sábado, 12 de junio de 2021

EL DESEO DE JESÚS: INSTURAR LA DEVOCIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

 




               En el transcurso de la segunda Aparición de Nuestra Señora en Fátima, la Virgen manifestó la intención de Su Hijo, "Jesús quiere establecer en el mundo la Devoción a Mi Inmaculado Corazón...". Fijémonos bien que Nuestra Santa Madre sólo trasmite el deseo imperativo de Su Divino Hijo, "Jesús quiere", Nuestro Señor no lo ruega, lo dispone, y como en Evangelio, la Purísima Madre una vez más pide "haced lo que Él os dice" (Evangelio de San Juan, cap. 2, vers. 1-11)

               Añadió la Virgen a Lucía sobre los beneficios espirituales de quienes se hicieran devotos de Su Corazón, asegurando que aquellas almas que practicasen esta Devoción "serán queridas por Dios como flores" puestas por Ella para adornar Su Trono. La Virgen misma es pues quien desea que la amemos fijándonos en Su Inmaculado Corazón, en el que según el Evangelista San Lucas, meditaba las gracias que recibía constantemente del Altísimo. Amar al Corazón de María, tener una imagen suya delante, nos ha de animar a contemplarla e imitarla en Sus virtudes, especialmente en la humildad y en la pureza. 

               Tengamos presente que el Corazón de María se ha convertido en el Sagrario donde Jesús mismo vive y desea esparcir Su Misericordia, pero siempre será más benévolo y generoso si lo hacemos por mediación de Su Madre, si recurrimos a Su Corazón bondadoso que todo lo puede alcanzar de Su Hijo amado; el corazón de una madre siempre tiene espacio para la comprensión de nuestras debilidades, cuánto más el de la Virgen que es Nuestra Santa Madre, que nos ganó como hijos a los pies del Calvario, y que desde entonces, hasta nuestros días, no nos ha dejado ni por un instante, cuidando de sus devotos que acuden a Ella con la confianza de un hijo que se sabe escuchado.

               Sea el Corazón de María nuestra Devoción predilecta por la Virgen; sea Su Corazón siempre venerado con el de Su Hijo Nuestro Señor y que ambos, formen nuestra mística bandera en la batalla contra los enemigos del alma.





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