Sea siempre bendito, oh María, Tu nobilísimo Corazón, adornado de todos los dones de la Sabiduría Divina, e inflamado en ardores de Caridad. Sea bendito ese Corazón en el que meditaste y guardaste con tanta fidelidad y cuidado los Sagrados Misterios de nuestra Redención, para revelárnoslos en el momento oportuno. Para Ti la alabanza, para Ti el amor, oh Corazón amantísimo; a Ti el honor, a Ti la gloria de parte de todas las criaturas, por los siglos de los siglos. Amén
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