De igual modo que después de Navidad se celebra la Fiesta del Santo Nombre de Jesús, tras celebrar el pasado día 8 la Natividad de Nuestra Señora, la Santa Iglesia Católica honra y venera ahora el Santísimo Nombre de María, que parece significar, según la etimología egipcia, "Amada de Dios", (1) tanto por su destino como Madre del Altísimo como por sus grandes y perfectas virtudes.
San Bernardo fue uno de los más grandes propagadores de la Devoción al Dulce Nombre de María; para él no podía la Madre de Dios tener un nombre más propio, ni que significase mejor Su excelencia, Sus grandezas y Su alta dignidad, que el Nombre de María.
También otros Santos, como Santa Brígida, San Bernardino de Siena, San Antonio de Padua, alababan y bendecían las glorias del Nombre de María y se constituyeron en resueltos propagadores de esta hermosa Devoción.
La primera celebración litúrgica del Nombre de María tuvo lugar en España, en 1513, en la ciudad de Cuenca, después de que el Papa León X, concediera a la Catedral de la ciudad dedicar una Capilla con ese título. Debido a la promulgación del Misal de San Pío V en 1570, se hizo necesaria una nueva petición. Por esta razón, el Canónigo Juan del Pozo Palomino, pidió y obtuvo del Papa Sixto V, el 17 de Enero de 1587, poder seguir celebrando dicha Fiesta del Dulce Nombre de María en la Catedral, como Fiesta de la Octava de la Natividad de María y en 1588, logró que se le concediera a toda la Diócesis de Cuenca.
Pero el fervor mariano de los españoles y en particular, del religioso trinitario Beato Simón de Rojas (2) , obtuvo de Roma el 31 de Mayo de 1622, el permiso para celebrar el Dulce Nombre de María en todas las casas y capillas de la Orden de los Trinitarios de Castilla, así como en la Diócesis de Toledo.
Meses más tarde, el 5 de Enero de 1623, su Católica Majestad el Rey Felipe IV logró la extensión de la Fiesta a todas las provincias españolas, de tal modo que pudiesen rezar el Oficio del Dulce Nombre de María, todos los Sábados (menos en Cuaresma y Adviento).
En 1671, el Papa Clemente X autorizó la celebración del Dulce Nombre de María en todos los dominios españoles.
Algunos años después, en 1683, el Papa Inocencio XI formó una gran coalición cristiana con el Emperador Leopoldo I, el Rey Juan III Sobieki de Polonia y tropas húngaras para repeler a los mahometanos que amenazaban con invadir Europa. Los ejércitos cristianos conseguirán vencer a los turcos a las puertas de Viena en 1683 y reconquistar Budapest tres años más tarde, con lo que Hungría se verá libre de la presión turca. Como recuerdo por la victoria en Viena, el Papa Inocencio XI proclamó la Festividad del Dulce Nombre de María el 12 de Septiembre de ese mismo año, extendiendo su celebración a toda la Iglesia Universal.
en las Revelaciones de Santa Brígida de Suecia
"Cuando los Ángeles oyen este nombre, se regocijan en su conciencia y dan gracias a Dios por la grandísima gracia que obró en Mí y Conmigo, porque ellos ven la humanidad de Mi Hijo glorificada en Su Divinidad. Al oír Mi Nombre, los Ángeles buenos se acercan inmediatamente a las almas de los justos, a quienes han sido dados como guardianes, y se regocijan en sus progresos. Los demonios todos se espantan y temen Mi Nombre... al sonido del Nombre de María, sueltan inmediatamente a la presa que tengan en sus zarpas; dejan al alma, asustados, al oír Mi Nombre, pero vuelven de nuevo rápidos como una flecha a menos que vean que después se ha producido una enmienda. Y el demonio se mantiene lejos de él a menos que vuelva a consentir en pecar mortalmente".
"Este Nombre es una torre inexpugnable. El pecador que se refugie junto a Ella será salvado. Nombre dulce, Nombre que reconforta al pecador, Nombre de beata esperanza. Señora, Tu Nombre es suspiro del alma. Tu Nombre es perfume de unción. El Nombre de María es alegría en el corazón, miel en la boca, melodía para los oídos".
"...cuando en la tarde suena el Ave María haced que desde entonces en adelante os arrodilléis, quitándoos la capucha por amor a Ella, rogándole, por último, que nos conceda aquello de que tenemos necesidad. Y digo que le hagáis esta reverencia tanto si estuvierais fuera de casa como si estuvierais en casa. Y lo digo tanto a vosotras mujeres como a los hombres; haced que este Nombre de María lo tengáis en reverencia y devoción...
Y para que sepas cómo Ella no es ingrata cuando tú la saludas, aunque no le ruegues, Ella se vuelve hacia ti, recibiendo tus palabras con el mismo afecto que las dices; y si tú le ruegas con reverencia y fe ¿qué crees que Ella hace? Astitit Regina a destris tuis. "Está la Reina, Madre de Dios, a tu derecha y ruega por ti."
"Muy dulce es para sus devotos, durante la vida, el Santísimo Nombre de María, por las gracias supremas que les obtiene... Pero más consolador les resultará en la hora de la muerte, por la suave y santa muerte que les otorgará.
El Padre Sergio Caputo, jesuita, exhortaba a todos los que asistieran a un moribundo, que pronunciasen con frecuencia el Nombre de María, dando como razón que este Nombre de vida y esperanza, sólo con pronunciarlo en la hora de la muerte, basta para dispersar a los enemigos y para confortar al enfermo en todas sus angustias".
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