El Rosario y el Escapulario, son los dos sacramentales marianos más privilegiados, más universales, más antiguos y más valiosos que nos ha regalado la Madre de Dios; el Rosario y el Escapulario son las armas espirituales que la Virgen ha privilegiado para las almas que le son más amadas.
En Lourdes, la Virgen Inmaculada hizo su Última Aparición el 16 de Julio de 1858, Fiesta de Nuestra Señora el Monte Carmelo; en Fátima, el 13 de Octubre de 1917, la Virgen se apareció como Nuestra Señora del Monte Carmelo, portando un Escapulario en la mano derecha. Cuarenta y cuatro años más tarde, Nuestra Señora se manifestaba en la aldea San Sebastián de Garabandal, en el norte de España, con un prominente Escapulario marrón en la muñeca derecha... así, Lourdes, Fátima y Garabandal están unidas por los lazos del Escapulario del Carmelo y por un claro Mensaje de Oración y Sacrificio... ¿acaso no éste y no otro el Espíritu del Carmelo?. Nuestra Señora, con el Escapulario en la mano, nos invita a participar de la rica espiritualidad de Su Orden predilecta: el silencio, la oración y sobre todo "vivir en obsequio de Jesucristo", como manda la Regla Carmelita.
Contemplando la última Aparición de Nuestra Señora en la Cova da Iría de Fátima, el 13 de Octubre de 1917, vemos que mientras la gran multitud de espectadores asistía al Milagro del Sol, se desarrollaron ante los ojos de los pastorcitos diversas escenas: en la primera, al lado de San José y sosteniendo al Niño Jesús en sus brazos, la Virgen apareció como Nuestra Señora del Rosario; San José bendijo a la multitud tres veces y el Divino Niño hizo lo propio. En la segunda escena, junto a Nuestro Señor, que se mostraba ensangrentado a los jóvenes videntes; Jesús iba camino del Calvario y junto a Él, surgió Nuestra Señora de los Dolores. Finalmente, en la tercera escena, cuando ya casi terminaba el Milagro del Sol, apareció la Virgen María, gloriosa, coronada como Reina del Cielo y de la Tierra, vestida con el Santo Hábito del Carmen y portando en su mano el Escapulario.
Esta última Aparición fue un místico homenaje al Santísimo Rosario en su tres partes: los Misterios de Gozo, los de Dolor y los de Gloria, representados en las sucesivas escenas que se proyectaron en el alma de los niños videntes.
Pasados los años, Sor Lucía Dos Santos, siendo ya Religiosa Carmelita Descalza, se reunió en Septiembre de 1949 con los Padres Carmelitas Donald O’Callaghan, Luis Gonzaga de Oliveira y Albert Ward, interesados en conocer los detalles de la última Aparición de Nuestra Señora. “¿Por qué la Virgen -preguntaron los Sacerdotes a la Religiosa- apareció con el Escapulario en esta última visión?”. “Es que Nuestra Señora quiere que todos usen el Escapulario” -respondió la vidente.
Al preguntarle luego sobre si ella creía que el Escapulario era parte del Mensaje de Fátima, Sor Lucía respondió que “el Escapulario y el Rosario son inseparables” ya que “el Escapulario es un signo de Consagración a Nuestra Señora”.
Sor Lucía aseguró también a los Padres Carmelitas que la entrevistaban que la Madre de Dios no le dijo nada en particular sobre el Escapulario, pero sí le dijo que “vendría como Nuestra Señora del Carmelo, y su interpretación era que la Devoción del Escapulario agradaba a la Virgen y que Ella deseaba que se propagara”.
La Religiosa también dio detalles a los Padres Carmelitas acerca de la forma en que Nuestra Señora se le había manifestado el 13 de Octubre; a raíz de aquellos apuntes y bocetos, encargaron una hermosa talla al afamado escultor portugués José Ferrerira. El escultor plasmó a Nuestra Señora sosteniendo el Escapulario en Su mano derecha. La presencia del Divino Niño Jesús en esta visión también es significativa: parece estar algo ansioso, esperando recibir en Sus pequeños brazos a todos los que visten el Escapulario.
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