jueves, 2 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 2º

  

 ...si tú supieras cuánto te amo 
confiarías más en tu Mamá


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...


El alma: 

               Heme aquí de nuevo sobre Tus rodillas maternas para escuchar Tus lecciones. Mamá Celestial, a Tu potencia se confía esta pobre hija Tuya, soy muy pobre, lo reconozco, pero sé que Tú me amas como Mamá, y esto me basta para arrojarme en Tus brazos, a fin de que Tú tengas compasión de mí, y abriéndome los oídos del corazón me hagas oír Tu voz dulcísima para darme Tus sublimes lecciones. Tú, Mamá Santa, purificarás mi corazón con el toque de Tus dedos maternos, para que encierre en él el celestial rocío de Tus celestiales enseñanzas. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija mía, escúchame, si tú supieras cuánto te amo confiarías más en tu Mamá, y no dejarías escapar ni siquiera una sola de Mis palabras, tú debes saber que no sólo te tengo escrita en Mi Corazón, sino que dentro de este Corazón tengo una fibra materna que Me hace amar más que madre a Mi hija. Por eso quiero hacerte oír el gran prodigio que obró el Fiat Supremo en Mí, para que tú, imitándome, puedas darme el gran honor de ser Mi hija reina. 

               Cómo suspira Mi Corazón ahogado de amor el tener en torno a Mí la legión noble de las pequeñas reinas. Por eso escúchame hija Mía querida, en cuanto el Querer Divino se volcó sobre Mi germen humano para impedir los tristes efectos de la culpa, la Divinidad sonrió, se puso en fiesta al ver mi germen, aquel germen humano puro y santo como salió de Sus manos creadoras en la creación del hombre. Y el Fiat Divino hizo entonces el segundo paso en Mí, llevando éste Mi germen humano, por Él purificado y santificado ante la Divinidad, a fin de que se volcara a torrentes sobre Mi pequeñez en acto de ser concebida, y la Divinidad descubriendo en Mí, bella y pura Su Obra Creadora, sonrió de complacencia y queriéndome festejar, el Padre Celestial vertió en Mí mares de Potencia, el Hijo mares de Sabiduría, el Espíritu Santo mares de Amor. 

               Así que Yo quedé concebida en la luz interminable de la Divina Voluntad y en medio de estos mares divinos, que Mi pequeñez, no pudiéndolos contener, formaba olas altísimas para enviarlas nuevamente como homenajes de amor y Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y la Trinidad estaba toda atenta sobre Mí, y para no dejarse vencer por Mí en amor, sonriéndome y acariciándome Me enviaba otros mares, los cuales Me embellecían tanto, que en cuanto fue formada Mi pequeña humanidad adquirí la virtud de raptar a Mi Creador, y se hacía verdaderamente raptar, tanto, que entre Dios y Yo hubo siempre fiesta, nada nos negábamos recíprocamente, Yo no le negué jamás nada, y Él tampoco. 

               ¿Pero sabes tú quién Me animaba con esta fuerza raptora? La Divina Voluntad que como vida reinaba en Mí, por eso la fuerza del Ser Supremo era la Mía, y por eso teníamos igual fuerza para raptarnos mutuamente. Ahora hija Mía escucha a tu Mamá, debes saber que Yo te amo mucho y quisiera ver tu alma llena de Mis mismos mares, estos mares Míos están llenos y quieren verterse, pero para hacer esto debes vaciarte de tu querer, a fin de que el Querer Divino pueda hacer el segundo paso en ti, y constituyéndose como principio de vida en tu alma, llame la atención del Padre Celestial, del Hijo y del Espíritu Santo para volcarse sobre ti con sus mares desbordantes, pero para hacer esto quieren encontrar en ti Su misma Voluntad, porque no quieren confiar a tu voluntad humana Sus mares de Potencia, de Sabiduría, de Amor y de belleza indecibles. 

               Hija querida, escucha a tu Mamá, pon la mano en tu corazón, dime tus secretos, ¿cuántas veces has sido infeliz, torturada, amargada, porque has hecho tu voluntad? Mira, tú has puesto fuera una Voluntad Divina y has caído en el laberinto de los males; Ella quería volverte pura y santa, feliz y bella, de una belleza encantadora, y tú con hacer tu voluntad le has hecho la guerra y con dolor la has puesto fuera de su querida habitación, la cual es tu alma. 

                Escucha hija de Mi Corazón, esto es un dolor para tu Mamá, el no ver en ti el Sol del Fiat Divino sino las densas tinieblas de la noche de tu voluntad humana. Pero ten valor, si tú Me prometes darme tu voluntad en Mis manos, Yo, tu Mamá Celestial, te tomaré en Mis brazos, te pondré sobre Mis rodillas y reordenaré en ti la Vida de la Divina Voluntad, y también tú, después de tantas lágrimas Mías formarás Mi sonrisa, Mi fiesta, y la sonrisa y la fiesta de la Trinidad Sacrosanta. 

El alma: 

               Mamá celestial, si tanto me amas Te ruego que no permitas que yo descienda de Tus rodillas maternas, y cuando veas que estoy por hacer mi voluntad, vigila mi pobre alma y encerrándome en Tu Corazón, la fuerza de Tu amor queme mi querer, así cambiaré Tus lágrimas en sonrisas de complacencia. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme vendrás tres veces sobre Mis rodillas, entregándome tu querer diciéndome: Mamá mía, quiero que mi voluntad sea Tuya, a fin de que me la cambies por la Voluntad Divina. 

Jaculatoria: 

               Soberana Reina, con Tu Imperio Divino abate mi voluntad, a fin de que surja en mí el germen de la Divina Voluntad.



miércoles, 1 de mayo de 2024

LA REINA DEL CIELO EN EL REINO DE LA DIVINA VOLUNTAD. DÍA 1º


Con Mis mismas manos 
te traigo en don este libro


               Durante el Mes de María procuraré compartir a diario (si Dios quiere) unas meditaciones extraídas del libro "La Virgen María en el Reino de la Divina Voluntad", de la mística italiana Luisa Piccarreta; advierto que cuando en el diálogo con la Madre de Dios encuentres que el interlocutor habla en femenino, no es porque este ejercicio esté destinado sólo a las mujeres, sino porque se refiere al alma, por lo que también un varón puede y debe practicarlo. 

               Estos escritos gozan de licencia eclesiástica, prueba de ello el “Nihil obstat”, que Monseñor Francesco M. Della Queva, Delegado del Arzobispo de Tarento (Apulia, Italia) concedió en la Fiesta de Cristo Rey de 1937. 

