MEDITACIÓN: Sin embargo, en el templo, después de tres días de cruentas penas, ve San José a Jesús, sano, salvo, honrado. ¡Que alegria!
¡Encuentra a Jesús enseñando como Maestro divino, y aquellos venerables maestros en Israel admirándolo!
María, en esa ocasión, da a San José el nombre de padre de Jesús y Jesús no protesta. ¡Qué honor y qué satisfacción!
FRUTO: En todas las dificultades, recurrimos a la oración.
JACULATORIA: Cuando ya no sabemos a dónde dirigir nuestros ojos, siempre tendremos nuestra mirada en ti, nuestro Buen Padre, como único refugio y amparo.
ORACIÓN: Oh Dios, que por inefable providencia te dignaste escoger a San José por esposo de tu Madre Santísima; concédenos, te pedimos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo, aquel que veneramos en la tierra como protector. Vos que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén.
TERMINAMOS rezando el Avejosefino:
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