Había pasado casi un año desde que Santa Teresita leyó sobre el entonces Venerable Padre Teófano Vénard, Mártir, y le rezó una novena para su curación. Continuó sintiendo gran devoción por él y conservaba una imagen suya en la enfermería. También había deseado profundamente una reliquia suya, pero no la había recibido, así que la aceptó como la Voluntad de Dios. Esto cambió el 6 de Septiembre, cuando la Madre María le trajo la reliquia que tanto deseaba. Santa Teresita la besó repetidamente y le explicó por qué lo amaba tanto: "Théophane Vénard es un pequeño Santo; su vida no estuvo marcada por nada extraordinario. Sentía una ardiente devoción a Nuestra Madre Inmaculada y un tierno amor por su familia. Y yo también amo a mi familia con tierno amor; no comprendo a los santos que no comparten mis sentimientos...".
Aquí hay un extracto de lo que Santa Teresita copió de las últimas cartas del Beato Teófano Vénard; estas cartas expresan los mismos sentimientos que tenía la Santa carmelita en su corazón, razón por la cual le tenía tanta devoción al jóven Mártir.
"No encuentro nada en la tierra que me haga verdaderamente feliz; los deseos de mi corazón son demasiado vastos, y nada de lo que el mundo llama felicidad puede satisfacerlos. El tiempo pronto se acabará para mí; mis pensamientos están fijos en la eternidad. Mi corazón está lleno de paz, como un lago tranquilo o un cielo sin nubes. No me arrepiento de esta vida en la tierra. Tengo sed de las aguas de la Vida Eterna...
Dentro de poco, mi alma habrá abandonado esta tierra, habrá terminado su exilio, habrá concluido su combate. Voy al Cielo. Estoy a punto de entrar en la Morada de los Bienaventurados: para ver lo que el ojo nunca ha visto, para oír lo que el oído nunca ha oído, para gozar de lo que el corazón humano no ha concebido... He llegado a la hora tan anhelada por todos nosotros. Es cierto que Nuestro Señor elige a los pequeños para confundir a los grandes de esta tierra. No confío en mi propia fuerza, sino en Aquel que, en la Cruz, venció los poderes del Infierno.
Soy una flor de primavera que el Divino Maestro recoge para Su placer. Todos somos flores, plantadas en esta tierra, y Dios nos recogerá a su debido tiempo, algunas antes, otras después... Yo, pequeña flor de un día, ¡soy la primera en ser recogida! Pero nos volveremos a encontrar en el Paraíso, donde la alegría eterna será nuestra porción".
El Bienaventurado Teófano Vénard fue un misionero francés que sirvió en Indochina. Fue arrestado en Vietnam el 30 de Noviembre de 1860 y declarado culpable de proselitismo poco después. Permaneció en prisión hasta su decapitación el 2 de Febrero de 1861 en Tonkín, Vietnam, cuando contaba 31 años de edad. Durante su encarcelamiento, entre Diciembre y Enero, el Padre Teófano escribió numerosas y hermosas cartas a familiares y otras personas. La Hermana Teresa se refiere a estas cartas anteriormente. Camino a su ejecución, el verdugo le preguntó qué le daría si le permitía morir pronto, a lo que el joven Sacerdote respondió: «Cuanto más dure, mejor». En 1909 fue beatificado por el Papa San Pío X.