jueves, 31 de diciembre de 2020

DÍAS DE DESCANSO...

 

               Coincidiendo con el año nuevo civil, tomaré unos días de descanso y de necesario retiro espiritual. También es mi intención emplear este breve espacio de tiempo para la mejora de algunas publicaciones, renovar secciones de la página y preparar nuevos artículos.




               Aprovecho estas líneas para recordarte el fin apostólico de este blog; no me mueve otro interés más que el de acercar a Dios el mayor número de almas, y todo, desde el Amor: Amor por la Verdad, amor a la Integridad Católica, amor a la Doctrina sempiterna de Nuestro Señor Jesucristo, transmitida y profesada por la Iglesia Santa por más de dos mil años. 

               No hay pues, en este espacio, ni en mi vida y conciencia, más que Amor que lo mueve y ejecuta todo, gracias al cual he podido mantener las publicaciones -con más o menos periodicidad- durante diez años y continuaré -si es Voluntad de Dios- por aquella máxima paulina "nos urge la Caridad de Cristo", y que se traduce en recordar los Mandamientos de la Ley de Dios, los de la Santa Madre Iglesia, la Doctrina de Siempre... temas que se antojan anticuados y hasta irrisorios para las mentalidades neopaganas, pero que constituyeron -y son aun hoy- el baluarte y sostén de la Civilización Cristiana, sepultada ahora en las neo-catacumbas. 

               A pesar de la persecución, de las incomprensiones, no quiero conocer el desaliento, y ruego a Dios para que tú tampoco flaquees en tus buenos deseos de santidad. Así, tú y yo, continuaremos fieles a Cristo, en estos días oscuros de Apostasía e iniquidad, conscientes de ver realizada Su Divina Promesa "...las puertas del infierno no prevalecerán"; tú y yo, siempre asidos a la mano clemente y dadivosa de María, esperanzados en el  Triunfo inminente de Su Inmaculado Corazón, cuando todo parezca perdido para siempre... Ella, volverá a alumbrar a Su Hijo, no de la carne como en Belén, sino desde Su Reino en las almas, las que generosamente a Ella se entreguen y reconozcan, sin reserva alguna, como Emperatriz del Universo. En María, con María, por María,  para María, así todo será en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo.


RECUERDA EL MEJOR PROPÓSITO

para el nuevo año 2021




               Con estos deseos y la promesa de mis oraciones me despido por unos días, pero nos mantendremos unidos siempre en una misma Fe Católica, mediante la oración sincera y en el amor a los Sagrados Corazones de Jesús y María.



miércoles, 30 de diciembre de 2020

JESÚS Y MARÍA: ALIMENTO ESPIRITUAL DE SAN JOSÉ

 


               De San José debe también entenderse lo que de María dice el Evangelista San Lucas, a saber: que conservaba con gran diligencia en su memoria todo cuanto oía sobre Jesús y sobre el cumplimiento de las Profecías. Grabados tenía en su mente los relatos, así de los Pastores y Magos que adoraron al Niño en Belén, como de Simeón y de de Ana que lo magnificaron en el Templo. ¡Con cuánto mayor empeño y fruición conferiría con su alma, haciendo de ellas su espiritual alimento, las palabras que brotarían de los Corazones y de los labios de Jesús y de María! 




               Y claro está que esta continuación de oír los secretos divinos y con la cotidiana conferencia y consideración de ellos, aprovecharía en la inteligencia de las Santas Escrituras, ayudándole no para ello la lumbre superior de la Gracia y los hábitos infusos y adquiridos de la sabiduría, y sobre todo, la frecuente comunicación y enseñanza del Verbo increado.

               Hacen también algunos participante a San José del privilegio que muchos Doctores conceden a María Nuestra Señora: que no se interrumpía su contemplación durante el sueño; ya que se lee en la Vida de algunos Santos que varias veces, por gracia especial, durmiendo el cuerpo seguían con el alma desvelada y ocupada en cosas celestiales. 

               ¿No sabemos, por ventura, de nuestro Patriarca San José, con toda certidumbre, que mientras dormía estuvo conversando con los Ángeles sobre materias de su gobierno con tal lucidez como si estuviera en vigilia? Así aplican a la Virgen Santísima aquellas palabras de los Cantares "Yo duermo y mi corazón vigila", entendiéndolas, no solo por aquel fervor con que se repiten entre sueños los afectos y discursos en que con amorosa intensidad nos ocupamos durante la vigilia, sino también por la vela continuada de las facultades superiores, de suerte que, aunque duerma el cuerpo descansando de todo movimiento y sensación, el entendimiento y voluntad obran como perfectamente desvelados. 

                Así lo explica San Bernardino de Siena. "El sueño, que a nosotros nos abisma y sepulta los actos de la razón y libre albedrío, y, por tanto, el acto de merecer, no creo que obrara tales efectos en la Virgen, sino que su alma aun entonces tendía libre y meritoriamente a Dios, por lo cual aun en sueños contemplaba con mayor perfección que otro alguno en tiempo de vigilia." A San José, dotado por el Altísimo de infinidad de virtudes, le bastaba mirar en torno suyo y sin esfuerzo ninguno, encontraba objetos dignísimos que cautivaban su atención y sus afectos. 

               Decía Nuestro Señor a Sus Discípulos: "Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis. ¡Cuántos reyes, patriarcas y profetas lo desearon y no les fue concedido!" ¿No se alegría sobre todo San José, más feliz que los Apóstoles y más venturoso que Abraham, no solo por haber visto con sus propios ojos al Redentor, más también por haber gozado de su conversación y de su compañía por espacio de tantos años?. 

               No es, pues, de maravillar que viviera continuamente en ferventísima oración; lo portentoso e inexplicable sería que, amaestrado en tan acreditada escuela, con instructor tan hábil y aventajado, no hubiera subido a mayor altura que los Santos más distinguidos por su elevada contemplación.