               Para obtener mejor provecho de esta lectura, procura recogerte en tu dormitorio o en un lugar discreto de la casa; sitúate ante una imagen de la Virgen que te inspire devoción, aunque se trate de una sencilla estampa; cierra los ojos y oídos corporales, eleva tu corazón al Cielo y busca en tu corazón la intimidad de hijo con Jesús Nuestro Señor y con la Celestial Madre. 

               Que la Santa Presencia de estos tus amores, Jesús y María, te acompañe a lo largo del día de hoy, y que Ellos sean siempre tu aliento y sostén en la lucha continua de la familia, del trabajo, de los problemas cotidianos...




Reza ahora, despacio y con devoción,
 tres Avemarías a Nuestra Santa Madre...



La Reina del Cielo: 

               Hija queridísima, siento la irresistible necesidad de descender del Cielo para hacerte Mis visitas maternas, si tú me aseguras tu amor filial y tu fidelidad, Yo permaneceré siempre contigo en tu alma para hacerte de Maestra, Modelo, Ejemplo y Madre tiernísima. 

               Yo vengo para invitarte a entrar en el Reino de tu Mamá, en el Reino de la Divina Voluntad y llamo a la puerta de tu corazón para que tú me abras. 

               ¿Sabes? Con Mis mismas manos te traigo en don este libro, te lo ofrezco con premura materna, para que tú a tu vez, leyéndolo, aprendas a vivir de Cielo y no más de tierra. 

               Este libro es de oro hija Mía, él formará tu fortuna espiritual, tu felicidad incluso terrena. En él encontrarás la fuente de todos los bienes: si eres débil, adquirirás la fuerza; si eres tentada, adquirirás la victoria; si has caído en la culpa, encontrarás la mano piadosa y potente que te levantará; si te sientes afligida, encontrarás el consuelo; si estás fría, el medio seguro para enfervorizarte; si hambrienta, gustarás el alimento exquisito de la Divina Voluntad. 

               Con él no te faltará nada, no estarás más sola, porque tu Mamá te hará dulce compañía y con todo Su cuidado materno tomará la tarea de hacerte feliz. Yo, la Emperatriz Celestial, pensaré en todas tus necesidades con tal que aceptes vivir unida a Mí.

El alma a su Inmaculada Reina: 

               Heme aquí, oh Mamá dulcísima, postrada ante Ti, hoy es el primer día del Mes de Mayo, consagrado a Ti, en el cual todos Tus hijos quieren ofrecerte sus florecitas para demostrarte su amor y para comprometer a Tu amor a amarlos, y yo Te veo como descender de la Patria Celestial cortejada por legiones angélicas para recibir las bellas rosas, las humildes violetas, los castos lirios de Tus hijos, y corresponderlos con Tus sonrisas de amor, con Tus gracias y bendiciones, y estrechándote al seno materno los dones de Tus hijos, te los lleves al Cielo para conservarlos como prenda y corona para el punto de su muerte. 

               Mamá Celestial, en medio de tantos, yo que soy la más pequeña, la más necesitada de Tus hijos, quiero venir hasta Tu seno materno para llevarte no flores y rosas, sino un sol cada día. Pero la Mamá debe ayudar a la hija dándome Tus lecciones de Cielo, para enseñarme como formar estos soles divinos, para darte el homenaje más bello y el amor más puro. Mamá querida, Tú has entendido que cosa quiere Tu hija, quiero ser enseñada por Ti a vivir de Voluntad Divina, y yo transformando mis actos y toda yo misma en la Divina Voluntad, de acuerdo a Tus enseñanzas, cada día Te llevaré a Tu seno materno todos mis actos cambiados en soles. 

Lección de la Reina del Cielo: 

               Hija bendita, tu oración ha herido Mi materno Corazón, y llamándome del Cielo estoy ya junto a mMi hija para darte Mis lecciones todas de Cielo. Mírame hija querida, miríadas de Ángeles Me circundan y reverentes están todos a la expectativa para oírme hablar de aquel Fiat Divino, del cual poseo más que todos su fuente, conozco sus admirables secretos, sus alegrías infinitas, su felicidad indescriptible y su valor incalculable. 

               Oír que Mi hija me llama porque quiere Mis lecciones sobre la Divina Voluntad, es para Mí la fiesta más grande, la alegría más pura, y si tú escuchas Mis lecciones Yo Me sentiré afortunada de ser tu Mamá. ¡Oh, cómo suspiro por tener una hija que quiera vivir toda de Voluntad Divina! Dime oh hija, ¿Me contentarás? ¿Me darás tu corazón, tu voluntad, toda tú misma en Mis manos maternas a fin de que te prepare, te disponga, te fortifique, te vacíe de todo, de modo que pueda llenarte toda de luz de Divina Voluntad y forme en ti su Vida Divina? 

               Por eso apoya tu cabeza sobre el Corazón de tu Mamá celestial, y sé atenta a escucharme para que mis sublimes lecciones te hagan decidir a no hacer jamás tu voluntad, sino siempre la de Dios. Hija mía, escúchame, es Mi Corazón materno que te ama tanto y que quiere volcarse sobre ti; debes saber que te tengo aquí escrita en Mi Corazón, el cual te ama como verdadera hija, pero siento un dolor porque no te veo igual a tu Mamá, ¿pero sabes quién nos vuelve diferentes? ¡Ah! es tu voluntad la que te quita la frescura de la gracia, la belleza que enamora a tu Creador, la fuerza que todo vence y soporta, el amor que todo consume, en suma, no es la Voluntad que anima a tu Mamá Celestial. 

               Tú debes saber que Yo conocí Mi voluntad humana sólo para tenerla sacrificada en homenaje a Mi Creador, Mi vida fue toda de Voluntad Divina, desde el primer instante de Mi Concepción fui plasmada, enfervorizada y puesta en Su luz, la cual purificó con Su potencia Mi germen humano y quedé concebida sin mancha original, por eso, si Mi Concepción fue sin mancha y tan gloriosa de formar el honor de la Familia Divina, fue sólo el Fiat omnipotente que se volcó sobre Mi germen, y Pura y Santa quedé concebida. 

               Así que si el Querer Divino no se hubiera vertido sobre Mi germen, más que una tierna Madre para impedir los efectos del pecado original, habría encontrado la triste suerte de las otras criaturas, de ser concebida con el pecado original, por eso la causa primaria fue la Divina Voluntad, a Ella sea el Honor, la Gloria, el agradecimiento de ser toda concebida sin mancha de origen. 

               Ahora hija de Mi Corazón escucha a tu Mamá, haz a un lado tu voluntad humana, conténtate de morir antes que concederle un acto de vida; tu Mamá celestial estaría contenta de morir miles y miles de veces antes que hacer un solo acto de mi voluntad, ¿no quieres tú entonces imitarme?. 

