¿Quién podrá explicar, dice Blosio, la bondad, la misericordia, la fidelidad y la caridad con que esta Nuestra Madre nos protegerá cuando pedimos Su ayuda?.
Postrémonos, pues, dice San Bernardo, ante esta Buena Madre, abracémonos a Sus sagrados pies para que nos bendiga y nos acepte por hijos. ¿Quién puede desconfiar de la Bondad de esta Madre?.
Decía San Buenaventura: "Aunque tuviera que morir, en Ella esperaré; y puesta en Ella toda mi confianza, junto a Su imagen deseo morir y me salvaré". Así debe decir todo pecador que recurre a esta Madre tan piadosa: Señora mía, yo, con toda razón, merezco que me deseches de Tu presencia y me castigues según mis culpas; pero aun cuando parezca que me abandonas y me dejas morir, no perderé la confianza en que Tú me salvas. Confío absolutamente en Ti, y con tal que tenga la dicha de morir ante Tu imagen, encomendándome a Tu Misericordia, tengo la plena seguridad de no condenarme y de llegar a alabarte y bendecirte en el Cielo en compañía de tantos siervos Tuyos que al morir, y llamándote en su ayuda, se han salvado todos por Tu poderosa intercesión.
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