"Vida de San José" 
por el Padre Francisco de Paula García, SI

Para conocer más sobre la Vida de San José
solo tiene que tocar aquí




martes, 29 de diciembre de 2020

"MI CORAZÓN ES UN ABISMO DE AMOR..." Revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús a Sor Josefa Menéndez

 



               María Josefa Menéndez y del Moral nació en la ciudad de Madrid, el 4 de Febrero de 1890 y bautizada a los cinco días en la Parroquia de San Lorenzo. Su padre, Leonardo, era un reconocido militar de artillería y su madre, Lucía, una mujer fuerte y piadosa. 

               Josefa tuvo una infancia feliz rodeada por tres hermanas menores y un hermano menor que murió pronto. Pertenecía a una familia modesta pero muy cristiana, por eso, desde su tierna infancia confesó y se dirigió espiritualmente con el Padre José María Rubio, jesuita, conocido como "el Apóstol de Madrid". 

                Como costurera, e hija mayor, desde 1907, tuvo que intensificar el trabajo para contribuir a la maltrecha economía familiar; por eso abre con su hermana Mercedes un taller de costura.

               Para responder al Divino Llamamiento no vaciló en dejar su Patria; así, el 4 de Febrero de 1920, justo cuando cumplía 30 años, ingresó en la Sociedad del Sagrado Corazón de Poitiers (Francia), donde tomó el santo hábito el 16 de Julio del mismo año. 

               Nuestro Señor había fijado en ella una mirada de predilección, y por eso, desde su entrada a la vida religiosa le manifiesta Su Corazón y Su sed de salvación de las almas, asociando íntimamente a Sor Josefa a los sufrimientos de Su Pasión.

               Pero las gracias de Dios permanecieron ocultas a cuantas la rodeaban, y desde el día de su llegada hasta su muerte, logró pasar desapercibida, en medio de la sencillez de una vida de la más exquisita fidelidad.

               Y en esta vida oculta, Jesús le descubrió Su Corazón. "Quiero – le dijo- que seas el Apóstol de Mi Misericordia. Ama y nada temas. Quiero lo que tú no quieres... pero puedo lo que tú no puedes... A pesar de tu gran indignidad y miseria, me serviré de ti para realizar Mis designios".

               Viéndose objeto de estas predilecciones divinas, y ante el MENSAJE que debía transmitir, la humilde Hermanita temblaba y sentía levantarse gran resistencia en su alma. La Santísima Virgen fue entonces para ella la estrella que guía por camino seguro, y encontró en la Obediencia su mejor y único refugio, sobre todo, al sentir los embates del enemigo de todo bien, a quien Dios dejó tanta libertad.



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               Su pobre alma experimentó terribles asaltos del infierno, y en su cuerpo llevó a la tumba las huellas de los combates que tuvo que sostener. Con su vida ordinaria de trabajo callado, generoso v a veces heroico, ocultaba el misterio de gracia y de dolor que lentamente consumía todo su ser.

               Apenas tres años bastaron al Divino Dueño para acabar y perfeccionar Su obra en Josefa, y confiarle sus deseos. Como Él había dicho, llegó la muerte en el momento señalado, dando realidad a sus palabras: "Como eres víctima por Mí escogida, sufrirás y abismada en el sufrimiento morirás". 

               Y así habían de realizarse, de manera imprevista los designios de amor que Nuestro Señor Jesucristo le había manifestado el 7 de Octubre de 1923: "Pronto te llevaré a la claridad sin fin. Entonces Mis palabras se leerán y se conocerá Mi Amor."

               Pronto se dejó sentir la intercesión de Sor Josefa. El Corazón de Jesús cumplía su promesa: "Este será nuestro trabajo en el Cielo: enseñar a las almas a vivir unidas a Mí". y otro día: "Mis palabras llegarán hasta los últimos confines de la tierra". 

               Y así había de realizarse, de manera imprevista los designios de amor que Nuestro Señor Jesucristo le había manifestado el 7 de Octubre de 1923: "Pronto te llevaré a la claridad sin fin. Entonces Mis palabras se leerán y se conocerá Mi Amor."





               Sor Josefa murió para este mundo el Sábado 29 de Diciembre de 1923, a los 33 años, consumida por la ardiente sed de las almas que le había comunicado el Corazón de Jesús.

                Pronto se dejó sentir la intercesión de Sor Josefa. El Corazón de Jesús cumplía su promesa: "Este será nuestro trabajo en el Cielo: enseñar a las almas a vivir unidas a Mí". y otro día: "Mis palabras llegarán hasta los últimos confines de la tierra". Su corazón preparaba el camino que hoy descubre al mundo, hambriento de Verdad y de Caridad." 


Seguro que te interesará conocer otras Revelaciones 
de Nuestro Señor a Sor Josefa Menéndez...







lunes, 28 de diciembre de 2020

EL DÍA QUE LAS PERSONAS PIERDAN SU HORROR POR EL ABORTO...

 



               En una conversación mantenida entre el Padre Pío de Pietrelcina y el franciscano Padre Funicelli, éste le dijo al Sacerdote de los estigmas: “Hoy negaste la absolución a una mujer porque ella se había sometido voluntariamente a un aborto. ¿Por qué has sido tan riguroso con esta pobre desafortunada?”. (1) 

               El Padre Pío respondió: “El día en que las personas pierdan su horror por el aborto será el día más terrible para la humanidad. El aborto no es solo un homicidio, sino también un suicidio. ¿No deberíamos tener el coraje de manifestar nuestra Fe ante quienes cometen dos crímenes en un solo acto?”.

               “¿Suicidio?”, preguntó el Padre  Pellegrino.

               “El suicidio de la raza humana será entendido por aquellos que verán la tierra poblada por ancianos y despoblada de niños: Quemados como un desierto”, respondió el padre Pío.


NOTA ACLARATORIA

               1 El Padre Pío, con muy buen juicio y siguiendo las normas de la Confesión, a veces se negaba a dar la absolución a un penitente si este mostraba una contrición insuficiente; a menudo regresaban y solo daba la absolución si eran sinceros.



LOS SANTOS INOCENTES, INMOLADOS POR CAUSA DEL VERBO DIVINO...