               ¡Ah! si tú la tuvieras sacrificada en honor de tu Creador, el Querer Divino hará el primer paso en tu alma y te sentirás rodeada de un aura celestial, purificada y enfervorizada, de modo de sentirte aniquilar los gérmenes de tus pasiones, y te sentirías puesta en los primeros pasos del Reino de la Divina Voluntad; por eso sé atenta, si eres fiel en escucharme Yo te guiaré, te llevaré de la mano por los caminos interminables del Fiat Divino, te tendré defendida bajo Mi manto azul y serás Mi honor, Mi gloria, y Nuestra victoria. 

El alma: 

               Virgen Inmaculada, ponme en Tus rodillas maternas y hazme de Mamá, con Tus santas manos posesiónate de mi voluntad, purifícala, fórjala, inflámala con el toque de Tus dedos maternos, enséñame a vivir únicamente de Voluntad Divina. 

Florecita: 

               Hoy para honrarme, desde la mañana y en todas tus acciones pondrás tu voluntad en Mis manos diciéndome: “Mamá mía, ofrece Tú misma el sacrificio de mi voluntad a mi Creador.” 

Jaculatoria: 

               Mamá mía, encierra la Divina Voluntad en mi alma para que tome su primer lugar, y forme su trono y su morada.



martes, 30 de abril de 2024

COMIENZA EL MES DE LA VIRGEN MARÍA

 


               El Mes de Mayo fue consagrado a María Nuestra Señora desde época inmemorial; así vemos que en el siglo XIII, en España el Rey Alfonso X "El Sabio", invitaba a alabar e invocar a Nuestra Señora ante su altar, en el mes de las flores. Y él mismo escribió las "Cantigas de Santa María" porque quería "trovar en honor de la Rosa de las Rosas y de la Flor de las flores".

              En Italia fue San Felipe Neri, en el siglo XVI, el iniciador del Mes de Mayo dedicado a María, con la costumbre de invitar a los jóvenes a cantar, llevar flores y ofrecer sacrificios a la Virgen.

              Y en América  fueron los celosos Misioneros los que transportaron esta hermosa Tradición de honrar a la Madre de Dios de forma especial en este mes de Mayo.

               De ahora en adelante reza diariamente al menos cinco Misterios del Santo Rosario, arma poderosa contra los enemigos del alma; devoción propagada por todos los Santos, bendecida e indulgenciada por numerosos Pontífices.

               Para aquellos que aún no tengan impuesto el Santo Escapulario del Carmen, ¿qué mejor momento que este Mes de María para hacérselo imponer y bendecir por un Sacerdote facultado para ello?. Llevar esta prenda de la Virgen Santa es signo de nuestra futura salvación, donde contaremos con Ella como Abogada. 

               No dejemos de tener colgada al cuello o prendida en nuestro Rosario, la Medalla Milagrosa, tan protectora y cargada de bendiciones.

               Dedicar cada día un rato a una lectura mariana, como por ejemplo las piadosas meditaciones que (si Dios quiere) compartiremos a lo largo del mes en este blog.

               Cada Sábado, honremos más que otro día, a la Purísima Virgen; procuremos rezar los quince Misterios Tradicionales (Gozosos, Dolorosos y Gloriosos) y ofrezcamos algún pequeño sacrificio a Nuestra Señora (como privarse del café, del azúcar, no ver la televisión...) además de visitar a algún enfermo o anciano que esté necesitado de compañía.

               Como Hijos y Esclavos de Amor de Nuestra Señora, usemos estas prácticas sencillas prácticas de Piedad para asemejarnos más a Aquella que dio el "Fiat" a la Voluntad de Dios. 

               No nos quejemos por el frío o el calor, soportemos con alegría los problemas diarios, nuestros conflictos con nuestros hijos y allegados; en el mes de Mayo, intentemos ver la vida como la entendería la Virgen María: con amor, con dulzura, pero firmes y alegres ante los conflictos que se nos planteen.

               Cada mañana, besemos nuestro Escapulario, que es lo mismo que besar a la Virgen y ofrezcamos a Ella la jornada, con todo lo bueno y lo no tan bueno; abandonándonos en las Purísimas manos de Nuestra Señora, ¿habrá problema que no tenga solución?. 



LA SANTA FAZ Y EL APÓSTOL PEDRO

 

Oh, Faz adorable, 
cuya divina mirada traspasó 
el corazón de San Pedro 
con una flecha de dolor y amor, 
ten piedad de nosotros.


               Jesús se encontraba a orillas del lago de Genesareth, y Andrés vino y dijo a sus hermanos "Hemos encontrado al Mesías".  De inmediato le condujo a Jesús, habiendo visto a Simón -Intuitus autem eum Jesus- , en el mismo instante le dijo "Tú eres Simón, hijo de Juan, de ahora en adelante te llamarás Cefas, que quiere decir piedra". Admiremos el poder y la eficacia de la mirada de Jesús. 

               Él vuelve Su Santa Faz sobre un pobre pescador, y descubre en él lo que hasta entonces nadie había visto, un alma elegida, un futuro pescador de hombres, él quien estaba destinado a ser la piedra angular sobre la que habría de edificar Su Iglesia. 

               Esta mirada penetró tanto el alma de Pedro, que inmediatamente abandonó sus redes y su familia, y siguió a su Maestro.

               ¿Acaso no fue también una mirada de los ojos del Salvador, que cayeron sobre mi alma, en el instante en que quizás me encontraba lejos de la grey celestial, y que, iluminándome con un rayo de gracia, me capacitaron para comprender la nada de las cosas creadas, y la felicidad de seguir al Divino Maestro? 

               Oh, Señor, obra Tu tierna mirada para que brille una vez más, y señálame el camino que debo seguir, a fin de que de ahora en adelante evite las sendas del vicio y el error.  

               "Aunque todos se escandalicen de Ti, Yo nunca me escandalizaré" , replicó el Apóstol a su Maestro en la víspera de Su Pasión; y como castigo de su arrogante confianza en sí mismo, Jesús permitió que las palabras dichas por una sirvienta hicieran que Su Vicario le negara por tres veces y afirmara con juramento que no conocía al hombre. 

               ¡Oh, Jesús, qué lección! ¡Pero, mira! apenas se había consumado la caída antes que el Salvador piense en nada más que en levantar de nuevo a Su Apóstol. Se olvida de Sus propios sufrimientos e ignominias, y vuelve hacia él Su Faz adorable; un rayo de luz de amor, proveniente de los ojos del Maestro, penetra el corazón del discípulo infiel, y Pedro confiesa su culpa. "Flevit amare", dice el Evangelio, "lloró amargamente", y tan amargamente, que un riachuelo de incesantes lágrimas trazó sobre la cara de Pedro un surco imborrable. 

