su palabra quemaba como antorcha..."
Libro del Eclesiástico, cap. 48, vers. 1
Conmemoración de San Elías Tesbita, Profeta del Señor en tiempo de Ajab y Ococías, reyes de Israel, que defendió los derechos del único Dios ante el pueblo infiel a su Señor, con tal valor que prefiguró no sólo a Juan Bautista, sino al mismo Cristo.
Un grupo de cruzados llegados a Palestina a mediados del siglo XII, viendo la maravillosa topografía del Monte Carmelo, tan apto para la contemplación, decidieron queda rse allí y se entregaron sin reservas a imitar la vida del Profeta de Fuego, tal como la describían los libros de los Reyes, a base de la tradición monástica.
Supuesto el vínculo entre Elías y el Carmelo, entre Elías y la vida religiosa, fijado por los Padres Griegos y Latinos, no es de extrañar que aquellos a quienes ya Santiago de Vitry había designado como "imitadores del santo varón y solitario Elías profeta", en el Monte Carmelo... cerca de la fuente apellidada de Elías, en la Rubrica Prima de las Constituciones afirman su descendencia de los Padres tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, quienes desde el tiempo de Elías y de Eliseo habían habitado en el Monte Carmelo "para la contemplación de las cosas celestiales".
Elías será para aquellos cruzados que se reúnen en el Monte Carmelo la regla viva, que se propondrán imitar. Para ellos éste será el padre que les infundirá su espíritu: Carmelitarum Dux et Pater, Jefe y Padre de los Carmelitas.
Para estos primeros Carmelitas, la cosa fue fácil: deseaban imitar a aquel hombre extraordinario, tal como lo presentaba la Sagrada Escritura y porque los Padres lo habían visto como el prototipo del monacato.
ELOGIO A NUESTRO PADRE SAN ELÍAS
"Aquí vive, oh mortal, aquel celeste celador de la Honra Divina. Elías es de doble espíritu, perfecto en la pureza, rico en virtudes, pobrísimo en bienes terrenos, gran amigo de Dios, enemigo del diablo, amable con los buenos, terrible para los impíos, nacido antes de Cristo, conversó con Cristo, reservado después de Cristo contra el Anticristo; Patriarca eximio. Profeta celebérrimo. Sacerdote grande, Monje, Padre de los Monjes, siempre casto, Fénix singular.
De Cristo futuro apóstol. Mártir, Precursor, Capitán, valiente defensor, heraldo de la verdad, ardientemente religioso, maduro sin quebranto, anciano sin vejez, mortal sin morir, nutrido sin alimento, de una longevidad sin achaques y - ¡cosa admirable!- de una vida santísima que no se ha de extinguir hasta la consumación de los siglos.
Quien flageló a los tiranos, dio muerte a los sacrílegos, cerró con su palabra las nubes y tornólas a abrir, ungió Reyes e instituyó Profetas defensores; por los ángeles fue anunciado su nacimiento, alimentado en Carit, saludado en Horeb, donde, en medio de fragorosa tempestad y conmoción de los montes, cubriéndose con su palio el rostro, vio en cuanto era capaz, a Dios, el cual se le manifestó en el suave céfiro..."
Juan Bautista Lezana (+1659)
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