 


                    Herodes, Tetrarca de Galilea, mandó matar a todos los niños con edad inferior a dos años, con motivo del nacimiento de nuestro Redentor, pues los Reyes Magos ingenuamente preguntaron a esa autoridad política si había oído hablar del Rey de los Judíos que había nacido. Herodes juzgó que dos soberanos no cabrían en el mismo Estado. Por lo tanto era necesario eliminar a ese niño. Mandó a buscarlo y no lo encontró. Ordenó entonces aquella Matanza de los Inocentes.

               La matanza de los Niños inocentes es un nuevo testimonio de la Divina Realeza del recién Nacido de Belén, pues Herodes, creyendo en la palabra de los Magos y de los Príncipes de los sacerdotes a quienes había consultado, vio un rival en el Niño Jesús.

               De igual manera pero en la actualidad, no faltan "Herodes" que sin conciencia alguna matan y eliminan cualquier rastro de inocencia. En un mar de sangre la sociedad de hoy ha aceptado el horrendo crimen del aborto como algo necesario y hasta un "derecho" de la mujer. No se contentan con cometer el cruel asesinato de la inocencia misma sino que se jactan y hasta hacen apostolado de sus retorcidas justificaciones.

                Hoy no es un día para chistes o bromas, costumbre de paganos y malos cristianos; es un día para la REPARACIÓN, para pedir PERDÓN a Dios Todopoderoso por tantos y tantos abortos como se comenten cada día y que según pasan los años, lejos de disminuir, aumentan en número.




EL GRAVE PECADO DEL ABORTO 

SE CASTIGA CON EL INFIERNO ETERNO


               El gravísimo pecado del aborto está penado con la excomunión (morir en dicho estado, separado de la Comunión con la Iglesia de Cristo, conlleva que el alma, después de morir irá irremediablemente al fuego eterno del Infierno) como queda reflejado en Código de Derecho Canónico y tan sólo un Obispo -o un Sacerdote autorizado por éste- puede absolver en el Sacramento de la Confesión:

                "Los que procuran el aborto, incluso la madre, incurren, si el aborto se verifica, en excomunión Latae Sententiae reservada al Ordinario, y si son clérigos, deben además ser depuestos." (Canon 2350.1, Código de Derecho Canónico de 1917) 

               Cuando se explica "los que procuran el aborto", entiéndase que la excomunión alcanza a el médico o matrona que lo lleva a cabo el aborto, los auxiliares médicos que participan, así como los familiares y amigos que patrocinen y apoyen el aborto.

               "Destruir al feto es algo peor que el asesinato. El que hace esto no quita la vida que ya ha nacido, sino que impide que nazca." (San Juan Crisóstomo, Homilía a los Romanos)


FRENTE AL GENOCIDIO DE LOS INOCENTES, 

URGE REPARAR 


              Como Católicos es nuestro deber alzar la voz, sin miedo ni respetos humanos para defender la vida de aquellas almas que aún se encuentran en el vientre materno; callar ante semejante pecado es sinónimo de COMPLICIDAD y cobardía, un pecado de omisión por el que tendremos que rendir cuentas.

              Un Cristiano auténtico se duele y procura REPARAR el Santo Nombre de Dios, profanado junto con Su Santa Ley por aquellos que ejecutan tal abominable crimen, por eso te invito hoy A HACER UN AYUNO de REPARACIÓN a la Justicia de Dios por los miles de abortos que se cometen a diario por todo el mundo; que esas almas inocentes que nunca conocerán el amor de los hombres porque serán víctimas de su maldad, gocen al menos de la tranquilidad del Bendito Limbo y que sus madres, aquellas que en lugar de amarlos los han sacrificado por una vida "sin complicaciones" alcancen pronto el arrepentimiento y el perdón del Buen Jesús.

               Que Nuestra Santa Madre la Virgen María, ampare a cuantas madres piensan en abortar: que las ilumine para que se entreguen sin reservas a su futuro hijo, a esa alma que les ha sido confiada y que portan en el sagrario de su vientre.


EL LIMBO, LUGAR DONDE VAN LOS NO BAUTIZADOS


               Pregunta: ¿Pues hay más que un infierno? 

               Respuesta: Sí, Padre, hay cuatro en el centro de la tierra que se llaman: Infierno de los condenados, Purgatorio, Limbo de los Niños y Limbo de los Justos o Seno de Abraham.

               Pregunta: ¿Y qué cosas son? 

               Respuesta: El Infierno de los condenados es el lugar donde van los que mueren en pecado mortal, para ser en él eternamente atormentados. El Purgatorio; el lugar donde van las almas de los que mueren en gracia, sin haber enteramente satisfecho por sus pecados, para ser allí purificados con terribles tormentos. El Limbo de los Niños, el lugar donde van las almas de los que antes del uso de la razón mueren sin el Bautismo; y el de los Justos o Seno de Abraham el lugar donde, hasta que se efectuó nuestra Redención, iban las almas de los que morían en gracia de Dios, después de estar enteramente purgadas, y el mismo a que bajó Nuestro Señor Jesucristo real y verdaderamente.


Catecismo de la Doctrina Cristiana

por el Padre Gaspar Astete




domingo, 27 de diciembre de 2020

EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA, por el Padre Martin de Cochem, Capuchino. CAPÍTULO 4, Parte 3: LA NATIVIDAD DE CRISTO, MISTERIO QUE SE RENUEVA EN LA SANTA MISA

 


               "Y sucederá en aquel día que los montes destilarán mosto, y leche los collados." (Profeta Joel, cap. 3, vers. 18). Así la Santa Iglesia por todo el mundo habla del Misterio dulce del Nacimiento de Nuestro Salvador. En verdad se puede decir que el día en que el Unigénito Hijo de Dios se revistió de carne humana naciendo a este mundo, las montañas destilaron dulzura y las colinas leche y miel. Pues, Él que es más dulce que la leche y que la miel, que es en sí mismo la Fuente de todo ello, al entrar en el mundo llenó de dulzura todas las cosas, trajo la verdadera Alegría del Cielo; la Paz a los hombres de buena voluntad; el consuelo a los afligidos; al mundo un día nuevo y más brillante.