               ¿No es la historia de Tu Apóstol de alguna manera la mía?.  ¿Cuántas veces no Te he negado por el pecado?. ¡Cuántas me has levantado de nuevo con una mira tierna de Tus ojos!. 

               Pero, Oh mi Jesús, ¿se ha asemejado mi contrición a esa del Apóstol penitente?. Dame su verdadero dolor por mis culpas, y que aprenda, contemplando Tu augusta Faz, desfigurada por mis pecados, de aquí en adelante a llevar una vida de reparación y amor. 


Jaculatoria para repetir a lo largo de hoy...

"Conversus Domini respexit Petrum, 
egressus foras, Petrus flevit amare". 
Y el Señor, volviéndose, miró a Pedro, 
y Pedro, saliendo, lloró amargamente. 
(Evangelio de San Lucas, 22, 61)


Tomado del libro "Un mois en l'honneur de la Sainte Face",
por el Sacerdote Jean-Baptiste Fourault, 
editado por vez primera en 1903




lunes, 29 de abril de 2024

LA REUNIÓN DE TODOS LOS BIENES Y HERMOSURAS, por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo de Las Batuecas, capítulo VII, punto 39-40

 


               Es tan excesivamente hermoso e inmenso el bien del Cielo, tan encantador y superior a toda otra belleza, tan insoñable y delicioso sobre cuanto la inteligencia puede pensar y la imaginación fantasear, que las almas a quienes Dios mostró comunicaciones sobrenaturales de esa belleza inefable salen de sí mismas en éxtasis al sólo recordar tan maravillosa y deslumbrante delicia, que no se parece a nada visible. 

               El pensamiento de que verán a Dios infinito, de que estarán en Dios y vivirán la vida de Dios y su misma delicia y sabiduría y poder, les abstrae en gozo a veces días enteros, como lo leemos en sus biografías o ellos mismos lo dejaron escrito, y les hacía repetir constantemente: "Dios, Dios, Cielo, Luz, Verdad Eterna". 

               Sé ciertamente por la Fe y por la Teología que Dios es la Suma Bondad y la Omnipotencia; es el Amor infinito y la generosidad sin límites. Sé, Dios mío, que eres mi Padre y me has criado para el Cielo y has criado el Cielo, cúmulo o "juntura" de todos los bienes y delicias, para premiar, galardonar y obsequiar con toda la magnificencia de Tu largueza sin límites y con Tu Amor y Poder infinitos, a Tus hijos buenos, que te amaron, obedecieron y practicaron las virtudes en la tierra. 

               Amar es vivir la Voluntad de Dios. La ley que gobierna y alegra el Cielo es el amor glorioso y la compenetración. El Cielo no se parece a nada de la tierra. El Cielo es sobrenatural. El premio de la felicidad del Cielo es Dios mismo. Dios se da a los Bienaventurados y les comunica Su naturaleza gloriosa y Sus perfecciones, Su sabiduría y Su dicha. El Cielo infinito es Dios mismo, que se da a Sí mismo y produce el gozo sin término. El Cielo es la reunión de todos los bienes y hermosuras y el lugar donde Dios se da y se comunica a las almas y las hace felices. 

               Nada de la tierra puede compararse con las bellezas y encantos del Cielo, ni los encantos del lugar del Cielo con Dios. Dios se da gloriosamente y comunica Sus perfecciones a los Bienaventurados en proporción del amor que en la tierra le tuvieron y de las virtudes y obras buenas que practicaron. Ante Dios nada son ni la fama, ni los bienes, ni la sabiduría, ni el poder de la tierra, si no se emplearon para Dios. Dios no mira ni a la belleza del cuerpo, ni al atractivo de la persona, ni a la ignorancia o rudeza. Todo es don de Dios, y lo da para poder ganar más Cielo. La sabiduría, la hermosura, la habilidad y riqueza ante Dios y con los que se compra Cielo, son la gracia y el amor, que se acrecientan con las virtudes. 

               Los filósofos o literatos paganos describen y hablan de un cielo material muy semejante a esta vida de la tierra, aunque exento de dolencias. En ese cielo no tenían entrada los pobres ni los esclavos, como si no fueran criaturas de Dios. ¡Pobres doblemente los pobres según su enseñanza! ¡Llevaban aquí vida miserable y arrastrada y no podían tener cielo después de la muerte! ¡Cuán diferente es el pensamiento de Dios! 

               Todos somos hijos del Altísimo. Jesucristo empieza Su Doctrina diciendo: Bienaventurados los pobres de espíritu, y los pacíficos, y los que lloran, y los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Aun en esta vida Dios ha hecho más frecuentemente sus maravillosas mercedes sobrenaturales a los pobres, a los desconocidos, a los que lo han renunciado todo por Él. Con las almas recogidas  y alejadas del trato de sociedad ha mostrado Sus especiales complacencias. Porque lo que vale ante Dios es la virtud, la limpieza de corazón, la humildad, la rectitud de intención. 

               Bien hizo Dante en no tomar por guía en el Paraíso a Virgilio, como le había tenido en las descripciones del Infierno y del Purgatorio. Virgilio, nacido en el paganismo, carecía de la luz de la Fe, y ni sus ojos ni su inspiración podían ver las maravillas sobrenaturales del Cielo sobrenatural que nos enseña la Revelación. Sólo sabe decir del Cielo que los hombres allí tienen las mismas diversiones y hacen los mismos ejercicios que cuando vivían en la tierra y conservan las mismas aficiones que en esta vida tuvieron a los buenos caballos, a los buenos carros en magníficas praderas (1). ¡Pobre hombre si viviera en la eternidad en tan bajo y mísero cielo!. 

               ¡Y aún es más mísero el estado de las almas en el cielo según la descripción que Ovidio hace con toda su fantasía juguetona! ¡Bendita sea la Fe, que enseña la felicidad sobrenatural del Cielo y la participación de la vida y perfecciones del mismo Dios en proporción de la virtud y del amor santo que en la tierra vivieron!.

               La filosofía romana, siguiendo la doctrina de Platón, aunque sin llegar a la belleza de su inspiración, dice por Marco Tulio que separar el alma del cuerpo es aprender a morir, y es mi consejo que nos despeguemos de las cosas corporales para que vayamos aprendiendo a morir..., y cuando lleguemos al Cielo, entonces sí que viviremos., porque esta vida presente más bien es muerte (2). En el Cielo de nada se carecerá, y el espíritu se sustentará de las mismas cosas que se sustentan y mantienen los astros (3). El Cielo, enseña, es la reunión de todos los bienes, y está exento de todos los males. La vida del Cielo será muy agradable y deliciosa, teniendo el trato y amistad con los hombres más grandes, más sabios y más agradables que han existido. Ese es todo el Cielo que se ha de gozar según el entender de Cicerón, aprendido de los filósofos griegos. No merece ni recordar el Cielo que promete y describe el Corán en las riberas de arroyos y en muy amenas praderas. No era más alta la idea que de la virtud tenía el que lo escribió. 

