MEDITACIÓN: José fue, en la tierra, el depositario del poder de Dios Padre, y no se puede negar que hizo buen uso de ese poder; ¿cómo negarle ahora el premio?
José, en la tierra, cuidó de la vida del divino Hijo, y es cierto que se desempeñó bien de esta incumbencia: ¿cómo le negará ahora el Hijo agradecido qué le pida?
José, en la tierra, fue custodio fidelísimo de María: ¿le negará que esa Señora sea dispensadora de las gracias que pasan por Ella?
Siendo tan grande el poder de San José, recurre a él en todas sus necesidades.
San José, por elección de Dios, fue constituido cabeza y defensor de la Sagrada Familia. ¿Quién mejor que él defenderá a la familia de Cristo, que es la Iglesia?
Cuidó y guardó a Jesús, fundador de la Iglesia. ¿Quién podría cuidar mejor de la obra de Jesús, la Iglesia?
Como hijos de la Iglesia, somos hijos de San José. Seamos devotos.
FRUTO: Fomentar siempre la devoción a este gloriosísimo Santo.
JACULATORIA: San José, quiero ser siempre vuestro: aceptadme y amparadme.
ORACIÓN: Oh Dios, que por inefable providencia te dignaste escoger a San José por esposo de tu Madre Santísima; nos concede, te lo pedimos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo, aquel que veneramos en la tierra como protector. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.
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