               ¡Oh! ¡qué grande fue la alegría del Padre Celestial en esta Noche cuando engendrado desde toda la Eternidad, nacido de la Virgen Inmaculada, designada con el cariñoso nombre de Hija! ¡Qué grande fue el gozo del Hijo de Dios cuando se contempló revestido de nuestra humanidad, poseyendo ahora, no sólo un Padre en el Cielo sino también una Madre en la tierra. ¡Qué grande la satisfacción del Espíritu Santo en contemplarle a Él, a quien había unido al Padre desde toda la Eternidad en el vínculo más íntimo de Amor Perfecto; que por su operación las dos naturalezas, tan infinitamente distantes y diferentes, fueron unidas en la misma Persona del Dios-Hombre! ¡Qué grande la dulzura que llenó el alma de la Santísima Virgen cuando contemplando a su Niño recién nacido, se dijo que el Niño que tenía en Sus brazos no era solamente Su Niño sino también el Hijo del Dios Altísimo!.

               Además, qué grande fue la felicidad de aquellos que tuvieron el privilegio de contemplar al más hermoso de los hijos del hombre y tenerlo en sus brazos. Leemos en la vida de San José de Cupertino que le fue revelado que, después de la partida de los Reyes Magos, una gran multitud vino para ver al recién nacido Rey de los Judíos. Le suplicaron a María les permitiese tomar el precioso Niño en sus brazos y estrecharle en sus corazones. Ella graciosamente se lo entregó a muchos, pero notando para su sorpresa, que el Niño tendía sus brazos a los buenos y no a los malos.

               Les llamaríamos a estas personas privilegiados "felices" con razón, sin embargo somos propensos a no hacer caso del hecho de que nosotros somos mucho más privilegiados que ellos, puesto que contemplamos diariamente a ese Niño tierno con el ojo de la Fe y compartimos la alegría que trajo su nacimiento. Escuchemos las palabras del Papa León I: "Con nuestras mentes iluminadas y nuestro amor encendido por las palabras de los Evangelistas y las declaraciones de los Profetas, parece que no consideramos el Nacimiento de Cristo como un evento del pasado, sino como uno presente a nuestra vista. Escuchemos lo que fue anunciado a los pastores, proclamado a nosotros: “Díjoles el Ángel: No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría, que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador." (Evangelio de San Lucas, cap. 2, vers. 10-11) Cada día podemos estar presentes a este Nacimiento feliz, cada día nuestros ojos podrían contemplarlo, si solamente fuésemos a la Santa Misa, pues entonces en realidad este Nacimiento es renovado, y por ello la Obra de nuestra Redención es continuada."

               Se nos dice lo mismo en las revelaciones de la Abadesa Hildegard: “Durante la Santa Misa cuando el pan y vino se cambian en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, las circunstancias de Su Encamación y Nacimiento son como reflejadas en un espejo ante nosotros tan claramente como cuando estos Misterios fueron efectuados por el Hijo de Dios cuando estaba en la tierra." Este testimonio ha sido confirmado por la Iglesia: atestigua la verdad de que el Nacimiento de Cristo es renovado y representado de nuevo a la vista del Cielo, tal como cuando pasó hace unos dos mil años. San Jerónimo nos dice la manera por la que Cristo nace en la Santa Misa con estas palabras: "El Sacerdote llama a Cristo a la existencia por sus labios consagrados"; es decir, Cristo nace a la orden del Sacerdote, cuando sus labios pronuncian las palabras de la Consagración. El Papa Gregorio XV declara la misma cosa en la oración que mandó decir al Sacerdote antes de celebrar la Santa Misa: "Estoy a punto de celebrar la Santa Misa, y de dar existencia al Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo”.




               La Santa Iglesia nos enseña que el Nacimiento de Cristo es renovado de una manera espiritual en la Misa, ya que pone en los labios del Sacerdote oficiante la misma canción de alabanza que cantaron los Ángeles en la noche de Navidad: "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad." (Evangelio de San Lucas, cap. 2, vers. 14). Cuando estas palabras suenen en nuestros oídos, imaginemos que somos nosotros escuchando al Ángel que habló así a los pastores: "No temáis os traigo una buena nueva, una gran alegría, que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal: Encontraréis un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.” (Evangelio de San Lucas, cap. 2, vers. 10-12). Ponga por caso que nuestro Ángel de la Guarda nos dijera: "Regocíjate, ya que ahora, en esta Santa Misa, tu Salvador nacerá para tu salvación; tú le verás con tus propios ojos bajo la forma de la Sagrada Hostia". Si nuestro Ángel de la Guarda no nos lo dice, nuestra Fe sí nos lo dice. ¿Y no nos debemos regocijar por esta razón?. Si realmente creemos esto, adoraremos al Niño Dios en la Santa Misa con la misma reverencia y amor con que lo hicieron aquellos que tuvieron el privilegio de contemplarle recién nacido con sus ojos corporales.

               En la vida de los Padres leemos de un cierto Sacerdote llamado Plegus que habitualmente celebraba la Santa Misa con gran devoción. Él sintió un deseo especial de conocer de qué manera Cristo está presente bajo las apariencias de pan y vino. Su deseo no nacía de que dudase de la real presencia del Señor, sino de sus ansias de contemplarle con sus ojos corporales. Un día cuando estaba celebrando la Santa Misa, inmediatamente después de la elevación su deseo se hizo tan fuerte que cayendo de rodillas oró de esta manera: “Os suplico a Vos, Oh Dios Omnipotente, que me concedáis, aunque no soy digno, ver a Jesucristo en forma corporal en este Sagrado Misterio, ver a Aquel a quien el viejo Simeón tomó en sus brazos, para que yo pueda verlo con mis propios ojos y tocarlo con mis propias manos”. Estando orando así, se le apareció a su lado un Ángel y le dijo: “Mirad y ved a Jesucristo aquí presente en forma corporal, como cuando era Infante sobre las rodillas de Su Madre”. Al oír estas palabras, el Sacerdote levantó su cabeza y vio en el corporal al Hijo de Dios en la forma de un hermoso bebé que le miró sonriendo, y extendió sus manecitas como queriendo que le tomara en sus brazos. El Sacerdote por reverencia no se atrevió a hacerlo hasta que el Ángel dijo: “Este es Jesús, el Hijo de Dios, quien hace unos momentos visteis bajo forma de pan; ahora Él está presente como realmente es. No temáis, levantaos y tomadlo en vuestros brazos y regocijad vuestro corazón en Dios, vuestro Salvador”. Animado por estas palabras, se levantó, cogió al Niño en sus temblorosas manos y le colmó de caricias. Después le volvió a dejar suavemente en el corporal. Se arrodilló y suplicó humildemente que tomara a tomar su apariencia de pan para que pudiera recibirlo en la Santa Comunión y poder luego terminar la Santa Misa. Después de esta oración se levantó de nuevo y vio el adorable Sacramento otra vez en la forma de pan consagrado y lo consumió con singular devoción.