               Pero el Cielo es en verdad todo luz, todo belleza y delicia sobrenatural, todo sabiduría y contento. El Cielo es todo Amor. La ley que gobierna el Cielo y une las almas es el Amor, Amor glorioso, sobrenatural, por poseer ya a Dios y Sus perfecciones y en Dios todos los bienes y todas las perfecciones y alegrías. El Cielo es el amor fraternal, confidencial, íntimo, sin engaños ni equivocaciones, en el amor triunfal y esplendoroso de Dios. El Cielo es la reunión gloriosa de la gran familia humana y angélica, gozando en jubilosa unión en Dios de los triunfos que alcanzaron en la virtud. 

               El Cielo es la posesión en plenitud de la Sabiduría, del Poder y de la Bondad. Es el gozo de la verdad. No sabrá más el que tenía más ciencia y conocimientos en la tierra, sino el que amó más a Dios. No será más feliz el que conoce más cosas en el mundo, sino el que conoce más de Dios. Porque Dios es la Felicidad y el Cielo. Pero el que amó más a Dios en esta vida, conoce más de Dios y conoce también más verdades en la Verdad y hermosura de Dios. Seré dichoso, porque veré, conoceré y viviré a Dios.


NOTAS 

1) Virgilio: Eneida, lib. VI. 
2) Marco Tulio Cicerón: Tusculanae Disputationes, lib. I, cap. XXXI, núm. 75. 
3) Id., id., id.: cap. XIX, núm. 43




viernes, 26 de abril de 2024

NUESTRA SEÑORA DEL BUEN CONSEJO en el siglo de la confusión

 


               A mediados del siglo XIV Albania atravesaba grandes dificultades. Después de ser disputada durante siglos entre los pueblos vecinos, era invadida entonces por el poderoso imperio turco. Sin estructura militar capaz de oponerse al enérgico adversario, el pueblo rezaba con angustia, confiándose al auxilio del cielo. La respuesta a tales oraciones no se hizo esperar: en la emergencia surgió un varón de Dios, de noble estirpe y devotísimo de María, decidido a luchar por la Patrona y por la libertad de su país.

               A costa de inmensos esfuerzos bélicos, logró mantener la unidad y la fe de su pueblo. Las crónicas de su tiempo exaltan las hazañas realizadas por él y por los valerosos albaneses que lucharon a su lado estimulados por su ardor.

               Cuando los combates les daban tregua, se arrodillaban todos a los pies de “Santa María de Scútari”, de donde salían fortalecidos y obtenían portentosas y decisivas victorias contra el enemigo de la fe. En eso reluce una característica de aquella que el mundo co­nocería en el futuro como Madre del Buen Consejo: fortalecer a todos los que, combatiendo el buen combate, se le aproximan buscando aliento y valor.

              Sin embargo… al cabo de 23 años de luchas, Skanderbeg fue llevado de esta vida. La falta del piadoso líder era irreparable. Todos presentían que la derrota estaba próxima. El pueblo se encontraba ante la trágica encrucijada de abandonar la patria o someterse a la esclavitud turca.

              En esa situación de perplejidad, la Virgen del fresco se aparece en sueños a dos valientes soldados de Skanderbeg, llamados Georgis y De Sclavis, para ordenarles que la sigan en un largo viaje. La imagen les inspiraba una gran confianza y arrodillarse a sus pies era motivo de gran consuelo para ellos. Cierta mañana estando ambos sumidos en fervorosa oración, ven el más grande milagro de sus vidas.

               El maravilloso fresco se desprende de la pared y, llevado por ángeles, envuelto en una blanca y luminosa nube, va retirándose suavemente del recinto. ¡Resulta fácil imaginar la reacción de los buenos hombres! Atónitos, siguen a la Virgen que avanza por los cielos de Scútari. Cuando se dan cuenta, están a orillas del Mar Adriático. ¡Habían recorrido treinta kilómetros sin sentir cansancio!

               Siempre rodeada por la blanca nube, la milagrosa imagen avanza mar adentro. Perplejos, Georgis y De Sclavis no quieren dejarla; y entonces verifican, estupefactos y eufóricos, que bajo sus pies las aguas se convierten en sólidos diamantes, regresando al estado líquido tras su paso. ¡Qué milagro! Tal como san Pedro en el lago de Genezaret, estos dos hombres ca minan sobre el Adriático guiados por la propia “Estrella del Mar”.

              Sin saber decir cuánto tiempo caminaron, ni cuántos kilómetros dejaron atrás, los buenos devotos ven nuevas playas. ¡Estaban en la península itálica! Pero… ¿dónde estaba Santa María de Scútari? Miran a uno y otro lado, escuchan otro idioma, sienten un ambiente tan diferente a su Albania, pero ya no ven a la Señora de la luminosa nube. Había desaparecido. ¡Qué gran prueba! Comenzaron entonces una búsqueda infatigable. ¿Dónde estaría Ella?

               En esa misma época, en la pequeña ciudad de Genazzano, no lejos de Roma, vivía una piadosa viuda llamada Petruccia de Nocera. Para entonces ya era una octogenaria mujer de mucha rectitud, terciaria de la orden agustina, y cuya modesta herencia apenas le alcanzaba para vivir. Petruccia era muy d vota de la Madre del Buen Consejo, venerada en una vieja iglesia de Genazzano. La piadosa señora recibió del Espíritu Santo la siguiente revelación: “María Santísima, en su imagen de Scútari, desea salir de Albania”.

               Si la comunicación sobrenatural la sorprendió, todavía más asombro causó en ella recibir de la Virgen misma la orden expresa de levantar el templo que debería recibir su fresco, así como la promesa de ser ayudada en el tiempo oportuno. Comenzó, pues, Petruccia la construcción de la pequeña iglesia. Empleó todos sus recursos… que se terminaron cuando las paredes sólo llegaban al metro de altura. Los escépticos habitantes de la pequeña ciudad convirtieron a la viuda en blanco favorito de sus burlas y sarcasmos, llamándola loca, visionaria, imprudente y anticuada. Pero ella atravesó confiada esta prueba tal como Noé, de quien se mofaban todos mientras construía el arca.

