encuentro con los Apóstoles y Su Muerte en la Cruz.

                    Cora también ponía de relieve la importancia de la Eucaristía: “En el poder del sacerdocio descansaba el tiempo real del mundo. Los sacerdotes, a quienes se confió el misterio de la Transustanciación, pudieron traer a Cristo al mundo en cualquier momento, y desde los altares influyó invisiblemente en el mundo, el cielo, las personas, el tiempo, la muerte y la paz”. También en sus visiones anunciaban las próximas apariciones de la Virgen.

                    Cora Evans falleció el 30 de marzo de 1957, Aniversario de su Bautismo. 


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