              Damos este ejemplo para que se crea que en la Santa Misa, Cristo no está presente de una manera puramente espiritual, sino realmente y en una forma corporal, es el mismísimo Cristo a quien la Madre de Dios dio a luz en Belén, y a quien los Reyes Magos vinieron a adorar. Aquí como allí Su semblante está velado por la figura externa de la Hostia Consagrada que vemos con nuestros ojos. Pero el tierno Niño que está debajo de estas formas externas se puede percibir por la vista interior de la Fe, la Fe que cree sin duda que Nuestro Señor está de verdad oculto bajo esta humilde forma. Las razones por las que se oculta así a nuestra vista son muchas; la principal es ésta: para damos una oportunidad de ejercitar nuestra Fe en un hecho tan trascendental, y habilitamos para aumentar nuestro mérito cada vez que asistimos a la Santa Misa. Se podrían citar numerosos ejemplos de cómo Nuestro Señor, para la confirmación de nuestra Fe en Su Presencia Personal, ha permitido a Cristianos devotos, y aún a Judíos y no creyentes verle en forma corporal...


Para leer otros artículos del Padre Martin de Cochem

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PRIMERA REVELACIÓN DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


“Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, 

y renueva en mí un espíritu firme” 

(Salmo 51)




               Santa Gertrudis de Helfta, religiosa cisterciense, tuvo una profunda experiencia mística en la que llegó a reclinar su cabeza en el Costado de Cristo y oír los latidos de Su Corazón.

               En esta visión le llegó a preguntar a San Juan Evangelista por qué no había hablado de lo que sintió y entendió cuando reclinó la cabeza en el Costado de Nuestro Señor y escuchó los latidos. Él le respondió que su misión en ese tiempo en el que la Iglesia se formaba era hablar únicamente sobre la Palabra del Verbo Encarnado, pero que en los últimos tiempos es cuando les estaba reservada la gracia de oír la voz elocuente del Corazón de Jesús. A esta voz, el mundo, debilitado en el amor a Dios, se renovará, se levantará de su letargo y será inflamado en la Llama del Amor Divino.

               Tal día como hoy, el 27 de Diciembre de 1673, Festividad litúrgica de San Juan Evangelista, el Sagrado Corazón de Jesús manifestaba a Santa Margarita María de Alacoque la conocida como Primera Gran Revelación.

               Nuestro Señor la hace reposar en Su Divino Pecho, donde le descubre las maravillas de Su Amor y los Secretos de Su Corazón. "Mi Divino Corazón -le dice- está tan apasionado de amor a los hombres, que pudiendo contener en Él las llamas de Su ardiente Caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti, y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones".

               Jesús le pide enseguida su corazón, el cual ella le rogó que tomara. Y lo hizo poniéndolo en Su propio Corazón, (1) donde se lo enseñó como un pequeño átomo que se consumía en aquella ardiente hoguera. El corazón de Santa Margarita se convierte al contacto con el Corazón de Jesús, en llama encendida, llama que viene del Corazón de Jesús, que luego se lo deja de nuevo en el pecho de la Santa, como una llama ardiente en forma de corazón. Esta llama nunca se consumirá.


   NOTAS ACLARATORIAS

          1 El cambio o intercambio de corazones es una experiencia mística y a la vez corpórea, que consiste en intercambiar el corazón propio por el de Cristo Nuestro Señor; una profunda transformación sobrenatural de la voluntad y los afectos que el así favorecido no quiere o ama a otra cosa, sino lo que Dios quiere y ama. Fenómeno muy singular que se ha dado en pocos Santos, elevados místicos, almas muy piadosas, con un grado elevadísimo de unión con Dios Trino. A parte del caso de Santa Margarita también se produjo en algún momento de la vida de Santa Gertrudis, Santa Verónica Giuliani y Santa Rosa de Lima entre otras.




sábado, 26 de diciembre de 2020

VIENE A NUESTRO ENCUENTRO

 



               María Santísima nos socorre en medio de las intemperies espirituales que todos padecemos a lo largo de nuestro peregrinar hacia el Cielo. Tormentas de las luchas frente a las tentaciones, al pecado, a la tibieza, o a las aflicciones del día a día. Tormentas de la vida, tormentas del alma. En todas estas circunstancias, Nuestra Señora viene a nuestro encuentro, como la Madre que se inclina, deseosa de solicitud, sobre el hijo necesitado. Nos acude inmediatamente, trayéndonos confort, ánimo, y la bonanza que, como siempre, sucede a las tormentas.


Plinio Corrêa de Oliveira




LA TRISTEZA DE NUESTRA SANTA MADRE

 

               En medio del júbilo cristiano por el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, comprobamos que en un sinfín de hogares de muchos bautizados en la Fe Católica, estos días se resumen en pasarlo bien, divertirse sin límites, ya sea en fiestas familiares, con amigos, donde abunda el alcohol y las malas intenciones... nada que ver con el sentido profundamente cristiano de la Navidad. 

               Otrora, cuando Europa empezaba a ser evangelizada, las fiestas paganas fueron sustituidas por celebraciones pías, donde se honraba a Dios, a la Virgen Santa y a los Bienaventurados del Cielo, al tiempo que se rezaba por el destino del alma de los Difuntos. Lamentablemente, podemos comprobar con una simple mirada, como el proceso parece haberse revertido. Ante semejante abandono de la Fe, de la Piedad, de las buenas costumbres, la Santa Madre de Dios se manifestó en diferentes lugares, pero con un mismo Mensaje...




