Madre de Dios y también Madre Nuestra, Abogada y Mediadora Nuestra, Tesorera y Dispensadora de las Gracias de Dios: alcánzanos pronto el perdón de nuestros pecados y la reconciliación con la Divina Majestad. Ruega por nosotros, pecadores: pues tienes tanta compasión de los miserables, que no desprecias ni rechazas a los pecadores, sin los cuales no serías la Madre del Salvador. Ruega por nosotros ahora, durante el tiempo de nuestra vida corta, frágil y miserable. Ahora, porque sólo nos pertenece el momento presente. Ahora, cuando somos acometidos y estamos rodeados, noche y día, de poderosos y crueles enemigos.
San Luis María Grignión de Montfort
“El Secreto del Rosario”
“El Secreto del Rosario”
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