Alejandrina Da Costa era una joven portuguesa que contaba apenas 14 años cuando sufrió un intento de violación; tratando de huir de su agresor se arrojó por una ventana, lo que le ocasionó una grave lesión que más adelante la obligaría a permanecer en la cama más de 30 años, hasta su muerte. Se ofreció como Alma Víctima para reparar el abandono de los Sagrarios y pedir misericordia por las profanaciones hacia Jesús Sacramentado.
Desde 1942 hasta su último aliento, en 1955, el Señor la bendijo con el don místico de la inedia; se alimentó tan solo de la Comunión diaria, sin necesidad alguna de tomar alimento físico y manteniendo un estado de salud óptimo.
Mientras Alejandrina oraba sus pensamientos se transportaban hacia el Santísimo Sacramento, en el Sagrario de la iglesia parroquial, a donde no podía acudir... Acusaba una soledad inmensa a lo que se unía el dolor y la incapacidad por su enfermedad; en medio de sus ruegos, Nuestro Señor la consoló haciéndole ver que Él también se encontraba prisionero en el Tabernáculo. Este eslabón con Jesús le permitió visitarle en espíritu y permanecer constantemente en Su presencia, amándole incesantemente, orando, ofreciéndose como inmolación para consolar Su Sagrado Corazón y obtener la conversión de los pecadores. Alejandrina suplicó a Nuestro Señor le permitiera sufrir hasta el límite de su tolerancia si esto contribuía a evitar el Infierno para muchas almas... y Él le inspiró esta súplica:
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