Sor Elena Aiello nació el 10 de Abril de 1895 en Montalto Uffugo (Cosenza, Italia). Fue la tercera de ocho hijos de Pasquale Aiello, sastre de profesión, y Tereseina Pagilla. Triste e inesperadamente, Tereseina murió a una edad temprana, dejando a su esposo con ocho hijos a su cargo. Su padre era un hombre de gran fe, y la transmitió a sus hijos. De hecho, debe haber sido un hombre especial porque su hijo de un año murió después del fallecimiento de su esposa y mientras cargaba con el dolor adicional, Pasquale ejercía diligentemente su oficio e hizo todo lo posible por cuidar a los niños.
Incluso cuando era una niña pequeña, Elena era devota. Practicaba la penitencia diariamente y ofrecía oraciones por las almas del Purgatorio. Recibió su Primera Comunión cuando solo tenía nueve años (en ese momento la edad habitual para recibirla era de 12 a 14 años) y recibió su Confirmación cuando tenía 11 años.
Durante los años de la Primera Guerra Mundial, Elena ayudó a los refugiados, asistió a los prisioneros, cuidó a los inválidos y atendió a los moribundos; nunca se preocupó por los posibles peligros para ella misma o de contraer alguna enfermedad contagiosa.
En 1920 intentó entrar en las Hermanas de la Preciosísima Sangre, para lo que se dirigió al noviciado que estas religiosas tenían en Pagani. Tuvo que volver a Montalto por muy graves problemas de salud, cuya curación atribuyó a la intercesión de Santa Rita de Casia.
El Viernes Santo de 1923, a las 3 de la tarde, Sor Elena practicaba en privado la devoción de los trece Viernes de San Francisco de Paula cuando Nuestro Señor se le apareció vestido con una vestidura blanca y con una corona de espinas. Jesús le pidió su consentimiento y luego quitó la corona de Su cabeza y la colocó sobre la de ella. La sangre comenzó a brotar y Jesús le dijo que quería que ella fuera un alma víctima, pidiéndole que sufriera por los muchos pecados cometidos en el mundo.
Desde entonces, la efusión de sangre en su cara es un fenómeno que se repetirá cada Viernes de Marzo y especialmente en Viernes Santo; al fenómeno físico del sangrado se unía el dolor, la privación de los sentidos, el hablar proféticamente en nombre de Nuestro Señor, de la Purísima María o de San Francisco de Paula. Los estigmas se reproducirían durante 38 años, hasta su muerte en 1961.
En 1928 con Gina Mazza dan inicio en Cosenza a las Mínimas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, con el objetivo de honrar la Pasión del Señor y socorrer espiritual y materialmente a los pobres, especialmente a la infancia necesitada. El instituto obtuvo el reconocimiento de Derecho Pontificio en 1948, por el Papa Pío XII, quien conocía personalmente a Sor Elena.
Entre sus muchas profecías y avisos, Sor Elena advirtió el trágico fin de Mussolini. El dictador italiano murió fusilado el 28 de Abril de 1945 tras ser detenido cuando trataba de escapar de Italia disfrazado de soldado alemán.
"¿Os acordáis cuando el 7 de Julio del año pasado me preguntabais que le podría ocurrir al Duce, y que yo os respondí que si no permanecía unido al Papa, tendría un fin peor que el de Napoleón? Ahora os repito las mismas palabras: si el Duce no salva Italia haciendo todo cuanto diga y haga el Santo Padre, pronto caerá", decía la profecía.
Sin embargo, su profecía más conocida es la del Viernes Santo de 1954 en la que, entre otras cosas, advirtió los escándalos en la Iglesia por los pecados de los Sacerdotes: "Escucha bien lo que digo y comunícalo a todos: Mi corazón está triste por los muchos sufrimientos que amenazan a este mundo. La Justicia de Nuestro Padre Celestial está ofendida gravemente. El mundo está inundado por una crecida de corrupción. Los gobiernos de los pueblos se han levantado como demonios en carne humana, y mientras hablan de paz, preparan la guerra con instrumentos devastadores, para aniquilar pueblos y naciones. Innumerables escándalos llevan las almas a la ruina, especialmente de la juventud".
"El hogar, fuente de la Fe y de Santidad, está manchado y destruido. Continúan viviendo pertinazmente en sus pecados. Cerca está el azote para limpiar la tierra del mal. La Justicia divina reclama la satisfacción de tantas ofensas y maldades que cubren la tierra y no se puede tolerar más. Los hombres obstinados en sus culpas no se vuelven a su Dios. La gente no se somete a la Iglesia, y desprecia a los Sacerdotes por haber muchos malos entre ellos, que son causa de escándalos".
"Hacen falta oración y sacrificios, que vuelvan a los hombres a Dios y a mi Corazón Inmaculado. Propaga a gritos todo esto, en todo el mundo, como eco verdadero de mi voz. Hazlo saber porque ayudará a salvar muchas almas e impedirá mucha destrucción en la Iglesia y en el mundo"
En otra ocasión Nuestra Señora le reveló "Levanta la voz, hasta que los Sacerdotes de Dios presten oído a mi mensaje, y avisen a los hombres que el tiempo está cerca, y si no se convierten a Dios con oraciones y sacrificios, el mundo se verá envuelto en una nueva guerra […] Nubes con rayos de fuego, y una tempestad de fuego pasarán sobre el mundo, y el azote será el más terrible que ha conocido la historia. Durará setenta horas. Los impíos serán aplastados y eliminados. Muchos se perderán, porque permanecen en sus pecados…
Las horas de las Tinieblas están cerca […] Yo me inclino sobre el mundo y detengo la Justicia de Dios, de otra manera estas cosas hubieran sucedido ya. Hacen falta oración y sacrificios, que vuelvan a los hombres a Dios y a Mi Corazón Inmaculado. Propaga a gritos todo esto, en todo el mundo, como eco verdadero de mi voz. Hazlo saber porque ayudará a salvar muchas almas e impedirá mucha destrucción en la Iglesia y en el mundo".
Sor Elena Aiello entregó su alma a Dios el 19 de Junio de 1961.
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