Me acuerdo que cuando murió mi madre, tenía yo doce años de edad, poco menos. Cuando yo comencé a entender lo que había perdido, afligida, me fui a una imagen de Nuestra Señora y le supliqué, con muchas lágrimas, que fuese mi madre. Me parece que, aunque se hizo con simpleza, me ha valido; porque he hallado a esta Virgen soberana muy claramente en cuanto la he encomendado y al fin, me ha reconquistado.
Santa Teresa de Jesús
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