Santa Margarita María Alacoque fue una sencilla monja de clausura; virgen consagrada en la Orden de la Visitación de Santa María, en la ciudad francesa de Paray-le-Monial (Borgoña). Dotada de diversos dones místicos, se convertiría en la principal confidente del Sagrado Corazón de Jesús, que a través de la pequeñez de la religiosa, quería darse a conocer como la Devoción al Amor mismo de Dios, la prenda necesaria para los Últimos Tiempos, aquellos en los que se enfriaría el amor de los hombres.
La mística visitandina recibiría mil y un ataques por parte del Maligno y tampoco le faltaron las incomprensiones de aquellos que más debieron apoyarla en su tarea de difundir la Devoción al Sagrado Corazón.
En medio de las dificultades, Nuestro Señor le hizo un pedido de Amor y Piedad hacia el Santísimo Sacramento; así lo dejó reflejado Santa Margarita en una misiva: "Un Viernes, en la Sagrada Comunión, me dijo el Señor estas Palabras: Te prometo, en la excesiva Misericordia de Mi Corazón, que Su Amor Omnipotente concederá a todos los que comulguen Nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la Gracia de la penitencia final; no morirán en Mi desgracia y sin haber recibido los Sacramentos; Mi Divino Corazón será su Asilo seguro en el último momento". (Carta de Santa Margarita a la Madre Saumaise, de Mayo de 1688)
La Divina Providencia dispondría que al pedido de los Primeros Viernes, Santa Margarita uniese su particular tormento físico y espiritual; así, sufriría todos los Primeros Viernes de mes, hasta su muerte, la experiencia mística de la Llaga del Costado de Jesús. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los Secretos de su Corazón.
El Sagrado Corazón de Jesús, que nada ha escatimado por conquistar nuestro amor, hasta el punto no sólo de dar Su Vida en el Calvario, sino que además renueva ese Sacrificio a diario en los altares por manos de Sus Sacerdotes, se presta a ser encerrado en el Sagrario, esperando paciente la limosna de nuestra visita... y el anhelo de recibirlo en la Sagrada Comunión.
Ese Divino Corazón es nuevamente traicionado: ayer por Judas, hoy por aquellos que más debieran amarlo y que sólo le ofrecen las migajas de sus afectos. No quieras contar tú entre los tibios que así se comportan, de los que aman a ratos, pero que no se entregan del todo a las exigencias de una Vida Cristiana.
para cumplir con los Primeros Viernes
1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros Viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción (sin estar en pecado mortal). Se recomienda acercarse a la Confesión, a fin de estar en total estado de gracia, y todo ello, siempre con la piadosa intención de reparar los ultrajes de desamor hacia el Sagrado Corazón de Jesús.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús; hacerlo especialmente por aquellos que debieran hacerlo y no lo hacen. Pedir a Jesús la gracia de alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento del Altar; por eso, al terminar la Santa Misa, o ya recogido en tu casa, procura situarte como si estuvieras ante el Sagrario y acompaña a Jesús en la soledad del Tabernáculo.
El 7 de Septiembre de 1897, la Sagrada Congregación de las Indulgencias concedió UNA INDULGENCIA PLENARIA por CADA PRIMER VIERNES que se observe la práctica según las condiciones que anteriormente hemos citado. Si no logramos alcanzar la Plenaria, la Misericordia de Dios permitirá que consigamos algunas indulgencias parciales; en uno u otro caso, son aplicables a las Benditas Almas del Purgatorio, especialmente a aquellas que más devotas son del Sagrado Corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.