               Era el día 25 de Abril de 1467, Fiesta de San Marcos, Patrono de Genazzano. A las dos de la tarde, Petruccia parte camino a la iglesia, pasando por la bulliciosa feria donde se ofrece desde tejidos de Génova y Venecia hasta un elixir de eterna juventud o un “poderosísimo” licor contra cualquier tipo de fiebre. En medio del vocerío, el pueblo siente una melodía de singular belleza venida del cielo. Se impone el silencio. Todos notan que la música proviene de una nubecita blanca, tan luminosa que ofusca los propios rayos del sol, la cual baja gradualmente hacia la pared inconclusa de una capilla lateral. La muchedumbre acude estupefacta, ocupa el pequeño recinto y ve deshacerse la nube. Ahí estaba suspendido en el aire, sin ningún soporte visible el sagrado fresco, la Señora del Buen Consejo. “¡Un milagro, un milagro!”, gritan todos. ¡Qué alegría para Petruccia y qué consuelo para Georgis y De Sclavis cuando pudieran llegar allá! Se confirmaba el superior designio de la construcción iniciada, y empezaba en Genazzano un largo e ininterrumpido desfile de milagros y gracias obrados por la Virgen.



IMPLORAR EL AUXILIO DE NUESTRA SEÑORA
DEL BUEN CONSEJO, por Plinio Corrêa de Oliveira

               Sin duda, en nuestra época, tan afligida y conturbada, incontables son las almas que precisan, a este o aquel título, de un buen consejo. Nada pueden hacer ellas de mejor que implorar el auxilio de Aquella que la Santa Iglesia, en la letanía lauretana invoca como “Mater Boni Consilii”.

               Sin embargo cumple ponderar que un consejo es de tanto mayor validez, cuanto mayor fuese la importancia del asunto sobre el cual versa.

              Por esto, supremamente importante son para cada uno los consejos necesarios para conocer a respecto de sí mismo -dentro de la tempestad de tinieblas del siglo XX- los designios de Nuestra Señora y los medios aptos para realizarlos.

               Aquí hay un primer título para afirmar la particular actualidad de la devoción a Nuestra Señora de Genazzano en este siglo que podrá pasar para la Historia como el siglo de la confusión.

               Inclusive, si ampliamos nuestros horizontes para mas allá de la esfera individual, y consideramos en una perspectiva histórica la crisis por la cual hoy pasa la Iglesia de Dios, no podremos dejar de ponderar que aún aquí la humanidad necesita como nunca de un buen consejo de la Virgen de las vírgenes...

               Parecerá tal vez excesivo, para algunos lectores, que afirmemos ser éste el siglo más confuso de la Historia. Sin embargo, entre las múltiples pruebas que esta aseveración comporta, es necesario ponderar una, que por sí misma justifica nuestra afirmación.

               En efecto, sería difícil constatar que en algún tiempo la confusión haya sido mayor en los medios católicos de que en el nuestro.

               Por cierto, hubo épocas en que la Iglesia pareció afectada por una confusión más grave. Así, las crisis a lo largo de las cuales los antipapas dislaceraban el Cuerpo Místico de Cristo, o la lucha de las investiduras que dividió durante mucho tiempo el Occidente Cristiano, lanzando el Sacro Imperio contra el Papado. Pero estas crisis, o eran más de rivalidades personales que de principios, o ponían en juego sólo algunos principios, si bien que básicos, de la doctrina católica.

               Actualmente, por lo contrario, no hay error, por más craso y rotundo, que no procure revestirse de un ropaje más o menos nuevo para obtener libre tránsito en los ambientes católicos. Se puede decir que asistimos en nuestro propio medio al desfile de todos los errores, farisaicamente disfrazados con piel de oveja, para solicitar la adhesión de católicos incautos, superficiales o poco devotos de nuestra Fe. Y, ante esa maniobra, cuántas concesiones, cuántas falsas prudencias, cuánto criminal noviazgo con la herejía!

               Trazado este cuadro, pensamos con afecto y con aprensión en las muchas almas sin mayores estudios religiosos. ¡Cuan necesario les es el buen consejo de Nuestra Señora, para vencer la confusión! La Iglesia puede decir de ahí, analógicamente, las palabras de Nuestro Señor; “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”, (Juan, XIV, 6). Si en los ambientes católicos sopla la confusión, es inevitable que ésta se extienda por todos los otros dominios de la existencia. Y, en la Iglesia no puede haber confusión mayor de la que de los principios.

               Es natural, pues, que afirmemos ser éste nuestro siglo, el siglo de la confusión, y que de nuestros labios suba una súplica para la Madre de Dios: Nuestra Señora del Buen Consejo, rogad por nosotros, y ayudadnos a permanecer fieles al Camino, a la Verdad y a la Vida, en medio de tanto extravío, de tanta mentira y de tanta muerte. 



jueves, 25 de abril de 2024

ORACIÓN DE OFRECIMIENTO PARA RECITAR DESPUÉS DE COMULGAR A JESÚS SACRAMENTADO

 

Estampa devocional diseñada para ser impresa
a doble cara. Permitida su difusión, sin fines comerciales.

               Habiendo recibido la Santa Comunión, estaba pensando a cómo ofrecer una cosa más especial a Jesús, a cómo mostrarle mi amor y darle mayor gusto; y le he dicho: "Queridísimo Jesús mío, Te ofrezco mi corazón para Tu satisfacción y Tu eterna alabanza, y Te ofrezco todo mi ser, hasta las mínimas partículas de mi cuerpo, como otros tantos muros que pongo delante de Ti, para impedir toda ofensa que Te hagan, aceptando todas sobre mí, si fuera posible y como a Ti te guste, hasta el día del Juicio; y ya que quiero que mi ofrecimiento sea completo y Te satisfaga por todos, quiero que todas las penas que tenga que soportar, recibiendo yo las ofensas que Te hagan, Te compensen por toda la Gloria que habrían debido darte los Santos que están en el Cielo cuando estaban en la tierra, la que Te debían dar las Almas del Purgatorio y la Gloria que Te deben todos los hombres pasados, presentes y futuros; Te las ofrezco por todos en general y por cada uno en particular". 


Extraído del "Libro del Cielo", Vol. 4°, 3 de Octubre de 1901,
de la mística Luisa Piccarreta, 
con "nihil obstat"
del Canónigo Padre Aníbal María de Francia



miércoles, 24 de abril de 2024

TRADICIONAL HIMNO "TE JOSEPH CELEBRENT"

  



               "Hija Mía, aunque has escrito que Mi esposo San José es excelentísimo entre los Santos y Príncipes de la Celestial Jerusalén, pero ni tú puedes ahora manifestar su eminente Santidad, ni los mortales pueden conocerla antes de llegar a la Vida de la Divinidad, donde con admiración y alabanza del mismo Señor se harán capaces de este privilegio; el día último, cuando todos los hombres sean juzgados, llorarán amargamente los infelices condenados no haber conocido por sus pecados este medio tan poderoso y eficaz para su salvación (la devoción a San José), ni haberse valido de él para ganarse la amistad de Mi Divino Hijo, el Justo Juez.

