martes, 8 de agosto de 2023

LA RUINA MORAL DEL BAILE, según San Juan María Vianney

 


Ministros de la "Iglesia del Vaticano II"; no conformes con vestir 
inmodestamente animan a los jóvenes a bailar ritmos sensuales

               La pequeña aldea francesa de Ars era el lugar predilecto de los jóvenes bailarines de las inmediaciones. Todo era pretexto para un baile. Para acabar con ellos, el Santo Cura de Ars trabó 25 años de reñido combate.

               Explicaba que no basta evitar el pecado, sino que se debe huir también de las ocasiones. Por eso, envolvía en el mismo anatema el pecado y la ocasión de pecado. Atacaba así al mismo tiempo el baile y la pasión impura por ella alimentada: “No hay un solo Mandamiento de la Ley de Dios que el baile no haga quebrantar… […] ¡Dios mío!, ¿es posible que estén en esto tan cegados, que lleguen a creer que no hay peligro en el baile, siendo así que es la maroma con que el Demonio arrastra más almas al Infierno? El Demonio da vueltas alrededor de un baile, como un muro rodea un jardín… Las personas que entran en un baile dejan a su Ángel de la guarda en la puerta, y el Demonio lo sustituye; así resulta que en la sala hay tantos demonios como danzantes”.



Religiosa de "la Iglesia Conciliar" moviendo el cuerpo al ritmo
de la música indecorosa que amenizó la JMJ de Portugal

               El Santo era inexorable no sólo con quien bailase, sino también con los que fuesen solamente a “presenciar” el baile, pues la sensualidad también entra por los ojos. Les negaba también la absolución, a menos que prometiesen nunca más hacerlo. Al reformar la iglesia, erigió un altar en honra de San Juan Batista, y en su arcada mandó esculpir la frase: ¡Su cabeza fue el precio de una danza! Se debe resaltar que los bailes de la época, en comparación con los de hoy —sobre todo por los saltos frenéticos e inmorales de los nuevos bailes modernos— eran como que inocentes. Pero era el comienzo del proceso que desembocó en los bailes actuales.

               La victoria del Padre Vianney en este campo fue total. Los bailes desaparecieron de Ars. Y no sólo los bailes, sino hasta algunas diversiones inofensivas que él juzgaba indignas de buenos Católicos.

               Junto a ellos combatió también las modas que juzgaba indecentes en la época (y que, cerca del casi nudismo actual, ¡podrían ser consideradas recatadas!). La joven, -decía- con sus atavíos rebuscados e indecentes, pronto dará a entender que es instrumento del Infierno para perder a las almas. Sólo en el tribunal de Dios conocerá [el número de] los pecados de que habrá sido causa”. En la iglesia jamás toleró los escotes o los brazos desnudos.

               Un Sacerdote santo vuelve piadosos a sus feligreses. Así, apenas tres años y medio después de su llegada, el Santo Cura ya podía escribir: “Me encuentro en una parroquia muy religiosa, que sirve a Dios de todo corazón”. En 1827 (seis años después), exclamaba entusiasmado desde el púlpito: “Hermanos míos, Ars ya no es Ars. He confesado en jubileos y en misiones, pero no he encontrado nada que se asemeje a lo de aquí”.



Los Dominicos, también llamados Frailes Predicadores, otrora formaban
la flor y nata de la Iglesia, hoy son vulgares "influencers" que se contonean
en busca de seguidores; impropio de un auténtico religioso.

               Es que, al mismo tiempo en que reprimía los abusos, sembraba también la buena semilla. Y él aspiraba, para sus feligreses, el ideal de perfección del cual los creía capaces. Les recomendaba que rezaran antes y después de las comidas, recitasen el Angelus tres veces al día donde sea que estuviesen; y que, al levantarse y acostarse, recitaran la oración de la mañana y la de la noche. Ésta pasó a ser hecha también en común en la iglesia al toque de la campana. Los que quedaban en casa se arrodillaban delante de algún cuadro o imagen religiosa para hacer sus oraciones.

               Con el tiempo se pasó a decir que en Ars el respeto humano fue invertido: se tenía vergüenza de no hacer el bien y de no practicar la religión. ¡Lo que es un auge de victoria de la Iglesia!. Ars se convirtió también en un centro de piedad y religiosidad.


Plinio María Solimeo

Toca AQUÍ para leer una reseña biográfica del



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.