LA MATANZA DE AYER SE PERPETUA HOY CON EL ABORTO
La matanza de los Niños inocentes es un nuevo testimonio de la Divina Realeza del recién Nacido de Belén, pues Herodes, creyendo en la palabra de los Magos y de los Príncipes de los sacerdotes a quienes había consultado, vio un rival en el Niño Jesús.
De igual manera pero en la actualidad, no faltan "Herodes" que sin conciencia alguna matan y eliminan cualquier rastro de inocencia. En un mar de sangre la sociedad de hoy ha aceptado el horrendo crimen del aborto como algo necesario y hasta un "derecho" de la mujer. No se contentan con cometer el cruel asesinato de la inocencia misma sino que se jactan y hasta hacen apostolado de sus retorcidas justificaciones.
Hoy no es un día para chistes o bromas, costumbre de paganos y malos cristianos; es un día para la REPARACIÓN, para pedir PERDÓN a Dios Todopoderoso por tantos y tantos abortos como se comenten cada día y que según pasan los años, lejos de disminuir, aumentan en número.
EL GRAVE PECADO DEL ABORTO SE CASTIGA CON EL INFIERNO ETERNO
El gravísimo pecado del aborto está penado con la excomunión (morir en dicho estado, separado de la Comunión con la Iglesia de Cristo, conlleva que el alma, después de morir irá irremediablemente al fuego eterno del Infierno) como queda reflejado en Código de Derecho Canónico y tan sólo un Obispo -o un sacerdote autorizado por éste- puede absolver en el sacramento de la Confesión:
"Los que procuran el aborto, incluso la madre, incurren, si el aborto se verifica, en excomunión Latae Sententiae reservada al Ordinario, y si son clérigos, deben además ser depuestos." (Canon 2350.1, Código de Derecho Canónico de 1917)
Cuando se explica "los que procuran el aborto", entiéndase que la excomunión alcanza a el médico o matrona que lo lleva a cabo el aborto, los auxiliares médicos que participan, así como los familiares y amigos que patrocinen y apoyen el aborto.
"Destruir al feto “es algo peor que el asesinato”. El que hace esto “no quita la vida que ya ha nacido, sino que impide que nazca." (San Juan Crisóstomo, Homilía a los Romanos)
FRENTE AL GENOCIDIO DE LOS INOCENTES, URGE REPARAR
Como católicos es nuestro deber alzar la voz, sin miedo ni respetos humanos para defender la vida de aquellas almas que aún se encuentran en el vientre materno; callar ante semejante pecado es sinónimo de COMPLICIDAD y cobardía, un pecado de omisión por el que tendremos que rendir cuentas.
Un cristiano auténtico se duele y procura REPARAR el Santo Nombre de Dios, profanado junto con Su Santa Ley por aquellos que ejecutan tal abominable crimen, por eso te invito hoy A HACER UN AYUNO de REPARACIÓN a la Justicia de Dios por los miles de abortos que se cometen a diario por todo el mundo; que esas almas inocentes que nunca conocerán el amor de los hombres porque serán víctimas de su maldad, gocen al menos de la tranquilidad del Bendito Limbo y que sus madres, aquellas que en lugar de amarlos los han sacrificado por una vida "sin complicaciones" alcancen pronto el arrepentimiento y el perdón del Buen Jesús.
Que Nuestra Santa Madre la Virgen María, ampare a cuantas madres piensan en abortar: que las ilumine para que se entreguen sin reservas a su futuro hijo, a esa alma que les ha sido confiada y que portan en el sagrario de su vientre.
EL LIMBO, LUGAR DONDE VAN LOS NO BAUTIZADOS
Pregunta: ¿Pues hay más que un infierno?
Respuesta: Sí, Padre, hay cuatro en el centro de la tierra que se llaman: Infierno de los condenados, Purgatorio, Limbo de los Niños y Limbo de los Justos o Seno de Abraham.
Pregunta: ¿Y qué cosas son?
Respuesta: El Infierno de los condenados es el lugar donde van los que mueren en pecado mortal, para ser en él eternamente atormentados. El Purgatorio; el lugar donde van las almas de los que mueren en gracia, sin haber enteramente satisfecho por sus pecados, para ser allí purificados con terribles tormentos. El Limbo de los Niños, el lugar donde van las almas de los que antes del uso de la razón mueren sin el Bautismo; y el de los Justos o Seno de Abraham el lugar donde, hasta que se efectuó nuestra Redención, iban las almas de los que morían en gracia de Dios, después de estar enteramente purgadas, y el mismo a que bajó Nuestro Señor Jesucristo real y verdaderamente.
(Catecismo de la Doctrina Cristiana, por el Padre Gaspar Astete)
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