La conocida como Entronización del Sagrado Corazón de Jesús, tiene su origen en el fervor del Padre Mateo Crawley-Boevey y Murga, que para extender la Devoción al Sagrado Corazón, entendió que ésta debía estar presente en los hogares, para hacerse presente sobre todo, en los corazones de los niños, y también, como dulzura de los padres Católicos, para llevar con buen ánimo la tarea de educar a los hijos en la Santa Ley de Dios y de Su Iglesia.
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
EN NUESTRA CASA?
Lo ideal es conseguir una imagen del Sagrado Corazón, aunque también se puede hacer empleando una lámina dignamente enmarcada. Es necesario que sea un Sacerdote quien dirija el Acto de Entronización, puesto que tanto la imagen como la familia han de ser bendecidos (si la casa aún no estuviese bendecida, es necesario hacerlo antes de la Entronización).
FÓRMULA DE LA ENTRONIZACIÓN
Es costumbre muy recomendable comenzar la Entronización del Sagrado Corazón leyendo la siguiente poesía, que invita al Rey de Amor a que tome plena posesión de todos los corazones de la familia.
¡ENTRA, SEÑOR!
por parte del Sacerdote
Oremos
Omnipotente y Sempiterno Dios, que no repruebas el que se pinten las imágenes (o se esculpan las estatuas) de Tus Santos, a fin de que cuantas veces las vemos con los ojos de nuestro cuerpo, otras tantas nos determinemos a imitar los ejemplos de su santidad: te rogamos que te dignes bendecir (+) y santificar esta Imagen (o estatua) hecha en honor y memoria del Sacratísimo Corazón de Tu Hijo Unigénito Nuestro Señor Jesucristo; y concédenos que cuantos ante ella procuren honrar y consolar al Sacratísimo Corazón de Tu Unigénito Hijo, por Sus Méritos e intercesión obtengan de Ti la gracia en la vida presente y la Gloria en la Eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Rociada la imagen con agua bendita, se puede entonar un canto al Sagrado Corazón, mientras se ordena la procesión hasta el lugar donde va a quedar colocada la imagen, adornada, si fuera posible, con algunas flores, rezándose una vez allí, en voz alta y por todos, el CREDO, en testimonio explícito de la Fe Católica de toda la familia.
(Aprobada por el Papa San Pío X)
¡Oh Sacratísimo Corazón de Jesús!, Tú manifestaste a Santa Margarita María el deseo de reinar sobre las Familias Cristianas; venimos a proclamar Tu absoluto dominio sobre la nuestra. De hoy en adelante queremos vivir en Tu Vida, queremos que en nuestra familia florezcan las virtudes por las cuales prometiste la paz en la tierra, y queremos desterrar de nosotros el espíritu mundano. Tú has de reinar en nuestros entendimientos por la sencillez de nuestra Fe, y en nuestros corazones por el amor que arderá para Ti solo, procurando nosotros mantener viva esta llama con la frecuente recepción de la Sagrada Eucaristía.
Dígnate, oh Corazón Divino, presidir nuestras reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales y temporales, apartar de nosotros los vanos cuidados, santificar nuestras alegrías, consolar nuestras penas. Si alguna vez alguien de entre nosotros tuviese la desgracia de ofenderte, recuérdale, oh Corazón de Jesús, que eres Bueno y Misericordioso con los pecadores arrepentidos.
Y cuando suene la hora de la separación, cuando venga la muerte a traer duelo en medio de nosotros, todos, así los que se vayan como los que se queden, estaremos conformes con Tus eternos decretos. Nos consolaremos pensando que ha de venir un día en que toda la familia reunida en el Cielo, podrá cantar eternamente Tus glorias y Tus beneficios.
Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígnese el Glorioso Patriarca san José presentarte esta Consagración y recordárnosla todos los días de nuestra vida. Amén. ¡Viva el Corazón de Jesús Nuestro Rey!
A continuación, la familia al completo, rezan juntos el Padrenuestro y el Avemaría
Gloria al Sagrado Corazón de Jesús, cuya Misericordia ha sido infinita con los miembros de este Cristiano Hogar, al escogerlo entre millares como herencia de amor y santuario de reparación por las ingratitudes humanas.
Cuánta confusión Divino Jesús, esta porción de Tu rebaño fiel acepta el honor insigne de verte presidir nuestra familia. Cómo te adora en silencio y se regocija al verte compartir bajo el mismo techo las fatigas, los afanes y también los puros goces de estos hijos tuyos. Verdad es que no somos dignos de que Tú entres en nuestra humilde morada, pero Tú mismo dejaste escapar de Tus labios divinos, la palabra que nos tranquiliza cuando nos revelaste la hermosura de Tu Divino Corazón y nuestras almas que tanta sed tienen de Ti, ¡oh Buen Jesús! han encontrado en la preciosa herida de Tu Costado las aguas vivas que brotan hasta la Vida Eterna.
Así, pues, contritos y confiados venimos a consagrarnos a Ti que eres la Vida Inmutable. Quédate entre nosotros, ¡oh Corazón Santísimo!, pues sentimos ansias supremas de amarte y de hacerte amar, porque Tú eres el fuego divino que ha de abrasar al mundo para regenerarlo.
¡Ah, sí! Que esta casa sea Tu refugio tan dulce como el de Betania, donde encuentres solaz en las almas amigas que han escogido la mejor parte en la intimidad venturosa de Tu Corazón. Sea éste, Salvador amado el asilo pobre, pero cariñoso, de Egipto en el destierro de Tus enemigos.
¡Ven, Divino Jesús, ven!, pues en esta casa se ama con entrañable amor a la Virgen María, esa Madre tan tierna que Tú mismo nos diste. Ven a llenar con Tu dulcísima Presencia, los vacíos que la muerte y la desgracia han dejado entre nosotros. ¡Ah, si Tú, el amigo fidelísimo hubieras estado en nuestras horas de duelo, cómo se hubieran endulzado tantas lágrimas y cuánto bálsamo de paz hubiéramos sentido en aquellas heridas secretas que sólo Tú conoces.
¡Ven, porque se acerca tal vez para nosotros la tarde angustiosa de nuevos pesares y declina el día fugaz de nuestra juventud y de nuestras ilusiones. Quédate con nosotros, porque ya anochece y el mundo perverso quiere envolvernos en las tinieblas de sus negaciones, de sus vicios y vanidades y nosotros te queremos a Ti; porque sólo Tú, eres el Camino la Verdad y la Vida!.
Exclama Jesús, como en otro tiempo: "Es preciso que desde hoy me den hospedaje en su casa". Sí, Dios mío, establece aquí Tu tabernáculo a cuya sombra vivamos en Tu compañía, nosotros que te proclamamos nuestro Rey porque no queremos que ningún otro reine sobre nosotros sino Tú.
¡Viva siempre amado, bendecido y glorificado en este hogar el Corazón Triunfante de Jesús! Venga a nosotros Tu Reino. Amén.
Rezar ahora en voz alta una SALVE en homenaje de amor al Inmaculado Corazón de María. Terminamos con las siguientes Jaculatorias:
Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros (Tres veces).
Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Santa Margarita María, ruega por nosotros.
Se termina el Acto de Entronización con todos arrodillados para recibir la bendición del Sacerdote.
del Padre Mateo Crawley- Boevey