               El 18 de Septiembre de 1846, Nuestra Santa Madre se manifestaba a dos jóvenes, Maximino y Melania, pastores en la montaña alpina de La Salette, Francia. Según el relato de los muchachos, la Virgen se les mostró inicialmente sentada, con las manos cubriendo Su rostro, llorando... y así, en una llanto ininterrumpido, continuó hasta que se despidió de ellos; Melania Calvat, preguntada por los Sacerdotes que examinaron el caso, describe la situación de manera clara: "Parecía una madre a quien sus hijos habían pegado y se había refugiado en la montaña para llorar". Entre llantos, la Virgen Dolorosa de La Salette les transmite un Secreto que deberán publicar en 1858.

               Justo ese año, el 11 de Febrero, sería Santa Bernardita Soubirous, la agraciada con la Aparición de la Virgen en una gruta de Lourdes, muy cerca de Los Pirineros, frontera natural entre España y Francia. Durante el transcurso de dichas Apariciones, el Domingo 21 de Febrero de 1858, Bernardita relata que vio a la Virgen triste... con la simpleza que caracterizaba a la aldeana le preguntó a la Virgen: "¿qué le pasa?, ¿qué puedo hacer?". Nuestra Señora, con el rostro grave, respondió escuetamente: "Rogad por los pecadores." 

               Llegó el siglo XX y una vez más, poco antes de que terminase la Gran Guerra, en la pequeña aldea de Fátima, en Portugal, Nuestra Señora vuelve a mostrar Su divino rostro con semblante grave. Así, en la cuarta aparición, el 19 de Agosto de 1917, relata Sor Lucía -la principal vidente- que la Virgen les animó a seguir rezando a diario el Santo Rosario y que ella misma, aprovechó aquél celestial coloquio para pedirle a la Señora la curación de algunos enfermos; la Madre de Dios -narra la vidente- "tomando un aspecto más triste, les recomendó de nuevo la práctica de la mortificación, diciendo, al final: Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, que muchas almas se van al infierno por no haber quién se sacrifique y pida por ellas..."




               No es complicado cavilar que si la tristeza de la Virgen Santísima era profunda a mediados del siglo XIX, como lo mostró en La Salette, luego en Lourdes... y ya comenzado el pasado siglo XX, en Fátima, donde además de la oración, la Madre de Dios solicitó hacer sacrificios por los pecadores, nos cabe preguntar en la actualidad, que la Sociedad se ha alejado de Dios, de la práctica religiosa, de las costumbres cristianas que marcaban las normas sociales... ¿qué grado de dolor habrá alcanzado el Corazón Maternal de Nuestra Señora, al contemplar esta época de impiedad y apostasía, muy lejana en virtud cristiana, como lo fueron los pasados siglos, donde ya la Virgen se lamentaba?

               Las copiosas lágrimas que la Virgen Dolorosa vertió en La Salette, aquella sencilla súplica en Lourdes, "Rogad por los pecadores", o el llamado a la oración y a la penitencia de Fátima, es un pedido que, para aquellos que somos devotos de la Santa Madre de Dios, no se debe ignorar o tomar con ligereza; al contrario, si de veras queremos ser hijos amantes de la Virgen Purísima, estas celestiales manifestaciones son como toques de atención, señales en el camino de nuestra salvación que nos muestran la dirección a seguir: Oración, Penitencia, Reparación: rezar cada día por la conversión de los pecadores, llevar una vida de austeridad, sencilla, de recogimiento, en un continuo ofrecimiento de cuantas contrariedades nos sobrevengan y, por último, ante el llanto virginal de Nuestra Santa Madre, sepamos repararla, por nuestros propios pecados y los de la humanidad, llevando una vida de entrega total a Ella. 



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               Anímate a convertirte en verdadero devoto de María: lleva Su Escapulario en el pecho y Su Amor y el ejemplo de Sus Virtudes en el Corazón. Que Ella te premie y te guíe siempre, especialmente desde hoy, que quieres consagrarte a Ella sin reservas y se lo demuestras con el Propósito que te recomiendo. 


Padre Alfonso del Santísimo Sacramento, Carmelita



 

viernes, 25 de diciembre de 2020

LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

  

               "Jesús yace en el Pesebre, pero lleva las riendas del gobierno del mundo; toma el pecho, y alimenta a los Ángeles; está envuelto en pañales, y nos viste a nosotros de inmortalidad; está amamantado, y lo adoran; no halló lugar en la posada, y Él fabrica templos suyos en los corazones de los creyentes. Para que se hiciera fuerte la debilidad, se hizo débil la fortaleza... Así encendemos nuestra caridad para que lleguemos a Su Eternidad"


San Agustín de Hipona




              Durante el Tiempo de Adviento hemos esperado ansiosamente la venida del Verbo, la hemos pedido y estamos ya preparados para Su Aparición. Deseo, demanda, preparación, son las tres palabras que resumen el Adviento.

               El motivo fundamental del nuevo período, que se abre con las alegrías de Nochebuena, es el Nacimiento de Jesucristo, del Hijo de Dios humanado. Es el Misterio de la Encarnación, que consiste en la unión en Jesucristo del Verbo "nacido antes de todos los siglos, de la substancia del Padre", con la humanidad "engendrada de la substancia de la Madre en el mundo". 

               Navidad es, por tanto, la Fiesta del Amor Misericordioso de Dio. "Tanto amó Dios al mundo -decía San Juan Evangelista pensando en este Misterio- que le envió a Su mismo Hijo Unigénito, para que, creyendo en Él, no perezca, antes alcance la Vida Eterna".

               Desde el tiempo del Papa San Gregorio Magno (+604), la Santa Iglesia Romana celebra el día de La Navidad tres Misas: la primera, a medianoche, en Santa María la Mayor, donde se veneraba el Pesebre de la gruta de Belén. En ella, el pensamiento capital es Cristo, el Niño de Belén, nacido de la Virgen maría e Hijo eterno y consubstancial del Padre. Celebramos por tanto, el Nacimiento eterno y temporal del Señor.

