DEL MODO QUE SE APLICAN LAS INDULGENCIAS A LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Santo Tomás de Aquino, conocido como el Doctor Angélico, al hablar sobre el alivio que Purgatorio, explica que "no hay motivo alguno por el cual las indulgencias, de acuerdo con su fundamento, puedan aplicarse solo a los vivos y no también a los difuntos".
Por su parte, el piadoso Obispo Keppler de Rottenberg, aclara la manera que afectan las indulgencias a los Difuntos cuando escribe "No es el ser vivo el que traspasa sus indulgencias a las pobres Almas del Purgatorio; a éste tan solo se le exige que reúna las condiciones precisas para que la Iglesia pueda aplicar su intención por las Almas. Esta intención, regularmente suele ser atendida por Dios. Pero que la indulgencia plenaria consiga inmediatamente la redención del Purgatorio, que la indulgencia parcial alcance justamente la medida determinada para la cancelación del castigo, que siempre beneficie al alma por quien se ofrece, esto es cosa de Dios, y depende, por una parte, de la libre valoración de la Justicia, Misericordia y la Sabiduría divinas, y, por otra, de las disposiciones de las Almas del Purgatorio".
DE LO MUCHO QUE ALIVIA EL AGUA BENDITA A LAS ALMAS DEL PURGATORIO
Son muchos y doctos los teólogos que opinan que el agua bendita proporciona ayuda a las Almas del Purgatorio ex opere operato, es decir, infaliblemente, y por sí misma por la eficacia concedida a esta agua por la bendición de la Iglesia. Por eso, el Sacerdote, al rociar el cadáver con agua bendita, dice: "Que Dios conforte a tu alma con el rocío del Cielo".
El Santo Deodato dice en su obra La Vida de los Padres Antiguos "Lo mismo que una lluvia suave refresca las flores mustias por el calor del sol, así el gua bendita conforta las flores celestiales de las pobres Almas que arden en el Purgatorio."
La Venerable Francisca del Santísimo Sacramento escribe en sus apuntes sobre las Almas del Purgatorio que se le aparecieron, que éstas, por regla general, se colocaban lo más cerca posible de la pililla de agua bendita; con frecuencia pedían a Francisca agua bendita, demostrando una alegría indecible cuando les rociaba con ella.
Algo parecido escribe la Beata María Ana Lindmayr "Con frecuencia he experimentado cómo el agua bendita es la mejor agua de gracias para lavar con ellas las manchas del pecado. Una vez me olvidé de ello (de dársela por la noche a las pobres almas) y me eché a dormir; pero las pobres Almas no me dejaron tranquila. Me rodearon la cama moviendo ésta sin cesar, hasta que me levanté y les di el agua bendita; luego ya me dejaron dormir en paz".
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