jueves, 16 de septiembre de 2021

TÓMAME COMO TU SAGRARIO... Oración de Reparación a Jesús Sacramentado


              Ahora te pido una cosa. Tú sabes, y con dolor lo tienes presente que muchas partículas se desparraman entre suciedades y ruinas en la devastación de las iglesias. Es como si me atropellaran porque Yo estoy en el Sacramento. Pues bien, coloca imaginariamente tu amor como una alfombra preciosa, como un mantel de lino purísimo para recogerme a Mí-Eucaristía, golpeado, herido, profanado, expulsado de Mis tabernáculos, no por los hombres pequeños que destruyen Mis iglesias -ellos no son más que instrumentos- sino por Satanás que les mueve. Por Satanás que sabe que los tiempos aprietan y que ésta es una de las luchas decisivas que anticipan Mi Venida. 



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               Sí, detrás del disfraz de las razas, de los derechos, detrás del móvil de las necesidades políticas, se ocultan en realidad Cielo e Infierno que combaten entre ellos. Y bastaría que la mitad de los creyentes en el Verdadero Dios -¿pero qué digo, menos de esto, menos de un cuarto de los creyentes- fuera realmente creyente en Mi Nombre para que las armas de Satanás fueran domadas. Pero ¿dónde está la Fe?.

               Ámame en la Eucaristía. La Eucaristía es el Corazón de Dios, es Mi Corazón. Os he dado Mi Corazón en la Última Cena; os lo doy con tal que lo queráis siempre. Y no concebiréis en vosotros a Cristo y no lo daréis a la luz si no sabéis vivir en vosotros Su Corazón... Yo os comunico los mismo latidos al corazón cuando me recibís. Vuestra pesantez carnal y espiritual no os permite percibirlos, pero Yo os los doy. Tú ábrete completamente para recibirme.

               Tú, muchas veces al día -no puedo decir en cada momento, como si fueras un querubín y no una criatura que tiene los cansancios de la materia te diría, cada momento repite esta oración: 

               "Jesús, que eres azotado en nuestras Iglesias por manos de Satanás, Te adoro en todas las partículas esparcidas, pisoteadas y destrozadas en el suelo de cada Iglesia por descuido, desinterés e ignorancia de Tu Presencia Real en cada pequeño fragmento de Hostia Santa que se desprende y cae. Tómame como Tu Sagrario, Tu Trono, Tu Altar.

               Sé que no soy digno, pero Tú quieres estar entre los que Te aman, y yo Te amo por mí y por quien no Te ama. Que el dolor me vuelva escarlata como la sangre y me haga digno ornamento para recibirte a Ti, que quieres ser semejante a nosotros en esta hora de Apostasía, confusión, engaño y traición. Que mi amor sea lámpara que arde ante Ti, Santísimo, y mi holocausto incienso. Así sea." (*)


(*) Oración revelada a la mística italiana María Valtorta, 
el 4 de Junio de 1943, en el contexto de la II Guerra Mundial;
fórmula adaptada a las actuales circunstancias



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