               La segunda Misa, en la aurora, ya que al amanecer los Cristianos de Roma se reunían para ofrecer nuevamente el Sacrificio en la Iglesia de Santa Anastasia, una Mártir de Iliria, que había sufrido en este mismo día, durante la Persecución del Emperador Diocleciano. El horizonte empieza a dorarse con los primeros resplandores del sol, el verdadero sol, Cristo, que brilla ya sobre nuestras cabezas. 

               La tercera Misa, la propia del día, nos presenta al recién nacido en todo el esplendor de Su hermosura. En la revelación del Misterio de Navidad hay una graduación, expresada en cada una de las tres Misas: noche, alborada, mediodía... aquí se condensa el pensamiento fundamental de la liturgia de este día "Un Niño nos ha nacido..." y pese a que este Niño reposa entre las pajas de un miserable pesebre, continúa diciendo la Escritura que "sobre Sus hombros sostiene el imperio del mundo..."




jueves, 24 de diciembre de 2020

EL DULCE NIÑITO RECIÉN NACIDO, CAMBIÓ LA NOCHE DE MI ALMA

 


               En la Nochebuena de 1886, a pocos días de cumplir los catorce años, Santa Teresita recibió una gracia espiritual que le marcará el resto de su vida. Aspiraba desde esa edad a ser esposa de Cristo, como Carmelita Descalza pero fue en esa Navidad, cuando el Divino Niño Jesús, hecho hombre, inocente y débil, encantó el corazón de Teresita, que dejó por escrito este hecho en su biografía:

               «No sé cómo podía ilusionarme con la idea de entrar en el Carmelo estando todavía, como estaba, en los pañales de la infancia…

               Era necesario que Dios hiciera un pequeño milagro para hacerme crecer en un momento, y ese milagro lo hizo el día inolvidable de Navidad. En esa noche luminosa que esclarece las delicias de la Santísima Trinidad, Jesús, el dulce Niñito recién nacido, cambió la noche de mi alma en torrentes de luz… En esta noche, en la que Él se hizo débil y doliente por mi amor, me hizo a mí fuerte y valerosa; me revistió de Sus armas, y desde aquella noche bendita ya no conocí la derrota en ningún combate, sino que, al contrario, fui de victoria en victoria y comencé, por así decirlo, «una carrera de gigante».




               Se secó la fuente de mis lágrimas, y en adelante ya no volvió a abrirse sino muy raras veces y con gran dificultad, lo cual justificó estas palabras que un día me habían dicho: «Lloras tanto en la niñez, que más tarde no tendrás ya lágrimas que derramar…»

               Fue el 25 de Diciembre de 1886 cuando recibí la gracia de salir de la niñez; en una palabra, la gracia de mi total conversión. Volvíamos de la Misa de Gallo, en la que yo había tenido la dicha de recibir al Dios fuerte y poderoso.

               Cuando llegábamos a los Buissonnets, me encantaba ir a la chimenea a buscar mis zapatos. Esta antigua costumbre nos había proporcionado tantas alegrías durante la infancia, que Celina quería seguir tratándome como a una niña, por ser yo la pequeña de la familia… Papá gozaba al ver mi alborozo y al escuchar mis gritos de júbilo a medida que iba sacando las sorpresas de mis zapatos encantados, y la alegría de mi querido rey aumentaba mucho más mi propia felicidad.

                Pero Jesús, que quería hacerme ver que ya era hora de que me liberase de los defectos de la niñez, me quitó también sus inocentes alegrías: permitió que papá, que venía cansado de la Misa del Gallo, sintiese fastidio a la vista de mis zapatos en la chimenea y dijese estas palabras que me traspasaron el corazón: «¡Bueno, menos mal que éste es el último año…!»

                 Yo estaba subiendo las escaleras, para ir a quitarme el sombrero. Celina, que conocía mi sensibilidad y veía brillar las lágrimas en mis ojos, sintió también ganas de llorar, pues me quería mucho y se hacía cargo de mi pena. «¡No bajes, Teresa! -me dijo-, sufrirías demasiado al mirar así de golpe dentro de los zapatos».

                Pero Teresa ya no era la misma, ¡Jesús había cambiado su corazón! Reprimiendo las lágrimas, bajé rápidamente la escalera, y conteniendo los latidos del corazón, cogí los zapatos y, poniéndolos delante de papá, fui sacando alegremente todos los regalos, con el aire feliz de una reina. Papá reía, recobrado ya su buen humor, y Celina creía estar soñando … Felizmente, era un hermosa realidad: ¡Teresita había vuelto a encontrar la fortaleza de ánimo que había perdido a los cuatro años y medio, y la conservaría ya para siempre…!

                Aquella noche de luz comenzó el tercer período de mi vida, el más hermoso de todos, el más lleno de gracias del cielo… La obra que yo no había podido realizar en diez años Jesús la consumó en un instante, conformándose con mi buena voluntad, que nunca me había faltado.

                Yo podía decirle, igual que los apóstoles: «Señor, me he pasado la noche bregando, y no he cogido nada». Y más misericordioso todavía conmigo que con los apóstoles, Jesús mismo cogió la red, la echó y la sacó repleta de peces… Hizo de mí un pescador de almas, y sentí un gran deseo de trabajar por la conversión de los pecadores, deseo que no había sentido antes con tanta intensidad… Sentí, en una palabra, que entraba en mi corazón la caridad, sentí la necesidad de olvidarme de mí misma para dar gusto a los demás, ¡y desde entonces fui feliz…!»


Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, 

Historia de un alma




miércoles, 23 de diciembre de 2020

LA SUMA PERFECCIÓN...

  








EL ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ

 


ORIGEN Y APROBACIÓN DEL ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ


               Este Escapulario nace en el siglo XIX, en dos corrientes paralelas, la primera en Verona (Italia) en 1865 y la otra, años más tarde en la población francesa de Lons-le-Sauinier, Diócesis de Saint-Claude donde irrumpe la corriente más fuerte de esta devoción por parte de la Fundadora de la Comunidad de las Franciscanas de la Inmaculada Concepción, Madre María de Jesús Schmidt y del Padre Pier Battista. OFMC, de Reims. 

