miércoles, 17 de marzo de 2021

SAN JOSÉ, EL CUSTODIO DE SANTA TERESITA

       



               Santa Teresita del Niño Jesús, como buena carmelita, fue muy devota de San José desde su infancia; su amor por el Patriarca sólo era superado por el que sentía por la Virgen Santísima. Cuando siendo adolescente inicia con su padre la peregrinación a Roma, Teresita se encomienda a San José y le ruega que vele por ella; cuando visita Loreto siente una emoción profunda al pisar el mismo suelo que San José había regado con su sudor. 

               Ya en el Carmelo de Liseux, dedica una poesía a San José, canta su vida humilde y al servicio de Jesús y María, le contempla en su vida sencilla y dura de trabajo, le ofrece los platos fuertes de la comida y exclama como síntesis de toda su devoción: "¡Oh el bueno de San José! ¡Oh cuánto le amo!", y en el Cielo verá y cantará su Gloria.

              "Pedí a San José que fuera mi custodio. Mi devoción hacia él, desde la infancia, era una misma cosa con mi amor a la Santísima Virgen. Todos los días rezaba la oración: «¡Oh San José, Padre y Protector de las vírgenes...!». Parecíame ir más protegida y a cubierto de todo peligro."


Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz, 

"Historia de un alma", cap. 6


Poesía a  Nuestro Padre San José

Escrita por Santa Teresita de Liseux en 1894




José, tu vida transcurrió en la sombra, humilde y escondida,

¡pero fue tu privilegio contemplar muy de cerca 

la belleza de Jesús y de María!

José, tierno Padre, protege al Carmelo;

que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.


Más de una vez, el que es Hijo de Dios 

y entonces era niño, sometido en todo a tu obediencia,

¡descansó con placer sobre el dulce refugio 

de tu pecho amante!

José, tierno Padre, protege al Carmelo;

que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.


Y, como tú, nosotras servimos a María y a Jesús 

en la tranquila soledad del monasterio.

Nuestro mayor cuidado es contentarles, no deseamos más.

José, tierno Padre, protege al Carmelo;

que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.


A ti nuestra Santa Madre Teresa 

acudía amorosa y confiada en la necesidad,

y asegura que nunca dejaste de escuchar su plegaria.

José, tierno Padre, protege al Carmelo;

que en la tierra tus hijos gocen ya la paz del Cielo.


Tenemos la esperanza de que un día,

cuando haya terminado la prueba de esta vida,

iremos a verte, Padre, al lado de María.

José, tierno Padre, protege al Carmelo

y, tras el destierro de esta vida, ¡reúnenos en el Cielo!





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