sábado, 13 de enero de 2024

SOBRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, en el 170 Aniversario del Dogma

  



               Ella puede repetir lo que la Sagrada Escritura dice de la Sabiduría: "yo he salido de la boca del Altísimo" (Ecl. 24, 3). Ella fue la predestinada por los divinos decretos para ser la madre del Redentor del mundo. No convenía de ninguna manera que la Hija preferida del Padre Celestial fuera ni siquiera por muy poco tiempo esclava de Satanás. San Dionisio de Alejandría dice que nosotros mientras tuvimos la mancha del pecado original éramos hijos de la muerte, pero que la Virgen María desde su primer instante fue hija de la vida.

               San Juan Damasceno afirma que la Virgen colaboró siendo mediadora de paz entre Dios y nosotros y que en esto se asemeja al Arca de Noé: en que los que en ella se refugian se salvan de la catástrofe; aunque con una diferencia: que el Arca de Noé solo libró de perecer a ocho personas, mientras que la Madre de Dios libra a todos los que en Ella busquen refugio, aunque sean miles de millones.


               San Atanasio llama a María: "nueva Eva, y Madre de la vida", en contraposición a la antigua Eva que nos trajo la muerte. San Teófilo le dice: "Salve, tú que has alejado la tristeza que Eva nos había dejado". San Basilio la llama "pacificadora entre Dios y los seres humanos" y San Efrén la felicita como: "pacificadora del mundo".

               Pero el pacificador no debe ser enemigo del ofendido ni estar complicado en el delito u ofensa que se le ha hecho. San Gregorio dice que si para aplacar a un ofendido llamamos a uno que es su enemigo, en vez de aplacarlo lo irritamos más. Siendo que María iba a colaborar con Cristo a conseguir la paz entre Dios y nosotros, no convenía que ella fuera una pecadora o enemiga de Dios sino todo lo contrario: una mujer con el alma totalmente libre de toda mancha de pecado.

               Convenía que María no tuviera la mancha del pecado original porque ella estaba destinada a llevar entre sus brazos al que iba a pisar la cabeza del enemigo infernal, según la promesa que Dios hizo en el Paraíso terrenal, cuando le dijo a la serpiente: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre su descendencia y la tuya, y la descendencia de Ella te pisará la cabeza" (Génesis 3). Si María iba a ser la mujer fuerte que traería al que iba a aplastar la cabeza de Lucifer, convenía que Ella no estuviera ni siquiera por poco tiempo manchada con el pecado con el cual Lucifer manchó el alma de nuestros primeros padres. La que nos iba a ayudar a librarnos de toda mancha de pecado convenía que no tuviera ninguna mancha de pecado.

               San Buenaventura dice: "Convenía que María que venía a librarnos de la vergüenza de estar manchados con el pecado, lograra verse libre de las derrotas que el demonio proporciona".

              Pero la razón principal por la cual convenía que el Padre Celestial librara a María de todo pecado es porque la tenía destinada a ser Madre de su Santísimo Hijo. San Bernardino decía que si no hubiera otros motivos bastaría este: que por el honor de su Hijo que es Dios, al Padre Celestial le convenía librar a María de toda mancha de pecado. 


San Alfonso María de Ligorio 
Doctor de la Iglesia (*)



               (*) La palabra "Doctor" viene del verbo latino "docere" que quiere decir "enseñar". Dentro de la Iglesia se le llama así, oficialmente a manera de título, a ciertos escritores eclesiásticos por su gran aportación a la Fe y al pensamiento teológico dentro de la Doctrina Cristiana. en la Edad Media el Papa Bonifacio VIII consagró el título "Doctor de la Iglesia" ordenando que sus fiestas fueran consideradas como dobles en toda la Iglesia. Para que un Santo sea considerado Doctor de la Iglesia se deben de cumplir tres condiciones:

          - "Eminens doctrina", esto es conocimiento eminente. Es decir, que contenga un rigor intelectual coherente y en concordancia con el Evangelio y el quehacer de la Iglesia.

          - "Insignis vitae sanctitas", tener alto grado de santidad. Esto es que la persona haya tenido una vida ejemplar y cristiana, de ahí que antes de ser proclamados como Doctores han de estar canonizados por la Iglesia.

         - "Ecclesiae declaratio", proclamación por la Iglesia. Debe haber una declaración del Papa o de un Concilio General, si bien que hasta el presente sólo han sido proclamados por el Papa.





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