               La Madre María de Jesús que era gran devota del Santo, pensaba que hacía poco para demostrar la gran devoción que le tenía, así que pensó en llevar algo puesto como un hábito especial, por lo que pidió al Padre Pier Battista, le hiciera un dibujo con los símbolos y figuras que actualmente presenta el Escapulario. Fue tal el entusiasmo y el éxito de la Madre María de Jesús que en diez años se distribuyeron 110.000 unidades.




               Por otro lado, el Escapulario de San José fue aprobado para la Diócesis de Verona por un Decreto de la Congregación de Ritos del 8 de Julio de 1880. El 15 de Abril de 1898, el Papa León XIII otorgó al General de los Frailes Capuchinos la facultad de bendecir e investir a los fieles en todas partes con el Escapulario de San José. Desde la Diócesis de Sainte Claude, en Francia, el Escapulario de San José, que era en principio de color blanco, fue propagado por la Orden Capuchina; sin embargo, más tarde se decretó que debía preferirse la forma y el color de los que se usaban en Verona, en color violeta.


DISEÑO E INSCRIPCIONES


               De acuerdo con la forma decretada, los dos lados de tela o paño de lana son de color violeta: a estos se les cosen dos piezas de material de color dorado —tela, paño— de igual tamaño. En la parte de color dorado, que se pone sobre el pecho, está la representación de San José con el Niño Jesús en su brazo derecho y la vara de lirios en su mano izquierda; debajo de él se encuentra la siguiente inscripción: "Sancte Joseph, Protector Ecclesiae, ora pro nobis" – "San José, Protector de la Iglesia, ruega por nosotros".

                En el otro lado, sobre el color dorado, está representada la Tiara Papal, y arriba de ella encontramos una paloma que simboliza a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad: el Espíritu Santo. Por su parte, las Llaves de San Pedro se ubican en el lado inferior, junto con la inscripción.: "Spiritus Domini Ductor ejus" – "El Espíritu del Señor es su Guía". Entretanto, las cuerdas o cintas del Escapulario son blancas.

               Los colores que caracterizan el Escapulario de San José son tres, y cada uno cobra un peculiar simbolismo: el color morado simboliza la humildad, el dorado la justicia, y el blanco la pureza.

               Aquellos fieles que lo lleven, tienen la posibilidad de ganar varias indulgencias, siguiendo la aprobación de la Congregación de Ritos del 18 de Abril de 1893, según el Rescripto de la Congregación de Indulgencias, con fecha de 8 de Junio de 1893 (Acta S. Sedis, XXXIV, 317)  (1)


FAVORES QUE CONCEDE SAN JOSÉ 

A LOS QUE USAN PÍAMENTE SU ESCAPULARIO


                El uso piadoso de este Sacramental nos recuerda tres virtudes especiales del Glorioso San José: humildad, modestia y pureza. También nos invita a recurrir a San José en nuestras necesidades, pidiéndole, particularmente, que ruegue por la Iglesia Católica. Finalmente, el hecho de llevarlo con nosotros es un signo muy favorable para obtener la gracia de una buena y piadosa muerte por medio de la intercesión y ruegos del Custodio y Padre de Vírgenes San José.


GRACIAS ESPIRITUALES Y CORPORALES 

A LOS QUE USAN EL ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ


          1. Aquellos que utilicen este Escapulario, serán defendidos por San José como de su propiedad, obteniendo innumerables gracias de su corazón más casto.

          2. Tendrán los devotos, la plena confianza de conseguir la gracia de la perseverancia final, y llegar a Dios en santidad, imitando sus virtudes: justicia, pureza, obediencia, silencio y humildad, con fe y amor a Jesús y a la Santísima Virgen María. 

          3. Seguir las indicaciones que Santa Teresa de Ávila decía de él: Yo no recuerdo hasta hoy haber pedido una gracia a San José, que él no me haya concedido. ¡Qué hermoso cuadro pintaría yo frente a los ojos, para señalar las gracias con las que he sido llena de Dios y los peligros de alma y de cuerpo de que he sido librada mediante la intercesión de este gran santo! 

          4. Indulgencias plenarias en los días de fiesta de Nuestro Señor, de la Santísima Virgen y de San José, lo mismo que a la hora de la muerte.

          5. Tendrá auxilios espirituales para salir del pecado.

          6. Tendrá una buena muerte y será defendido en las horas extremas. 

          7. No será vencido de los demonios que temerán su nombre. 

          8. Obtendrá especiales gracias tanto para el alma como para el cuerpo.




(1)FIESTAS EN LAS QUE PUEDEN GANAR 

INDULGENCIA PLENARIA LOS FIELES 

QUE  LLEVEN IMPUESTO PIADOSAMENTE 

EL ESCAPULARIO DE SAN JOSÉ


               Hay Indulgencia Plenaria para aquellos que se confiesen, reciban la Sagrada Comunión —lo cual implica estar en estado de Gracia, sin pecado mortal—, no tengan afecto a ningún pecado venial y oren por las intenciones de la Santa Madre Iglesia y la Restauración del Papado en los siguientes días:

               -El día de la imposición del Escapulario. 

               -El 25 de Diciembre, Fiesta de la Natividad de Nuestro Señor

               -El 1 de Enero, Fiesta de la Octava de Navidad

               -El 6 de Enero, Fiesta de la Epifanía de Dios Nuestro Señor

               -El 2 de Febrero, Fiesta de la Purificación legal de Nuestra Señora

               -El 19 de Marzo, Fiesta de San José, Esposo de María Santísima

               -El 25 de Marzo, Fiesta de la Anunciación de la Santísima Virgen María

               -El día de Pascua

               -El día de la Fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor

               -El 15 de Agosto, Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora

               -El 8 de Septiembre, Fiesta de la Natividad de la Virgen Santísima

               -El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada Concepción

               -El Tercer Domingo después de Pascua

               -En la hora de la muerte. 

          *Se recomienda hacer esos mismos días la Visita a Jesús Sacramentado.