viernes, 16 de junio de 2023

ESTE CORAZÓN QUE TANTO HA AMADO

 



                "...la Devoción al Corazón Sagrado de Jesús es una de las que debieran sernos más queridas. ¿Por qué? Porque honra al Cristo Jesús no tanto en uno de Sus estados o de Sus misterios particulares, sino en la generalidad y en la totalidad de Su Amor, de ese Amor en el que todos los misterios encuentran su explicación más profunda. Aunque esté especial y netamente caracterizada, esta devoción reviste, pues algo de universal: honrando al Corazón de Cristo, no es al Jesús Niño, adolescente o Víctima que se dirigen nuestros homenajes, sino a la Persona de Jesús en la plenitud de Su Amor.

               Además, la práctica general de esta Devoción, tiende, en último análisis, a volver al Señor amor por amor... a coger toda nuestra actividad para penetrarla de amor con el fin de complacer a Cristo Jesús; los ejercicios particulares no son sino proyectos para expresar a nuestro Divino Maestro esta reciprocidad de amor.

              Éste es un efecto preciosísimo de esta devoción. Porque toda la Religión Cristiana se orienta para nosotros hacia ese punto: entregarnos por amor al servicio de Cristo y, por Él al Padre y Su común Espíritu...


Dom Columba Marmion, Abad de Maredsous (Bélgica, +1923)





            "...del Corazón traspasado del Redentor nació la Iglesia, verdadera dispensadora de la Sangre de la Redención; y del mismo fluye abundantemente la gracia de los sacramentos que a los hijos de la Iglesia comunican la vida sobrenatural, como leemos en la Sagrada Liturgia: «Del Corazón abierto nace la Iglesia, desposada con Cristo... Tú, que del Corazón haces manar la gracia».

          Nada, por lo tanto, prohíbe que adoremos el Corazón Sacratísimo de Jesucristo como participación y símbolo natural, el más expresivo, de aquel Amor inexhausto que Nuestro Divino Redentor siente aún hoy hacia el género humano. Ya no está sometido a las perturbaciones de esta vida mortal; sin embargo, vive y palpita y está unido de modo indisoluble a la Persona del Verbo Divino, y, en ella y por ella, a Su Divina Voluntad. Y porque el Corazón de Cristo se desborda en Amor divino y humano, y porque está lleno de los tesoros de todas las gracias que Nuestro Redentor adquirió por los méritos de Su Vida, Padecimientos y Muerte, es, sin duda, la fuente perenne de aquel Amor que su Espíritu comunica a todos los miembros de Su Cuerpo Místico.

          Así, pues, el Corazón de Nuestro Salvador en cierto modo refleja la imagen de la Divina Persona del Verbo, y es imagen también de sus dos naturalezas, la humana y la divina; y así en él podemos considerar no sólo el símbolo, sino también, en cierto modo, la Síntesis de todo el Misterio de nuestra Redención. Luego, cuando adoramos el Corazón de Jesucristo, en Él y por Él adoramos así el Amor increado del Verbo Divino como Su Amor humano, con todos sus demás afectos y virtudes, pues por un amor y por el otro Nuestro Redentor se movió a inmolarse por nosotros y por toda la Iglesia, Su Esposa, según el Apóstol: «Cristo amó a Su Iglesia y se entregó a Sí Mismo por Ella, para santificarla, purificándola con el bautismo de agua por la Palabra de vida, a fin de hacerla comparecer ante Sí llena de Gloria, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino siendo Santa e Inmaculada"...


Papa Pío XII, "Haurietis Aquas", 15 de Mayo de 1956







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