               Y todos los del mundo han ignorado mucho los privilegios y prerrogativas que el Altísimo Señor concedió a Mi Santo Esposo José y cuánto puede su intercesión con su Majestad y Conmigo, porque te aseguro, muy querida hija, que en presencia de la Divina Justicia es uno de los grandes intercesores para detenerla contra los pecadores y alcanzar grandes mercedes.

               Y por la noticia y la luz que de esto has recibido y recién escrito, quiero que seas muy agradecida a la dignación del Señor y al favor que en esto hago contigo; y de aquí en adelante en lo que queda de tu vida procures adelantarte en la devoción y cordial afecto a Mi Santo Esposo José y bendecir al Señor, porque le favoreció con tantos dones y por el gozo que yo tuve de conocerlo. En todas tus necesidades te has de valer de su intercesión y solicitarle muchos devotos, y que las religiosas se fijen mucho en esto, pues lo que pide Mi Esposo José en el Cielo concede el Altísimo en la tierra y a sus peticiones y palabras tiene vinculados grandes y extraordinarios favores para los hombres, si ellos no se hacen indignos de recibirlos.

                Y todos estos privilegios corresponden a la perfección de este admirable Santo y a sus virtudes tan grandiosas, porque la Divina Misericordia se inclinó a ellas y le miró con mucho agrado, para conceder admirables misericordias para José y para los que acuden a su intercesión".


Extraído de "Mística Ciudad de Dios
de la Venerable Sor María de Jesús de Agreda




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Se permite su copia y difusión, sin fines de lucro.




martes, 23 de abril de 2024

EL BESO DEL TRAIDOR SOBRE LA FAZ DE JESÚS

 

Oh, Faz adorable, 
besada por Judas el traidor, 
ten piedad de nosotros


               Jesús, habiendo terminado su oración, regresó donde sus discípulos y les dijo "Levantaos, vamos ; mirad, está cerca el que habrá de traicionarme". Apenas había terminado de hablar, cuando Judas se presentó a la cabeza de una tropa armada con espadas y antorchas, para llevarse al Señor conforme el signo que les había dado a ellos... "Aquél, a quien yo bese, ése mismo es, lleváoslo rápidamente". Y mira que el traidor en verdad se acerca a Jesús, y le da un beso infame sobre Su augusta Faz, diciendo "Te saludo, Maestro", ¡qué hipocresía y qué ultraje! 

               Nuestro Señor había colmado a Judas con bondad, lo había llamado a la gloria del apostolado, lo había honrado con el don de realizar milagros, y había confiado a su cuidado los recursos de los que podía disponer el rebaño que le había seguido. 

               Después de haberle lavado sus pies, lo había admitido al primer banquete eucarístico y se le había dado Él mismo en la Santa Comunión... ¡Que Comunión sacrílega, oh, Buen Maestro, ¡y que terrible el resultado de ella! ¡El ultraje infringido sobre Jesús por el traidor se dirige a Su Corazón, y se manifiesta en Su Santa Faz!. 

               Cuán dolorosa para el Salvador fue la traición de Su apóstol. Jesús la recibe y Él aún llama a Judas su amigo "Amice, ad quid venisti?" (Evangelio de San Mateo, cap. 26, vers. 50).

               Era tanto como para decirle "Aunque ya no Me amas más, Yo siempre te amo, y Mi Corazón permanece abierto para ti, a pesar de la vergüenza que cubre Mi Rostro". 

               Perdón, Señor, perdón, mil veces, perdón por el beso traidor. Ah, ojalá con mi amor consolara Tu Corazón, y por mis reparaciones lavara Tu Faz divina por las afrentas recibidas en el Huerto de la Agonía. 

              ¡Cuántas veces, ah! ¡no ha sido renovado el beso de Judas! Conozco un hombre, oh, Dios mío, a quien colmaste con el exceso de Tu ternura, y en cuya alma, sumergida en la inmundicia del pecado, Te compadeciste. Tú la alzaste y la sumergiste en el baño de la Salvación, la acercaste a Tu Corazón, y la alimentaste en Tu mesa con el Pan de los Ángeles, y todavía este hombre Te traiciona. Y este pecador soy yo mismo, oh Señor, yo que he despedazado Tu Corazón, con mi ingratitud, y con mis iniquidades. He cubierto Tu Faz adorable de vergüenza. 

               Por último, no me permitas traicionarte con una Comunión sacrílega, con un beso hipócrita. Ah, Señor, sería mejor para mí morir mil veces que de nuevo traicionarte. Inclina sobre mí Tu Faz misericordiosa. Que escuche, caer de Tus labios, la dulce palabra pronunciada en el huerto "Amice", amigo... Sí, Jesús, de ahora en adelante, seré Tu amigo. ¡Qué insensatez traicionarte por una locura pasajera de orgullo, de sensualidad y de avaricia!. ¿En mi última hora que habré cosechado de ello?

               Amarte como un fiel apóstol, tal debe ser el pósito de mi vida; reparar los ultrajes que Te he infringido, será de ahora en adelante mi única ocupación, para que un día pueda escuchar pronunciar de Tus labios, ya no más un amable reproche, sino lleno de ánimo y salvación "Amice, ad quid venisti?" Y yo responderé "¡Señor, a alabarte, a amarte, a bendecirte por toda la Eternidad!


Jaculatoria para repetir a lo largo de hoy...

"Osculetur me osculo oris Sui".  
Que me bese con los besos de Su boca 
(Cantar de los Cantares, 1, 1)


Tomado del libro "Un mois en l'honneur de la Sainte Face",
por el Sacerdote Jean-Baptiste Fourault, 
editado por vez primera en 1903




lunes, 22 de abril de 2024

SE PIENSA EN EL CIELO DONDE SE VIVE LA FELICIDAD PERFECTA, por el Padre Valentín de San José, Carmelita Descalzo de Las Batuecas, capítulo VII, punto 37-38

 

               Mi pensamiento se pregunta: ¿Qué es el Cielo? ¿Dónde está el Cielo? ¿Cómo es el Cielo? Si el Cielo es mi deseo, si he sido criado para el Cielo, ¿no podré saber lo que es y dónde está y sus delicias antes de que Dios me lleve a él? ¿Qué noción o qué detalles puedo tener del Cielo? ¿Cómo viviré en el Cielo? ¿Qué hombre mortal no se hace esta misma pregunta y desea su aclaración?.



               Porque no son solos los Santos ni solos los Cristianos quienes piensan en el Cielo y discurren sobre el Cielo, y aun debiéramos pensar mucho más. También los paganos han pensado y discurrido sobre el Cielo, y lo han deseado. Sus filósofos han descrito el Cielo, aunque muy pobre y erróneamente, como era pobre y erróneo el concepto de los que ellos tenían por dioses, seres muy humanos y con pasiones desordenadas, como formados por la mente del hombre. No tenían la Verdad revelada en el Evangelio y habían recibido muy enturbiada la revelación primitiva. 

               Las potencias del hombre no pueden remontarse hasta lo sobrenatural si Dios no las levanta, ni pueden comprenderlo hasta que no lo posean en el Cielo. Ni los filósofos ni la gente sencilla podían tener una idea sobrenatural del Cielo. Sus conceptos y descripciones, por hermosos y levantados que fueran, no dejaban de ser humanos, naturales y a la manera humana natural. Sus descripciones del Cielo son de una belleza natural y de la satisfacción de las conversaciones con personas cultas y de recreos y diversiones placenteras. No podían concebir el Cielo sobrenatural que nos enseña la Fe a los Cristianos, ni conocían los adelantos de los inventos actuales para poder soñar con sus encantos. 

               Aun con la Fe y con la Revelación, muchos cristianos no conciben nada más que las delicias de un cielo material y social, no las sobrenaturales de Dios. Bellas y emocionantes ideas expuso Platón sobre la inmortalidad del alma y sobre la vida feliz que viviría después de la muerte. 

               Los Padres y Doctores de la Iglesia y la Teología Cristiana han recogido algunas ideas verdaderas de su filosofía para ayudarse con ellas a explicar el concepto sobrenatural de Dios y del Cielo. Pero ni la inteligencia de Platón ni la de Aristóteles, ni la de filósofo alguno, pudieron volar hasta percibir la Luz de la Verdad total y sobrenatural, como nos enseña la Fe. No lo ha alcanzado el hombre con sólo su discurso. Lo ha enseñado Dios. Es verdad revelada, y porque lo creen, lo saben hasta los niños que viven la Fe. 

               Los Santos, afianzados en la Fe, aun careciendo a veces de formación científica, llegaron a tener una idea inmensamente alta, clara y sobrenatural de la Luz purísima de Dios y juntamente del Cielo. Era luz especial comunicada por Dios. Porque tenían tan alto conocimiento de Dios, tenían ansias muy crecidas e incontenibles de ir al Cielo. Su belleza y rutilante claridad abstraía sus sentidos hasta perder, a veces, la sensación. 

               El Cielo es todo luz y belleza cautivadora, como la más hermosa imagen material creada de la infinita bondad y belleza increada de Dios. Mirarse envuelto en esa hermosura es vivir la idealidad de la belleza y del bien. Los Santos la vivían; por eso eran, en cierta manera, dichosos, y por eso también eran más vehementes las ansias de verla ya sin velos y vivirla gloriosos. 

               San Juan de la Cruz aconsejaba a un alma santa se mirase siempre envuelta en esa hermosura. La biografía de Fray Gil dice que la llevaba tan fascinadoramente bella dentro de sí mismo, que sólo nombrarle el Paraíso le producía el éxtasis. 

              Paseaba un día el estático San Miguel de los Santos en la huerta de su convento con unos conocidos suyos hablando de Dios. Uno de ellos dijo en la conversación: "¿Qué sucederá cuando las almas gocen de las delicias del Paraíso?; y apenas oírlo, quedó el Santo fuera de sí, arrobado" (1).

               ¿Cómo no recordar la cena de San Francisco y Santa Clara, en que, hablando de Dios, quedaron arrobados por largo tiempo y los que los acompañaban? ¿Y la conversación sobre Dios de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, terminando los dos en maravilloso éxtasis?.

               Tanta belleza se comunica al alma pensando en la soberana e infinita de Dios. Santa Teresa narra muy detalladamente el éxtasis que tuvo con los efectos especiales en el convento de Salamanca. Estaba en animada y santa recreación con sus monjas; en lo más animado, una religiosa joven y de bonita voz entonó una preciosa canción, como acostumbran, para avivar el fervor. Era la canción del amor y deseo de ver y estar ya con Dios. Al oír la Santa el hoy muy conocido cántico: Véante mis ojos, dulce Jesús bueno; véante mis ojos, muérame yo luego. Véome cautivo sin tal compañía; muerte es la que vivo sin Vos, vida mía. ¿Cuándo será el día que alcéis mi destierro? Véante mis ojos, muérame yo luego, etc. como tanto lo deseaba, sintió en su alma y en su cuerpo los efectos tan extraordinarios que ella misma nos dice: "Anoche, estando con todas, dijeron un cantarcillo de cómo era recio de sufrir vivir sin Dios... Fue tanta la operación que me hizo... que si el canto no cesara, que iba ya a salir el alma del gran deleite y suavidad que Nuestro Señor le daba a gustar, y así proveyó Su Majestad que dejase el canto quien cantaba, que la que estaba en esta suspensión bien podía morir, mas no podía decir que cesase... Aquí el alma no querría salir de allí, ni le sería penoso (morir), sino grande contentamiento, que eso es lo que desea. ¡Y cuán dichosa muerte sería a manos de este amor!" (2). Desmayada, sin sentido, traspuesta, la llevaron a su celda. El sentimiento de su soledad por verse lejos de Dios o sin ver a Dios, causó la suspensión de los sentidos y la puso en éxtasis. 

               Como entraba en éxtasis Santa Angela de Foligno y decía: "Dios no es conocido...", y ponía únicamente su esperanza en un bien secreto, muy secreto y escondido, que veía estaba en la grande oscuridad. En ella se deleitaba en todo Bien, y no viendo nada, veía todo Bien, absolutamente todo Bien (3). Y pedía a Dios, por la Virgen y Sus Ángeles, no la retardara ya más la muerte. 

               La inteligencia, la voluntad, la memoria y hasta la imaginación de estos Santos estaban divinamente obsesionadas y absorbidas con la hermosura y delicia del Cielo y toda el alma llena de ansias de Dios, infinitamente más hermoso que el Cielo, pues es el verdadero Cielo y felicidad y será siempre la ininterrumpida y jubilosa delicia. 


NOTAS

1) Isabel Flores de Lemus: Año Cristiano Ibero Americano, 6 de Septiembre.
2) Santa Teresa de Jesús. Cuentas de conciencia, 13, y Meditaciones, del C. 7, 8. 
3) Santa Ángela de Foligno: Le livre de la Bienheureuse Soeur Angela de Foligno, du Tiers Ordre de S. François. Documents originaux edités et traduits par le Pere Paul Doncoeur, IX.